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NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XLV
Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.
Nicolás Boileau
Por Jesús I. Callejas
GALERIA
Ramiro, incansable sibarita, me ha invitado a la más reciente exhibición de un viejo amigo: un tipo melenudo, bohemio trasnochado. Con tal que no haya una de esas instalaciones me doy por satisfecho; sólo quiero salir a refrescarme un rato. Hay menos tumulto… y mejor vino y entremeses. Vamos pues. Envidio la jodedora ironía de Ramiro. Ahí llegan tres conocidos suyos: jamona con la cabeza enredada en trapos similares a toallas y mirada sultanesca -Te presento a la mejor escultora que hay en la actualidad-; gigante melenudo de dique torcido por labios -Excelente poeta-; y esmirriado mecenas con apéndice nasal de tucán y frente sudorosamente helada -Un hombre de infalible olfato para el talento-,hacia acá tendiendo manos que evado -recordé el remiso comportamiento de Amelia- diciendo Hola y largándome en busca de agua mineral con mucho hielo. Los recuerdo de mis viejos tiempos de tertulia y galerías, pero mucha gente me ha olvidado.
Coño, qué alivio produce a veces el anonimato… La vieja de exóticos aires es una mala caricatura de ninfómana que tiene fama de meterle zancadillas a cuanta rival juvenil se le atraviesa. Sí, todo juvenil culito debería estar proscrito en la gloriosa Bajagracia, parece transmitir mediante sus antenas resguardadas por la seda. El poeta es en realidad un proxeneta y cada vez que se emborracha se cree en trance místico, lo que no le impide beber a costa del que sea, teniendo en realidad más aspecto de adolescente con síndrome de Down que de iluminado.
El mecenas no es más que un estafador de pacotilla que le debe hasta a su propia familia. Un tipo que conozco y al que engañó prometiéndole la publicación de una novela lo buscó, pistola en mano, a través de la ciudad, pero para su fortuna nadie sabe dónde vive. Lógico: un buen timador no debe tener residencia permanente. Es la clave de su éxito. Trago la segunda píldora. Ramiro, ¿cómo es posible que puedas codearte con esta gentuza? Hombre, los saludo, les sigo la corriente y después mi memoria los borra. Sabes que no me gusta complicarme la vida y menos con esta clase de elemento.
Envidio la soltura con que los trata, casi manejándolos a través de control remoto. Les refrenda las mierdas que desean oír. Los vacilas, ¿no es así? Obvio, les doy gusto adulando su imbecilidad. Pues sí, pero el sólo tenerlos delante me enferma… Además, como siempre, caigo en la trampa del juicio… Qué aburrimiento me inflijo sin misericordia. ¿En qué estaba? Ah, sí. Siguen hablando mierdas. Es perturbador adjudicarle función utilitaria al arte. Todo arte autorizado es utilitario: nocivo o terapéutico según la ocasión.
¿Compromiso colectivo? No me interesa. Preconizo el individualismo más rabioso, pero sé que finjo, pues todavía necesito de la gente. La filosofía occidental no dejó de bombardearnos-la aberración de este yo es tal que escribí bombardearme- con las supuestas imágenes: los sentidos nos engañan, etc. Soy un ignaro; me es imposible entenderlo. No puedo asimilar la "representación" en Schopenhauer; no acabo de entender esa paradójica adhesión al idealismo platónico. Sin embargo, inagotable disfrute ofrecen sus elegantes disquisiciones sobre hinduismo y budismo y la deliciosa exuberancia de sus injurias, implacable flagelo sobre los estúpidos.
Bueno, ¿a qué viene esta monserga, y qué rayos sabes tú de filosofía? Me da la gana. ¿Le sucede algo?, indaga en pose caritativa la repelente madurona. Muevo negativamente la expresión. Permanezco, gracias al aturdimiento pastillero, sin identificar las voces: ni las de ellos ni las mías; los oigo hablar sin distinguir qué dice quién. Temo desvanecerme. Estupendo que la religión se siga separando abismalmente del estado, aunque no lo esté tanto como se cree.
La infame superchería desconoce épocas pero, y lo verán nuestros descendientes: la inexorable dialéctica la dará el espadazo final al oscurantismo. Pienso casi a punto de abrir la boca: Estoy en total desacuerdo; ante la irremediable putrefacción humana mientras más iglesias y templos por doquiera, mejor; ello disminuiría el índice de balas en nuestras cabezas. Es imposible vivir sin “fe”, señores; el "pueblo" es una fuerza que incitada se convierte en mortífera manada… Un momento.
Disculpe, salta el poeta; esa postura tan plácida y cínicamente clasista me parece inadmisible… ¿Por qué, señor? ¿Usted considera que todos somos iguales? Tenemos los mismos derechos, pero no los mismos privilegios. El tipo insiste: ¡Es un deber la combatividad; el arte, la literatura, las ideas requieren de confluencia hacia el compromiso! Comienzo a irritarme: ¿Sí? ¿El arte como herramienta militante? Por favor, ¿se quedó usted en la época de la contracultura? Sigue jodiendo: De lo contrario es un ramillete de estériles filigranas, de ociosidad decadente. Intervengo tratando de finalizar el tema: Hasta donde sé, y no sé mucho, las castas nos marcan desde el nacimiento en este mundo. El simple hecho de venir con una vocación, como la inevitable barra de pan debajo del brazo, estampan nuestra posición en el tablero.
