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SI HASTA PARECE CABALLITO DE FERIA
Carlos Osorio
El jolgorio y encuentro de los muchachos se continúa de un modo intermitente, o más bien cuando se puede, y no pierden la oportunidad de estar juntos, de tenerse, de toquetearse, un decir, porque nunca tanto. Él, en su fantasía de dominar al prójimo, el poder es parte de su acerbo, desde un tiempo a la fecha camina como capicúa, que dominando la escena, que convencido y altanero. Le dio por prácticas más cercanas al martirio de la carne y las agresiones contra la muchacha, quien ya parece mula serrana, cada día se acrecientan, a puro espuelazo se llevan, entre que la amarra a veces, en otras es ella quién solicita castigo corporal, el asunto en definitiva se distorsionó, pareciera no va más, si hasta incluso les duele, y ni siquiera llamarlo violencia intrafamiliar, no le gusta el término a miguelangelito, argumenta que no se trata de su parentela, además que ella no tiene pito que tocar salvo el suyo, y porque acusarlo de pervertido, lo encuentra una bajeza no apta para su estatura moral, de hecho, ese epíteto más lo violenta, como que le achica el porte y el humor.
Además, aduce, siempre desde su lógica poderosa, aquella que se jacta de portar la fusta y castigar al más débil, que a caballo regalado no se le miran los dientes y ni modo que sacrificar un reino por una yegua. ¡No-nes! ¡Si fue ella quién se insinuó a destajo! ¡Es ella la que suele mostrar la hilacha, vaya uno a saber con cuántos otros! Nada de cargarle el muertito así porque sí. Y se atreve a decir más, porque se percibe un machito y hasta pitonizo, es de los que observa y chicotea con detención la ascendencia, confía en su ojo de futre, es por ello que dudar siquiera de su buen ojo, se transforma en un agravio y un menudillo problema que lo agrede, eso es meterse entre las patas del caballo y una familia de tal pelaje y magnitud, de tales pesuñas, por ningún motivo soportaría bajarle el perfil al linaje heredado.
Y explica su enfado, argumenta su coraje, desenrollando la idea, guasqueando la lengua, como si se tratase del mismito mister Ed. Porque se puede llevar un caballo al agua, a que goce en ella, a mear y cagar incluso, pero no se puede obligarlo a beber. ¡No señores! De allí el dicho que se autopropone para salvar la situación, una especie de oportuno placé, una carcajada de dicho por lo demás: agua que no has de beber déjala correr y que se llene de musgos, de paja, de totora, de lo que sea, total, con agua y con jabón, ya luego, capacito que se borra la huella de cualquier cabrón, y él, por supuesto, es un tremendo cabrón, pero con cansina estirpe. ¡Sí señor! Que lo hacen lucir más bello según su propia y agu-a-da recomendación.
Ni siquiera la insistencia de la humilde muchacha, quien llora por sus dilatados ollares los mal correspondidos llamados de amor, convencen al jamelgo y renuente bodoque a que retome las riendas de la cordura, a la tremenda necesidad que reconozca al probable fruto de aquella relación furtiva. Cada vez que insinúan su nombre, como el semental y responsable del crío por-venir, raudo cual potrillo de hipódromo, afila los cascos y corre su cuarto de milla a encerrarse a su caballeriza... a sus habitaciones, no sin antes relinchar y llenar de improperios a la resentida margot, que hace un rato ya luce la cola entre las piernas, sin más, y sin derecho a pataleo, está convertida en una yegua apocalíptica cualquiera.
Y está claro que no habrá mayor compromiso, la suerte ya está echada, las cartas marcadas. La tahúr herradura de los de su clase fue grabada, según esto, en la fina piel de alazán que porta, el mismo día en que fue repujado al mundo por su amazónica y percherona madre. Si hasta el médico se impresionó del poderoso lunar peludo que miguelangelito traía bajo la manga, entre la axila y las ancas más bien, un milagro llegó a exclamar el galeno con cara de veterinario, una presunción corrigieron sus padres. Con tremenda protuberancia fue casi imposible reconocer si se trataba del lunático crío o de una extraña criatura, o bulto, mal formado.
El color volvió a sus pálidos rostros porque su consuelo, ¡Qué manera de consolarse!, es que todos los del clan, sin excepción, de alguna u otra manera portan tremendo tordillo benigno; unos lo llevan más arriba, otros por el costado, un verdadero adorno de caballo andaluz, como banderilla, como alforja, y lo portan hasta con dignidad inclusive: Son su sello de agua, hemangeomas con casta, unos nevos con clase sin más. El colmo es el de aquél primo, dicho moretón con pelos apenas le permite mover la humanidad, si es como una masa arrebatada y febril con patas, es tan bizarra su imagen que tarde mal o nunca sale a la luz pública, salvo algún retrato de la tumultuosa familia, eso sí, mal enfocado, a media luz o de reflejo.
