¡CÓMO AMAMOS NUESTROS PECADOS!
¡CÓMO AMAMOS NUESTROS PECADOS!
Desde Chile: Mauricio Otero
Óscar Wilde desnudó nuestras consciencias hace más de un siglo. En su filosofía, expuesta en sus obras, sobre todo en El retrato de Dorian Gray (es de observar el juego de nombres emblemáticos que los escritores irlandeses han efectuado siempre. Dorian Gray, vendría siendo como 'el dorado gris' o 'dorando el gris' o más llanamente, 'Gris adorando'), se percibe una complacencia ácida y contrapuntística entre el 'bien' y el 'mal', sobre todo esto último, dotándolo con la estética. La filosofía del tocador o filosofía del placer, es una idea nietzscheana, como sádica, algo de romana, que es el origen último. Dorian no envejece jamás. Admirado por todo el mundo, y debido a ello, perverso, comete crímenes horrendos y se siente llamado a auto justificarse en aras de su egocentrismo y egolatría. El cuadro que oculta de sí mismo, no es sino la propia sociedad, que le ha hecho daño a él, al adorarlo y consentirlo, en el cual se le reveló toda la tragedia de la humanidad. Destino fatal. El personaje (y aquí podemos hablar con propiedad de 'simulación') que representa durante su vida, no es otro que los demás se sintieron llamados a prodigarle, triunfo, placer, egoísmo, odio, humillación, perversión, vicio, juego, horror, dialécticamente conjugados de modo de alcanzar por la vía de la perdición un ideal de belleza.
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