Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757

 


Imagen: Videoclip “Al lis full of love”, Björk, creado por Chris Cunningham

ENTRE EL CYBORG Y EL CUERPO ESCINDIDO

-Comenzando- una reflexión sobre el estado del cuerpo, el cuerpo- en- escena y el nuevo cuerpo tecnológico

 

Valeria Radrigán

Actriz UC, Chile

Master en teoría del arte contemporáneo, UCM, España

El siguiente artículo pretende comenzar (¿comenzar?) una discusión y reflexión sobre el estado del cuerpo humano, físico, vivo frente a la tecnología cyborg en relación a los desafíos y preguntas que desde lo escénico esto plantea.

 

En la ampliación del mismo concepto de teatro en la posmodernidad hacia una más compleja y abierta noción de teatralidad[1], una de las respuestas del medio ha sido la búsqueda por el esencialismo, vale decir, preguntarse, en vistas de la apertura conceptual, qué determina justamente lo teatral, qué hace que esto sea teatro y nada más, qué es lo mínimo que se requiere para que nuestro querido teatro siga siéndolo.[2]

La primera clave en torno a esto ya la daba Peter Brook en “El espacio vacío” (en 1968!), señalando: “Un hombre camina por un espacio vacío mientras otro lo observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral.”[3] Dicha frase, de innegables connotaciones poéticas además de teóricas, ponía de relieve la importancia fundamental y justamente esencial de la figura del actor como eje del fenómeno teatral. Lo cierto es que por más cambios estructurales, dramatúrgicos e incluso tecnológicos que el teatro haya asumido, la figura del actor- humano- VIVO en co-presencia con el espectador- humano- VIVO ha permanecido inalterable. Sagradamente (parafraseando al mismo Brook) inalterable. Tanto es así que la sola propuesta de una noción de lo teatral que prescinda de este ser humano es incomprendida y rechazada[4]. Yo misma siento un cierto temor de quedarme sin pega (o con menos pega aún) de abolirse la figura del actor del espectáculo...

Se hace más que necesario entonces replantear esta sagrada noción ante la figura cyborg que fuertemente hace su aparición.

En busca de comenzar (?) una reflexión en torno al tema, centraré mi pensamiento en torno a la misma definición de cyborg planteada por Donna Hathaway en el “Manifiesto Cyborg”.

“Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de máquina y organismo, una criatura de realidad social y también de ficción.”[5]

En relación a esto me focalizaré en 3 temas que se desprenden de la misma definición y que creo plantearán preguntas interesantes en el marco de la “lucha” humano- cyborg en lo teatral; el cyborg como organismo cibernético, lo hibrido y la ficción.

1.- El cyborg como organismo cibernético:

Desde el Terminator hasta la fantástica Rachel en la película Blade Runner de Ridley Scott, el cyborg es la imagen del miedo, amor y confusión de la cultura ante LO OTRO.

                                       

Imagen: Terminator, James Cameron                                                Imagen: Blade Runner, Ridley Scott

Miedo ante la creación humana de una máquina que nos supera y que adquiere una inteligencia propia, amor ante el hijo pródigo, el Frankenstein de la era moderna, confusión ante algo que se instaura con vida propia, con identidad propia, (¿anti- humano? ¿Sobre-humano? ¿Más humano que humano?) que requiere una definición nueva y que amenaza con nuestra destrucción.

“Los monstruos han definido siempre los límites de la comunidad en las imaginaciones occidentales. Los centauros y las amazonas de la Grecia antigua establecieron los límites de la polis central del ser humano masculino griego mediante su disrupción del matrimonio y las poluciones limítrofes del guerrero con animales y mujeres. Gemelos no separados y hermafroditas eran el confuso material humano en la temprana Francia moderna que basaba el discurso en lo natural y en lo sobrenatural, en lo médico y en lo legal, en portentos y en enfermedades, todo ello de suma importancia para el establecimiento de la identidad moderna.”[6]

            ¿Cuál es el punto? Pareciera ser que el miedo ante el cyborg no radica en la “violenta” irrupción y superación tecnológica, sino en lo involuntario, en lo “fuera de control” y, radicalmente, en reconocer al presencia de un OTRO radicalmente nuevo. Hablamos de un OTRO que si bien se presenta bajo el disfraz de lo no humano, devela algo que quizás ya somos...                                     ¿Cyborg como máscara contemporánea?