Y patitas para qué las quiero, entonces, es su lema, su trote, su paso. Sombras nada más entre la vida del otro y la suya, su personalísimo sello, su galope, porque ni pensar en algo parecido a terminar sus días emparejado con alguien que no merece tanta dicha de poseerlo por entero (fortuna incluida), si hasta se siente con aires de purasangre de algún derby ingles el condenado. Y es un ad hoc al respecto, hace honor a la inteligencia y postura supina... y siempre se va por los palos, como a la rastra. Si te he visto no me acuerdo, se apresura a comentar cada vez que termina su extraña y embarazosa calentura, cuando se trata de ir y solicitar audiencia promiscua en pos de la montura diaria que requiere, cuando se trata de ir a colocar su fervor patrio en lo más alto del voluptuoso y ardiente volcán que erupciona infatigable. Pobre Margot.
Y si la memoria falla, como que se derrite, quiere decir que bien encaminado se siente a olvidar y no pensar en la triste doncella potranca. Es su juego de palabras, su albur, su sarcasmo, su decir, porque además y cada vez que se distrae, cada vez que se para en dos patas relinchando de susto y enfilando su trote de fuga, la dócil y casquivana chiquilla ni tarda ni perezosa arremete en todos los corrales cercanos, y no hay caso ni pingo que se mantenga parado, ella es una verdadera montura de carne, una empedernida por el forraje ajeno, una grupa al viento y en celo y hasta ahí nomás con la señorita ésta, que sin crines ni pelaje óptimo, es imposible equipararla con el mentado pony de circo rico éste, con quién ya resignó su vida, porque ni siquiera en trifectas o quinielas aparece como favorita, no es ganadora de nada.
¡Habráse visto! mezclar semejante algodón campesino, manta de saco cualquiera, con el lino dorado del mozalbete y jinete de los destinos de la nación. Impensable imaginar que llegue a la meta, a la familia, a sus abolengados integrantes y que no está demás decir, generación tras generación fueron preparados a la espera de la dicha, del insigne parabién y estatuario hijo predilecto, para que sea éste el que monte algún caballo blanco y napoleónico que la existencia depare, y que ya vislumbran en alguna plaza importante. Si hasta de imaginarlo relinchan de emoción, lo ven de jinete de un brioso corcel ensillado en su potestad de hijo probo, apretándole las muelas al cuadrúpedo toda vez que su cabalgadura jalonea las riendas, como si se tratase de una metáfora, en pos de tironear la historia.
De todos modos, es un astuto e inventó una especie de régimen nocturno, es la instancia apropiada para el exitoso salvajismo que lleva dentro. Es en la oscuridad de la noche en donde el gozo y la desmesura convierten de día la noche y, ni imaginarse, la noche en día, es el horario prime o de oficina, para el ruede que ruede, ronde que ronde hacia la estancia de la servidumbre. Y es que fue tanto el entusiasmo aquella su primera vez, que ni siquiera se acuerda de los pormenores y detalles de la misma. ¡Si es un zo-penco! es por eso la insistencia. Aprovecha la constante ausencia del padre de margot, quién dicho se de paso, no se cansa de podar matorrales y malezas a las vecinas del barrio, por cierto, de un tiempo a la fecha, es el brioso favorito de varias en esos menesteres de darle duro al aseo y ornato profundo, es un diestro y sabe regar muy bien todas las flores, plantitas y follajes de quien se lo solicite, hasta alimenta a los animales y no es raro verlo con la soga (y la zorra) al cuello cada vez que lo apremian las urgencias y demandantes citas, es un verdadero caballo de las sábanas y más encima prieto azabache.
En fin. Habrá que entrar a tallar otros aspectos, un ciudadano como miguelangelito requiere superar etapas, porque serán éstas las que, en definitiva, irán curtiendo su accidentado desarrollo, su esmirriada evolución. Es por eso que ya se programa su estadía en el internado intermedio a espera de unos años más que permitan verlo vestir su primer uniforme de recluta, porque será la escuela militar su próximo alojamiento, su tercera casa sin más, su padre ha decidido que esa es la morada en donde su frágil descendiente incorpore la fuerza necesaria para enfrentar la vida. De hecho, se sabe un conocedor del rubro, perteneció a la rama de caballería y según su añorado testimonio, por lo menos aprendió bien respecto al trato y al cuidado de los animales, de allí surgió su brillante idea de criar equinos de fina estampa, negocio que de todos modos no ha permitido levantar cabeza, ni su fina estampa; los cuadrúpedos son tan enquencles, que sirven, tan sólo, para acarrear carretas.
