ZARATUSTRA COMO OBRA POÉTICA DE LA FILOSOFÍA (ENTRE EL ETERNO RETORNO Y LA ESPIRAL DE LO SEMEJANTE)
ZARATUSTRA COMO OBRA POÉTICA DE LA FILOSOFÍA (ENTRE EL ETERNO RETORNO Y LA ESPIRAL DE LO SEMEJANTE)
Por Yván Silén
La primera vez que leí acerca de la doctrina del eterno retorno de lo mismo, no pude contener la risa.1 Reí zaratustramente. Cuando dejé de reír lo pensé seriamente. Lo pensé histriónicamente y me reí triste, descorazonado. Pero ha llegado el momento de abordar el conflicto de Así habló Zaratustra y de que nos preguntemos de una vez si ésta es una obra poético-filosófica. Cuando nos hagamos esta pregunta, entenderemos porque Heidegger ha pasado por alto, o ha pensado demasiado rápido, la inspiración y la intención lírica de Nietzsche de convertir los conceptos del Zaratustra en poesía y de ficcionalizar la presencia misma de los límites. Esto inmediatamente, nos hará pensar en los aforismos de Goethe: "Hay hipótesis en las que la inteligencia y la imaginación susplantan a la idea" ( Máximas y reflexiones , 174). Esto es el eterno retorno de lo mismo: la "suposición" (la creencia, la sospecha, la teoría) de una cosas posible o imposible para sacar de ella una consecuencia (un destino, una visión--una alucinación del mundo--) de trabajo. Estamos, pues, ante el imposible de ser los mismo.
Esa intención exitosa y problemática del Zaratustra está muy lejos de los diálogos platónicos. Pero aun así, Zaratustra es uno de los grandes mito de la cultura occidental.2 Su plectro es insólito y es lo que desconcierta a todos sus lectores, incluyendo a los filósofos. Hay en Nietzsche un intento, que la filosofía ha abandonado, de personificar al Zaratustra3 (en donde la imaginación está jugando con la idea) y que lo "descategoriza" por momentos largos y lo torna expresivo y sensible.
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