 

2.-  Lo híbrido:

Resulta interesante considerar, en vistas del “temor” que podría causar (o causa) la paulatina aparición de robots o cyborgs como protagonistas de un acto teatral, el que tal vez estos organismos no sean tanto entidades antihumanas, sino más bien “una prolongación de lo humano, intrínsecamente ligada a él”[7]. La misma Hathaway señala: “A finales del siglo XX -nuestra era, un tiempo mítico-, todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo; en unas palabras, somos cyborgs.”[8]

 

Imagen: Alita Battle Angel, Yukito Kishiro

 

Resulta fundamental entonces, más que entrar en una aparente guerra con lo desconocido, aprender a asumirlo como algo propio. Concretamente, la frase SOMOS CYBORGS se establece no como una metáfora sino como realidad; estamos llenos de implantes, desde los marcapasos hasta las tapaduras dentales, desde los fierros que pueden soportar nuestras estructuras óseas dañadas hasta los mismos piercing que nos podamos colocar.

Hay, incluso “tecnocarnes- sentidos, como los implantes cocleares que son los oídos del exsordo, y tecnologías híbridas más extendidas, implantes temporales y prescindibles.”[9]

Desde otra perspectiva es posible considerar incluso al computador o los teléfonos celulares como extensiones corporales, tomando fuertemente en cuenta la cantidad de horas de contacto epidérmico directo que tenemos con estos aparatos (mayor a la que pasamos con lo humano?). Por lo demás, resulta fundamental la apertura  

“Tanto a una base de datos como a una memoria más amplia como a la entrada del OTRO  a través del módem. Sí, usted se conecta y desconecta cuando quiere, o cuando puede, pero reconozcamos que el ciberespacio hace incursiones en lo real. Kedadas, amores y desamores, orgasmos, tristezas, alegrías, enfados, reacciones psicofísicas antes palabras /bits...”[10]

Reconocer que somos cyborgs apunta, entonces, al reconocimiento de una imagen condensada de imaginación y realidad material, en la que se materializa una tecnología biopolítica que determina nuestros cuerpos y más amplias identidades, delimitando cualquier posibilidad de transformación histórica.

Somos bits de información, complejos engranajes en “un sistema arquitectural cuyos modos básicos de operación son probabilísticos, estadísticos.”[11] El humano puro ha dejado de ser sagrado, sus interrelaciones están normadas y pauteadas: “cualquier componente puede ser conectado con cualquier otro si la pauta y el código correctos pueden ser construidos para el procesamiento de señales en un lenguaje común.”[12] Desde esta perspectiva el cyborg plantea una- otra realidad que afirma y evidencia estas estrategias.

El cyborg atemoriza a los guardianes de la pureza humana pues amplía justamente este concepto, celebrando la diferencia entre el yo y el otro, celebrando EL ENTRE, incluyendo en la noción de lo humano desde el transgénero (“El ’sexo’ del cyborg restaura algo del hermoso barroquismo reproductor de los helechos e invertebrados”[13]) hasta los bebés humanos con corazones de mandril.

Se instaura el cyborg como “un canto al placer en la confusión de las fronteras y a la responsabilidad en su construcción.”[14] Y al mismo tiempo, una realidad “dentro de la tradición utópica de imaginar un mundo sin géneros, sin génesis y, quizás, sin fin.”[15]

3.- Ficción

Desde Baudrillard y Debord en adelante[16], consideramos la realidad social como un mundo cambiante y de ficción. Se establece la lógica barroca o neo barroca del gran teatro del mundo, de la vida como espectáculo o representación.

Resulta casi paradójico entonces pensar en que el origen del cyborg está dentro de la literatura de ciencia ficción, ficción que resulta hoy real. Real en la ficción que es la realidad.

