Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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REGINA JOSÉ GALINDO EN CÓRDOBA, ARGENTINA

 

Por Silvio De Gracia

 

 

 

            Entre el 4 y el 10 de agosto la  prestigiosa artista guatemalteca Regina José Galindo estuvo en Córdoba, Argentina, para desarrollar una amplia agenda que incluyó dos acciones, una conferencia y un taller de performance. Organizado por la artista cordobesa Soledad Sánchez Goldar, y con el apoyo institucional del Centro Cultural España Córdoba, el encuentro con Regina José Galindo permitió a los artistas y al público adentrarse en la obra de una de las artistas de performance más relevantes de la escena latinoamericana actual.

Consagrada en la 51 Bienal de Venecia, al ganar el León de Oro a artista joven, Regina José Galindo ha tenido una carrera casi vertiginosa que la ha llevado a participar en importantes exposiciones como la II Bienal de Moscú; I Bienal de Arte y Arquitectura Islas Canarias; III Bienal de Albania, Tirana; II Bienal de Praga; III Bienal de Lima, Perú; I Festival de Arte Corporal, Venezuela; IX Festival de Performance ExTeresa, México D.F. y en diversas muestras en museos e instituciones alrededor del mundo. Su obra es siempre visceral y polémica.  Sus acciones de gran impacto hablan de la muerte, la violencia, el dolor, la memoria histórica y las situaciones de injusticia. Su cuerpo es la herramienta privilegiada en la que se centran sus acciones, y este cuerpo puede presentarse desnudo, torturado, indefenso, cortado o sedado, en rituales que casi nunca excluyen el dolor.  Son ya célebres acciones como Perra, donde se escribe esta palabra en una pierna cortándose con un cuchillo; Himenoplastia, en la que se somete a esta operación en una clínica clandestina de Guatemala; Limpieza social, en la que está desnuda y es rociada con el agua de una manguera antimotines; No perdemos nada con nacer; en la que se hace tirar en una bolsa plástica en un basurero municipal; o Carnada, donde, embarazada, cuelga dentro de una red junto al mar.

            En Córdoba, la artista presentó una vez más una performance  austera,  trágica e impactante. Titulada Reconocimiento de un cuerpo, la acción proponía al público enfrentarse a una sala que funcionaba como una morgue, donde el cuerpo desnudo de la artista se ofrecía en una camilla, sedado y ausente, “muerto”, bajo una sábana que debía descorrerse para descubrir a quien yacía debajo. De esta manera, Galindo no sólo habló de la muerte, sino que estableció un nexo entre Argentina y Guatemala porque según la artista ambos países tienen “historias, raíces, problemáticas similares”. En el caso de Argentina, la obra adquiere un tinte eminentemente político, asociándose al tema de los desaparecidos y el terrorismo de Estado ejercido por la dictadura. Pero la misma acción, conectada con la realidad guatemalteca, como indicó la misma Galindo, sólo habla de la violencia y de los muertos que cada día deben ser reconocidos por sus familiares.

 

Esta acción se realizó en el Centro Cultural España Córdoba, el martes 4 de agosto, ante más de un centenar de personas que no quedaron indiferentes a la obra, ya fuera que la aprobaran o la rechazaran.  El día siguiente, miércoles 5 de agosto, Galindo ofreció una conferencia abierta al público, donde exhibió documentación de sus acciones, explicó cada una de ellas y dio una visión sumamente esclarecedora sobre los resortes que activan su creación.  

Los días 6 y 7 de agosto se realizó el encuentro con un grupo de performers especialmente seleccionados para participar de un taller de performance con la artista.

 

 

El domingo 10, ya en su despedida, Galindo ofreció otra acción titulada “Cabecita negra”. Esta vez la presentación fue en la galería Demolición/ Construcción, un espacio experimental que gestiona el artista también guatemalteco, Luis González Palma. En esta jornada acompañaron a Galindo acciones del dominicano David Karma Pérez y de la argentina Soledad Sánchez Goldar. “Cabecita negra”, acción que no vi más que por el reporte fotográfico, nuevamente puso en claro que parte esencial del método de Galindo es trabajar  a partir de las realidades sociales y políticas de los países que visita. En esta obra, lo que hizo fue poner en acción aquella vieja historia de la etapa peronista, según la cual Perón les regaló departamentos a los negros, y los cabecitas hacían asado con el parquet… Galindo, en un intento por reproducir esta anécdota desmontó el recubrimiento de listones de madera de una sala y formó una gran pila. Claro, no hizo fuego, porque además de peligroso, hubiera sido una obviedad. Así, la artista eligió una vez más hacerse eco de una problemática como el racismo, algo que en la Argentina pervive profundamente aunque se pretenda negarlo o silenciarlo. Vale recordar que la calificación “cabecita negra” surgió en la Argentina de los 40’s y que aún hoy es utilizada por las clases altas para referirse de manera despectiva a la clase trabajadora o clases bajas que provienen generalmente de las provincias.

 

Personalmente seguí muy de cerca el periplo de Regina Galindo por Córdoba y participé en su taller de performance. Aproveché la oportunidad para hacerle una entrevista que espero sirva para comprender un poco más a la artista y a su obra.

  

* DG ¿En qué punto se produjo tu pasaje desde la palabra al cuerpo, desde la poesía a la acción?

