RELACIONES REMOTAS: AMOR AL PRIMER CLICK |
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No comenzaré este artículo asegurando que la telecomunicaciones han cambiado nuestra forma de percibir el mundo porque es bien sabido que en la era de las TIC (tecnologías de la comunicación y la información) estamos más entretenidos que nunca en esta nueva dimensión de realidad a la que llamamos con frecuencia virtual y de la que ya hay innumerables textos, manifiestos, congresos y hasta una construcción conceptual sólida llamada ciberontología.
En esta ocasión mi reflexión quiere centrarse en las relaciones virtuales, especialmente aquellas a través del Chat, observando si realmente esta nueva forma de interconexión posee la misma eficacia que las relaciones cara a cara.
A diario trabajo en casa, en una pequeña oficina con los medios necesarios para realizar las tareas de mi profesión. Cada mañana enciendo el ordenador y en el orden de siempre: abro en Messenger, leo los correos y finalmente accedo al programa de turno en el que me toca trabajar. Normalmente saludo a los más allegados con un "hola" sin esperar por ello entablar una conversación; estas personas son, en la práctica, mis compañeros de trabajo.
Recuerdo que al principio me parecía tan espectacular charlar con mis amigos por el Chat, tan cómodo y desaprensivo que podía estar chateando durante horas. Con el tiempo, esto no parecía tan novedoso así que me tomé las relaciones virtuales con total normalidad.
Actualmente, trabajo en este medio, me complazco y me peleo con el personal tal como lo haría en la vida "real". Me duele tanto un silencio prolongado como me molesta el que me hablen demasiado, exactamente como en la vida cotidiana porque, en definitiva, para mí, las relaciones a distancia son parte de mi vida.
En este marco, la comunicación mediada por computadoras (CMC) la entendemos como interconexión: la suma de computadoras y redes interconectadas a través de las telecomunicaciones y la comunidad virtual se asume como agregados sociales que surgen en la red cuando numerosas personas forman parte de dicha comunidad en el ciberespacio.
Los medios masivos de comunicación o mass media son un sistema de comunicación de una sola vía (Radio, televisión, diarios, etc.), sin embargo, el proceso real de telecomunicación no lo es, sino que depende de la interacción entre el emisor y el receptor en la interpretación del mensaje. Las primeras teorías sobre los efectos de la televisión consideraban al sujeto como un ser controlado por el medio, como un ser enajenado por la televisión, suponiendo la existencia de una audiencia pasiva. Internet por definición no es pasivo. El usuario tiene que navegar y/o interactuar con la computadora para absorber la información.
La interacción desde múltiples puntos de una red mundial, en condiciones de acceso libre y accesible, cambia el carácter de la comunicación, ésta requiere una práctica social participativa.
Desde mi punto de vista, la construcción del mundo virtual y su asimilación son parte de una forma de percepción aumentada , constituyendo una idea, tal como de un objeto tenemos un concepto y en coherencia con esta definición nos hacemos con éste.
El ejercicio más simple para verificar lo que digo es intentar definir un objeto cualquiera: una silla por ejemplo. ¿Cómo sabemos que algo es una silla cuando sabemos que más de un objeto sirve para sentarse y más de un uso le podemos dar a una silla? La silla se puede definir por su función o forma, en el primer caso sabemos que su función varía porque podemos usar una silla de perchero, de mesa, de escalera, etc. La otra posibilidad sería como digo acotar el concepto en base a la forma, pero, desde luego, la forma de las sillas a través de la historia son demasiadas como para centrarnos. En suma, el mapa cognitivo, mucho más complejo que los conceptos en abstracto, se forja en el individuo y le otorga a éste las pautas de organización de los conceptos. Sólo hay que mirar la historia reciente para entender que construimos en base a valores. Hace muy poco tiempo atrás, los negros y las mujeres nos encontrábamos en el ámbito de la perversidad y lo demoníaco, en el primer caso se dudaba de la existencia de un alma en estos individuos y en el segundo caso se dudaba de la responsabilidad cívica de mis congéneres. Sin duda, nos han cambiado de carpeta en la organización de la mente colectiva.
Para los tecnofóbicos esto que digo puede sonar a sacrilegio e incluso para los apocalípticos más adentrados en el tema de las nuevas tecnologías, que las conocen pero que las repudian calificándolas de alienante, pueden pensar que las nuevas tecnologías pertenecen a lo inmatura o demoníaco . Pero la eficacia y consistencia de las comunicaciones a distancia se manifiesta cada día más. In cuantificable son los emoticons, smileys, avatars, etc. que usamos para expresarnos; en la mayoría de los casos no para crear una personalidad ficticia - aunque el engaño es siempre una posibilidad como en la "vida real"- sino que implementamos una imagen y unos códigos para movernos en este espacio con nuestro YO psíquico en un medio virtual, tal como un mensaje sin cuerpo.
Pero más allá de la descripción de los procedimientos para llevar a cabo la comunicación, existen reglas de comportamiento en lo que atañe a la interacción entre los sujetos para facilitar la comunicación y optimizarla. Resulta frecuente que en los canales de Chat ciertas reglas de "educación" rara vez se cumplen. Sin embargo, podemos ser menos precipitados a la hora de hacer un juicio crítico a cerca de un tema en discusión porque sabemos que hay una serie de elementos que nos faltan y en los que estamos acostumbrados a basarnos para interpretar un mensaje, tales como, el tono de voz, los gestos, etc. Estamos adiestrados en el reconocimiento de las señales del cuerpo presencial y las incorporamos al sentido de las sentencias. No obstante, en la comunicación remota no somos ingenuos, ahí -donde el cuerpo es una identidad fluida - tenemos otros elementos para reconocer a nuestro interlocutor, estas señales son igualmente códigos. El ciberespacio ya es código en sí mismo y nosotros más que nunca somos información, desde nuestros genes hasta nuestro NIK.
La realidad sigue siendo un tema de percepción: No hay tal 3D en el ordenador porque como bien sabemos la pantalla es plana, no navegamos en Internet porque no nos movemos realmente a ningún sitio, sino que invocamos a estos "sitios" a nuestra pantalla, "sitios" que osan llamarse sitios cuando están realmente en un NO-LUGAR. Entonces, ¿Nos falta vocabulario o existe una ampliación en los significados que establece un acuerdo vinculante entre ambas realidades?
La pregunta es si la realidad aumentada que nos entregan los nuevos dispositivos nos hace propensos a la falsedad y a la ficción o contrariamente nos potencia minimizando las barreras de nuestra naturaleza "opaca".
Para Mayte Aguilar García, becaria predoctoral UNED, la conexión entre sociedad real y la sociedad virtual guarda un paralelismo con una visión platonizante del mundo hecha realidad en el ciberespacio. La tecnología, considerada como una prolongación del ser humano, un cyborg entregado al metal y al silicio, traslada al humano a un universo platónico que lo ubica en una de las coordenadas de idealidiad no ancladas a una realidad concreta, olvidando su biologicidad para realizarse en un mundo ajenos a la historia, a la facticidad, deseosos de consumir información en grandes cantidades en una parálisis corporal que focaliza al ser en la mente.