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NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XXV
Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.
Nicolás Boileau
Por Jesús I. Callejas
CRISIS
En la consulta del psiquiatra vi y escuché discutir violentamente a un barbudo asirio y a un enano cartaginés que habían sido sometidos a electrochoques. Interesante: aseguraron haber notado una creciente mejoría al manejar complicadas zonas de recuerdos. Raro: Cuando el barbudo sentó al enano sobre sus rodillas, asemejando un ventrílocuo con su muñeco, y comenzaron a discutirse derechos sobre un juego de tarot criollo, cuatro enfermeros tomaron rápida acción colocándolos en habitaciones diferentes. ¡Alarmante! Tres semanas sin bañarme: uñas ennegrecidas -catastrófico: me asquean mis propias manos-, el sudor agrio como yogurt, el cabello tan grasiento que los dedos se colocaron peluquitas de brillo.
Aparece, sin ser convocada, una jefa de embarque con quien trabajé en un almacén de libros. Al recibir una orden de despacho de manos de una oficinista de zonza cabellera comentó cuando se alejaba: Tiene tanta grasa en la pelambrera que la puede exprimir sobre una sartén y freír los tostones en ella. La lúbrica vieja -bembona, cabello corto teñido de melocotón, con menos afición por los tostones que por el plátano macho, exageradísima protuberancia a estribor y escaso frontispicio-, fue descubierta ejecutándole felación a un camionero tras la carga bajada de su rastra y ambos fueron despedidos. A esta altura deben estar más que retirados, invernados; las mamadoras bocas a nivel de torcida parcela. Los labios de esa mujer, dignos de una talla polinesia, no se aleja... ¡Cuidado con la bragueta perseguida por aerodinámica dentadura! Baño: torrentes de agua tibia con jabón, estropajo, recorte y cepillo en las uñas; duchazo frío al final. La vida no es tan mala; hoy tienes aspecto reposado.
Pulcro y perfumado, asomé al jardín del edificio; afronté a la gente después de un mes en cuarentena. Muchos son incapacitados como yo; la mayoría ancianos; los menos, anormales eficaces que no joden, excepto cuando, perseverantes, se dedican a pedir algunos centavos para comprar café. Respondo a todos con infalible premura: Tuve una fuerte gripe y no quise contagiar a las demás personas. Sí, los recuerdos se me antojan vividos por otros.
Me pregunto humildemente: ¿Qué de saludable para el bien del estado podemos esperar de una sociedad policiaco-represiva que estimula histéricamente el culto a la personalidad de un dictanosaurio psicópata y en la que cada miembro de una turba de borregos es potencial espía más por resentimiento que por virtudes ciudadanas? Y girando la moneda, ¿qué esperar de una sociedad (hermana de la otra con diferentes afeites) que, desaforada, promueve el éxito mercantil a niveles de virtud nacional, incita a su infancia a la usura y le hace creer a las damas que sus mejores amigos son los diamantes, los perfumes y coleccionar zapatos? Estoy escribiendo el texto en mi cabeza frente a dos viejos amigos, también retirados por incapacidad mental: el cepillado Fernando (ex oficinista de Bienes raíces) y el encrespado Josué (ex vendedor de seguros), sobrevivientes de lejanos tiempos de bohemia, respectivamente ansioso y depresivo.
El collage sienta credenciales. Mientras esputo sin saber qué rayos digo, la cabeza de Josué se traslada hacia la cocina para hurgar cerveza en una nevera de botellas de vino y latas de cervezas repleta. ¡La nevera abierta, intachable mural de Gustav Klimt! ¡Textura enjoyada, procaz caleidoscopio! El cuerpo sentado de Fernando pasea con vaso por el resto de la habitación sin abandonar la silla. Ingentes cabezas saqueadas a Giorgio de Chirico, durante su fulminante idilio con Medusa, y en delirio cubista reverberando soplos. Levitamos los tres hacia la nevera en busca de salami, pan, queso, vinos y cervezas. Señores, hace años que no bebo licor. Debo ir con cuidado; flotar sin apuro. Hago ronda alrededor del mobiliario: las testas chocan provocando rajaduras.
Un edificio demolido; estruendo resonándome talones. Estoy alerta al oír botellas de cerveza y vino emitir dulces voces al entrechocar: ¡Escuchemos! Como exclamara Drácula ante el tangencial foco lobuno, himnos prodigiosamente aullantes: Son las criaturas de la noche. ¡Qué hermosa música ejecutan! Tosió la música desde mi lejano interior; fue poético, es decir, en su apacible alcance tradicional, y avizoré velamen al rescate. Botella inmensa en su naufragio... No botella de licor, sino un ¡gigantesco frasco de píldoras! Se hunde, se hunde entre remolinos de cercanía inaccesible; la proa, inconmensurable.
Mi reencuentro con el licor no ha sido lo que yo esperaba, ni en lo emocional ni en lo fisiológico. En mi juventud fui más un neófito ebrio y, sobre todo, deshonesto, que beodo de alta categoría. El hombre íntegro no bebe para embotarse o para rebelarse ante los valores de una civilización despreciable, sino por el placer de homenajear sus sentidos como preámbulo a la sintonía con los elementos cósmicos. Es tal el auténtico, e incorruptible voto chamánico, la pureza del manifiesto pagano. Yo era el típico borrachín patético que se creía transmutado de Jekyll en Hyde, logrando cuales máximas hazañas pellizcar juguetones culos de gordas desprevenidas, o intentar sabotear a gritos destemplados algún que otro recital de poesía atroz, de los miles que asolan la ciudad enlutada sin respeto por sus anuales estaciones.
