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DANZA COMUNITARIA
ENTREVISTA A AURELIA CHILLEMI
KINE 91
Hola me encontré con esta entrevista a Aurelia y considero que deberíamos saber acerca de
BAILARINES TODA LA VIDA
Bailarines Toda la Vida empezó con una convocatoria del Rectorado del IUNA, que proponía a los profesores presentar proyectos de extensión a la comunidad.
Fue entonces que Aurelia Chillemi presentó un taller coreográfico integrado afirmando que los espacios de desarrollo creativo mejoran la calidad de vida de las personas.
E hizo toda una fundamentación teórica en relación a la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, uno de sus temas de investigación. El proyecto fue aprobado, pero con la mitad del presupuesto porque aún no tenía el lugar donde realizarlo. Uno de los avales con que contó esa presentación fue el del Dr. Carlos Caruso, creador del Capítulo de Arte y Psiquiatría de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, al que se sumó Aurelia como psiquiatra y coreógrafa.
—En las Jornadas de primavera de la APA —nos cuenta Aurelia— presenté un trabajo, que articulaba una experiencia de hace más de treinta años (basada en yoga) y ésta de expresión corporal que estaba en proceso, aclarándole al público que no tenía el lugar donde realizarlo. Al terminar la Jornada, se acerca un médico psiquiatra artista plástico, Miguel Vayo, diciéndome que le parecía que tenía un lugar para el proyecto. Combinamos para visitar Grissinopoli (una fábrica recuperada); cuando vi la fábrica, dije de acá no me voy más. Y así fue. Era justo en el momento en el que se estaba legalizando la Cooperativa de Obreros, La Nueva Esperanza. Había entonces un Centro Cultural, que apoyaba a los obreros con exposiciones, escritores, etc. En ese contexto comenzamos con el taller. Éramos poquísimos, siete, ocho personas. Incluimos en las coreografía esas esculturas, esos cuadros, como desencadenantes del movimiento. Y con todos esos estímulos más elementos que tenían los obreros (por ejemplo un carro en el que se transportan bolsas), hicimos una composición, en un muy poquito tiempo. No puedo decir coreografía porque aún no estaba terminada. Se llamó “Las Manos del Trabajo”. Tenía que ver con la situación que habían atravesado los trabajadores en lo que fue la toma de la fábrica para llegar a recuperarla. Fue presentado en el cierre, en el mes de diciembre de 2002, y nunca más paró. Recuerdo que el subsidio era por ocho meses. Cuando se cumplieron seguí trabajando ad-honorem 2 ó 3 años porque me interesaba muchísimo ese proyecto, así como el del grupo Expresión de Buenos Aires, y Chinchiribela, hasta que mi carga horaria en el IUNA fue derivada a esta actividad de extensión universitaria.
Bailarines toda la vida
La gente empezó a acercarse por el boca a boca. Vecinas, novios… Se fue haciendo una red, empezó a ser un semillero también en el IUNA, en el Departamento de Artes del Movimiento. Muchos alumnos pasaron, algunos siguen. Creo que es una experiencia valiosísima en lo que la Universidad llama ahora Arte y Servicio. Es tomar contacto con otras áreas, con un paradigma diferente en relación a la Danza. Creo que esto se puede trabajar específicamente desde la Expresión Corporal, mucho más que desde modalidades de danza más formales, codificadas...
De todos modos tuve que aprender mucho para hacer esto que hago. No tenía pares con quienes consultar. Había momentos en que sentía que se me iba de las manos, no sabía si estaba bien o mal lo que hacía… Y fue creciendo mucho. Hoy son más o menos cincuenta personas en el elenco. Aunque, nunca están las cincuenta. Hay gente que vá, que viene. Es un elenco totalmente fluctuante: nunca están los que yo supongo que van a estar. Para mí cada ensayo y cada función es todo un desafío y una sorpresa. Todo el tiempo es volver a empezar.
Me ha pasado trabajar un viernes con treinta y cinco personas, tratando de pulir una coreografía, hacer todo un proceso creativo, definir lugares y movimientos, e irme muy contenta. Y cuando vuelvo el viernes siguiente de esos treinta y cinco hay diez, y otros tantos que vinieron que no habían estado la semana anterior.