RG Hubo un momento en que me interesó ver mi cuerpo, la experiencia de verlo y la experiencia de participar, hacer, más que actuar… La tarea de escribir en mi cuarto fue reemplazada por el ejercicio de pensar y solucionar proyectos e ideas, donde el cuerpo debía ser la solución. Supongo que tiene que ver mi poco talento para las letras. Me gusta, me apasiona; pero me falta oficio, ahora, tiempo. Pero quisiera que no fuera un pasaje el que hubiera de un lado a otro, sino que el tránsito pudiera ser más inmediato. Muchas veces añoro escribir, durante horas…

 

* Hay algo fuertemente paradójico en el arte crítico o “contextual” porque a la vez que muestra o denuncia también puede banalizar… ¿Es posible que una obra tan contundente como la tuya, que suele reflejar situaciones de muerte y tortura, corra un serio riesgo de convertirse en una pura “estetización del  horror”?  ¿Qué podés responderles a los que atacan tu obra tu obra desde este tipo de argumentos?

Creo que quien menciona esta paradoja no ataca mi obra, sino más bien la cuestiona. Pero esa paradoja existe y es real. Hay piezas que muestran o denuncian algunas escenas de las tantas terribles que hay en la vida, pero al mismo tiempo son imágenes que fueron creadas para el pequeño y elitista mundo del arte. Por lo tanto son imágenes que, al ser fabricadas, ya colaboraron en seguir fabricando esa estetización del horror de la que tanto se habla.

El mundo es ese caos conocido, por qué no arañar en él. La estetización del horror es parte de nuestra época, de nuestra realidad, negando una no se asesina a la otra. Una cosa es reflejo de la otra. El objeto real existe y por lo tanto su reflejo es inevitable.

 

 

* ¿Dónde radica la diferencia entre tu arte y las escenas de violencia y muerte que se reproducen en tv o en Internet? ¿No hay un gusto morboso similar en uno y otro consumidor-espectador?

Sí, claro, lo hay. Hay un gusto morboso. Hay una patología por allí escondida. Pero todo es patológico, el universo está fabricado de luz y oscuridad. Está bien fijarse en ese lado oscuro de las cosas, ver allí… sin luz.

La diferencia está en que el arte no es vida, no es realidad. Es representación por donde se le vea. Es reinterpretación. La realidad pasa por los códigos del artista, quien la examina, observa, analiza, trabaja, maniobra, manipula… crea a partir de la realidad, pero su creación no es realidad.

La muerte real no es la muerte que aparece en una obra de arte. El dolor de la realidad jamás accederá a nuestra realidad. Hay algo intocable para el artista, inalcanzable, inaccesible… el dolor humano está más allá, por más que una pieza de arte genere una experiencia, esa experiencia nunca será la realidad.

 

* Para muchos, tus acciones remiten indudablemente al arte corporal de los 70 y al accionismo vienés… ¿Reconocés una vinculación con estas tradiciones o creés que se pueden señalar diferencias?

Hay claras influencias, pero a mí me interesa la limpieza, la utilización de mínimos elementos en adición al cuerpo. El momento es distinto y eso ya marca la diferencia, claro, hablando de fondo… En cuanto a la forma podrá saberse con el tiempo. Por ahora aprendo, experimento, intento crecer, aportar algo…ya lo dirán los años.

 

* ¿Cuáles son los artistas que te interesan o que de algún modo han influenciado tu trabajo?

Rosemberg Sandoval, Chris Burden, Gianni Motti, Francys Alyss, Teresa Margolles, Gina Pane, Abramovich, Ana Mendieta, Santiago Sierra, Aníbal López, Luis González Palma, Shopie Calle, Zang Huang…

 

* Para los centros hegemónicos, el artista de la periferia está obligado a “contextualizar” sus prácticas, es decir, a reafirmar su compromiso con su contexto social y político… ¿Estará el artista latinoamericano condenado a seguir esta línea “contenidista” preasignada? ¿O también tendrá derecho a concentrarse en cuestiones puramente formales que lo releven de ser un reflejo de la realidad inmediata?

¿Obligado? Si a un artista puede obligárselo a algo… entonces dejaría de serlo. Para crear tenés que ser libre, libre de tener preocupaciones netamente formales que también son preocupaciones de fondo, preocupaciones filosóficas sobre el espacio y el tiempo. Cada uno tiene sus propios pedos y reacciona a ellos de diferentes maneras.

Cada quien se firma sus propias condenas…

 

 

* ¿Por qué, pese a tu proyección internacional, eliges quedarte en Guatemala?

Pues no es que tenga muchas opciones. Me parece que el mundo actual está hecho para generar deseos. Las comunicaciones, la tecnología, el poder comunicarte con la otra parte del mundo con un solo clic no quiere decir que puedas hacerlo en la vida real.

Uno podrá ir a un país del primer mundo a hacer un proyecto, pero no puede quedarse… nos faltan los papeles, nos falta libertad. Uno puede desear, puede soñar, pero no decidir. En eso radica parte de la perversidad de nuestra época, en hacernos creer, en hacernos sentir…

Guatemala es mi país, uno se siente cómodo en su caos conocido, familiar. Por otra parte, no es  tan fácil, el mundo cada vez tiene más puertas, pero están cerradas.

 

* Has dicho que el arte no sirve para nada y que no va a cambiar nada en el mundo. ¿Le sirve de algo al artista?

Eso supongo. Que el arte, que el ejercicio creativo te ayuda a ser más consciente. Es algo en lo que uno cree, pero quién sabe. Tal vez estamos cada vez más locos, más heridos… pero disfrutamos en quitarle la costra a la herida y volverla pieza de arte. Hacemos arte porque nos gusta, de una u otra forma lo disfrutamos, lo elegimos, nada ni nadie nos obligó.

 

* ¿Cómo conjurás tu propia muerte, la idea de tu finitud?

No lo hago, por ahora.

 

Fotografías de “Reconocimiento de un cuerpo”: Silvio De Gracia

Fotografías de “Cabecita negra”: Dolores Esteve

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