Actualmente, el licor es para mí una ex amante a la que se observa partir nostálgico mientras coquetea con otros en la longitud del camino. La dejo marchar sin remordimientos. La botella me desertó cuando provocaba más estulticia que disfrute estético y más dolencias físicas que destreza sensorial. Con mi modesto currículum etílico es suficiente. Claro, que si apareciera una pipa de opio similar a las del abogado no me atrevería a rechazarla. Lejos está mi intención de creerme virtuoso. Pero ello es, si no imposible, remoto, y me desagrada complicarme. Bendita vagancia. La depresión cuenta con el sueño como perfecto aliado.
Llevo semanas bañándome a diario. Sentado en el sofá, idéntico al paciente en el umbral de la consulta, percibo que el cuerpo dorado, verde en cazuela acuosa, provocó potaje. Parió el grano granitos de acné ¿diverso? para desde entonces fraguar pulposa arena, copos salivosos, ardor tiroico (¿sonaría epopéyico?). Doctor, es desconcertante: carezco de precisión en lo concerniente a mi pasado; percibo una desintegración peor... Te veo mal, dice a quemarropa el psiquiatra; ¿sigues el tratamiento según lo indicado? Por supuesto, doctor, lo sigo al pie de la página, perdón, de la letra. ¿Estás tomando las píldoras exactamente tal y como te las receto? Sí… No las estarás mezclando con alcohol, ¿verdad que no? No, nunca... Sigo el sistema de "pilulas" sin decirle que la borrachera de licor es tan buena o tan mala como cualquier otra. ¿Usted es diabético? No. ¿Cardiaco? No. ¿Padece o ha padecido de alguna enfermedad sexualmente contagiosa? Jamás. ¿Con qué frecuencia se pajea? Nula. ¿Le gustan las caricaturas? A veces. ¿Los animados? Mucho. ¿Europa o Disneylandia? Europa, pero con Zeman y Jiri Tranka aislados… ¿El Caribe? ¡Vade retro! ¿Alergias? Sólo semánticas, señor. ¿Misantropía? Básicamente. ¿Elitismo? Mucho. Vaya, vaya… ¿Sodoma o Gomorra? Ninguna, ni siquiera separadas por noventa millas de corazón sifilítico.
El comentario le puede costar una considerable demanda en esta ciudad… El patriotismo se tasa en metálico. Y en la isleta castrando los derechos individuales. A propósito, ¿tienen que preguntar tal sarta de idioteces para despachar una simple píldora? Si no le gusta, lárguese a otro establecimiento. Vivimos en democracia; nadie lo retiene. Inútil; ustedes son los mismos con diferente careta en todas partes…Va aprendiendo el A B C. ¿Mesa o barra? Mesa. Pase por acá y mucho cuidado al caminar sobre la avenida de huevos. Coño, tengo que mudarme a otro país-farmacia.
Continúa en el próximo número de la revista.
Capítulos anteriores:
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7153
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7174
Capítulo III en: http://revista.escaner.cl/node/7231
Capítulo IV en: http://revista.escaner.cl/node/7294
Capítulo V en: http://revista.escaner.cl/node/7314
Capítulo VI en: http://revista.escaner.cl/node/7356
Capítulo VII en: http://revista.escaner.cl/node/7393
Capítulo VIII en: http://revista.escaner.cl/node/7432
Capítulo XIX en: http://revista.escaner.cl/node/7472
Capítulo X en: http://revista.escaner.cl/node/7490
Capítulo XI en: http://revista.escaner.cl/node/7526
Capítulo XII en: http://revista.escaner.cl/node/7557
Capítulo XIII en: http://revista.escaner.cl/node/7581
Capítulo XIV en: http://revista.escaner.cl/node/7615
Capítulo XV en: http://revista.escaner.cl/node/7632
Capítulo XVI en: http://revista.escaner.cl/node/7667
Capítulo XVII en: http://revista.escaner.cl/node/7690
Capítulo XVIII en: http://revista.escaner.cl/node/7712
Capítulo XIX en: http://revista.escaner.cl/node/7739
Capítulo XX en: http://revista.escaner.cl/node/7760
Capítulo XXI en: http://revista.escaner.cl/node/7785
Capítulo XXII en: http://revista.escaner.cl/node/7813
Capítulo XXIII en: http://www.revista.escaner.cl/node/7842
Capítulo XXIV en: http://www.revista.escaner.cl/node/7859
Fuente de la imagen: Flikr, imagen de dominio público.
Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/
Fecha de Publicación: 01-21-2013
@copyright Prohibida su copia sin la autorización del autor.
http://www.bookrix.com/-jesusicallejas
Email sibaritamito@gmail.com
Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas locales como Lea y La casa del hada, así como para otras publicaciones. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (novela) y Desapuntes de un cinéfilo (2012), que consta de reseñas y elementos de la historia del cine. Callejas es descendiente de Manuel Curros Enríquez, junto a Rosalía de Castro, el mejor poeta de lengua gallega.