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ACCIONES URBANAS: LOS "POBRES DIABLOS" DE ROSARIO, ARGENTINA
Desde Uruguay, Clemente Padín
Es claro que la efectividad (y la realización) del arte en la calle está condicionada por las condiciones socio-económicas locales que, a su vez, se reflejan en la situación política imperante en el lugar. Es en ese marco mutable y cambiante en donde se cristalizará la obra y es seguro que su propuesta se verá alterada, una y otra vez, en tanto se modifiquen esos parámetros. Y no sólo el proyecto de la obra y su instrumentación, también su sentido, si se descuidan.
En virtud de las dictaduras de los 70s. en nuestros paises, tenemos harta experiencia de cómo se vehiculaban las protestas y cómo se aseguraban los mensajes evitando caer en la represión brutal de los militares. Aún hoy se siguen recogiendo los testimonios de cientos y cientos de acciones culturales y artísticas de ese tipo. Otro tanto podrían contar los artistas y comunicadores de los países de la Ex-Unión Soviética o del Pacto de Varsovia o de la Alemania e Italia facistas. El substracto político-social y el momento histórico tanto local como global, en cada caso, determinaban la forma y el cariz que habrían de tomar las protestas. En nuestras sociedades latinoamericanas del sur, dependientes, corruptas, sujetas al carro imperial, en donde los niveles de pobreza no cesan de crecer, la represión de este tipo de acciones es laxa y, en casi todos los casos, inexistente y ello se debe al pequeño radio de difusión de la obra y al silencio con que los medios acogen, en general, estas experiencias artísticas.