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LA PASIÓN DE TINA MODOTTI
Por: Rúbila Araya
Se enamoró de México y puso la fotografía al servicio de los desamparados, luchó por una causa y se olvidó de sí misma. su obra nos testimonia la gran entrega de su vida.
Murió en las mismas condiciones en que nació. La carencia protagonizó sus días de infancia desde que vino al mundo en Udine, al norte de Italia, en el seno de una familia humilde de pensamiento socialista. Cuarenta y seis años después, un ataque al corazón la sorprendió en un taxi, el conductor se percató de su deceso cuando ella no respondió a sus preguntas.
En primera instancia, su cuerpo descansó en la sección más pobre del Panteón de los Dolores, en Cuidad de México. Allí, entre malezas y tumbas semidestruidas, adornaron su sencilla lápida un perfil grabado por Leopoldo Méndez y las estrofas de un poema escrito por Pablo Neruda: “Tina Modotti, hermana, no duermes, no, no duermes. / Tal vez tu corazón oye crecer la última rosa / De ayer, la última rosa de ayer, la nueva rosa. / Descansa dulcemente, hermana.”