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                    La reina Victoria. | 
            
            Resulta asombrosa la cantidad de 
              formas en que podría abordarse el estudio del período 
              victoriano en la Inglaterra del siglo XIX. Para esta ocasión, 
              sin embargo, nosotros pretendemos hacerlo con un énfasis 
              y una aspiración muy concretos, expresados en dos ingredientes: 
              
            1. Naturaleza y estructura del imperio 
              británico durante el reinado de Victoria. 
            2. El impacto de la cultura imperial 
              sobre el desarrollo de la civilización (dentro y fuera del 
              imperio).
            Con esos dos elementos en mente, 
              queremos comprender y explicarnos con claridad, las grandezas y 
              miserias del imperio británico durante el reinado de Victoria 
              (1837-1901). Eso exige un esfuerzo de concentración importante, 
              porque la riqueza temática que podría desplegarse 
              es de tal magnitud, que podemos correr el riesgo de dejarnos seducir 
              por ella, y terminar dispersos y muy confundidos. Por lo tanto, 
              este capítulo, como todos los que componen este libro, está 
              articulado de tal manera que el lector no le quepa duda sobre lo 
              que se le va a disertar. 
            Investigaremos y hablaremos entonces, 
              sobre los siguientes puntos:
            1. Victoria: la mujer antes que 
              la reina.
            2. La Reina Victoria (1819-1901) 
              y la atmósfera victoriana. 
            La Reina Victoria y el Canon 
              Victoriano. 
            3. La Reina Victoria y el Imperio 
              Británico (hacia adentro) (1837-1876).
            4. La Reina Victoria y el Imperio 
              Británico (hacia fuera) (1876-1901).
            5. La mujer victoriana. 
            Algunas consideraciones finales, sellarán 
              este ensayo, que ha sido pensado para compartir aspectos de la historia 
              imperialista británica, que nosotros en varias ocasiones 
              hemos investigado, y que ahora tenemos la oportunidad de hacer llegar 
              a un número más amplio de lectores. Pues resulta que 
              nuestro trabajo se ha concentrado en tratar de entender cómo 
              se expresa y se despliega la política imperial británica 
              en América Central, durante el siglo XIX 2. 
              Ahora, nos llegó el momento de asimilar un poco mejor el 
              ideario imperialista en una época de bonanza jamás 
              igualada en la historia económica y política de Gran 
              Bretaña, al menos desde la Revolución Gloriosa de 
              1688 3. 
              
            VICTORIA: LA MUJER 
              ANTES QUE LA REINA.
            Victoria, la hija del duque de Kent 
              y de la princesa Victoria de Sajonia-Coburgo, nació en 1819. 
              Heredó el trono de Gran Bretaña a la edad de dieciocho 
              años, después de la muerte de su tío William 
              IV en 1837, y retuvo la corona hasta 1901, dejando la impronta de 
              su nombre a toda una época. Se casó en 1840 con Alberto 
              (1819-1861), sobrino de su madre, príncipe de Sajonia-Coburgo-Gotha, 
              y hasta su muerte él fue el principal foco de atención 
              de su vida como mujer y como reina. 
            
               
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                    Irlanda del Norte. 1845-1852. | 
            
            La atracción y el respeto por 
              el príncipe Alberto, hicieron que la reina, en un momento 
              determinado, decidiera sustituir a su principal consejero, Lord 
              Melbourne, por su marido. Sin embargo, la reina también era 
              consciente de que su príncipe era egocéntrico, a veces 
              santurrón y con frecuencia muy superficial 4. 
              Aún así se involucró con él en varias 
              actividades que hicieron célebre a la Corona Británica 
              en toda Europa, tal es el caso de la Gran Exposición de 1851, 
              la cual, en contraste presentaba colores muy alegres junto a los 
              tristes y grises proyectados por la hambruna que tenía lugar 
              en Irlanda, y que se hacían más violentos cuando los 
              ingleses seguían comprando sus productos a los campesinos 
              irlandeses.
            La muerte de Alberto sumió 
              a la reina en una desolación inusitada puesto que se recluyó 
              en sus palacios durante unos diez años, durante los cuales 
              se movió ocasionalmente entre Windsor y Balmoral. Con serias 
              dificultades la mujer hizo apariciones en público, y menos 
              aún en su propio país. Ese largo y obsesivo luto es 
              uno de los ingredientes que definen precisamente lo que hoy llamamos 
              "era victoriana", también caracterizada por los conflictos 
              de la reina con sus consejeros por razones de estado, coloniales 
              o por simple política doméstica, conflictos que en 
              ocasiones perturbaron las relaciones con hombres como Gladstone 
              o Disraeli. Por norma la reina veía mal que sus políticos 
              criticaran a los monarcas conservadores del resto de Europa, en 
              alguna forma ligados con ella por vía familiar. 
            "La viuda de Windsor" como la llamaba 
              el mejor defensor del imperio, Rudyard Kipling (1865-1936), llegó 
              un momento a perder de su popularidad, sobre todo durante los años 
              setenta, debido en gran parte a los manejos dudosos de las colonias, 
              puesto que su coronación como emperatriz de la India en 1876, 
              no fue muy bien recibida por algunos círculos liberales, 
              y menos por los grupos radicales. De cualquier manera, las celebraciones 
              por sus jubileos de oro y de diamante en 1887 y 1897 respectivamente, 
              le mostraron a todas luces el gran amor que le tenían sus 
              súbditos, a pesar de que mantener a la familia real les costaba 
              unas 400, 000 libras esterlinas anuales 5. 
              Victoria moriría como una bella y anciana venerable en Osborne, 
              el 22 de enero de 1901, después de un largo reinado de 64 
              años. 
            Como veremos más adelante, 
              muchas de las reglamentaciones y formalismos que Victoria intentó 
              introducir en la vida cotidiana de sus compatriotas y súbditos, 
              fueron concebidos para imponer un estilo de vida que le facilitara 
              un mayor y mejor control del imperio hacia adentro y hacia afuera. 
              
            Una historiadora británica 
              que se ha especializado en este tipo de asuntos nos cuenta cómo 
              la monarquía inglesa, durante el reinado de Victoria, logró 
              articular una armoniosa sincronía entre lo que la Reina esperaba 
              de sus súbditos socialmente y los proyectos más ambiciosos 
              del imperio 6, 
              de tal manera que todo se hacía para bien de la "civilización 
              y el progreso". Pero el trabajo de la señorita Palmer es 
              todavía más útil porque nos permite ver con 
              precisión las ideas más ocultas de la reina sobre 
              sus muchos embarazos, sus hijos y los hombres. 
             Si alguien puede haber estado por 
              encima del criterio general sobre lo que debía ser una mujer 
              en la era victoriana, esa fue la misma reina Victoria. En sus muchas 
              cartas, rescatadas recientemente, dirigidas a sus hijas, se puede 
              percibir el mal criterio que la reina tenía sobre el supuesto 
              destino de las mujeres en la sociedad victoriana. En la última 
              parte de este capítulo retomaremos algunos de estos temas, 
              pero es importante anotar ahora, que la reina veía con amargura 
              el "injusto rol que las mujeres debían realizar en una sociedad 
              diseñada para servir a los hombres"7. 
              Esta aparente paradoja en su actitud, sobre todo con relación 
              a sus hijas casadas 8 
              con reyes y emperadores, madres 
              de hijos que estarían involucrados en la tragedia de la Primera 
              Guerra Mundial, es el resultado en gran parte del doble papel que 
              debía jugar de mujer-reina y reina-mujer. 
            Los distintos roles que Victoria 
              supo atender con magistral sabiduría y espíritu crítico, 
              nos hacen pensar, a la luz de las cartas de que hablamos, que su 
              enorme capacidad para cumplir con todas las tareas que la misión 
              regia le exigía, en momentos muy específicos pudieron 
              haberla hecho flaquear. 
            Aunque creía que la mejor 
              condición de la mujer era la ignorancia para responder a 
              todas las demandas que la vida de casada hacía, ello no impidió 
              que fuera muy crítica de sus hijos y de sus hijas con respecto 
              a las distintas misiones que éstos debieron asumir en la 
              historia reciente de Europa, como fue el caso del rey Leopoldo de 
              Bélgica, o del emperador de Alemania. 
            Victoria siempre creyó que 
              el instinto era esencial, antes que el conocimiento, en el matrimonio, 
              en la crianza de los hijos, y en las relaciones con los hombres, 
              a quienes vio como niños grandes, prestos a hacer una guerra 
              que dejaría a Europa en ruinas. Esta concepción maternal 
              en el palacio, y el sentido práctico cuando se trataba de 
              asuntos políticos, diplomáticos, o imperiales, la 
              convirtieron en una de las reinas más brillantes de la historia 
              moderna de Gran Bretaña; aunque muchas de sus decisiones 
              pudieron haber reducido a cenizas a civilizaciones enteras en Africa 
              o en Asia. 
            Victoria fue la reina que, junto 
              con Isabel I, sobre quien hemos escrito otro ensayo para esta revista, 
              iniciaron y completaron la construcción del imperio británico. 
              De hecho, resultará muy difícil tratar de tener una 
              idea de tal imperio sin mencionar a alguna de las dos. A continuación 
              hablaremos sobre ese particular estilo que caracterizó al 
              reinado de Victoria. 
             
            LA REINA VICTORIA 
              (1819-1901) Y LA ATMÓSFERA VICTORIANA.
            
               
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                |  
                    El tacto. | 
            
            ¿Existe en realidad algo que pueda 
              llamarse "atmósfera victoriana" en la Inglaterra del siglo 
              XIX? Nosotros creemos que sí, sólo que habría 
              que caracterizar dicho concepto con cierto lujo de detalles. La 
              atmósfera victoriana es la forma de expresar el punto de 
              máxima ebullición del imperio británico. Entre 
              los años que van de 1837 a 1901 la civilización burguesa 
              encuentra en el capitalismo inglés la mejor síntesis, 
              jamás superada dicho sea de paso, del progreso económico, 
              la flexibilidad social, la estabilidad política y la arrogancia 
              ideológica que pudiera imaginarse hasta entonces 9. 
              
              
              De tal manera que, cuando 
              hablamos de atmósfera victoriana nos referimos a un conjunto 
              de componentes, cuya base material viene definida en esencia por 
              el progreso capitalista. Pero es básicamente de un estilo 
              de vida de lo que estamos hablando. De una forma de producir y compartir 
              ideología. La vida cotidiana estaría articulada por 
              los requisitos y aspiraciones de la burguesía, en un proceso 
              que incluye las más variadas y ricas expresiones de la cultura: 
              la literatura, la pintura, la música, la arquitectura y hasta 
              la decoración. 
            La atmósfera victoriana sería 
              ese sentido de moderación, desarrollado por la burguesía 
              inglesa, que condena y se siente terriblemente perturbada por todo 
              tipo de excesos. En esa dirección los modales, el sexo, la 
              etiqueta, y lo que con vaguedad se llama las buenas costumbres, 
              vendrían a ser definidos por un conspicuo afán de 
              ahorro, hasta en las emociones y las ideas 10. 
              
