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LAS ALMAS MUERTAS
Por el poeta chileno Mauricio Otero
Gógol Prefiguró a Dostoievski, tal como el mismo autor de Los hermanos Karamázov reconoció. Hay humor, realismo, pero es más compleja la trama de Almas muertas.
Enorme obra, que demuestra el vasto conocimiento del alma humana. El autor, admirador de Cervantes, convino que siempre quería escribir un libro que imitara al Don Quijote. Y no es casual que subtitulase como 'Las aventuras de Tchitchikof', transcurriendo el argumento por los campos de Rusia. Un ex empleado de impuestos, bribón, un canalla, recorre una finca tras otra comprando 'almas muertas'. ¿Cómo puede ser esto, que parece inconcebible? Sucede que se dio cuenta un día, mientras trabajaba para el Estado que los amos de entonces podían hipotecar sus fundos, incluyendo a los siervos, es decir, las almas, como se les llamaba en ese país y que por razones de perspicacia, el protagonista, Pável Ivanovitch Tchitchikof, decide hacer el negocio de su vida, al 'adquirir' a los siervos que han muerto o desaparecido, almas que no habían pasado como muertas en el censo, y de las que el propietario debía pagar la contribución al Estado. El 'héroe' de la novela, bellaco, tenía el plan de que le pagaran a él los subsidios para hacerse propietario de una hacienda perdida, que las daban gratuitamente, como colonizador, y de esa forma convertirse en millonario, sueño de su existencia. La corrupción, finalmente, tal como lo señala el escritor, es total, en el país se levantan escándalos, y una vez que es tomado preso Tchitchikof, acude en su providencial ayuda una de sus víctimas y logra salvarlo con argumentos de tipo religioso-metafísico moral, una filosofía de la redención que cundía en el territorio, al tiempo que los siervos se iban rebelando, indicio de la Revolución que años más tarde se produciría en esa nación.