Esto me generó conflictos con algunos integrantes del grupo, especialmente con gente que viene con otra formación. Y me tuve que consolar a mí misma y consolarlos a ellos diciéndoles que no se tenían que sentir sólo como formando parte de un elenco sino de un proyecto social. Aunque, quiero aclarar que en la Danza Comunitaria, no se resigna el nivel artístico, puede haber una creencia de que porque es comunitario no es importante el nivel artístico y se perdonan las desprolijidades. No es así. Trabajamos intensamente en eso. En cada encuentro yo doy una clase de nivelación, luego hacemos una ronda para ver qué pasó, después seguimos con el ensayo de obra y luego otra ronda para ver cómo participan ellos con sus ideas, con sus emociones. Yo tenía idea de un taller coreográfico integrado, con personas que fueran bailarines o estudiantes y gente que no viniera de la danza, y de diversas edades. Pero, donde siempre vienen las mismas personas. Nunca pensé que iba a ser tan móvil.
Por suerte hay todo un grupo de trabajo y de investigadores en Arte Comunitario, que cuando detectaron este proyecto me empezaron a invitar a Jornadas, a Congresos, y empecé a compartir en esas mesas de trabajo con gente de Teatro Comunitario. Ahí me alivié un poco. Me dí cuenta que es la misma estructura. Exactamente esto que me pasa en la Danza pasa en el Teatro, donde se incluyen los vecinos, donde la construcción es participativa, donde los grupos son móviles.
Ahora los integrantes son tantos que a veces ni yo me doy cuenta que me está faltando alguien para cubrir un rol, alguien sale y lo cubre. Salen a la palestra y lo solucionan. Por eso yo digo que la obra es una obra viva, que sigue creciendo y desarrollándose. Que no le pertenece a las personas, le pertenece al grupo. Esa misma obra la siguen otras personas que se van apropiando de sus roles y los reelaboran y todo se va resignificando en esa construcción comunitaria.
Arte comunitario
Patricios Unidos De Pie, es un grupo de Teatro Comunitario del pueblo de Patricios que está muy cerca de Nueve de Julio. Es un pueblo que “perdió el tren”, como tantos pueblos. Un pueblo de ferroviarios, de manera que al perderlo entran en una depresión terrible, y de seis mil personas quedaron seiscientas. La gente joven se fue, ellos perdieron la fuente de trabajo. Entonces Alejandra Aróstegui y Mabel Ayes (“Bicho”), que es una médica pediatra de allí, tomaron conocimiento del Teatro Comunitario, y entendieron que algo así le estaba haciendo falta al pueblo para levantarlos un poco.
Vinieron a Capital, tomaron clases con Ricardo Talento y Ademar Bianchi –pioneros del Teatro Comunitario- y empezaron a reunir a los vecinos en la estación del tren de Patricios.
Ahí empezó a recomponerse la historia del pueblo y construyeron su primera obra, después hicieron otras, y ese grupo sigue en pie. Le dio un impulso importantísimo primero a la gente de generar un proyecto, algo por lo cual seguir adelante, luego reciclaron la estación, porque se convirtió en su lugar de ensayo. Y cada vez que se hacían los encuentros de Teatro Comunitario el punto de encuentro era el pueblo de Patricios. Entonces ahí ellos podían vender su comida, ganar dinero alojando a la gente… Se llena de turistas del país y extranjeros.
A mí me asombró la cantidad de gente interesada en esta movida. Yo fui con los tres elencos. Hicimos el infantil, lo de Bailarines, y lo del grupo Expresión en el Club Patricios, y ellos hicieron una obra en la calle y otra en la estación.
Fue un encuentro de dos días muy intensos donde ellos nos dieron a nosotros el Taller de Teatro Comunitario y yo les di el de Danza Comunitaria.
Y ahora volvimos para el 27 y 28 de Marzo, Centenario del pueblo de Patricios. Fue otro encuentro maravilloso.
La gente de Patricios me conectó con Ricardo Talento. Y, efectivamente, yo sentí que fue un apoyo impresionante que nos dieron: nos incluyeron el año pasado en el 7mo. Encuentro Nacional de Teatro Comunitario. Di un taller de Danza Comunitaria, en el Circuito Cultural Barracas, donde está Ricardo. Y él y Ademar Bianchi vinieron también a la fábrica a dar una charla entusiasmadora para los vecinos.
Danza comunitaria
No es lo mismo hacer trabajo social desde la Danza que hacer Danza Comunitaria. Con el otro elenco, Chinchiribela, se hace trabajo social porque es un trabajo artístico, de danza, que está dirigido a una población, en este caso, a los niños que están en situación de exclusión social.
El grupo Expresión de Buenos Aires, ahora está en un voluntariado que va a ir a las escuelas Secundarias, llevando la Expresión Corporal allí. Esto es trabajo social desde la Danza, es para una población específica.
