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GUAYASAMÍN: PROFUNDAMENTE HUMANO
Por: María Soledad Mansilla Clavel.
Cuando se escriba la historia del arte del siglo XX con la objetividad y frialdad que da la distancia de otro siglo, este ecuatoriano que nació en la pobreza y que con su talento artístico llegó a las alturas de la fama, dejará inscrito su nombre con letras mayúsculas. Y cuando se hable de "expresionismo", se tendrá que decir que Guayasamín agregó a esta vertiente plástica que ya posee tantos adjetivos, - figurativo, abstracto, social, etc.- un río propio, un nuevo significado, profundamente humano.
Su infancia estuvo llena de carencias y con siete años apenas, ya vivía de ese don que Dios le dio, vendiendo sus dibujos por las calles de Quito, su ciudad natal. A los trece ingresó a la Escuela de Bellas Artes donde obtuvo diploma de escultor y pintor y su pintura, que se había venido cargando de la injusticia social que veía a su alrededor, ya se había convertido en denuncia y causó un revuelo con ribetes de escándalo en su temprana primera exposición de 1942.