             Durante el reinado de Victoria, el 
              imperio británico despliega su arrogancia no sólo 
              hacia adentro, sino también hacia fuera, según lo 
              veremos en un momento; pero se trata de una arrogancia sustentada 
              en certezas, aquellas que la burguesía inglesa ha ido construyendo 
              desde la segunda parte del siglo XVI. Si hacemos memoria, Isabel 
              I (1533-1603), cuyo reinado (1558-1603) estuvo también signado 
              por un extraordinario progreso material, logró, entre otras 
              cosas, establecer las bases de las transformaciones que irían 
              a tener lugar durante el siglo siguiente, en particular, todo lo 
              concerniente a la concentración del poder que el reinado 
              (1485-1509) de Enrique VIII (1457-1509), su padre, había 
              debilitado considerablemente 11.
             El asunto es que, cuando hablamos 
              de certezas, nos referimos al conjunto de rituales, gestos y liturgias 
              que la monarquía inglesa fue construyendo desde la segunda 
              parte del siglo XVI. De esta manera, resultaría muy difícil 
              comprender algo de la parafernalia victoriana sin trazar el perfil 
              de la burguesía que la sustenta y la promueve, ligada con 
              las aspiraciones más profundas del capitalismo industrial 
              inglés 12. 
              
             Dice el Profesor Landow, de la Universidad 
              de Brown, que el "victorianismo" es más bien un conjunto 
              de paradojas, antes que una plataforma ideológica bien constituida 
              13. 
              Aunque los victorianos son los creadores de la idea de "invención" 
              , o sea la potencia para solucionar determinado tipo de problemas, 
              agrega Landow que el progresivo mejoramiento de su mundo, rara vez 
              alcanzó a las grandes mayorías de la sociedad británica 
              de la época 14. 
              De hecho, el afán por atender las desigualdades más 
              acuciantes hizo que los ricos del West End Londinense por ejemplo, 
              cayeran en las más ridículas expresiones de caridad 
              cristiana hacia el East End proletario, cuando la única forma 
              de evitar una sublevación de grandes proporciones parecía 
              ser hacerles creer a los últimos que su ascenso social era 
              cuestión de voluntades bien templadas 15. 
              En este tipo de escenario, las paradojas se hacían más 
              evidentes, porque la vida cotidiana para los sectores populares 
              era una constante plegaria en contra de las más insultantes 
              desigualdades. 
             Por eso cuando pensamos en el esfuerzo 
              que requiere definir apropiadamente lo que aquí hemos llamado 
              atmósfera victoriana, las dudas aparecen ante el conjunto 
              complejo y sugerente que nos ofrece el victorianismo. Son dudas 
              producidas más que nada, por nuestro desconcierto ante la 
              enorme riqueza que encierra el período victoriano, en lo 
              que respecta a sus distintas manifestaciones ideológicas. 
              Pero debemos tener muy claro que aquí, ideología significa 
              el conjunto de teorías y de prácticas, de instrumentos 
              y de instituciones de que se sirve un grupo social dominante para 
              hacerles creer al resto de las personas, que su visión del 
              mundo es la correcta, la más útil y la mejor elaborada. 
              La falsa conciencia de la que hablaba Marx adquiere en este tipo 
              de definiciones, su precisión más tangible 16.
            Entonces, el victorianismo es una 
              rara y profunda síntesis de elementos contradictorios. Veamos 
              algunos:
            1. En ciencia y tecnología 
              avanzaron con pujanza hacia el mejoramiento del ambiente, pero también 
              lo destruyeron, paradoja irremplazable del capitalismo como sistema 
              económico, los victorianos la llevaron a límites insospechados.
            2. En religión, los victorianos 
              lograron sistematizar la duda, y el escepticismo fue la expresión 
              más acabada para una época que quería cuestionarlo 
              todo, incluso el Cristianismo institucionalizado. 
            3. En arte y literatura aspiraron 
              al acercamiento entre románticos y neoclásicos. Era 
              la síntesis entre el énfasis sobre el yo, la emoción 
              y la imaginación de los primeros, y la perfección 
              artística de los segundos, con el afán altruista de 
              una estética al servicio de las causas populares. 
            4. En términos institucionales, 
              es decir, los de la forma en que la democracia burguesa instrumentaliza 
              su visión de mundo, los avances son notables. Esta es una 
              era de riquísima conflictividad social, puesto que los obreros, 
              las mujeres, los sindicatos, y los rebeldes en las zonas del imperio 
              más cercanas a la metrópoli como Irlanda del Norte, 
              han decidido tomarse las calles por asalto. Si en el resto de Europa 
              el movimiento revolucionario se ha radicalizado, en Gran Bretaña, 
              la Reina Victoria ha logrado atemperarlo con las famosas leyes de 
              pobres, y otras medidas cuyo mayor logro fue contrapesar la posibilidad 
              de una revolución en el mero corazón del imperio y 
              de la cuna del capitalismo. 
            
               
                |  | 
               
                |  
                    Oscar Wilde (1854-1900). | 
            
            Junto a la Reina Victoria están 
              Marx, Darwin, Freud, Tennyson, Carlyle, Ruskin y Wilde. Por lo demás, 
              quién puede argumentar que la era victoriana es monolítica 
              y uniforme, cuando, no sólo porque ella haya gobernado durante 
              tanto tiempo, el período está menos lleno de contrastes, 
              de violencia, y también de un reformismo tan candoroso que 
              asusta 17. 
              
             Digamos para terminar esta sección, 
              que la atmósfera victoriana es el ambiente ideológico 
              y cultural que logró crear la burguesía inglesa, durante 
              el período de pleno apogeo del capitalismo industrial. Una 
              atmósfera compuesta de tolerancia y mojigatería en 
              asuntos políticos y morales. De flexibilidad y rigidez en 
              materia artística. De caridad y estulticia en cuestiones 
              religiosas y sociales. De enorme fuerza, poder y voluntad, pero 
              también de abismal indiferencia en lo que se refiere al gran 
              problema del capitalismo contemporáneo: cómo solucionar 
              la contradicción de una riqueza concentrada en pocas manos, 
              al mismo tiempo que moría de hambre una parte importante 
              de la población británica y del imperio. El caso de 
              Irlanda del Norte es el más patético en ese sentido, 
              cuando cerca de un millón de personas perdieron la vida por 
              hambre, entre 1845 y 1851, debido a que la Corona Británica 
              no estaba dispuesta a hacer concesiones a los productores de patatas 
              irlandeses que pudieran perjudicar a los campesinos ingleses 18. 
              
            LA REINA VICTORIA 
              Y EL CANON VICTORIANO.
            Junto a lo que aquí hemos llamado 
              la "atmósfera victoriana" es necesario presentar también 
              otro elemento esencial, para tener una mejor y más rica comprensión 
              del período que estudiamos. Durante el reinado de Victoria, 
              los artistas, intelectuales, y poetas, lograron hacer uso de una 
              distinción vertebral entre teoría del gusto y teoría 
              estética 19.
            Aquella distinción mostró 
              ser decisiva en la medida en que, pocas veces en la historia cultural 
              de Occidente, y en particular en la historia de la ideología 
              burguesa y del imperialismo, se concentraron tantos esfuerzos para 
              hacer que la gente entendiera las distintas formas de disfrutar 
              de la belleza.
            
               
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                    John Ruskin. (1819-1900). | 
            
            Con Oscar Wilde (1854-1900) pareciera 
              que por primera vez, desde Aristóteles, dos de las más 
              importantes dimensiones para apreciar la belleza, fueron separadas: 
              la teoría del gusto y la teoría estética. Dicha 
              separación alcanzó tales proporciones que, Wilde casi 
              sin quererlo, logró heredar al siglo XX un instrumento de 
              particular penetración, nos referimos a la idea de lo sublime, 
              elaborada primero que nadie por John Ruskin (1819-1900). Pero es 
              con Wilde que tal idea adquiere sus verdaderas posibilidades, para 
              explicar y distinguir la frontera real entre lo sublime y lo banal 
              en el arte de la nueva generación que, de alguna forma, ya 
              anunciaban también los pre-rafaelistas, como podrá 
              verse en otro de nuestros ensayos. 
            Se trata de un arte burgués 
              que se desarrolla al interior de una situación verdaderamente 
              tirante: por un lado, la tendencia a canonizar todo aquello que 
              tenga que ver con moral, estética y política, propia 
              de una burguesía arrogante y muy segura de sí misma; 
              y por otro, la lucha contra esa canonización, articulada 
              por un conjunto de escritores y artistas, que reniega de los cánones 
              sin desprenderse por completo de ellos. Todavía no les cabe 
              en la cabeza ni en el corazón, la alternativa de disfrutar 
              de la belleza sin que alguien detrás de uno, le esté 
              insinuando qué está bien y qué está 
              mal. O mejor dicho, qué debería gustarme y qué 
              no. O qué es bueno y qué es malo en el arte. Con Ruskin 
              y Walter Pater, esta discusión llegó a niveles antes 
              desconocidos, porque puso en el centro de la polémica, el 
              tema de si el arte debería cumplir una tarea moral o no. 
              Un asunto que tenía aristas más peligrosas todavía, 
              puesto que, "lo desconocido no existía", y por lo tanto no 
              podía ni debía ser canonizado. En cuyo caso entonces, 
              el arte africano por ejemplo no existía, para los europeos 
              cultos que lo desconocían. Lo mismo sucedería con 
              el arte hecho por mujeres 20, 
              como bien lo prueba Landow en su excelente trabajo sobre el canon 
              literario en el período victoriano.
              Con frecuencia las teorías 
              defendidas por Ruskin y otros críticos de arte de la época, 
              sustentaban la particularidad de los movimientos estéticos 
              en los países altamente industrializados, lo que a veces 
              hace pensar en cierto aldeanismo pequeño burgués en 
              este tipo de pensadores 21. 
              La factura de los conceptos sobre teoría del gusto con que 
              los consumidores de productos culturales eran asediados por la burguesía 
              imperialista de estos países, insinuaba una notable tendencia 
              racista y discriminatoria, a partir de la cual, nada de lo que se 
              hiciera en países o culturas consideradas inferiores, o por 
              grupos sociales sensiblemente al margen del canon, debía 
              ser visto como excepcional, sino, todo lo contrario, con mucha cautela 
              y displicencia. 
             Es asombroso cómo, al lado 
              de una enorme preocupación por definir las fronteras de la 
              belleza y de las distintas maneras de disfrutarla, se establecían 
              también otro tipo de fronteras: aquellas que venían 
              definidas por la "raza", la clase social o el género sexual. 
              Sin embargo, nuestra perplejidad no debe dejarnos con la racionalidad 
              embotada, porque no debemos olvidar que el imperialismo británico 
              está repleto de contradicciones, y en ellas reside precisamente 
              su fascinación 22.
            Decían los ciudadanos cultos 
              de la época, con una ironía triste y siniestra, que 
              la era victoriana podía definirse a partir de la coexistencia 
              de tres momentos esenciales: 
            El cerdo hace al chiquero.
            El chiquero hace al cerdo.
            Pero, ¿quién hace al chiquero? 
              23.
             Este tipo de aproximaciones a la 
              existencia inevitable de los pobres, de los colonizados y de la 
              mujeres, no estaban incluidas en el canon estético victoriano, 
              ya que junto a los desmanes eróticos de un Oscar Wilde por 
              ejemplo, también podemos apuntarle su ambigua actitud en 
              el affair Dreyfus 24. 
              Los sinuosos análisis del sentido de la belleza que un escritor 
              como él hiciera, nunca, o rara vez, incluyeron "otro tipo 
              de belleza", nos referimos a que sus ensayos y artículos 
              sobre el arte japonés y africano son frívolos y revelan 
              una considerable ignorancia de la materia 25. 
              
