EL PODER DE LA IMAGEN: EXPOSICIÓN DEL FOTÓGRAFO FERNANDO ROSA
EL PODER DE LA IMAGEN: EXPOSICIÓN DEL FOTÓGRAFO FERNANDO ROSA
Por Mane Adaro
La práctica de mirar las cosas que se desea recordar forma parte de nuestra manera de proceder. En el pasado servía a la verdad. ¿De quién es la “verdad” que observamos cuando miramos fotografías?
Jolene Richard
Días atrás finalizó una muestra de fotografía en el Centro Nacional del Patrimonio Fotográfico, CENFOTO, la exposición se titulaba “El no lugar: Villa Baviera” del fotógrafo chileno Fernando Rosa. Indagando sobre el recorrido de esta exposición, sus periplos como ejercicio de trabajo y expuesta en la pequeña pero respetada sala, llama poderosamente la atención el contexto del poder que posee la imagen como documento: el poder de ser imagen develada u ocultada desde lo artístico y político. La imagen documental como el trabajo de Fernando Rosa, oculta una poderosa verdad sobre el nivel mediatico de omisión y censura para decidir que recordar y como recordar.
La exposición “El no lugar: Villa Baviera” es una investigación de largos años, un trabajo en desarrollo donde el fotógrafo va retratando a sus habitantes y espacios ahora solitarios; expuestos a un devenir incierto e indiferente al resto de la comunidad chilena. En las diversas fotografías podemos construir el actual mundo de Villa Baviera, rostros de hombres y mujeres que parecen pertenecer a alguna época pasada, pues algunos visten ropas pasadas de moda y la apariencia general refleja en muchos de ellos una lucha de inserción difícil a la vida cotidiana. Se presiente soledad y anacronismo en los objetos y muebles que habitan el lugar, hay aspectos cotidianos de la rutina diaria como son los salones de reunión, comedores, jardines, espacios que conformaron en el pasado un enclave de tortura y complicidad de sus líderes, sobre todo durante la dura época del régimen militar chileno. Pero la nota desconocida es que la mayoría de sus colonos también sufrieron aberraciones provenientes de la mente enferma del lider fundador, que llegando desde Alemania albergó en esta comunidad a más de 600 personas durante más de cuarenta años. Viviendo aislados, esclavizados y humillados.
A la captura de su líder Paul Schafer, la mayoría de los residentes de Villa Baviera se encontraron con un mundo desconocido, extraño y hostil, responsabilizados por la demencia de su fundador. En la actualidad intentan insertarse difícilmente en un mundo laboral y social, al que nunca fueron ni estuvieron preparados.
La intención del fotógrafo Fernando Rosa es devolver algo de dignidad a una comunidad que prefiere ser olvidada y de la cual aun seguimos sin conocer. El devela en las más de 30 fotografías que construyen su exposición el silencio al que fueron doblemente expuestos durante toda su vida, antes encerrados y aislados, ahora expuestos a la indiferencia general de una comunidad política. La luz del flash de sus imágenes trae a la memoria esta realidad que invierte el papel de la fotografía como poder de estado, develo y ocultamiento. La omisión es tan culpable como la manipulación de la información. La referencia que comienza esta nota de Jolene Richard, alude a la guerra sucia que muchos colonos en América emplearon, para erradicar a la fuerza a las comunidades indígenas, ya que el poder de una imagen permitía fabricar mentiras e influenciar el sentido intrínseco de la “realidad” volviéndola totalmente como un arma subjetiva e influenciable, dependiendo cómo se usara y quien la usara o tomara (la fotografía). No hacía falta una avanzada tecnológica para manipular la fotografía física, es la imagen que referida y colgada a un texto y contexto cambiaba su significado. Desde este uso de la fotografía nacieron muchos estereotipos sociales y “marginales”.
La omisión y ocultamiento de una realidad como esta en pleno siglo XXI , no creo sea peor, y seguro en el inconsciente colectivo se ha juzgado y comprometido a toda una colectividad en las atrocidades que se generaron en esa localidad alemana dentro de este territorio chileno y oficial. Fernando Rosa hace un nuevo cuestionamiento, humano y frontal al ir y buscar en esas imágenes pausadas y desprovistas de todo artilugio, una fotografía documental que nos arroja a la memoria una selección de recuerdos aprendidos, y el reflejo de una pertinente pregunta sobre nuestros aspectos de identidad, imagen y estereotipos.
Mane Adaro
Curadora Independiente
La acera del frente
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