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CUANDO EL COLOR ES EL PROTAGONISTA. BRUNA SOLARI GASPARINI
Por: María Soledad Mansilla Clavel
Llevo muchos años siguiendo la trayectoria de la pintura de Bruna Solari. Inicialmente me impactaron sus camisas y sus muñecas, especialmente por aquella forma delicada, respetuosa, casi silenciosa aunque suene contradictorio, de lanzar un grito vivo en su alma sensible y serena. Una forma exenta de todo deseo de escándalo o notoriedad era el elegido por Bruna para el lamento callado con que denunciaba a voces el desgarro del mundo y del país. Obra de valor cien por ciento metafórico, que es porción muy importante para comprender a una artista que evita prácticamente las palabras, cediéndole de lleno el paso a los pinceles, que en ella, justifican plenamente la calidad significante de la pintura.
Dijo y calló. Pero su pintura quedó en el tiempo, como en mi memoria.
Pensé incluso que sería difícil para Bruna superar aquel tiro de gracia. Sin embargo, a la muestra siguiente otra vez nos sorprendió. Toda su calidez humana, toda la sencillez que le es propia, toda su interioridad fluía a sus telas de una forma que impactaba por la autenticidad cero estridencia que era capaz de comunicar.