            
               
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                    Las hermanas Brönte. | 
            
            El canon victoriano era también 
              la literatura femenina, no todavía feminista, es decir un 
              conjunto de postulados mediante los cuales, las mujeres deberían 
              regirse si querían escribir poesía, novela o drama. 
              Postulados que buscaban salvaguardar las nociones más acendradas 
              de los victorianos, sobre la familia, el sexo, el trabajo, las atenciones 
              domésticas y los niños. Una mujer podía escribir, 
              siempre y cuando nunca olvidara sus primordiales obligaciones con 
              la prole. De tal forma que escritoras como las hermanas Brönte, 
              particularmente Charlotte, fueron vistas por los adoradores masculinos 
              del canon victoriano, como la imposibilidad más notable de 
              que una mujer pudiera rozar siquiera las alturas estéticas 
              o socialmente aceptables concedidas a los varones. 
            Lo que estamos diciendo es que el 
              canon victoriano no reconoce a las mujeres otro escenario social 
              más que la cocina, o la cama, donde tampoco puede ser persona 
              y donde sólo le está permitido producir hijos. Los 
              placenteros quejidos de una mujer sexualmente involucrada en una 
              escaramuza de alcoba, eran inimaginables, y como a escritoras de 
              la talla de Charlotte Brönte (1816-1855) se le ocurrió 
              insinuar tal cosa, el canon no la reconocía como una artista, 
              sino como una mujer rebelde e indisciplinada 26. 
              
             El canon victoriano dice entonces 
              también, que los pueblos primitivos, colonizados, como las 
              mujeres, son excesivamente sexuales, sucios, impulsivos, irracionales, 
              infantiles, y supersticiosos 27. 
              No sorprende de esta manera que, un científico del calibre 
              de Charles Darwin (1809-1882), haya tenido tal cantidad de problemas 
              con sus teorías, puesto que el bicho humano burgués 
              nunca aceptaría que se le comparara con los monos de las 
              selvas tropicales, donde se encontraban los pueblos coloniales, 
              y donde, creía, se encontraba también la máxima 
              expresión de la irreligiosidad y la incivilización 
              28.
            De tal manera que nuestra creencia 
              de que el canon victoriano es un asunto que le compete únicamente 
              a la cuestión literaria, puede rozar la superficialidad. 
              Tal creencia dejaría por fuera la enorme masa de prejuicios 
              de clase, raza y sexo que caracterizan y matizan dicho conjunto 
              de normas de civilización llamado "canon victoriano". De 
              la supuesta moralidad de que partió para entender el sexo, 
              el arte, la política, la economía y la etnia, el canon 
              victoriano degeneró en una masa amorfa de pretendidas recetas 
              de civilización y buenas maneras, para que la burguesía 
              industrial inglesa encontrara bien justificados sus esquemas de 
              dominación, hacia adentro y hacia fuera del imperio que venía 
              construyendo desde hacía rato. Pocas veces es posible encontrar 
              una plataforma ética tan bien elaborada, diseñada 
              y funcional, como la que construyeron los victorianos para justificar 
              el expansionismo de su sistema económico. Pero antes había 
              que seducir a los suyos, para que los acompañaran en la empresa 
              de convencer al mundo de que su sistema económico era el 
              mejor y el más efectivo. 
            Cuando las artes de la seducción 
              no funcionaron se acudió a la fuerza, y en estas ocasiones 
              el imperio inglés se manifestó en toda la línea 
              : la brutalidad, la rapiña, la arrogancia y la prepotencia 
              fueron los atributos más notables de un remedo de civilización 
              que jugaba a la delicadeza y al dandysmo cuando le convenía. 
              Cuando la realidad se comportaba de otra forma, el imperio inglés 
              asumía que la realidad estaba equivocada y que había 
              que enderezarla. Esos eran los momentos en que el canon victoriano 
              no servía de nada. 
            LA REINA VICTORIA 
              Y EL IMPERIO BRITÁNICO 
              (HACIA ADENTRO) (1837-1876).
            Entre el momento de su coronación 
              en 1837 y su nombramiento como emperatriz de la India en 1876, la 
              Reina Victoria se dedicó tiempo completo a destruir y someter 
              , sin importar el costo, a su colonia geopolíticamente más 
              importante: Irlanda. 
            Pero el caso es que, la situación 
              que se suscita con Irlanda permitió decantar con cierta precisión, 
              dos de los aspectos más sobresalientes de la ideología 
              imperialista victoriana:
            El conjunto de estrategias económicas, 
              sociales y políticas que definen el imperialismo como la 
              forma más avanzada de imponer por la fuerza las distintas 
              expresiones del capitalismo. 
            El conjunto de componentes culturales 
              y de civilización que legitiman y justifican todas y cada 
              una de las acciones de la burguesía imperialista, como si 
              se tratara de acciones moralmente válidas, a partir de sus 
              propias concepciones de bien y mal. 
            En ningún momento "el buen 
              caballero inglés" se planteó que lo que pudiera haber 
              estado sucediendo con Irlanda, estuviera al margen de toda racionalidad. 
              El dandysmo victoriano estuvo diseñado para hacerle creer 
              al aristócrata británico que sus acciones políticas 
              al interior de su propio país, como aquellas contra países 
              extranjeros estaban perfectamente sustentadas en la divinidad de 
              su civilización. Lo curioso de todo esto es que incluso el 
              hombre promedio creía por ejemplo en las tesis frenológicas, 
              mediante las cuales era posible establecer comparaciones físicas 
              entre los negros africanos, los irlandeses y los pobres del Londres 
              victoriano 29. 
              Sin discusión entonces existía una relación 
              muy estrecha entre las ideas racistas y prejuiciosas que el dandy 
              inglés tenía sobre la pobreza, las colonias y los 
              irlandeses. Lo más problemático de todo era que en 
              el mismo esquema de pensamiento estaban incluidas también 
              las mujeres, un asunto que trataremos más adelante.
             Los irlandeses, los negros, los indios, 
              los pobres y las mujeres, todos ellos reunían un conjunto 
              de características comunes, que los convertían en 
              objetos de estudio de pseudo-ciencias como la frenología, 
              la cual argumentaba que era posible detectar las características 
              sicológicas y emocionales de una persona, a partir de la 
              estructura de su cráneo, de su frente, de sus mandíbulas 
              o de sus dientes 30 
              .
            La antropología de la pobreza 
              indicaba que la condición social de los pobres, de las clases 
              trabajadoras o de las clases bajas, como también se les llamaba, 
              fuera una fatalidad que había que aceptar o paliar, pero 
              nunca corregir o eliminar. Para ser un hombre civilizado se requerían 
              dos condiciones, religiosidad y sentido de la propiedad. Desde el 
              momento en que la primera fuera sustituida por la superstición, 
              o por aquello que el dandy inglés considerara como tal, el 
              hombre en cuestión era cualquier cosa menos civilizado. Lo 
              mismo sucedía cuando no se tenía ningún respeto 
              por la propiedad. Esta, considerada de origen divino, y por lo tanto 
              intocable, hacía de un ser humano algo más que un 
              cúmulo de necesidades y aspiraciones. 
            Por eso los pueblos donde ni la 
              religiosidad ni la propiedad eran respetados no podían ser 
              considerados civilizados. Los irlandeses eran de ese tipo. Incluso 
              algunos "científicos" de la época llegaron a encontrar 
              eslabones raciales entre los irlandeses y los africanos. Sostenían 
              que, a diferencia de los anglo-sajones, los celtas (Irlanda y Gales) 
              eran irracionales, inmaduros, sucios, desordenados, emocionales 
              y poco prácticos. La pobreza era su condición natural, 
              una escogencia, o, a lo sumo una fatalidad. 
            Formaba parte del escenario cultural 
              cotidiano, escuchar en alguna prensa diaria, y en boca de algunos 
              políticos, que los irlandeses tenían mandíbula 
              prognática, y que por ello, estaban muy cerca del hombre 
              de Cro-Magnon. La mandíbula ortognática le pertenecía 
              a los hombres civilizados, como los ingleses. Y cuando a Disraeli 
              (1804-1881) se le ocurrió decir que "la pobreza es un crimen", 
              no se refería a que hubiera querido corregir los fundamentos 
              socio-económicos de la misma, sino a que para él, 
              como para muchos de sus contemporáneos, los pobres lo eran 
              por elección 31. 
              Esa era la escogencia que los irlandeses habían hecho también. 
              
             El mundo de la pobreza estaba compuesto 
              por el crimen, la promiscuidad, la suciedad y la hediondez. En una 
              época donde las epidemias y los malos olores eran idénticos, 
              ser pobre era estar en condiciones de apestado permanente. El olor 
              de la pobreza era inconfundible, tanto así que viajar a los 
              barrios pobres del Londres victoriano, era como visitar otro planeta, 
              donde hasta los colores eran diferentes. Los expedicionarios que 
              tenían la osadía de hacer la jornada, volverían 
              para contarnos cómo funcionaba la inteligencia de los pobres, 
              con quienes se vivía por años a veces, sin siquiera 
              saber cuáles eran sus necesidades más básicas. 
              Eso le pasaba regularmente a la servidumbre de las grandes casas 
              de la aristocracia burguesa victoriana. Por eso con frecuencia uno 
              escucha que los pobres son de otra raza 32. 
              
            Detrás entonces, de las acciones 
              que condujeron a la política imperial victoriana con respecto 
              a Irlanda, se encuentra ese cuadro de prejuicios que acabamos de 
              detallar. Si eso no está claro, nos resultará difícil 
              comprender lo que va a suceder con la tristemente célebre 
              hambruna de 1845-1851 en Irlanda. 
            
               
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                    La ejecución de los amotinados. | 
            
            Dice el Profesor Landow que el término 
              colonialismo y sus derivaciones, son portadores de un alto contenido 
              emocional y que por ello, sus implicaciones ideológicas deben 
              ser tomadas con precaución 33. 
              Nosotros estamos de acuerdo con el llamado de atención, pero 
              disentimos con él en lo que respecta a que el supuesto contenido 
              metafórico del término, conduzca inevitablemente a 
              interpretaciones distorsionadas de las relaciones entre los pueblos 
              34. 
              
             El colonialismo, con todas sus consecuencias 
              culturales y antropológicas, así como el imperialismo, 
              con todos sus efectos económicos, políticos y militares, 
              son una realidad histórica, por más que las metáforas 
              del Profesor Landow no coincidan con las definiciones del DICCIONARIO 
              OXFORD, en el que se basa nuestro académico para caracterizar 
              los conceptos que le preocupan 35. 
              