La Danza Comunitaria, en cambio, está abierta a todos, para que participen activamente. En el grupo hay personas de todas las edades, recuerdo una señora que llegó con bastón (que ya lo pudo dejar), hay niños, mucha gente de otras nacionalidades. También vienen estudiantes que están haciendo intercambio por ejemplo de Europa, que fueron a hacer algún curso al IUNA y se enteraron y vinieron a la fábrica. Están en el grupo durante los meses que están acá, después se van. Hay muchos latinoamericanos.
Y también en cuanto a la formación, no sólo hay gente que viene de la Danza, hay gente del barrio, hay quien tiene trabajos provisorios o que viene de la Villa. El grupo es muy heterogéneo. Y a mí me importa que sea así. Esto es un espacio cultural, de desarrollo personal, comunitario, y donde lo importante es que toda esa diferencia genera una red. Una red de soporte mutuo donde uno sostiene al otro. Es impresionante lo que la gente más simple enseña y el estímulo que recibe de gente que tiene tal vez un área cultural más desarrollada.
Incluso muchos que empezaron en el taller de la fábrica, ahora son alumnos del Iuna. Es un semillero. Mi gran orgullo es uno de los chicos que vino sin ningún conocimiento de Danza, encontró su vocación, con 25 años había abandonado su Secundario y ni idea tenía de continuarlo. Este año se graduó y ya está inscripto en el Ingreso para la carrera de Expresión Corporal.
Acá circula amor, es una experiencia muy particular. Llega alguien de afuera y se siente abrazado dentro del grupo. El grupo tiene estas características, incluir al que viene de afuera. Muchas veces escucho al final, que esta gente agradece al grupo por haberlo recibido tan bien, y pienso que siempre tendría que ser así. Se agradece algo que tendría que ser lo normal. Viene alguien que no conoce al grupo, lo que hacemos, con el susto de ser nuevo, ¿y encima lo vas a excluir?...
La obra
Forma parte del proyecto que las obras tengan un contenido en relación a los derechos humanos. Esto es un vector fundamental del trabajo y por otro lado, en la fábrica, desde ya, el contexto determina. El que se queda realmente asume un compromiso social.
No viene cualquiera, hay quien viene, toca y se va. Los que quedan realmente tienen una disponibilidad interna y una conciencia muy diferente. Y sobre esa conciencia primigenia es que hay que seguir cultivando. El hecho de trabajar con este tipo de temática, a ellos les sigue abriendo su cabeza y su compromiso.
Es una fábrica de grisines. Y allí se “fabrican” muchas cosas.
Hace unos años organicé un ciclo que se llamaba “Amasando Danzas” con el elenco de Bailarines toda la Vida, con invitados maestros de la Danza (Jorgelina Martínez D’Ors, Paulina Ossona, y la participación de Iris Scaccheri con sus obras). Y se bailaba en ese contexto, en la fábrica.
Después cuando sucedió el incendio de Cromagnon, no pudimos seguir con eso. Porque la fábrica no cubría las necesidades de un Centro Cultural (escaleras, baños) y como ciclo no lo pudimos seguir.
A veces surge una idea coreográfica del grupo o de mí, y durante el proceso la idea o
iginal se puede transformar en otra cosa. Esto es lo que pasó con “La Oscuridad” por ejemplo Yo llevé un tema que era el poder. Y empecé a trabajarlo desde algo muy básico, traslados en diferentes niveles. Un grupo en nivel bajo, otro en nivel medio, y otro en alto (¿Cómo se siente el de abajo mirando al de arriba, cómo mira el de arriba al de abajo, qué pasa cuando hay un cambio?)
Para esa época me invitaron al Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos de Madres de Plaza de Mayo. Le comunico al elenco que me gustaría que fuéramos como grupo y les pregunté qué les parecía si llevábamos esto como una obra en proceso y que participara el público. Se entusiasmaron y empezaron a asociar con los derechos de la gente, con los reclamos, comenzó a cargarse la obra de otros contenidos. Con todo eso efervescente fuimos al Congreso de Madres, participó el público y fue increíble.
La gente del público se identificó con lo que nosotros estábamos proponiendo en el movimiento. Por ejemplo nos vio una joven de ascendencia africana que se conectó con la situación de esclavitud y el padecimiento de sus ancestros.
Mucha estructura coreográfica de lo que sucedió la tomé, y después lo seguí reelaborando. En definitiva la obra fue dedicada a los desaparecidos durante la dictadura militar. Y sobre eso es que seguimos trabajando. Hubo todo un proceso, porque esa no era la primera idea.
