Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Ricardo Arcos-Palma

Ya hemos anunciado en Vistazos Crí­ticos una investigación que estoy llevando a cabo sobre lo que he denominado pequeña historia de la animalidad dentro del imaginario artí­stico y literario. Hemos dicho, cómo en el arte antiguo y contemporáneo, la relación humano-animal es una constante. En esta ocasión en Escaner Cultural, presentaremos un artista que utiliza su propio cuerpo para "transformarse" en lépidoptero. Martial Cherrier, nacido en Francia en 1968, entra en el mundo del arte, tras haber comenzado a transformar su propio cuerpo. Ayudado con anabolizantes, y otras sustancias quí­micas que terminan llevando los músculos corporales a extremos antes inimaginables, este fisiculturista, hace de su cuerpo una obra de arte. Campeón mundial en varias ocasiones – Los Angeles 1994 y en Francia 1997 -, este performer decidió emprender un recorrido en el mundo del arte apoyado en el video (Personal sale, Personal Trainning), y sobre todo en la fotografí­a.

 

 


 

En la serie Mala-Gana-Da-Vinci, Cherrier decide "enfrascar" la imagen de su cuerpo desmesurado, en envases de los productos dopantes y anabólicos que le sirven al body builder para transformarse en una masa de músculos. Así­ se crean unas imágenes donde el cuerpo suele confundirse con el producto comercial, generando al mismo tiempo, una nueva imagen donde cuerpo y sustancia comienzan a entrar en el campo de la publicidad y por ende de su cuestionamiento.

 

 

 

 

En estas obras indudablemente hay mucho de ironí­a. El cuerpo del fisiculturista, muestra como la desmesura puede llegar a proporciones impensables. No es una coincidencia, que el cuerpo de Martial Cherrier, esté inspirado en las imágenes de los superhéroes americanos, donde la fuerza parece encarnarse en cada músculo. Pero esta imagen en realidad no es nada nueva. Desde los antiguos Atlantes, el mismo Hércules o Heracles, hasta las esculturas de Miguel Angel, el cuerpo musculoso se ha convertido en un paradigma de virilidad. Martial Cherrier parece romper con este paradigma con su más reciente obra Fly or Die, expuesta recientemente en la Maison Europeene de la Photographie en Parí­s.

 


Esta serie está compuesta por una secuencia de autoretratos, donde el body builder se transforma en una mariposa. En esta metamorfósis del humano en animal, la fuerza y la desmesura del fisiculturista se transforma en la fragilidad de un lepidoptero. En cada imagen, el artista posa como si estuviese frente a un jurado en uno más de esos concursos donde se premia el sacrifico por esculpir un cuerpo "perfecto". Frente a ese juego narcisista, un par de alas surgen en su espalda, generándose así­ una relación con esos insectos que devienen preciosos dado su rareza, y terminan reposando en una vitrina donde el formol les conserva durante años. Tal reflexión se desprende de la obra de Cherrier, donde la desmesura se confronta a la fragilidad de la mariposa. Ya no es la metamorfósis de Gregorio Samsa, que se despierta transformado en un parásito, sino más bien la transformación radical y progresiva de un cuerpo humano que deviene, masa muscular y casi mostruosa; sin embargo tal transformación es enrarecida por la presencia de ese animal que siendo un gusano deviene un animal hermoso.

 

El artista, gracias al montaje fotográfico, nos muestra como su cuerpo mostruoso puede devenir algo fragil y hermoso a la vez, como el de la mariposa. En esta inversión radical, la belleza sigue siendo cuestionada y la fuerza y la brutalidad se amalgaman a la fragilidad. Al mismo tiempo, pone de manifiesto esa relación fundamental entre el animal y el ser humano, relación tan antigua como el hombre mismo que la historia del arte a puesto de manifiesto y que será consignado en lo que he denominado Pequeña historia de la animalidad: relación humano-animal dentro de la producción litetaria y artí­stica del siglo XX. Así­, Cherrier, hace parte de esa nueva generación de artistas que muestran este equilibrio perfecto: Oleg Kulik, Matew Barney, Oscar Salamanca, Renata Schussheim entre otros. En suma, una obra que une, de manera magistral el arte y la vida.

Parí­s, enero del 2007.

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