             Una situación similar se presenta 
              cuando uno quiere estudiar con cierto cuidado lo que sucedió 
              en Irlanda, entre los años de 1845 y 1851. Para algunos analistas 
              británicos eso fue simplemente una gran carestía (Great 
              Famine, en inglés), de las cuales está llena la historia 
              de la primera parte del siglo XIX en ese país, cuando la 
              población se disparó de manera espectacular. Para 
              otros, sobre todo intérpretes irlandeses tendenciosos, se 
              trató de una gran hambre (Great Hunger), que impactó 
              de forma muy severa a la población campesina, cuya única 
              fuente de alimentación y supervivencia comercial eran las 
              patatas. El enfoque más radical y anti-imperialista sostiene 
              que eso fue una gran hambruna (Great Starvation) , con todas las 
              implicaciones económicas y políticas que tal situación 
              trajo consigo 36. 
              
             A todas luces se trató de 
              una de las tragedias de ecología humana y económica 
              más tristes del siglo XIX, con todos los visos de un holocausto 
              que no debe ser olvidado, puesto que en ella deben haber perdido 
              la vida por hambre y las enfermedades derivadas, unos dos millones 
              de personas, y al menos otro millón y medio debe haber emigrado 
              hacia Gran Bretaña, los Estados Unidos y Australia 37, 
              en condiciones realmente desastrosas como se verá luego. 
              
             Resulta que, a la altura de 1845 
              un hongo (Phytophtora Infestans) procedente de los Estados Unidos, 
              atacó la variedad de patatas (Aran Banner) más consumida 
              por los campesinos irlandeses. La plaga se extendió por toda 
              Europa, pero para el verano de 1845 ya era evidente que se presentaría 
              la hambruna en Irlanda, puesto que las patatas eran, no sólo 
              el alimento básico de sus campesinos, sino también 
              un medio de intercambio comercial y de pago de las rentas a terratenientes 
              absentistas establecidos sobre todo en Inglaterra 38. 
              
            
               
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                    Sir Robert Peel (1788-1850)
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            Ministros ingleses como Sir Robert 
              Peel (1788-1850) y Lord Russell hicieron realmente muy poco para 
              amortiguar el impacto de la escasez, o reaccionaron de forma tan 
              lenta que fue imposible eludir la aparición de la peste y 
              de enfermedades ocasionadas por la mortandad, cuando los hambrientos 
              campesinos y sus familias se trasladaban en masa hacia las ciudades. 
              Conforme la hambruna avanzada, alguna gente se quedaba sin empleo, 
              otros se morían de hambre, y otros emigraban. Los colonialistas 
              ingleses hicieron tan poco que a la luz del presente, resultan ridículas 
              las medidas propuestas para paliar la situación. Las Leyes 
              de Granos, por ejemplo, introducidas en 1689 para proteger a los 
              granjeros ingleses, y reforzadas después de las guerras napoleónicas, 
              fueron abolidas en 1846 por Peel, aprovechando la crisis irlandesa. 
              Tales leyes indicaban que estaba prohibida la importación 
              de granos a Inglaterra, hasta el momento en que el precio del grano 
              nacional alcanzara un 80% del precio del grano importado. Esto hacía 
              insoportable la situación de las clases trabajadoras y de 
              los empresarios, cuyos costos de producción se mantenían 
              en niveles tan altos que se veían obligados a pagar salarios 
              de hambre, y a reprimir severamente cualquier indicio de protesta 
              popular. La Liga Contra las Leyes de Granos, fundada en Manchester 
              en 1839, al fin logró que el gobierno aboliera las mismas 
              en 1846. Pero esto tuvo un efecto superficial en la situación 
              irlandesa, porque si ahora el grano era más barato, los trabajadores 
              y los campesinos carecían de dinero para comprarlo. 
            
               
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                    Lord John Russell (1792-1878) | 
            
            El escenario se llenó de comedia 
              cuando ocho barcos diarios salían de Irlanda hacia Inglaterra, 
              cargados de comida, carnes, productos lácteos y otros. Evidentemente 
              no se trataba sólo de una carestía circunstancial, 
              cuando en realidad abundaban los alimentos, sino de un problema 
              estructural atribuible a la administración colonialista británica, 
              prejuiciosa y lenta en responder a los serios problemas que les 
              habían ocasionado a los campesinos irlandeses. Peel decía 
              que les gustaba mucho exagerar las cosas, y que durante la época 
              en que estuvo al frente de los asuntos de Irlanda, entre 1812 y 
              1818, nunca encontró nada cierto en los rumores que les encantaba 
              esparcir sobre escasez de alimentos, broncas con los terratenientes 
              y falta de empleos 39. 
              Lord John Russell (1792-1878), sucesor de Peel, profundizaría 
              la situación, al oponerse a todo tipo de ayuda estatal, puesto 
              que sostenía que los pobres de Irlanda eran asunto de los 
              mismos irlandeses 40. 
              Ahora los campesinos encontraban que, junto al hecho de no poder 
              alimentarse, se les hacía imposible pagar sus rentas, por 
              lo que las expulsiones de sus tierras se hicieron masivas. El traslado 
              a las ciudades y la emigración fueron algunas de las salidas, 
              por lo demás nefastas.
             Decía el gran escritor inglés 
              William Makepiece Thackeray: "El colonialismo británico en 
              Irlanda es un documento aterrador contra nosotros mismos. Se trata 
              de una de las historias más amargas, de toda la larga historia 
              de insolencia, rapiña, brutalidad, carnicería y persecución 
              ejercida por los ingleses en diferentes partes del mundo. Ni los 
              crímenes de Nerón o Alva, ni la Inquisición 
              española, ni las torturas romanas o las de los bárbaros 
              orientales y occidentales podrán superar jamás lo 
              hecho por los ingleses en Irlanda"41.
             De la forma en que los irlandeses 
              se lanzaron al mar, para desplazarse hacia Inglaterra, los Estados 
              Unidos y Australia, uno puede pensar que la desesperación 
              debe haber llegado a niveles jamás sospechados. Porque los 
              colonialistas ingleses argumentaban que su gobierno había 
              hecho todo lo humanamente posible para enfrentar la crisis, pero 
              que las dimensiones de la misma los había sobrepasado. Lo 
              mismo que el escandaloso crecimiento de la población irlandesa, 
              un factor que a los ojos de los colonialistas estaba en la raíz 
              del problema que se tenía ahora entre manos. Sin embargo, 
              entre 1841 y 1851, la población de Irlanda pasó de 
              8,5 millones de personas a 6,2. 42
            Los testimonios que nos cuentan en 
              sus diarios, los que tuvieron el coraje de lanzarse al mar, en unos 
              barcos que ellos mismos llamaban "ataúdes flotantes" o barcos 
              de la muerte, son en verdad aterradores 43. 
              Por un buen rato, el tema de la emigración en Irlanda iría 
              a ser un tema muy delicado de tratar en público. Las enseñanzas 
              que los colonialistas ingleses sacaron de esta experiencia con la 
              hambruna en Irlanda fueron de gran valor, pues eso les permitió 
              mejorar considerablemente sus relaciones con ese país, en 
              lo que respecta a su antigua política basada en esencia en 
              la horca y la bayoneta. No estamos diciendo que esto se haya eliminado, 
              lo que estamos diciendo es que, la hambruna puso en evidencia las 
              verdaderas dimensiones de su racismo y los obligó a revisar 
              sus relaciones con las otras partes del imperio. Si estando a unas 
              cuantas millas del imperio más rico de que tuviera memoria 
              la historia mundial reciente, una hambruna de tales proporciones 
              podía darse, en medio de la más insultante abundancia 
              y riqueza producida por los mismos que se morían de hambre, 
              era el momento entonces de someter a escrutinio por ejemplo la unilateralidad 
              de la distribución de la tierra en Irlanda, los aspectos 
              tecnológicos de la misma, y las vías de comunicación 
              entre Londres, Dublín y la provincia del Ulster, en Irlanda 
              del Norte 44. 
              
             Las críticas y contra-críticas 
              que esta tragedia trajo consigo, sobre la forma en que el imperio 
              británico estaba siendo levantado, ni siquiera llegaron a 
              oídos de la Reina Victoria, quien en la tranquilidad y reclusión 
              de su palacio de retiro en Balmoral, seguía creyendo que 
              los irlandeses eran unos bárbaros que debían ser sometidos 
              a cualquier costo 45. 
              
             En definitiva esta hambruna había 
              puesto en evidencia los tremendos problemas que el Acta de Unión 
              de 1801 había dejado sin resolver entre Gran Bretaña 
              e Irlanda. Resultado de una acuerdo de guerra (contra Napoleón) 
              más que otra cosa, dicha acta, mediante la cual se creaba 
              el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda (puerta trasera 
              de aquella) 
              46, había dejado intactos 
              los enormes conflictos sociales, políticos, religiosos, y 
              económicos que aún hoy, en 1999, siguen sacudiendo 
              las relaciones entre esas dos naciones. 
            LA REINA VICTORIA 
              Y EL IMPERIO BRITÁNICO 
              (HACIA FUERA) (1876-1901).
            
               
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                    El imperio británico | 
            
            En este afán del capitalismo 
              británico por adueñarse del planeta, aún había 
              todo un trayecto por delante que recorrer El otro escollo sería 
              la India. Prácticamente, de la misma forma que, en este siglo, 
              el imperialismo norteamericano es motivo de estudios apasionados 
              y eruditos, en el siglo anterior, el imperialismo británico 
              atrajo también el interés de intelectuales y políticos. 
              La seducción por estudiar al imperio inglés, con sus 
              grandezas y miserias, era el resultado de un afán cada vez 
              más vigoroso por comprender mejor a la economía, la 
              sociedad y la cultura que lo hacían posible, en este caso 
              el sistema capitalista. Karl Marx (1818-1883) dedicó casi 
              la tercera parte de su vida a poner en evidencia los mecanismos 
              más recónditos de un sistema económico que, 
              para él, tenía en Inglaterra a su mejor exponente. 
              
            Ahora bien, si la comprensión 
              del imperialismo inglés en el siglo XIX y del norteamericano 
              en el XX, demanda de nuestra parte una explicación de los 
              procedimientos más propios del capitalismo y que están 
              a la base del imperialismo como proceso, son inevitables algunos 
              detalles históricos, como expresión óptima 
              de nuestro interés por evidenciar algunas similitudes y contrastes 
              entre Africa y América Central, por ejemplo 47. 
              
