CRUMB AQUELLOS AÑOS MARAVILLOSOS
Por Xavier Riesco Riquelme
Uno
de los mejores antídotos para la nostalgia ha sido reeditado
en España por cortesía de Ediciones La Cúpula.
Me refiero a la obra de Robert Crumb -Obras completas de Robert Crumb-,
uno de los más conocidos autores del "underground" norteamericano
de aquellos maravillosos años; el más conocido
en España, desde luego, siguiéndole de lejos Shelton,
el de los Freak Brothers. Crumb pertenece a esa caterva de
gamberros del cómic norteamericano que un servidor leyó
cuando era más joven: los ya mencionados Crumb y Shelton, las
desproporcionadas visiones de Richard Corben, las salvajadas de Berni
Wrightson y otros muchos que me impactaron.
Crumb
fue el creador de criaturas ya convertidas en iconos culturales como
El Gato Fritz y Mr. Natural. Dos representaciones ácidas -en
todos los sentidos de la palabra- de las inquietudes y actitudes de
los años dorados del contestarismo artístico, de la
mala leche y la rebelión contra la llamada cultura burguesa,
los años de los movimientos estudiantiles y las protestas en
la calles. Y también la época en que por primera vez
que se empezaron a contar historias realistas en el cómic desde
puntos de vista completamente subjetivo, y por tanto aún más
aterrador que la fantasía. Tanto el felino egoísta,
misógino y violador como el inefable gurú sin un pelo
de santo han
pasado
ya a la historia del cómic por méritos propios, amen
de los estrafalarios secundarios que pueblan el universo de Crumb.
Pero de entre todas las criaturas de Robert Crumb ninguna es mas ferozmente
corrosiva que una llamada Robert Crumb que también vive en
los cómics. La influencia de Crumb aún pervive incluso
en los noventa; una comparación de la obra de Crumb con la
de Peter Bagge (Odio, Ed. Cúpula) descubre inmediatamente
ese mismo humor cáustico en un cómic "actual", casi
la misma forma de contar historias sobre personajes no demasiado convencionales,
situaciones idiotas de la vida cotidiana y reflexiones sobre temas
(aparentemente) absurdos. Incluso gráficamente sigue habiendo
un parecido: el uso del blanco y negro y la tendencia a la caricaturización
son marcas estilísticas que ambos comparten.
Supongo
que uno de las cosas más originales e interesantes de la obra
de Crumb es el utilizar elementos autobiográficos en una época
en la que el cómic sólo pretendía entretener
a base de contar historias de evasión. Evidentemente el "underground"
es la respuesta de los mas raros de la clase -los freakies como
diría Peter Bagge- a su sociedad utilizando como medio de expresión
un "arte menor" frente a lo que consideraban la manipulación
de los otros medios de comunicación. El propio Crumb tiene
una historia sobre la paranoia en los medios de comunicación
y el papel "informativo" del dibujante de cómics donde, evidentemente,
se presenta a si mismo como un sarcástico profeta de la libertad
de expresión amenazado por el establishment. Y si el
"underground" era por y para los más raros de la clase, R.
Crumb es el bicho raro indiscutible. Su autorretrato -presente en
Mis problemas con las mujeres, Historia de mi vida
y en obras como Si yo fuera rey - nunca es favorecedor; ni
física ni psíquicamente, pero nos presenta un personaje
al cual podemos entender porque se explica a si mismo de una forma
que no hacen ni el consentido minino Fritz -que también puede
ser tomado como una alegoría del éxito del propio Crumb
hasta que este se hartó del personaje y los hizo eliminar por
una avestruz despechada- ni el iluminado Mr Natural -cuyo lugar natural
parece ser el manicomio. Ese Bicho que Crumb presenta es el propio
Crumb (o al menos consigue engañar completamente).
Desde
luego, no todas las razones para que Crumb sea tan raro están
en sus cómics. Hace falta ver el documental sobre Crumb y familia,
que emitió en su tiempo Canal+ y ahora Canal Satélite
Digital (documental que a mi gusto rivaliza con las películas
de los Panero a la hora de deprimir al espectador), para entender
las otras razones. Sus hermanos -uno agorafóbico y otro suicida-,
la madre adicta a los tranquilizantes, las sucesivas mujeres de Crumb...
contribuyen a entender en qué tipo de realidad ha vivido inmerso
Crumb desde siempre. Pero esto es desde luego lo que hace única
la obra de Crumb: gente rara la hay en todos lados, pero gente rara
con la capacidad de comunicarlo como Crumb hay poca, lo más
parecido a Crumb, fuera del ámbito del cómic que se
me ocurre es Bukowsky (y más lejos, algo del Burroughs menos
delirante). Crumb es raro en un sentido especial de la palabra. Para
ser un tipo que estaba en medio de todo el asunto aquel de la contracultura,
no iba precisamente de hippie: tiene un aspecto más bien conservador,
se aburría en las fiestas -las mismas a las que iba Janis Joplin-
y no le gustaba nada el rock psicodélico (¡donde esté
el blues!) y el LSD le provocaba ataques de paranoia.
Y
sin embargo ahí estaba, cerca del centro de todo. Cuando digo
que Crumb es un antídoto para la nostalgia no me refiero a
que muestre la cara más glamurosa de los sesenta, setenta u
ochenta, (Recordando los sesenta) de la adolescencia (Footsy)
o de la madurez (La crisis de madurez del tío Bob)
sino la más cruda posible acerca de él: manipulador
sin escrúpulos, algo misógino -como muchos de sus personajes-
y bastante fuera de sus casillas por culpa de absolutamente todo.
Pero eso no es nada comparado con el retrato que hace a veces
del resto del mundo que le rodea (Y rodear también en
el sentido de asedio: Ríndete, dibujante, estás
rodeado) Así tenemos a R. Crumb describiendo sus fantasías
eróticas en Si yo fuera rey, ilustrando casos (reales)
adaptados de un texto alemán psiquiátrico de 1909, el
Psicopatia Sexualis sin ningún tipo de concesión,
o exorcizando su pasado de adolescente frustrado/dibujante con éxito/gurú
generacional en Mis problemas con las mujeres. O
simplemente
retratando mujeres -una de sus aficiones junto con el coleccionar
viejos discos (¡discos! no Cds) de blues. Esa es probablemente una
de las mejores bromas de Crumb: su libro de retratos femeninos (Art
& Beauty, Norma ed.), donde hace unos soberbios retratos
de "Mujeres Crumb" mientras da consejos "artísticos". Crumb
demuestra al mismo tiempo que es un dibujante excepcional y se burla
del arte académico, todo en uno. Aparte de eso, en el material
reeditado ahora también hay otras cosas: biografías
de músicos de blues donde el propio Crumb aparece como investigador
y memoria de la música de los años cuarenta y cincuenta;
adaptaciones de cuentos infantiles, Ricitos de Oro y Mamá
Hilda , a la manera de Crumb, claro está; reflexiones
sobre los miedos de la vida moderna (Basura) ... Pero a pesar
de todo sigo creyendo que lo más interesante de R. Crumb es
el propio Crumb.
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