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DOS CUENTERAS
Columa a cargo de Ricardo Enrique Castro
EL NICO
Por: Marisol Ortiz Elfeldt
Mis viejos de nuevo están peleando. Mi papá llegó furioso de la oficina y agarró a mi mamá a garabatos porque según él la casa no estaba limpia. Yo, que he estado estudiando para los exámenes, la vi hacer el aseo y las camas; cocinar y lavar la ropa además de ordenar todo lo que dejan desordenado mis hermanos. Como soy el más callado y el que menos problemas doy, me quedo en mi pieza y ni se dan cuenta si estoy. Pero ahora, me siento realmente cansado. Mañana tengo el examen de física y no puedo concentrarme con todos los gritos y los portazos. Al escuchar los sollozos de mi mamá se me aprieta el pecho y me duele el estómago, quisiera ir y ayudarla pero la última vez mi viejo me pegó con la escoba y en el suelo me aturdió. Fue peor. Mi mamá salió en mi ayuda y él casi la mató a golpes. Ahora me quedo en la pieza mejor.
Nicolás deja el cuaderno sobre la cama y posa sus grandes y expresivos ojos castaños en la ventana. Afuera, el sol aún brilla y el viento mece las ramas de los árboles que se ven justo en ese lugar. Los gritos de su padre resuenan en sus oídos, y el llanto ahogado de su madre se cuela por las rendijas de su alma. Lágrimas suaves brotan de sus ojos en una faz inexpresiva, se diría que casi vacía. Vacía como siente su vida en esa inmensa soledad.