             Si partimos del enunciado de que 
              el capitalismo necesita internacionalizarse para sostenerse históricamente, 
              también podemos concluir que en esa internacionalización 
              está la esencia misma del imperialismo. Por lo tanto, nos 
              dice la lógica formal, el capitalismo explica y legitima 
              al imperialismo. De esta manera, lo que Marx llamaba la acumulación 
              originaria (el pillaje de los nuevos mundos, la trata de negros 
              y la devastación de economías pre-capitalistas por 
              ejemplo), estaría en la mera raíz de la estrategia 
              expansionista del imperialismo y en los procesos de concentración 
              de riqueza del sistema capitalista como totalidad 48. 
              En el estudio detallado y concienzudo de estos aspectos, y sobre 
              todo en un trabajo muy imaginativo de la teoría del comercio 
              internacional desarrollada por el mismo Marx en el tomo tres de 
              su obra fundamental, está la gran aportación que hicieran 
              teóricos del calibre de Hobson, Lenin, Luxemburgo, Trotsky 
              o Amin. Todo ello sin mencionar los extraordinarios estudios sobre 
              los procesos de la producción y del trabajo a escala mundial, 
              que también permiten explicar mejor cómo opera el 
              imperialismo 49. 
              
            En esta ocasión, nuestro 
              objetivo es un poco más modesto, porque sólo aspiramos 
              a describir algunos de los principios de civilización que 
              explican las razones que están detrás de las relaciones 
              jerárquicas y discriminatorias entre Gran Bretaña 
              y la India, o entre Gran Bretaña y América Central, 
              durante el período victoriano. 
            El imperio inglés empieza su 
              etapa ascendente durante el reinado de Isabel I (1533-1603) como 
              bien se sabe. Durante estos años, los ingleses fueron capaces 
              de establecer emporios comerciales en Turquía, Rusia, las 
              Indias Orientales y América del Norte 50. 
              En un feroz combate por la captura de más y mejores mercados, 
              los ingleses se vieron en la obligación de acudir a los recursos 
              más espurios para desalojar a sus competidores continentales, 
              tales como España, Francia y Holanda. Esta es una etapa conocida 
              como de imperialismo mercantil, que se prolongará según 
              algunos historiadores, hasta la eclosión de la revolución 
              industrial, y según otros, hasta los inicios del reinado 
              de Victoria 51. 
              Lo importante aquí es que, desde la segunda parte del siglo 
              XVI, el criterio de imperio, de lo imperial y del imperialismo, 
              evolucionan de acuerdo con las contracciones y expansiones de la 
              economía capitalista británica 52. 
              
             La pérdida de las colonias 
              de Norte América no fue contra balanceada con la incorporación 
              de Australia, que después de 1788 no sería más 
              que una gran prisión. Y dicha pérdida más bien 
              motivó el desplazamiento hacia el Lejano Oriente, sobre todo 
              después (1773) de que el gobierno de Su Majestad tomara conciencia 
              de que la vieja Compañía de las Indias Orientales 
              (con negocios en la India desde 1600), estaba en una situación 
              financiera problemática y al borde del colapso. Afganistán 
              y Burma sería incluidas con posterioridad 53. 
              Una situación que se vería beneficiada con el cierre 
              de las guerras napoleónicas en 1815, cuando Inglaterra salió 
              más que fortalecida y luego fácilmente se convertiría 
              en el poder industrial más importante del planeta. Desde 
              1869 en adelante, el proceso de expansionismo imperialista ya sería 
              imparable 54. 
              Con la toma de Surafrica en 1877, la gran preocupación de 
              los ingleses no fue aminorada: los rusos se estaban acercando demasiado 
              a la India 55. 
              Durante una parte de la era victoriana, uno de los principales motivos 
              del férreo control imperialista inglés sobre Africa 
              fue precisamente la protección por mar y tierra de la India. 
              Hasta 1870, cuando el oro y los diamantes sudafricanos se convirtieron 
              en materia de controversia comercial, Sudafrica no era más 
              que motivo de confrontación con los Zulúes y los Boers. 
              Con la derrota que sufrieron ante los primeros en 1879 y después 
              de la guerra con los segundos entre 1899 y 1902 56, 
              fue evidente que iba a ser necesaria más fuerza y capacidad 
              represiva que nunca, puesto que los rusos, los alemanes y los franceses 
              estaban presionando para acercarse a las fuentes de riqueza que 
              prometían la India, Sudafrica y Egipto. 
             Al finalizar la construcción 
              del Canal de Suez en 1869, el imperialismo inglés se encontró 
              en una situación conflictiva, pues de esta forma iba a ser 
              más fácil para cualquier otra potencia extranjera 
              (y en particular para Francia) llegar hasta la India. Decidieron 
              agilizar las acciones y en 1875 lograron comprar un número 
              considerable de acciones en la compañía del canal, 
              lo que al fin les dio el control financiero de la empresa y de la 
              ruta. En 1882, después de varios enfrentamientos militares 
              contra los franceses terminaron posesionándose de la totalidad 
              del canal 57. 
              Cada vez más, el control del imperio se hacía complejo 
              y difícil. Sobre todo después de la abolición 
              de la esclavitud en Inglaterra en 1807, y en el resto del imperio 
              en 1833. Igual de conflictivo fue el paso hacia el libre comercio, 
              porque no sólo algunos grupos socio-económicos perdieron 
              su influencia, sino que le heredaron a la Reina Victoria un imperio 
              que, de acuerdo con el viejo Adam Smith, sólo gastos innecesarios 
              podía representar 58. 
              
             Con la guerra de las banderas entre 
              ingleses, franceses y alemanes en Africa, entramos a una etapa del 
              imperialismo británico que condujo a esa nación inevitablemente 
              a la carnicería de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) 
              59. 
              Y la lógica consecuencia de la misma fue el desmantelamiento 
              progresivo del imperio, con desmembramientos importantes como el 
              de la India, que desde 1935 se gobernaba a sí misma y en 
              1947 obtendría su independencia definitiva. Desde 1907, el 
              grueso de las colonias de habla inglesa bajo control británico, 
              habían iniciado un proceso hacia su reconocimiento en condición 
              de dominios. En 1931 fundarían la Comunidad de Naciones 60 
              , con algunos sacrificados, como la provincia del Ulster en Irlanda 
              del Norte, que después de que el Sur obtuvo su independencia 
              en 1949, siguió formando parte de la Gran Bretaña 
              hasta el presente, dando cabida a enfrentamientos entre guerrilleros 
              irlandeses y milicianos británicos de proporciones catastróficas. 
              
            LA INSURRECCIÓN 
              DE LOS CIPAYOS (1857-1859).
             
            La Reina Victoria se hizo coronar 
              emperatriz de la India en 1876, a pesar de que los hindúes 
              ya habían manifestado su abierta oposición al control 
              británico de su país, durante el levantamiento de 
              1857-1859. El motín como lo llaman algunos historiadores 
              occidentales para desnaturalizarlo, en vista de que adquirió 
              características de una insurrección (pues les tomó 
              a los imperialistas casi dos años sofocarlo con la ayuda 
              de los feroces guerreros Sikhs y Gurkas), tampoco fue provocado 
              con preeminencia por razones religiosas, cuando los hindúes 
              y los musulmanes se sintieron ofendidos por el uso de cueros y grasas 
              animales en la fabricación de los nuevos cartuchos para los 
              rifles Enfield 61, 
              que usaban las guarniciones de ocupación. 
             Si hemos de ser precisos y rigurosos, 
              la insurrección de los Cipayos, como sería correcto 
              llamarla, es uno de los acontecimientos más sensacionales 
              en la lucha contra los imperios, que se pueda registrar en la historia 
              de los pueblos pobres del planeta de los últimos doscientos 
              años. Con características y proporciones similares 
              a los que tuvieran lugar en América Latina y el Caribe a 
              finales del siglo XVIII y principios del XIX, el levantamiento Cipayo 
              es de especial significado por la crueldad y la saña con 
              que el imperialismo victoriano respondió a los deseos de 
              independencia del pueblo hindú contra la opresión 
              británica. La misma se hacía cada vez más intolerable 
              desde 1757, cuando Lord Clive en la batalla de Plaissey logró 
              finalmente derrotar a los franceses y quedarse en definitiva con 
              la India. Ahí los británicos habían logrado 
              establecer algunas estaciones comerciales en Madrás, Bombay 
              y Bengala, desde los inicios del siglo XVII 62. 
              
             Pero la situación que resultó 
              más llamativa fue que esa enorme colonia no era administrada 
              por el gobierno británico, sino por la Compañía 
              de las Indias Orientales, fundada el 31 de diciembre de 1600 y que 
              hoy todavía sigue fuerte y vigorosa como siempre 63. 
              Hasta 1858, cuando su dominio le fue arrebatado a raíz de 
              la insurrección, la Compañía hizo y deshizo 
              a su antojo, controlando rutas comerciales, abastecimiento de materias 
              primas, tráfico de mercancías, de fuerza de trabajo 
              libre y esclava, manipulando y distorsionando la política 
              doméstica hindú, y sobre todo negociando y renegociando 
              la propiedad de la tierra en la India, uno de los recursos materiales 
              más importantes en ese inmenso país, donde una ligera 
              fractura en los circuitos de abastecimiento de alimentos podía 
              producir una hambruna descomunal 64. 
              Los conflictos sobre el perímetro de autoridad que podían 
              manejar el gobierno inglés y la compañía llevaron 
              a serios enfrentamientos con los jefes locales, y obligaron a la 
              última a utilizar recursos políticos nada recomendables 
              para mantenerse al frente de su colonia más rica e importante 
              65. 
              
             Pero además de económico 
              y político, el levantamiento de los Cipayos tenía 
              también un claro trasfondo ideológico y cultural. 
              Este es uno de esos pocos casos, en que el imperialismo da pruebas 
              contundentes de su total impericia para manejar las costumbres y 
              hábitos de los pueblos que sujeta bajo su control. Los afanes 
              de los imperialistas ingleses por someter a los insurrectos fue 
              calificada por algunos historiadores de esa nacionalidad, como la 
              gran epopeya de la raza 66 
              , según lo decía con toda su honestidad imperialista 
              el ilustre historiador británico Sir Charles Crostwhaite 
              67. 
              Y sería en esa dirección hacia donde se dirigirían 
              las mayores brutalidades, pues el resentimiento de los hindúes 
              hacia los colonialistas ya había adquirido dimensiones inimaginables. 
              Lo mismo había sucedido con los británicos, que consideraban 
              a aquellos como salvajes incivilizados, a quienes había que 
              enseñar las artes más elementales del buen gobierno 
              y la cultura. En ese respecto, el levantamiento de los Cipayos está 
              repleto de enseñanzas y moralejas, tanto así que después 
              del mismo la historia de la dominación británica en 
              la India sufriría cambios irreversibles. 
             Lo mismo sucedería con la 
              India tradicional. El levantamiento de los cipayos puso en evidencia 
              la desconcertante heterogeneidad de esa sociedad, y las serias dificultades 
              que un determinado liderazgo tendría para aglutinar tras 
              de sí la lucha por cualquier proyecto independentista. Los 
              intentos por la modernización capitalista del país, 
              iniciados por el Rajá Rammohum Roy desde 1828 se encontrarían 
              con grandes obstáculos al enfrentar a la India tradicional, 
              heredera de las costumbres ancestrales de esa civilización 
              y dispuesta, desde finales del siglo XVIII, a recuperar sus glorias 
              pasadas 68.
             Pero si hay algo que está 
              bien claro es que, la rebelión de los cipayos fue la amenaza 
              más seria que la dominación británica tuvo 
              en la India, durante la segunda parte del siglo XIX. El movimiento 
              no incluyó solo a los cipayos del ejército de ocupación 
              (integrado en un 96% por soldados hindúes), sino que también 
              debemos mencionar a los políticos suplantados por la administración 
              británica, a los asustadizos príncipes, temerosos 
              de ser absorbidos por la Corona Británica, a los sacerdotes 
              aterrorizados ante el avance de las misiones evangélicas, 
              muy irrespetuosas de las costumbres hindúes, y al final, 
              a los artesanos, cuyas prácticas industriales y manufactureras 
              habían sido destruidas por la presencia del capitalismo inglés 
              en la India 69. 
              Recordemos que Marx recomendaba y aplaudía este tipo de eventos, 
              cuando ello significaba el progreso capitalista en las sociedades 
              tradicionales 70, 
              con lo cual, según él, se hacía posible el 
              acceso a la civilización burguesa. Sólo ese desarrollo 
              haría posible pensar luego en el socialismo. 
             Aparte del tremendo contenido racista 
              y eurocentrista que este tipo de aseveraciones tenía, como 
              Marx, muchos otros por la misma época, pensaban que la única 
              forma de traer a la India a la modernidad capitalista, era mediante 
              la destrucción de sus sistemas económicos, sociales 
              y culturales pre-capitalistas. Los cipayos, sin grandes líderes 
              y con un pobre sentido de sus objetivos políticos, puesto 
              que si algo tuvo este levantamiento fue precisamente su devastador 
              espontaneísmo, tuvieron la demoledora intuición de 
              que, o se rebelaban, o perdían todo lo que su sociedad y 
              su cultura habían sido por siglos 71. 
              