“Se trata de una lucha a muerte, pero las fronteras entre ciencia ficción y realidad social son una ilusión óptica.”[17]



          El cyborg es manifestación de la ficción, develamiento de sistemas y fantasías de lo escindido puesto en cuerpo. El temor anti- lacaniano de un primer cuerpo fragmentado que retorna, se hace patente y devela la formación y establecimiento de un nuevo CUERPO, tanto o más vivo que el cuerpo del humano puro.

Hablamos de un cuerpo mutado, intervenido, que trasciende a la lógica del cuerpo obsoleto planteada por Stelarc instaurándose como cuerpo- en- proceso.

 

 
Imagen: Stelarc, “The third hand”

 

“La idea de lo Híbrido nos permite plantear una diversidad de conceptos que producen, alteran y conforman la idea de cuerpo, entendiendo que estos conforman una realidad nueva, que solo es posible desde la unión/fusión/licuefacción de las partes que lo conforman.”[18]

Creo, siguiendo esta reflexión, que la inclusión en el teatro de organismos cibernéticos no es amenazante sino que reconciliadora, puesto que reivindica y re-problematiza la idea del cuerpo físico como entidad mutable y mutante, completamente permeable a estímulos y por cierto, a definiciones.

“La integración conceptual y reflexiva de un cuerpo que se comunica y crea vínculos se presenta como una posibilidad política de replantear las relaciones humanas, adentrándonos en aspectos que son de vital importancia para reconstruir la relación del cuerpo con la tecnología. La imagen se convierte en un espacio en donde se articulan y convergen los conceptos que influyen, componen y determinan la cultura del cuerpo y la performatividad hoy, estableciéndose un lugar de lectura y propuestas sobre lo que es el Cuerpo: los límites difusos y a la vez especificos que le constituyen, su implicancia ideológica-estetica y la influencia a nivel colectivo de la subjetividad contemporánea.”[19]

Por otro lado, la puesta en evidencia de mecanismos real- ficción no hace más que acompañar la misma lógica de funcionamiento escénico. Esto, entonces, contribuye a la reposición de lo ficticio dentro del panorama artístico como estrategia por excelencia del medio teatral.

En estos tres puntos he intentando esbozar determinadas problemáticas que, particularmente desde el teatro y para qué decir desde el teatro chileno, no son abordadas, más aún, desconocidas o TEMIDAS, lo cual hace necesario un acercamiento desde ejes transdisciplinares en pos de la generación de pensamiento crítico y acción creativa verdaderamente novedosa.

 Comenzar (¿) un diálogo más allá del temor al vacío.

Aprontarse(¿) a una apertura de los ENTRES.


[1] De Toro, Alfonso. Referencia de esta noción en http://lacasadeasterionb.homestead.com/v4n14teatral.html)

[2] Considerando del afán modernista e incluso greenbergiano que estas preguntas esconden, nos saltaremos la crítica evidente a este modo de pensar en esta ocasión.

[3] Brook, Peter, “El espacio vacío”.

[4] Haciendo un brevísimo recuento histórico no podemos olvidar la propuesta vanguardista de Craig y la supermarioneta. Interesante señalar que esta propuesta nunca fue mayormente desarrollada por él sino por otros seguidores, y que tampoco tuvo mayor evolución en la historia teatral.

 

[5] Hathaway, Donna, “Manifiesto cyborg”, en http://tecnoliberacion.blogspot.com/

[6]Hathaway, Donna, en Op. Cit. Comparto la nota que ella misma da sobre esta reflexión:  DuBois (1982), Daston and Park (s.f.), Park and Daston (1981). El nombre monstruo comparte su raíz con el verbo demostrar. (N del T.: más evidente en inglés: monster, demónstrate.)

 

[7] Cosmodelia, “Tecnoliberación: ya somos cyborgs”, Pag 51, en http://www.lulu.com/content/728202

[8] Ibid.

[9] Ibid. Pag 51-52

[10] Ibid.

[11] Hathaway, Donna, en op.cit.

[12] Hathaway, Donna, en op.cit.

[13] Hathaway, Donna, en op.cit.

[14] Op.cit.

[15] Op.Cit.

[16] Desde bastante antes, ¿no?

[17] Hathaway, Donna, op.cit.

[18] http://postdance.wordpress.com/

[19] Ibid.

quiero saber mas! me encanto!

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