Sonríen diplomáticamente todos y enseguida pasan a comentar acerca del único punto en que se ponen de acuerdo: los dividendos de sus obras y el infalible reconocimiento de los “especialistas”. Y, ¿usted qué opina?, rastrillan los decibeles del "poeta" con ánimos de seguir metiendo el dedo en la pústula. Arrepentido por haber asistido a la exhibición, consistente en unos cuantos pútridos cuadros desvaídos cuyo autor nunca llegó al evento, digo, oyéndome desde otro sitio: Disculpen, estaba pensando en Schopenhauer, al que me permito citar: "Una de las imperfecciones de la historia es que su musa, Clío, está tan completamente infectada por la mentira como una prostituta callejera por la sífilis." ¿Que qué opino?, y hago oficial un manotazo de brisa neurótica: Que por lo que se avizora un terremoto, o maremoto, se tragará todo para sumirnos en la fosa de lo aciago.
Los desastres naturales liquidarán a los aquí abajo repartidos como pulgas o seremos barridos a bombazos. Qué truculento es tu amigo, sonríe exhibiendo más lástima que ironía la sultana de fotonovela. Pues, sí, señora; al parecer todo esto van a deshacerlo y comenzarlo de nuevo; la cronología humana es un destripe alucinante. Los pobres roban y matan porque no tienen. Los que tienen hacen lo mismo porque quieren más. El hombre es un depredador diario: cuando no asesina o martiriza a su prójimo no le permite tregua con genocidios de envidias, aberrantes certámenes de vanidad, y su inconmensurable codicia me incita al vómito automático.
No soy anarquista ni fascista ni comunista. Me he ufanado de petulante monárquico constitucional en total disgusto contra el absolutismo, pero ya pasó, como la viruela. Las “tendencias” políticas no son más que disfraces para disfrazar lo hijo de puta que es el ser humano… Usted es un total escéptico, por lo que veo… Parece que así es; ya que no hay escape con las definiciones esa palabra me va bien. Soy ingenuo, ¿sabe? Me disculpo por ponerme tan sentencioso, pero no puedo evitarlo: mis rezagos moralistas. Ahora soy bipolar y punto; profesión y nacionalidad a la vez. Y estoy hasta el cogote de tantos "intelectuales transgresores".
Ni artistas ni intelectuales pueden cambiar un carajo los desatinos que sufrimos. No tengo auto y mi cuenta bancaria se fundamenta en un cheque mensual de ayuda suplementaria. Pensándolo un poco, sí, sí, estando aquí entre ustedes me siento en un prostíbulo de mala muerte. Resuena la furia del mecenas: ¡Le exijo una disculpa inmediata!, a lo que replico: Le ofrezco las disculpas que me solicite, señor, pero de nada valen: son la misma mierda. Ramiro me saca justo cuando el tipo hace un amago hacia mí. Rehúso volver a estas atrocidades de eventos; ni siquiera tengo estímulo para perseguir vinos y quesos, le comento frente a otra pared de la nívea galería.
No estuvo tan terrible, ¿qué te pareció el arte? Desastrosamente vulgar. Tu amigo, el tal Manolo es un chapucero… ¿Te parece? Sí, sí… No recuerdo cómo llegamos a este sitio; exclamo, viéndome frente a mí con exactitud de gestos. Dime algo. ¿Qué? ¿Estamos frente a un espejo? No, ¿por qué? Entonces la situación es peligrosa. No sólo me veo ahí sino además a todos los que se mueven de este lado. ¿Cómo? Sí, fíjate bien; ¿no te ves conversando aquí conmigo y haciendo lo mismo enfrente de nosotros? Para nada. Quizás presento un caso de bilocación. Siguen los doce tiburones bajo la altura de rascacielos de la cama. No puedo bajarme; debo saltar de un sofá al otro.
Los elefantes son sensibles: lloran a sus hijos idos y se retiran a esperar el final con dignidad. Conmovedor. Un brazo, después el otro; igual con las piernas. Ahora la cabeza se sumerge en la pantalla de la computadora. Quieren saquearme de mi identidad… Una muestra de compasión sería negar esta individualidad y aceptarme cual parte del "alma universal". ¿No dice el vaiseshika hindú que al convertirse en energía la materia retorna al principio superior? Calma, muchacho, que los fusibles amenazan con achicharrarse. La escultora, el poeta y el mecenas chocaron a bordo de una camioneta; iban tumefactos de cocaína y ron de la galería cuyo salón parecía estómago descomunal con la mierda a punto de estallarle. ¿Se mataron? ¿Quiénes? Porque este arte le está asesinando el gusto a la gente. No, me refiero a los tres conjurados estrellados vehicularmente. No supe más del incidente… Hace mucho que no hablo con Ramiro.
Continúa en el próximo número de la revista.
Capítulos anteriores:
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Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7174
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Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/
Fecha de Publicación: 01-21-2013
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Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) Estudiante de múltiples disciplinas -entre ellas historia universal, historia del arte, literatura, teatro, cine, música-, afortunadamente graduándose en ninguna al comprobar las deleznables manipulaciones del sistema educativo que le tocó sortear. Por ende: No bagaje académico. Autodidacta enfebrecido, y enfurecido; lector de neurótica disciplina; agnóstico aunque caiga dicho término en cómodo desuso; más joven a medida que envejece (y envejece rápido), no alineado con ideologías que no se basen en el humanismo. Fervoroso creyente en la aristocracia del espíritu, jamás en las que se compran con bolsillos sedientos de botín. Ha publicado, por su cuenta, ya que desconfía paranoico de los consorcios editoriales, los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). Reseñó cine para revistas impresas, entre ellas Lea y La casa del hada, y publicaciones digitales. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (2012) (novela); Desapuntes de un cinéfilo (2012-2013), que incluye, en cinco volúmenes, historia y reseñas sobre cine; Arenas residuales y demás partículas adversas (2014) y Los mosaicos del arbusto (2015), ambos de relatos, así como el primer volumen de la novela Los míos y los suyos (2015).