            Desde que Robert Clive había 
              sido capaz de concluir la instalación del poder colonial 
              en la India, bien pagado y abituallado por la Compañía 
              de las Indias Orientales, después de la batalla de Plassey 
              en 1757 (que mencionamos arriba), uno empieza a ver la progresiva 
              destrucción de la economía, las articulaciones sociales 
              tradicionales, e incluso del idioma en la India. Hasta el estallido 
              de 1857, esta situación iba a ir en escalada ascendente, 
              y la primera guerra por la independencia de la India le daría 
              un rumbo en su totalidad diferente a la dominación británica. 
              La desconfianza y el temor mutuo serían dos de los patrones 
              psicosociales más destacados, con los que tendría 
              que contar Gandhi hasta 1947.
            Se ha sostenido que el proceso de 
              pacificación del norte de la India, después del levantamiento, 
              permitió que muchas familias británicas amasaran sus 
              fortunas como resultado de los saqueos a que fueron sujetas las 
              familias nativas, los templos y pueblos enteros de esa parte del 
              país 72. 
              Aldeas completas fueron pasadas a cuchillo por las tropas inglesas, 
              como reacción ante los primeros éxitos y carnicerías 
              llevadas a cabo por los rebeldes. En la ciudad de Delhi, y algunos 
              pueblos y ciudades a orillas del Ganghes, tuvieron lugar ciertas 
              de las más feroces batallas. Someter a los rebeldes, y detener 
              la insurrección, implicó para los británicos 
              asesinar a los herederos y a los hijos de los últimos representantes 
              de las monarquías mongólicas en la India. En las grandes 
              ciudades acabaron con las familias más importantes y finalmente 
              terminaron imponiendo su criterio sobre el dominio de ese gran país. 
              De ahí en adelante, hasta 1935, el gobierno británico 
              tomó control directo de la India. En 1947, este país 
              obtenía su independencia definitiva a un costo humano y material 
              de ciclópeas dimensiones. 
            
               
                |  | 
               
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                    El trabajo de los niños. | 
            
            Lord Palmerston decía que 
              los rebeldes eran como demonios salidos de los infiernos. Y agregaba 
              que uno de los más serios errores de los mismos, había 
              sido la práctica de las masacres de mujeres y niños, 
              cuando asaltaban los bastiones ingleses sitiados por ellos. Durante 
              la era victoriana las mujeres y los niños empezaron a jugar 
              un papel fundamental en el desarrollo de la civilización 
              burguesa. De echo, una legislación importante en su beneficio, 
              empezó a diseñarse por esa época . Veamos hasta 
              qué punto eran ciertas las inquietudes de Lord Palmerston. 
              
            LAS MUJERES DE LA 
              ERA VICTORIANA.
            En esta sección, la última 
              del ensayo, no hablaremos con detalle de grandes mujeres, de escritoras, 
              artistas o políticas feministas, eso ya lo hemos hecho y 
              lo retomaremos. Pero, por ahora hablaremos en esencia, de las mujeres 
              comunes, las que sufren y luchan cotidianamente por darle sentido 
              a sus vidas y a sus proyectos de existencia, en una Inglaterra victoriana 
              que las llena de prejuicios, temores y convencionalismos que apenas 
              le dan dirección a su cotidianidad. 
            Muy al contrario de lo que mucha gente 
              acostumbra pensar, la Reina Victoria no era tan "victoriana" como 
              se ha creído. Porque si el canon de moralidad social, estético, 
              político e imperial diseñado por su reinado para cohesionar 
              tras de sí a toda la nación, debía ser seguido 
              (así se decía) por todos y cada uno de los ciudadanos 
              británicos, en su intimidad más cálida y personal, 
              la aparentemente dura y convencional Reina Victoria no obedecía 
              al pie de la letra sus propios preceptos 73. 
              
            Las mujeres de la era victoriana 
              estaban sujetas a un conjunto de normas y de pre-conceptos sociales 
              que las obligaban a dejar de lado sus vidas personales por completo. 
              Pareciera que tres eran los postulados esenciales que debían 
              regir la existencia social de las mujeres en esta época:
            1. El eje fundamental de la vida 
              de las mujeres era la maternidad. 
            2. Las mujeres no tenían 
              vida propia, pues se debían fundamentalmente a sus hijos.
            3. La mujer había venido 
              al mundo para servir, atender y complacer en todos sus requerimientos 
              al hombre que la eligiera para ser su esposa. 
            En torno a estos tres postulados, 
              giraban otros elementos pero, en lo fundamental, esos eran los tres 
              lados del triángulo de la vida cotidiana de las mujeres durante 
              la era victoriana. 
            Sin embargo, la historiadora Heather 
              Palmer nos ha facilitado el acceso a un conjunto de cartas en las 
              que la Reina Victoria, madre de nueve hijos, expresa con una asombrosa 
              y descarnada franqueza su percepción real de todo este asunto 
              74. 
              Aquellos tres preceptos que mencionáramos arriba, serían 
              rotundamente contradecidos por su misma creadora. Porque la Reina 
              Victoria creía que algunos de sus hijos eran feos, pensaba 
              que el embarazo era una tortura inmerecida de las mujeres, y que 
              los hombres eran dichosos porque estaban exentos de estos sacrificios, 
              además de que eran pobres e indefensas criaturas que merecían 
              atención y cuidados particulares, por su tremenda incapacidad 
              para atender los problemas prácticos de la vida real 75. 
              
            Cuando la Reina Victoria escribía 
              a sus hijas casaderas, siempre les advirtió de las miserias 
              del matrimonio. A pesar de que era frecuente en el siglo XIX la 
              afirmación de que un buen partido matrimonial era la mejor 
              salida para las mujeres medianamente educadas y sensibles. Muchas 
              veían en el matrimonio una opción de vida material, 
              con muy poca relación con sus sentimientos, emociones e ideas 
              auténticas sobre la vida y otros asuntos. 
            
               
                |  | 
               
                |  
                    El cortejo. | 
            
            La Reina Victoria, contra todos los 
              prejuicios del presente, lo que la hace menos victoriana de lo que 
              podríamos pensar, creía que los niños eran 
              feos (como ranas decía) y consideraba que el período 
              de amamantamiento era una aterradora injusticia con las mujeres, 
              porque en este tipo de procesos siempre estaban solas. Los hombres 
              se limitaban a contemplarlas y a encoger sus hombros. Nunca habló 
              bien de ninguno de sus nueve embarazos, siempre se sintió 
              como una vaca o una yegua, y con fuerza pensaba que una persona 
              que tenía tantas embarazos más se parecía a 
              una coneja que a otra cosa 76. 
              Aceptaba su situación decía, porque inevitablemente 
              ese era el destino que le correspondía como Soberana de Inglaterra, 
              pero que si le hubieran permitido escoger, hubiera pasado unos dos 
              años sin hijos, disfrutando de la compañía 
              de su joven y dulce esposo, el Príncipe Alberto, quien era 
              menor que ella tres años.
             Los hombres eran la causa de todas 
              las desgracias de las mujeres, decía la Reina. Ellos llevan 
              la mejor parte, se limitan a engendrar hijos y se acabó. 
              Todo el peso de la crianza le corresponde a las mujeres. Dichosamente 
              para la Reina, pudo transferir esta actividad a otras personas, 
              al extremo de que a veces, transcurrían tres meses sin ver 
              a sus hijos. Para Victoria, la mejor de las condiciones para la 
              mujer era la más absoluta ignorancia sobre el embarazo. Porque 
              con las características clínicas que éstos 
              se daban el riesgo de perder la vida era considerable, y por ello 
              una mujer debía ignorar todo lo que podría pasarle 
              antes de dar a luz 77. 
              
            Si estas eran algunas de las ideas 
              que tenían las mujeres de la monarquía y de la clase 
              media londinense del siglo XIX, habría que reparar un poco 
              en lo que las mujeres de la clase trabajadora pensaban sobre los 
              mismos temas. Porque, junto a su condición sexual, habría 
              que sumar la situación económica y social. En gran 
              medida, sobre las espaldas de la explotación de las colonias, 
              y de sus mujeres y de sus niños, el capitalismo británico 
              levantó toda su fabulosa riqueza. 
            El censo de la población 
              trabajadora de la ciudad de Londres en 1851 nos dice que había 
              más de 140,000 mujeres de más de veinte años 
              (es decir, el 18% de este grupo de edad) que trabajaban como sirvientas; 
              125,000 (el 16.3%) en la confección de vestidos y zapatos; 
              11,000 (1.9%) que eran maestras y 9,000 (1.2%) que trabajaban en 
              la industria de la seda. El mayor contingente de las restantes laboraba 
              en otras ramas de la manufactura (confección de flores artificiales, 
              de sombreros de paja y gorras, sastresas, y otras) o tenían 
              autorización para actuar como carniceras, tenderas, mesoneras 
              y patronas de casas de huéspedes o bien estaban clasificadas 
              como esposas de los trabajadores ocupados en oficios y manufacturas. 
              Como puede observarse, el trabajo de la mujer en el Londres victoriano, 
              se clasificaba en cuatro categorías principales: 
            1. Todos los aspectos del trabajo 
              doméstico y familiar, como lavar, cocinar, coser, remendar, 
              lavar ropa, planchar. 
            2. El cuidado de los niños 
              y de su formación.
            3. Distribución y venta al 
              detalle de alimentos y otros artículos de consumo regular.
            4. Trabajos considerados específicos 
              de la manufactura, basados en la división por sexos del trabajo 
              dentro de la casa 78.
             
