Responder al comentario
Fotografía de Michel Parra Montesinos, 2013
Lo indeleble, a propósito del proyecto Manchas de Jorge
Restrepo y sus colegas.
Johan Mijail
El cuerpo me palpita, se me vuelve un vehículo que transporta emociones y sonrisas, que transporta al mismo cuerpo por varias avenidas, por diferentes momentos. El cuerpo se transforma en detención, el cuero se transforma en dolor, en detención y luego en dolor, en dolor y luego en detención ¿por qué siempre nos negamos a tomar ese vehículo? ¿Por qué preferimos no ir? Hay miles de fronteras siempre presentes, todavía, por eso el dolor que tengo en mi cuerpo, por eso me palpita el cuerpo. ¿Qué tenemos en frente? ¿Qué tenemos sobre y dentro del papel blanco? ¿Qué significa hacer manchas? Es lo que
intentaremos dilucidar en este ejercicio escritural, que me he propuesto crear para Jorge Restrepo, un amigo colombiano que conocí en el mes de septiembre de este año en una lejana ciudad del sur del Chile, llamada Mulchén, en el marco de un festival internacional de performance.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Antes he escrito una metáfora que pregunta por qué no nos subimos al vehículo, lo hago con la intención de jugar hasta llegar a una nueva pregunta, que no es juego, incluso es muy seria: ¿por qué le tememos al arte contemporáneo? Páginas, miles de páginas se han escrito al respecto y no quiero escribir más, pues hemos venido a hablar de manchas, del proyecto Manchas de Restrepo y de sus colegas artistasi. Entonces ¿qué es una mancha?
Cuando el festival terminó, Restrepo promovió un taller en Santiago. Ahí estuve, junto con otros artistas, manchando. El arte de la experiencia. El arte de ver qué nos ocurre en el proceso. El arte de búsqueda de nuevas pedagogías. El arte de recordar que no estaba únicamente manchando el pedazo de papel, sino que estaba ante una cantidad enorme de otros sucesos, que me relacionaba con el gesto mismo de verter la pintura sobre el papel, con la acción misma de recordar que todos tenemos sobre nuestros procesos individuales de vida manchas indelebles, manchas dispuestas a ser tomadas y arrojadas a algún sitio, donde puedan ser manchas y otras cosas, como por ejemplo un punto de reflexión sobre el acontecimiento mismo de manchar.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Manchar es una acción, que podría parecer escolar, un acontecimiento que podría hacer cualquier persona que disponga de la materialidad para hacerlo. Bastarán, pintura y papel,
bastará un poco de disposición. Pero también se requerirá un cuerpo, uno que sienta dolor. Para poder lograr descifrar lo que connota hacer una mancha, hay que tener dolor en el hígado, en el corazón, en las piernas, debe dolerte todo. Hay que tener dolor en todo el cuerpo. Dolor en el deseo. Dolor en las entrañas, pues sólo así será posible abrir los ojos en este andar fatuo continuamente ante lo que ocurre, a esta falta de preocupación por admitir la complejidad en lo cotidiano.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Luego, lo que nos queda es abrir las puertas, las ventanas, abrir todo lo posible, abrir la mente, pues el sujeto pensante no mira el mundo desde afuera, lo mira y lo vive, lo mira y lo reflexiona, lo mira y lo critica. Miremos, entonces, con todo abierto. ¿Qué importancia tiene mirar? ¿Qué ocurre cuando más de una persona mira lo mismo? ¿Cómo la mirada influencia las nociones hegemónicas del arte? ¿Puede existir arte sin mirada? Esta y
muchísimas otras preguntas se nos presentan y es que siempre escribo desde una profunda pero latente escena primitiva en el arte, yo no sé si está bien o mal lo que miro como arte o si me gusta o no me gusta; pues las afirmaciones últimas me las niego siempre. No se hace arte para que guste o no guste. Honestamente estoy siempre en suspenso pero es un suspenso que no ofrece excitación alguna, que no es intenso; es un suspenso más bien de la neutralización y de la anulación.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Pero no me atrevería a decir que tiro todo por la borda y no continúo este ejercicio escritural, pues no estaría cumpliendo el objetivo primero. Es por ello, que acudiré a valorar el proyecto Mancha desde las aperturas que brinda como búsqueda pedagógica. Esta idea de Restrepo de producir manchas -idea que se ha enriquecido con los demás partícipes del proyecto-, yo sé que no tiene que ver, ni con obtener una obra de arte y colgarla en un muro, ni con pretender la satisfacción egocéntrica que devenga más nihilismo del que existe en el arte. Sé que a Restrepo le interesa, profundamente, dar a entender que es necesario pensar el arte desde otras posibilidades, pensar el arte desde una amplitud que permita trascendencia. Le interesa hacer notar la gran cantidad de debates que pueden hacerse al introducir la reflexión del proceso artístico.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Restrepo plantea que es necesario soltar los globos que habíamos sostenido en nuestras manos con tanta fuerza. Cuando estuve en el taller, recuerdo las emociones de los demás participantes, recuerdo a uno de ellos con la cara llena de pintura roja, también tenía los dientes llenos de pintura roja, y la ropa, la pared también tenía pintura roja, y sé que algunos dirían que acababa de ocurrir un accidente, y no, la cara de satisfacción de Restrepo era notable, pues ahí hablamos de la importancia performativa del acontecimiento. Lo que había ocurrido no era un error. Lo que había ocurrido era performance, pues ahí no había un acto representativo, ahí había vida, ahí había un acontecimiento que no podría remitirse a ningún acto anterior. Ahí estaba el éxito. La mancha resultó espontanea, sin intención de ser mancha.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Ahí, entonces, no resbaló únicamente el frasco que contenía la pintura roja, ahí resbaló cualquier intento de clasificar el acontecimiento performativo a un género fijo o a un problema estético preciso. Como se hace con las prácticas artística clásicas. Donde lo figurativo difícilmente abre la posibilidad de generar contextos dialogantes.
