Responder al comentario
ROSA 41, LA ESPINA DEL POEMA
Por Rolando Gabrielli
Me sorprende el viejo tema del amor, entre la rosa y la espina, la crucifixión del silencio. La poesía recupera la rosa que se desvanece como si su color fuera de utilería. Restablece, la palabra, el misterio en la rosa. 41 en el azar de la fecha mágica, la vida en el tiempo que es una medida intangible, ejercicio de lo personal. Agua, aire, la rosa suspendida en el sueño, flota la luz que ella recrea, el sol rojo va de su mano y es raíz en su efímero esplendor, el tiempo que la huele y respira.
El poema es sólo un camino, la ventura de la rosa está en lo que la espina le confía al silencio y ella ama son su doble belleza. La poesía es barco de su propio naufragio y siempre algo deja de sus aguas. El ebrio navío del poeta maldito, continúa devorándose en la llama del poema, que aún se baña en el Poema de la Mar: infundida de los astros, latescente/devorando los verdes azules.