            Es evidente que estamos hablando de 
              un tipo de mujer que participa de la condición de la clase 
              trabajadora, y uno de los requisitos para ello es no tener voz propia. 
              Los pobres del Londres victoriano no tienen voz, y sabemos qué 
              piensan y por qué, sobre todo a raíz de las investigaciones 
              que conducirían a las Leyes de Pobres de los años 
              cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Las mujeres no son objeto 
              de investigación en ese sentido, es decir no son dignas de 
              consideración para que dejen las minas y otras actividades 
              pesadas, por razones salariales o económicas en general, 
              sino porque al trabajar fuera del hogar se desmoralizan con la promiscuidad 
              que caracteriza al trabajo en la fábrica, abandonan la familia, 
              y los niños y el esposo salen seriamente perjudicados. A 
              la larga, el que en realidad pierde con el deterioro moral y social 
              de las mujeres es el país en su totalidad 79. 
              
             Esos eran los criterios ideológicos 
              que permeaban las decisiones tomadas por el Parlamento Británico, 
              en el momento en que se propuso sacar a las mujeres de las fábricas 
              y de las minas, pues la mujer era la única con la capacidad 
              y las posibilidades reales para devolver a la familia de la clase 
              trabajadora su supuesta estabilidad. Los sufrimientos de los pobres 
              eran el producto de su propia contaminación moral. Eran pobres 
              debido a al alcoholismo, el libertinaje, la pereza y a todo género 
              de vicios y depravaciones. Devolviendo la mujer al hogar, la familia 
              trabajadora recuperaría algo de su virtud perdida 80. 
              
             El caso es que, según el censo 
              de 1851 otra vez, 432.000 mujeres estaban sin trabajo, es decir 
              el 57% del total de las mujeres con más de veinte años 
              de edad que vivían en Londres 81. 
              Las opciones de trabajo no eran muchas, porque si el riesgo de perder 
              la vida o la desmoralización eran las consideraciones para 
              limitarle las posibilidades a las mujeres en ese sentido, uno se 
              encuentra con la realidad de que los trabajos que se le ofrecen 
              son aquellos que la burguesía considera óptimos para 
              su condición natural: oficios domésticos, de sirvienta 
              y otros similares como ya vimos. 
             Nadie puede ignorar hoy que las mujeres 
              y los niños, así como los trabajadores de las colonias, 
              son los puntales sobre los cuales despegó la Revolución 
              Industrial en un país como Inglaterra. El problema verdadero 
              para las mujeres trabajadoras al menos, es que les tomará 
              un largo viaje encontrar los puntos de coincidencia con sus compañeros 
              de clase para iniciar el camino hacia su liberación. Puesto 
              que, junto a la explotación social y económica, ella 
              tendrá que sumar la sexual, que muchas veces es ejercida 
              también por su compañero. Durante el reinado de Victoria 
              la burguesía fue capaz entonces de "perfeccionar a las criadas 
              de los ricos y a las esposas de los pobres", en una trayectoria 
              hacia la sumisión que cobraría una dolorosa cuota 
              de sangre y lágrimas 82. 
              
            
               
                |  | 
               
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                    La pobreza en la era Victoriana. | 
            
            Resulta más que obvio entonces, 
              lo que pensaba la mujer de la clase trabajadora sobre el matrimonio, 
              el sexo, los hijos y los hombres. Si todo debía ser visto 
              según el prisma de la pobreza y las limitaciones, la mujer 
              trabajadora reducía su visión del mundo a las posibilidades 
              de subsistencia del día de mañana. Además de 
              que, con frecuencia, tendía mucho a verse a sí misma, 
              según se lo decían las mujeres de la clase media, 
              que se le acercaban para predicarle resignación y moralidad. 
              
            Con un telón de fondo así 
              uno se siente abrumado del enorme esfuerzo que las artistas, las 
              intelectuales y las políticas tuvieron que realizar para 
              que el paquete de furiosos prejuicios y convencionalismos victorianos 
              no terminara por ahogarlas. Escritoras de la talla de Jane Austen, 
              las hermanas Brönte, George Eliot o Virginia Woolf , son solo 
              hitos en un mapa repleto de otros nombres relativamente conocidos, 
              a no ser por algunas especialistas que con brillante encomio nos 
              los han devuelto 83. 
              Y lo mismo sucede cuando pensamos en que la difusa y lírica 
              literatura feminista de protesta de los años noventa, se 
              vuelve un instrumento de la actividad política de las sufragistas, 
              desde su composición formal en 1865. No debe olvidarse que 
              los primeros indicios articulados del feminismo le pertenecen a 
              Mary Wollstonecraft (1792), la madre de Mary Shelley (asunto que 
              ya tratamos en otro ensayo nuestro). Pero, de parte de las escritoras 
              consagradas, empezamos a detectar un acercamiento más veraz 
              hacia el movimiento de las sufragistas, desde 1866 en adelante. 
              Muchas de tales artistas consideraron alguna vez que ellas eran 
              excepcionales, diferentes, y que, por lo tanto, no tenían 
              nada que ver con la lucha por los derechos civiles y políticos 
              de las mujeres. Creían que su labor era puramente estética, 
              y no tenía nada que ver con los escándalos e intrigas 
              del mundo político. No es que se sintieran satisfechas con 
              el lugar asignado por la sociedad de su tiempo, es que con sinceridad 
              creían que en virtud de tales condiciones las mujeres no 
              habían alcanzado ni la madurez, ni la lucidez para asumir 
              las responsabilidades de la igualdad política con los hombres 
              84. 
              Vendrían tiempos en que esta actitud cambiaría radicalmente, 
              cuando las verdaderas dimensiones del ser mujer en la sociedad capitalista 
              serían asumidas con todas sus consecuencias. El silencio, 
              la represión, la sumisión, el apocamiento y la indiferencia 
              que se le sugerían a la mujer victoriana, para que fuera 
              una excelente ama de casa, fiel esposa y madre incondicional, cederían 
              lugar a la combatividad y la lucidez que caracterizarían 
              a las mujeres del movimiento sufragista en vísperas de la 
              Primera Guerra Mundial (1914-1918). Pero esa es otra historia. 
             
            CONSIDERACIONES FINALES.
            ¿Qué nos ha enseñado, 
              para concluir, el estudio ligero pero serio de la Era Victoriana? 
              Vamos a puntualizar varios componentes, para dar respuesta a esta 
              pregunta.
            El reinado de Victoria (1837-1901) 
              puede ser considerado, sin lugar a dudas, la máxima expresión 
              del capitalismo británico durante el siglo XIX. Culturalmente 
              hablando, es decir, desde la perspectiva de más claridad 
              ideológica, pocas veces en la historia de Occidente un monarca 
              hace, diseña y promueve ideología con tanta pasión 
              y entrega. Y lo hace desde un horizonte definitivo: la vida cotidiana 
              de las personas. Con Victoria hasta la actividad de alcoba estaba 
              regulada. 
            El arte, la literatura, la pintura, 
              la música, alcanzan en este período niveles pocas 
              veces igualados o superados posteriormente en la historia de la 
              nación inglesa. Estaba visto que, junto al espectacular crecimiento 
              económico, iría aparejado un despliegue igualmente 
              generoso de las artes. Pero todo en beneficio de un reducido grupo 
              de privilegiados, quienes también hacían política, 
              la guerra y disfrutaban de los pequeños detalles de la vida 
              cotidiana, al lado de bellas mujeres en la Corte y el Imperio. Estaba 
              claro que Victoria jamás simpatizaría con los logros 
              de la Revolución Francesa.
            Ese grupo de bendecidos eran también 
              los responsables del diseño de la política imperial, 
              hombres como Peel o Russell, quienes no titubearon para tomar las 
              decisiones necesarias, cuando creyeron que el Imperio estaba en 
              riesgo. Como sucedió con el caso irlandés, el cual 
              nos enseña la fuerza con que el imperialismo inglés 
              controló a sus colonias durante el siglo pasado. 
            El imperialismo inglés, haciendo 
              uso de una compleja red de relaciones diplomáticas, económicas, 
              políticas y sociales, fue capaz, durante el reinado de Victoria, 
              de establecer las bases de todos los imperialismos posteriores. 
              Fiero creyente de la justeza y perfección de sus criterios 
              de civilización, se sirvió de los medios a su alcance 
              para destruir, estrangular y mutilar toda otra expresión 
              de cultura que no encajara en la suya. Como sucedió en la 
              India. Del levantamiento cipayo (1857-1859) aprendimos que el imperialismo 
              inglés, a la manera de la antigua Roma, no dejaba piedra 
              sobre piedra, cuando se le oponían. Eso lo perfeccionaría 
              el imperialismo norteamericano posteriormente. Pero el levantamiento 
              de los cipayos preparó a los colonialistas ingleses para 
              gobernar con mayor efectividad a la India después de 1876.
            Y en cuanto a la forma en que aquellos 
              criterios de civilización eran impuestos, el imperialismo 
              inglés era igualmente duro con propios y ajenos. Durante 
              el reinado de Victoria, las mujeres, los trabajadores y el pensamiento 
              radical en general, se abrieron paso a sangre y fuego, pues la dura 
              contención a que estaban expuestos les bloqueaba toda posibilidad 
              en el juego político. Para la mujeres y los trabajadores, 
              el escenario político y social era en particular muy duro, 
              ya que los reformistas encontraban que la única forma de 
              salvarlos de su propia depravación, era mediante la caridad 
              y los paliativos que dejaran intacta la estructura misma de la forma 
              en que se producía y se acumulaba la riqueza. 
            Las paradojas entonces de que está 
              lleno el período victoriano no deberían sorprendernos, 
              pues precisamente en ellas radica la riqueza del mismo. 
            En un ensayo posterior pensamos 
              continuar con el estudio de la literatura como auténtico 
              instrumento de las expresiones ideológicas de una cultura, 
              en este caso del imperialismo inglés. Ahí veremos 
              cómo obras consideradas asépticas desde el punto de 
              vista ideológico, adquieren una reveladora trascendencia 
              para poder comprender sus verdaderos designios durante el siglo 
              pasado. En el capítulo siguiente se estudia de manera similar 
              el papel de las mujeres en el movimiento de los Pre-Rafaelistas, 
              uno de los momentos artísticos más ricos y expresivos 
              de que tenga memoria la historia reciente del arte occidental, y 
              en particular de Inglaterra.
             
            CITAS.
            
            1 
              BORGES, Jorge Luis. FICCIONES (Buenos Aires: EMECE. 1989) P. 234.
            2 
              QUESADA, Rodrigo. RECUERDOS DEL IMPERIO. LOS INGLESES EN AMÉRICA 
              CENTRAL. 1821-1915. (Heredia, Costa Rica: EUNA. 1998) 460 páginas.
            3 
              HILL, Christopher. REFORMATION TO INDUSTRIAL REVOLUTION,1530-1780. 
              (Londres: Penguin Books Ltd, Harmondsworth, Middlesex. 1980) Véase 
              sobre todo la Tercera Parte. 
            4 
              CODY, David. "Queen Victoria". En George P. Landow.THE VICTORIAN 
              WEB. (http://landow.stg.brown.edu/victorian/vn/victor6.html).
            5 
              Idem. Loc.Cit.
            6 
              PALMER, Heather. "Queen Victoria´s not so "Victorian" writings about 
              Pregnancy, Children, Marriage and Men". En VICTORIANA. RESOURCES 
              FOR VICTORIAN LIVING (http://www. victoriana. com/doors/queenvictoria.htm). 
              