Nos debemos situar en un no lugar para poder entender lo que está ocurriendo en este proyecto. “Una mancha es una señal que una cosa hace en un cuerpo, ensuciándolo o echándolo a perder”, es por ello que hablo del dolor cuando me refiero al cuerpo con una mancha, y es por su trascendencia. Imaginemos una de esas manchas que vienen con uno desde el nacimiento, una enorme mancha en pleno rostro ¿qué ocurre con ese cuerpo en un contexto normalizado? Imaginemos una mancha después de un accidente. Imaginemos las irrupciones que producen las acciones, netamente contemporáneas en la narrativa oficial del arte, donde no hay objeto que vender, donde el resultado es un abismo o camino múltiple de posibles miradas e interpretaciones. Es por ello, que he dicho que para lograr hacer manchas debe dolerte el hígado, el corazón, las piernas, que debe dolerte todo.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Recuerdo a Mauricio Barría cuando se preguntaba en su ensayo “la intensidad de la falla”:
¿parecería entonces una inútil y retrograda pedantería, preguntarse una vez más por aquello que sucedería en una performance? ¿También parecería una inútil y retrograda pedantería preguntarse qué vemos en la mancha? ¿Qué miramos en ella? ¿Qué deberíamos sentir? Nos continua diciendo Barría que tal vez el problema es desde dónde interrogamos un objeto determinado o cómo lo interrogamos. Definir no es siempre confirmar. Definir es también tomar posición. Y justamente, esto casi siempre ocurre cuando se ve arte contemporáneo, acudimos como bestias al bosque para ver desde los antiguos rigores y problemas de la estética. Yo rescataría del proyecto su intención pedagógica, reitero.
Apuntes finales
Hace algunos días comentaba con alguien que habíamos superado la era de la representación, que ningún acontecimiento podía ya remitirse a un acontecimiento posterior. Que lo de hoy, en el arte, escapa de cualquier posibilidad de mirar desde el referente, desde el bodegón. Ahora arribamos a otras complejidades, otras formas de generar relaciones sociales. ¿Acaso cuando Restrepo insiste en otros como parte de su obra no está generando nuevas relaciones? Pues sí, nuevas y más complejas relaciones, pues se escapa de ese sentido de la pertenencia del trabajo que siempre arropó al artista. Cuando se va por ejemplo, a un colegio en Mulchén, donde lo conocí, a generar un trabajo artístico lo hace con el fin de contextualizar su deseo, de ver en el otro no una audiencia sino una posibilidad que desde el diálogo permita construir un trabajo. Así como la observación participante lo hace en procesos de investigación cualitativa en las Ciencias Sociales, Restrepo acude a un tipo de observación en su proyecto Mancha, que tiene que ver, insisto, en generar comunicación con el contexto que interviene. Además, valoraría los datos e informaciones que va ofreciendo a sus co-creadores. Comunicación, innovación, trabajo en equipo, experiencia ante lo nuevo, apertura al cambio son las intenciones que espera generar Restrepo en este proceso de trabajo.
Comunicación al general diálogo.
Innovación al construir algo nuevo.
Trabajo en equipo al hacer uso de co-creadores del trabajo.
Experiencia ante lo nuevo al permitir a “no artistas” estar dentro del arte.
Apertura al cambio al proponer nuevas formas de ser y hacer.
Foto de Michel Parra Montesinos, 2013
Es increíble lo que me produce la escritura, si antes estaba adolorido, al ir terminando este ejercicio ante el proyecto Mancha de Restrepo y sus amigos, se me han calmado las quejas, y no sé si porque he decidido pararme de la silla donde estaba, para poder continuar o porque me llena de esperanza ante tanta oscuridad lo que vienen haciendo estos amigos. Manchemos, seamos manchas, seamos lo que queramos, pero ojalá que Restrepo siga insistiendo desde aquí.
Santiago de Chile, noviembre de 2013
(Johan Mijail es un periodista, escritor y performer dominicano).
i Un proyecto que ha adelantado Jorge Restrepo en equipo con Amadeus Alessandro Longas, Andrés Mauricio Rojas, Gabriel Montero, Christine Brault, Constanza Leal, Marcela Rosen, Ricardo Castro Guerra, Martín Gubbins, Andrés C. Henríquez Ramírez, Gabriela Barrera Leiva, Eduardo Fuentes Barra, Cristián Gatica Barra con fundamentación científica de Jorge E. Restrepo.