Cómo se va cargando de contenido tiene que ver con un proceso de elaboración, que no es sólo desde el movimiento, sino también desde lo cognitivo, las asociaciones, desde la participación de la gente y desde la coordinación. Otro montón de cosas se mueven y se hacen más conscientes.
Estuvimos también en el ex Olimpo (ex centro de detención). Hasta entonces todo se hacía afuera de ese espacio. Al principio no podíamos entrar, fue muy fuerte… De a poquito fuimos ingresando y terminó rebalsando de gente.
Ese era el lugar para bailar esa obra, por lo que le pasó al elenco, lo que le pasaba al público, al músico que cantaba y se le quebraba la voz… Dedicar un domingo a esto es duro, el impacto te queda en la semana, pero creo que hay que hacerlo. Para que ahora no hagan ahí un Shopping. Tiene que ser un lugar donde se produzcan bienes culturales. Y una manera de colaborar es con estas intervenciones, cada uno con su granito de arena…
Una de las personas investigadoras en Teatro Comunitario es Adolfo Cabanchik. A él le interesó mucho “La Oscuridad” y el año pasado me propuso hacer un videodanza. Este año lo hicimos. La obra se desestructuró totalmente, porque al hacerla en otros espacios había que hacer cosas distintas. Había que inventar otra cosa y en poco tiempo, además.
La colaboración y el compromiso de los bailarines fue increíble. Juntaron todas las ganas, el conocimiento y la comunicación para que saliera bien.
Y nos invitó Silvina Sperling, quien coordina el Festival Internacional de Videodanza, que se hizo en el Centro Cultural Recoleta.
Ella propuso la muestra de la obra, y una residencia que se llamó Cinco Miradas sobre otra obra que a ella le interesaba “Los Niños del Hambre”. Cada videasta tenía que hacer su propia mirada sobre la obra. Como la misma tenía justamente cinco momentos, bajo la coordinación de Adolfo Cabanchik decidieron entre ellos qué fragmento tomaba cada uno. Quedó algo hermoso y aprendimos muchísimo.
Para más datos de las obras y sus contenidos se puede consultar al siguiente blog:
bailarines-tlv.blogspot.com
Proyección
En el blog también se pueden ver fotografías de lo que pasó en Paraguay: Donde tuvimos una experiencia interesantísima. Lo mismo en Catamarca. Y ha surgido el proyecto de organizar una formación en España. Europa también necesita estos lazos reparadores que se pueden establecer a partir del arte comunitario.
Personalmente, creo que encontré mi canal de expresión para trabajar artísticamente y desde lo social. Siempre en mí estuvo el tema pero no definido en un proyecto, sino desde mis obras particulares. Y finalmente me fui definiendo. El día que ingresé a la fábrica marcó un antes y un después…
Siempre estuvo la inquietud, pero yo no tenía el canal, tampoco el apoyo, toda esta gente maravillosa que viene trabajando en la Gestión e Investigación en Arte Comunitario que me dice que soy una gestora cultural. Diría que me encontré inmersa en otro mundo donde hay mayor soporte, mayor acompañamiento. Y eso ayuda, porque si no uno se siente muy solo.
Artísticamente siempre me sentí como sapo de otro pozo. A mí nunca me pudieron encuadrar. Yo no tenía el Código de la Danza Contemporánea. Tampoco era clásica, aunque sí tenía formación. Y en aquellos años parecía que si tenías técnica en tu cuerpo no eras de Expresión Corporal.
Siempre fui un poco paria artísticamente. Ahora que estoy más allá de, me rescatan. Y gente del mundo de la Danza se entera de que existe Aurelia Chillemi. En buena hora. Yo lo disfruto. Hice una carrera con mucha soledad. Mi gran soporte fue Iris Scaccheri, quien me llamó “su amiga en la Danza”, que rescató de mi trabajo que, siendo algo absolutamente novedoso, no la copiaba. Y me fue a ver siempre… Que ella reconociera mi trabajo y me acompañara podía obviar otras ausencias. Y eso se convirtió en un gran soporte para mí…
Aurelia Chillemi es bailarina, coreógrafa, Lic. en Artes del Movimiento, Lic. en Psicología, danza terapeuta, presidenta del Centro de Investigación y Experimentación de la Danza.
El taller Bailarines toda la vida es abierto a toda a la comunidad y se ofrece en forma gratuita los viernes de 18 a 20:30 hs. En Grissinopoli, Charlone 55, CABA, Argentina.
https://www.youtube.com/watch?v=3G1i2IRjfKI&feature=youtu.be
Además realizan trabajos para no olvidar
FUNDAMENTAL
Vicky Larraín