Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 7

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 71
Abril 2005


Columa a cargo de Marcela Rosen

 

Eduardo Llanos Melussa

maldeojo@123mail.cl

*Eduardo Llanos Melussa, Psicólogo y Profesor. Premios Altazor 2004

"Cotradictorio" y "Miniantología" son algunos de sus libros, pero fue gracias a "Antología Presunta", su última publicación, que el jurado del Premio Altazor le otorgó la estatuilla a mejor Poesía.

Llanos se desempeña hace más de dieciocho años como catedrático en la Escuela de Psicología de la UDP. Pero además es Master en Literatura y ha ganado importantes reconocimientos, como el Premio Rubén Darío de España y la Beca Gabriel & Mary Mustakis, entre Otros.


 

 

 

 


Porfirio Mamani Macedo

 

pmamanimacedo@yahoo.fr

Porfirio Mamani Macedo ha nacido en Arequipa (Perú) en 1963. Es doctor en Letras en la Universidad de la Sorbona. Se ha graduado también de abogado en la Universidad Católica de Santa María, y ha hecho estudios de Literatura en la Universidad de San Agustín (Arequipa). Ha publicado poemas y cuentos en varias revistas en Europa, Estados Unidos y CanadaHa enseñado en varias universidades francesas. Actualmente reside en París y enseña en la Universidad de Picardie Jules Verne.

 

Lluvia después de mi caída

 

Para mi hija Alba Ondina Manuela

 

Cae lluvia mía,

tres días y tres noches,

lluvia mía.

Cae como trueno

sobre los ojos de los desgraciados.

Cae lluvia sobre las calles de París,

por estas que camino,

enlodado hasta mis codos.

Cae para que arrastres en tu piel

la miseria que todos respiramos.

Cae para sentir fresca la mañana.

Cae para que vuelvan a sonar los ríos,

para que se abran las noches,

para que yo vuelva a mirar los ojos de la gente

y mis hombros soporten sin dolor

la pena,

esta cosa que veo en cada pecho,

hoy que camino entre dudas por esta orilla.

Cae humana lluvia

para borrar mis huellas y mi nombre,

para cerrar mis ojos a la historia.

Cae lluvia mía como un recuerdo

no vivido,

como un sueño tanto tiempo ya esperado,

como tierna melodía en este viaje.

Cae lluvia mía para abrazar tu piel

cuando me mojes gota a gota.

Cae para limpiar el aire oscuro,

aquel que brilla detrás de cada puerta.

Cae como una enfurecida ola,

para limpiar mis ojos

y las sombras de mis ojos.

Aquí te espero junto a una piedra,

desde aquí te veré llegar,

como un divino laberinto,

abrazando entre las ramas

las noches que acogieron a mis ojos.

No más oreja ni ojo

en el umbral de mi caída,

ni palabras que me hieran como espadas.

Borrar quisiera las nubes de mis ojos.

Alejar quisiera la pena de los desgraciados.

Allá van como sombras sin destino.

Por allí asoman sus flacos rostros desamados

a la aurora que vuelve a despertar sus ojos.

Seres que del sol vienen huyendo.

Seres que la lluvia acoge como hijos.

Almas que florecerán en alguna parte.

Ríos que irrigarán otros amores olvidados.

Cae lluvia para incendiar mi pecho.

Cae lluvia mía,

tres noches y sus días,

para sentirte cuando duermo

agotado,

sin mirar por la ventana,

el sol que nunca llegará.

Sólo tú, lluvia mía,

conducirás los recuerdos de los desgraciados

por los más estrechos caminos

que te ofrecerá el viento miserable.

No son sólo lágrimas

lo que del cielo nos ofrece la desventura,

es también la pena,

de una voz que nadie escucha.

Pero tú,

lluvia que te posas en mis ojos como un sueño,

lluvia que fecundas la tierra sin dolor,

lluvia, sustento de todo lo que existe,

llévate esta pena como herencia de todo lo vivido.

Lluvia, alma de mis ojos en la noche.

Lluvia, peregrina del desierto,

cae como un rayo en mi camino,

cae y vuelve a caer,

para sentir el olor de la tierra,

para sentir el frescor olvidado de la hierba,

el sonido de cada paso que damos en la duda.

Cae sobre las noches que imploran en secreto,

las voces de los desgraciados,

aquellos que sueñan con un árbol,

aquellos que nunca han sido amados,

aquellos que en la mirada llevan una herida.

Húndete en la piel de cada cosa,

en cada cosa imaginada,

en cada piel meditabunda.

Pero cae sobre los bosques,

sobre los cristales de los bosques

para oírte cuando pases

y humedecer mi rostro en el camino.

Allá van distanciadas

unas de otras las voces de los desgraciados

repitiendo sus nombres en los valles

como lamentos de almas penitentes.

Cae por ellos, lluvia mía

para acompañar su silencio y su dolor

entre tanto ruido

que hace la despiadada gente.

Cae lluvia mía.

Cae como un milagro,

tres días y tres noches,

Lluvia mía.

 

París: 4/4/01

 

 

 


 

Para las personas que desean publicar: deben enviar sus escritos
en formato de documento de Word, diseño de página Normal y breves datos biográficos.
Ni se les ocurra enviar libros, pueden hacerme llegar dos o tres poemas no más por favor.    Gracias.
Marcela Rosen
, encargada de la evaluación y publicación
de poesía en Escáner Cultural. aldocumentar@lycos.es


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