No le dio para más. Sus pretensiones de llegar a ser general (iluso que creía posible andar en una victoria jalada por unicornios) se vieron truncadas aquella vez que, gozando del grado de teniente, quiso coimear, una noche, al sargento de turno apodado caballo loco, un avecindado ruso blanco, un come clavos, en aras de salir en busca de diversión; entre borracho y no, tuvo la brillante idea de proponerle salir juntos en busca de placeres, fueron encontrados temprano al otro día en las caballerizas del regimiento haciéndose los puntos, déle que déle a la monta, fue deshonrado y dado de baja sin pena ni gloria, su pareja, de juerga, el descendiente de cosacos, fue condecorado con medallas al mérito, al ni siquiera respetar el derecho humano más elemental, el recto más bien, del soñador violado e inocente hombrecillo papá de miguelangelito.
Pese a los reclamos del abuelo, padre de este depravado, fue imposible restituir la honra y su cargo, los argumentos para su defensa eran poco consistentes; que todo fue un montaje, que su hijo tenía problemas por tanta responsabilidad y obligaciones que la vida le pone a los verdaderos candidatos a ser llamados a ocupar, cual jinete cuatrero, un sitial de la patria, y si ocupaba en ese instante otro sitial, que más parecía estaca, bueno, había que comprenderlo, es el esfuerzo magnánimo de un gigante ciudadano, que entrega, incluso, todo su cuerpo por la patria.
De ahí que miguelangelito, ya más consciente, más imbuido en los asuntos que lo harán acreedor de cierta madurez, por lo menos eso cree, percibe en su matungo y amanerado padre, gestos y muecas que, por cierto, no le agradan, hasta la nodriza y secretaria, contratada aquella vez de su soledad, se ruboriza a veces; ningún verso para ella, todos van a parar al mozo que lava los autos y carruajes, es así que, supone, entre más se aparte del promiscuo y extraño núcleo familiar, será lo más acertado que habrá hecho para su vida. Y ahí se va el adonis mancebo, un llanero solitario cualquiera, triste y feliz, más bien en franca huida, en su imaginario rocinante, con ganas de conquistar el mundo, con ganas de acercarse a la única premisa por la cual se dice existe para, definitivamente, hacerse el cucho con tanto pasado ingrato, con tanta familia jaranera.
Su vida ya está agendada, repleta de compromisos, es un verdadero caballo de troya para eso de almacenar asuntos diversos, además que cada uno de ellos, serán una corpulenta odisea y hasta dios se compadece en estas horas. Esa será su iliada sin más, su verdadera epopeya, un verso demasiado largo; que ser un excelente estudiante, que terminar una carrera, sobre todo una carrera en donde deje a todos bien atrás. Que casarse, a cruzarse más bien con aquella niñita flaca con mandíbula de cepillado jamelgo y de apellido burgalés, que ya está dispuesta para cuando la vida se lo pida. Que entregarse por completo a los hijos, ni siquiera pensar que se transformará, de un día para otro, en un hipocampo hacendoso, le viene hasta el hipo y le salen relinchos de sólo pensar en cambiar pañales mal habidos de bosta. Que ocupar cargos importantes, pese a la obligatoriedad familiar que dicta empezar desde abajo. Que hacer gestos de estadista, esos le sobran, los practica frente al espejo ovalado herencia de aquel otro punga familiar que ocupó el sillón número uno de la nación. Que inscribirse con alguna ley de la república para sacar adelante todo cuanto han hecho por la patria.
De ahí se vienen los proyectos más difíciles pero no imposibles; que ser presidente es una. Ya se imagina el montón de discursos al ruedo... a la tribuna popular para el caso. Obtener un cargo vitalicio, para ello la ley la escribieron sus parientes políticos, ellos dominan el legislativo. Esta es importante, ocupar el sitial justo de prócer, por lo demás escasean y es más fácil llegar al plinto, allí tiene ascendencia, es que son varios los que alguna vez fueron esculpidos para luego ser bien escupidos. Terminar en el cielo a toda costa, nada de pensar en el chamuco y transformarse en hijo del averno, porque, además, sabe que el infierno tiene cupo y eso es imposible obviar, no en vano, a cada rato, llegan noticias papales que informan al respecto y hasta lo asusta y marea tanta herejía del maligno (refiriéndose al diablo).
Es que son tantos los apremios y déficit para este ciudadano de a de veras que, a estas alturas, es imposible abstraerse de tanta obligatoriedad, sobretodo de las demasiadas cargas y cagaditas que porta, pero al igual, se sabe un grande pese a su meñique estatura, un caballo con nombre, con apellido aún por definir, un tordillo hecho y derecho y mal hecho y mal visto que le mientan tanto, un nervioso pura sangre, un brioso de pelaje rojizo como el sol mismo a pesar de las manchas en la piel, un temperamental lustroso, escobillado, apto y en edad de dar el paso siguiente, el que la vida le de-pare, los que las circunstancias le rejoneen para cuando las sogas de la historia se revienten, para cuando la vida misma se desboque, para cuando de un modo manso, pero seguro, se permita no terminar embarrado, cojeando, lleno de heces, con cólicos y sarnoso, mucho menos domado por las circunstancias. Esa será la apuesta, en definitiva a ganador, del mentado miguelangelito.