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LA PRECIPITADA Y SILENCIOSA ACTUACIÓN DE BARBARA LAMARR
Por: Alvaro Oliva
No es necesario apreciar una película de Bárbara Lamarr para sentir el placer de constatar el impacto de su presencia, tan solo basta con ver una añosa fotografía, en blanco y negro, para emocionarse con su mirada extraviada que la enmarca en una obra de arte que fue real y que latió, a comienzos del siglo XX.
En la era del cine mudo, Lamarr, nacida en 1896, en Washington, encontró el camino donde sus gestos pudieron ser descubiertos por el público que se doblegó ante el hallazgo de este yacimiento de tesoros que sometía a un papel secundario su belleza genética, ya que tan sólo su semblante y disposición, hizo olvidar, por momentos, su hipnótica porcelana maquillada, para llevar al receptor al arte dramático que aparecía como un rayo de luminosidad en los instantes en que abría sus ojos.