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EL POETA DE LA TINTA DE ESTERTOR
Attila József
Desde Chile, Alvaro Oliva
Los cielos de Europa Oriental han sido, desde el siglo XX, mudos testigos de las aberraciones humanas más graves del supuesto pueblo civilizado. Revoluciones, fascismo y hambre han atacado a los sufridos pueblos que hasta el día de hoy cargan con ese gen de fatalidad y carencia. Hungría, Rumania y Rusia son algunas de las naciones que por décadas han soportado lo siniestro.
No sólo la infernal nieve boreal ha curtido la piel de las criaturas humanas que a través del sorteo del destino nacieron en ese territorio, sino que las guerras y pecados de los gobernantes. Los bastos y grises paisajes también han cultivado a los literatos y filósofos más desencantados tales como Emil Cioran y el poeta Attila József.
József nació el 11 de abril de 1905, en Budapest, donde creció en un entorno que con suerte logró satisfacer sus necesidades básicas, en medio de un ambiente social regido por fuerzas políticas en pugna. Sus versos, influenciados por el surrealismo, entregan su visión del mundo determinada por la depresión y, a la vez, por una crítica visión del gobierno de derecha de los años 30