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JAVIER G. VIDAL Y LA REPRESENTACÓN DE LO VITAL
Francisco Arroyo Ceballos (Artista Plástico / Crítico Independiente)
El espacio se nos muestra transformado, alegórico, acaparador de energías rotantes que transmiten fielmente los sentimientos del autor, su concepción conceptual respecto al momento vivido.
Dichas abstracciones invitan a la reflexión, enamoran al contemplador atrayéndole al sagaz espectáculo del disfrute sensorial en el que la vista ocupa un lugar destacado pero no único. La percepción de cada obra nos hace, de forma singular, sentir texturas , olores y sonidos recreados en nuestra imaginación.
La indagación estructural completa de su trabajo nos conduce a dilucidar claramente materias y formas, conceptos no plasmados a simple vista que dinamizan y dan sobriedad a la obra de un autor singular marcado por un estilo bien definido.
La contundente contraposición de tonalidades es una característica muy marcada en su obra.
Dicha contraposición pretende diferenciar sin duda situaciones y ambientes, variaciones paisajísticas las cuales adquieren su máximo esplendor al ser elaboradas conceptualmente por el propio individuo, al ser maquinadas y desarrolladas sostenidamente en la mente del contemplador.
Sus ambientes insinúan, no muestran ni obligan a permanecer dentro de un mismo contexto, no condicionan ni marcan el camino a seguir. Con ellos se puede discurrir, llegando a formar parte operante del todo, un todo alegórico pero ciertamente consensuado, en parte dirigido pero centrado en posibilitar la libertad del individuo por trazar su idea, por plasmar cerebralmente una temática complementaria, no diferenciadora.
La sobriedad es un rasgo fundamentado y fundamental que caracteriza su estilo.
El cosmos creado sintetiza la idea de amplitud, de secuenciación del espacio en pequeños momentos que reseñan el gran infinito no mostrado, lo inagotable del universo y su poder regenerativo.
Su trabajo es una secuencia bien definida, una forma de experimentación , de búsqueda del sentido y sentimiento humano, estados de ánimo claramente representados en la utilización de texturas más o menos elaboradas, en la sinuosidad volátil de la pincelada o la brusquedad vigorosa del trazo.