Entre el 19 de abril y 19 de mayo
Francisco Zegers inaugura muestra en Galería StuArt

•    Luego de seis  años de ausencia en la escena artística, el artista plástico Francisco Zegers vuelve con una muestra que se inaugura el 19 de abril en la Galería StuArt. Se trata de “Frictrones”, una serie de pinturas que exploran la esencia de la expresión del rostro, llevando a la abstracción sus rasgos más elementales.

•    “Buscaba otras alternativas porque lo figurativo me resultaba estrecho. Comencé decodificando el rostro, sacando un ojo, una oreja, experimentando en una dimensión subjetiva. Creo que influyó mucho en la muestra la lectura de comics y también la iconografía latinoamericana precolombina”

En el año 2005 Francisco Zegers realizó su última muestra donde exhibió una amplia recopilación de retratos humanos de gran formato que evidenciaban la necesidad del artista por desentrañar lo esencial del ser humano, eso único e individual que define a cada uno.  Ese camino se hizo más intenso y esos rostros se fueron despojando y abstrayendo hasta dar vida a una obra plagada de símbolos en una búsqueda obsesionada por ese factor x. Una experimentación que se vigorizó con un proceso en paralelo de desarrollo personal y que lo ha llevado, por ejemplo, a investigar en el yoga y el budismo.

Esos símbolos que Zegers trabajó estos últimos años dan vida a la muestra Frictrones, que es como él denomina estas figuras que hoy se exhiben en diferentes formatos y de cuya inspiración cuenta: “Los Frictrones son una búsqueda de humanidad en el mundo actual que aceleradamente se centra en la eficiencia de los procesos en desmedro de la experiencia del encuentro con el otro y la desvalorización de las emociones. Se inspira en la Fricción como gesto básico humano. Por otro

lado está la idea de los Fotones desarrollada por Planck (Alemania,1858-1947) que explican la física que transportan los campos electromagnéticos. Así, son fuente de interacción y poseen una fuerte carga imaginaria como partículas elementales”.

“Frictrones” se construye en base a elementos gráficos esenciales de la expresión emocional. Es la misma idea del alfabeto: son signos que sólo toman sentido cuando se combinan. “Buscaba otras alternativas porque lo figurativo me resultaba estrecho. Comencé decodificando el rostro, sacando un ojo, una oreja, experimentando en una dimensión subjetiva. Creo que influyó mucho en la estética del frictrón la lectura en esa época de comic (los masivos, como superman, los manga, Pato Donald, etc.) y contemporáneamente estar realizando una investigación en la iconografía latinoamericana precolombina. Así es que es una mezcla de ambas cosas también”, cuenta el artista respecto del proceso creativo que significó esta muestra.


El lugar de Zegers
Editor, publicista, estratega comunicacional y artista, Francisco Zegers siempre ha sido una figura activa y ecléctica dentro del escenario cultural chileno. Su primera intervención importante se remonta a los años 80, cuando se convirtió en editor del movimiento cultural más poderoso de esa época, publicando catálogos de artistas de la talla de Eugenio Dittborn, Juan Dávila y Lotty Rosenfeld, entre otros, y textos de autores como Diego Maqueira y Diamela Eltit. Además de editar parte del trabajo teórico de Nelly Richard,  quien acuñó el término Escena de Avanzada y generó el relato, ahora mítico, que narra la corriente principal del arte crítico en dictadura.

Mientras ejercía como editor, Zegers ya pintaba en solitario. Su obra era ya, en ese tiempo, ese lugar que hasta ahora resguarda con recelo: la trinchera de sus batallas silenciosas. Pese a estar alejado de cualquier educación formal y tradicional -nunca terminó el colegio ni entró a la universidad y recién hace algunos año sacó su primer título universitario luego de un curso especial de la universidad de Omnicom, de Boston- a partir de su primera adolescencia varios maestros le hicieron clases: Carmen Silva, Rodolfo Opazo, Valentina Cruz y, hasta hace poco, Eugenio Dittborn.

En su camino artístico la muestra que realizó simultáneamente en Galería Animal y Galería Metropolitana, en 2004, fue decisiva. Ahí Zegers no sólo se instaló claramente en el contexto del arte contemporáneo chileno, sino también asentó las bases de su discurso visual. Ya en esas exhibiciones combinaba los dos planos discursivos que articulan su práctica artística: por un lado, su interés por el rostro, como superficie donde se juega la emocionalidad personal y, por el otro, su necesidad de conectar ese interés a un nivel más amplio, que sea capaz de hablar de lo social y cultural

En ese proyecto de exhibición, fue muy significativo el emplazamiento en dos galerías que se ubican en sectores geográficos muy distantes, como Animal (en Vitacura) y Metropolitana (en Pedro Aguirre Cerda). Los rostros, de este modo, no sólo planteaban una pregunta singular en su identidad y constitución, sino también una pregunta sociocultural, en la medida que tensionan prejuicios de barrio, de clase y de circuito. El movimiento de Zegers deja planteado su interés de hacer preguntas que desde lo íntimo y personal interpelen a un sistema más amplio. Es decir, la idea de que cada microhistoria encierra la gran historia, “tal como ocurre en una semilla de mostaza”, dice.

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Verónica Rubio
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