            7 
              Idem. Loc.Cit.
            8 
              
            9 
              Difícilmente puede encontrarse un mejor trabajo sobre la 
              historia del capitalismo inglés en este período, que 
              el primer volumen de EL CAPITAL de Karl Marx (1818-1883). Sobre 
              todo sus últimos capítulos. 
            10La 
              literatura de la época es muy rica y útil para que 
              podamos percibir con mayor precisión este tipo de asuntos. 
              En particular las obras de Charles Dickens (1812-1870).
            
            11 
              HILL, Christopher. Op.Loc.Cit.
            12 
              HOBSBAWM, Eric. LA ERA DEL CAPITALISMO (Barcelona: Labor universitaria. 
              1989) Capítulos 1, 2 y 3.
            
            13 
              Landow, George P. "Victorian and Victorianism". En THE VICTORIAN 
              WEB OVERVIEW. (http://www.stg.brown.edu/projects/hypertext/landow/victorian/victov.html 
              ) 
            14 
              Idem. Op. Loc.Cit.
            15 
              JOYCE, Simon. " Castles in the Air: The People´s Palace, Cultural 
              Reformism, and the East End Working Class". VICTORIAN STUDIES (Indiana 
              University Press) (Vol.39. No. 4). 
            16 
              OLLMAN, Bertell. ALIENATION. MARX´S CONCEPTION OF MAN IN CAPITALIST 
              SOCIETY. (Cambridge University Press. 1971) Ver sobre todo la tercera 
              parte. FROMM, Eric. MARX Y SU CONCEPTO DEL HOMBRE (México: 
              FCE. 1992). Texto introductorio a los MANUSCRITOS 
            ECONÓMICO-FILOSÓFICOS 
              DE KARL MARX. 
            17 
              LANDOW, George P. Op.Loc.Cit.
            18 
              Los datos de esta sección y los del recuadro que fueron tomados 
              de METRESS, Seamus. "The Great Starvation and British Imperialism 
              in Ireland". IRISH HISTORY ON THE WEB (http://wwwvms.utexas.edu/~jdana/irehist.htm.). 
              También de BLOY, Marjorie. "The Irish Famine: 1845-1849". 
              En THE VICTORIAN WEB OVERVIEW. Loc.Cit.
            19 
              Véase THE VICTORIAN CANON. (http://humanitas.ucsb.edu/depts/english/coursework/raley/).
            20 
              LANDOW, George P. "The Literary Canon". http://www. stg.brown.edu/projects/hypertext/landow/victorian/canon/litcan.html.
            21Idem. 
              THE AESTHETICAL AND CRITICAL THEORIES OF JOHN RUSKIN. Chapter 3. 
              "Ruskin´s Theories of the Sublime and Picturesque". (http://www.stg.brown.edu/projects/hypertext/landow/victorian/ruskin/atheories/3.1 
              html).
            22 
              WOHL, Anthony S. "Race and Class Overview: Parallels in Racism and 
              Class Prejudice". En LANDOW, George P. THE VICTORIAN WEB OVERVIEW. 
              Loc. Cit. 
            23 
              Idem.
            24 
              MAGUIRE, Robert J. "Oscar Wilde and the Dreyfus Affair". VICTORIAN 
              STUDIES. No.41. (http://www.indiana.edu/~iupress/journals/vic41-1.html).
            25 
              WILDE, Oscar. ENSAYOS Y DIÁLOGOS. (Buenos Aires: Hyspamérica.1985).
            26 
              WALLER, Debra G. "Angel or Vampire--The Portrayal of Women´s Morality 
              and Sensuality in Jane Eyre". En LANDOW, George P. THE VICTORIAN 
              WEB OVERVIEW. Loc. Cit.
            27 
              WOHL, A.S. Op.Loc.Cit.
            28 
              Ibidem.
            29 
              WOHL, A.S. Op.Loc.Cit.
            30 
              Ibidem.
            31 
              WOHL, A.S. Op. Loc.Cit.
            32 
              Ibidem.
            33 
              LANDOW, George P. "The Metaphorical Use of Colonialism and Related 
              Terms". THEORIES OF COLONIALISM AND POSTCOLONIALISM. (http://www.stg.brown.edu/projects/hypertext/landow/post/poldiscourse/colony2.html).
            34 
              Ibidem. 
            35 
              Ibidem.
            36 
              METRESS, Seamus. "The Great Starvation and British Imperialism in 
              Ireland". IRISH HISTORY ON THE WEB (http://wwwvms.utexas.edu/~jdana/irehist.html).
            
            37 
              Ibidem.
            38 
              BLOY, Marjorie. "The Irish Famine: 1845-9". En LANDOW, George P. 
              THE VICTORIAN WEB. Loc. Cit.
            39 
              Ibidem.
            40 
              Ibidem.
            41 
              Citado por METRESS, Seamus. Op.Loc.Cit.
            42 
              BLOY, Marjorie. Op.Loc.Cit.
            43 
              WHYTE, Robert. "The Journey of an Irish Coffin Ship (1847). (http://avery.med.virginia.edu/~eas5e/Irish/Rwhyte.html).
            
            44Artículo 
              anónimo. "The famine in the land. What has been done, and 
              What is to be done". THE DUBLIN UNIVERSITY MAGAZINE (http://avery.med.virginia.edu/~eas5e/Irish/Land.html.)
            
            45 
              SOMERVILLE, Alexander. "Letters from Ireland during the Famine of 
              1847". (http://avery.med.virginia.edu/~eas5e/somerville.html.)
            
            46 
              BLOY, Marjorie. "The History of Britain and Ireland". En LANDOW, 
              George P. THE VICTORIAN WEB. Loc.Cit.
            47 
              QUESADA, Rodrigo.1998.Op.Cit.
            48 
              MARX, Karl. EL CAPITAL. CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA 
              (México: Fondo de Cultura Económica. 1971) Vol. I. 
              Capítulos XXIII y XXIV. 
            49 
              VIDAL VILLA, Manuel. TEORÍAS DEL IMPERIALISMO (Barcelona: 
              Anagrama.1976). 
            50 
              LANDOW, George. "British Imperialism". (http://despina.advanced.org/17120/data/empires/users/british/).
            51 
              PAGDEN, Anthony. LORDS OF ALL THE WORLD: IDEOLOGIES OF EMPIRE EN 
              SPAIN, BRITAIN AND FRANCE, 1500-1800 (Yale University Press, 1995) 
              Capítulos VI y VII.
            52 
              Idem. Loc.Cit.
            53 
              LANDOW, George. Idem. Loc.Cit.
            54 
              SILVA, Brett. "Protecting British Intersts, not Christianity, was 
              the cause of British Imperialism". (http://despina.advanced.org/17120/data/essays/top_main.html). 
              
            55 
              CODY, David. "BRITISH INDIA". En VICTORIAN WEB. Loc. Cit.
            56 
              Idem. "The Boer War". En VICTORIAN WEB. Loc.Cit.
            57 
              SILVA, Brett. Op. Loc.Cit.
            58 
              CODY, David. Op.Loc.Cit.
            59 
              FINNEY, Nicholas. "Effect of War Between Great Britain and France 
              (1856-1956)". (http://despina.advanced.org/17120/data/essays/stop_main.html). 
              
            60 
              Idem. Loc.Cit.
            61 
              CODY, David. "British India". Loc.Cit.
            62 
              Idem. Loc. Cit.
            63 
              THE EAST INDIA COMPANY incluso, mantiene una página Web en 
              Singapur. 
            64 
              S.A. "The 1857 War of Indian Independence" (http://www.kamat.com/kalranga/itihas/1858.htm.) 
              También, THE EAST INDIA COMPANY. The History (3 partes). 
              (http://www.theeastindiacompany.com/history.html.). 
             
            65 
              Idem. Loc.Cit.
            66 
              S.A. "The Epic of the Race: India 1857" (6 partes). (http://www. 
              geocities.com/Broadway/Alley/5443/indmut.htm.). 
            
            67 
              Idem. Loc.Cit.
            68 
              CHESNEAUX, Jean. ASIA ORIENTAL EN LOS SIGLOS XIX Y XX. (Barcelona: 
              Labor. Nueva Clío.1969) P.85.
            69 
              JOSHI, P.C. REBELION 1857, A SYMPOSIUM (Bombay, 1957) Pp. 245-267. 
              SEN, S. EIGHTEEN FIFTY SEVEN (Delhi, 1957) Pp. 410-411.
            70 
              MARX, Karl. Op.Loc.Cit.
            71 
              EMBREE, Ainslie T. Y WILHELM, Friedrich. INDIA. HISTORIA DEL SUBCONTINENTE 
              DESDE LAS CULTURAS DEL INDO HASTA EL COMIENZO DEL DOMINIO INGLÉS 
              (Madrid: Siglo XXI editores. 1987) Capítulo 20. 
            72 
              "The Epic of the Race: India 1857". Loc.Cit.
            73 
              PALMER, Heather. "Queen Victoria´s not so Victorian Writings about 
              Pregnancy, Children, Marriage, and Men". VICTORIANA-Resources for 
              Victorian Living. Loc.Cit.
            74 
              DEAREST CHILD: LETTERS BETWEEN QUEEN VICTORIA AND THE PRINCESS ROYAL 
              PREVIOUSLY UNPUBLISHED (Edited and Copyrighted by Roger Fulford. 
              1964, 1992) (Londres: Henry Holt & Co. Inc. 1997).
            75 
              Idem. Loc.Cit.
            76 
              Idem. Loc. Cit.
            77 
              Idem. Loc.Cit.
            78 
              ALEXANDER, Sally. "La mujer trabajadora en el Londres del siglo 
              XIX: un estudio de los años 1820-1850". NASH, Mary (Editora). 
              PRESENCIA Y PROTAGONISMO. ASPECTOS DE LA HISTORIA DE LA MUJER (Barcelona: 
              Ediciones del Serbal. 1984) Pp. 154-155.
            79 
              Idem. Loc.Cit.
            80 
              Idem. Pp.142-143.
            81 
              Idem. P.144.
            82 
              Idem. P.143.
            83 
              SHOWALTER, Elaine. A LITERATURE OF THEIR OWN. BRITISH WOMEN NOVELISTS 
              FROM BRÖNTE TO LESSING (Londres: Virago Eds. 1979) P.7. 
            84Idem. 
              Pp. 216-226.
            
             
            Rodrigo Quesada 
              Monge (1952), historiador costarricense con publicaciones en varias 
              revistas de América Latina. Tiene nueve libros sobre la historia 
              económica, social y cultural de América Central y 
              del Caribe. Premio Nacional (1998) de la Academia de Historia y 
              Geografía de su país.