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Francisco Sazo
SUBJETIVIDAD Y BIOESTETICA
NOTAS PARA LA CREACION DE UNA NUEVA DISCIPLINA.
MAURICIO BRAVO CARREÑO
ARTISTA VISUAL Y TEORICO INDEPENDIENTE.
En el mes de diciembre recién pasado Francisco Sazo inauguraba la segunda cesión de los proyecto OKUPA dirigido por Iván Méndez, etapa San Felipe, con una charla, dirigida a docentes de colegio, en dicha conferencia hacía referencia a la importancia y presencia de lo artístico para el desarrollo de la vida de todos y cada uno de nosotros. Tan difícil y conflictivo tema lo abordaba a partir de una simple pero asertiva relación, la cual consistía en aludir que cada vez que se consulta, por las formas en que se pueden mejorar las condiciones de vida y las crisis político-sociales que aquejan a la sociedad casi todas las respuestas tenían en común nombrar el arte o lo estético como los medios adecuados para generar estas mejoras.
Esta simple constatación, de que el arte o lo estética mas allá de ser una manifestación restringida a un espacio institucional, es o podría ser aquello que pudiera transformar o modificar el estado critico de toda sociedad, daba pie a volver a pensar el papel político fundamental que las disciplinas artísticas o mas específicamente las dimensiones creativas de una colectividad tienen para movilizar sus deseos y sacarlos del entrampamiento existencial el cual están encapsulados.
En efecto Sazo no solo nos indicaba que a pesar de los desgastes y vaivenes propios de su historicidad el arte aun podía suscitar o provocar en el sujeto común la idea de una solución y mas aun de un porvenir, sin embargo, algo pasaba que dicha posibilidad volvía a quedar en un plano de proyecto u utopia, algo evitaba (una suerte de velo ideológico. Patricio Valencia) que esa potencia contenida en el arte pudiera realizarse en tanto política eficaz de cambio y modificación societal.
Este punto de vista aparentemente simple, con que el teórico expuso el problema del arte y su posible función crítico-constructiva, se complejiza cuando a través de hilarantes anécdotas personales demostró al publico asistente que el arte no era una vivencia especifica ni tampoco una praxis realizada por algunos pocos, sino que lo artístico es una experiencia constante y cotidiana que vértebra nuestro existir dando sentido y expresión a su singular acontecer: para ejemplificar sus argumentaciones el filósofo de la universidad de Valparaíso saco a relucir su condición paralela de docente de música y demostró su concepción de lo estético a partir de un pedagógico relato de iniciación musical.
El relato o ritual estaba vinculado a la enseñanza del ritmo, y la metodología empleada era hacer que los alumnos escucharan los latidos de su corazón y a partir de ese compás vital-propio emanado del interior de su cuerpo desarrollaran una composición, realizando una apropiación estética de su organismo. Ahora que podemos extraer de este ejemplo, para mí, hay tres cosas muy puntuales y pertinentes para lo que deseo desarrollar posteriormente en el texto:
a) La primera: el corazón, válvula muscular que con su latir impulsa la circulación de la sangre por nuestro cuerpo, asegurando la continuidad de la vida del organismo, es decir, el corazón no es una representación de la vida, aunque muchas veces se ocupe metafóricamente para aludir a ello, sino la vida misma en lo que ella tiene de irreductible materialidad.
b) La segunda: el ritmo, orden acompasado en la sucesión y acaecimiento de las cosas, el ritmo es eminentemente estético es aquello que signa la dimensión plástica de acontecimientos poéticos, gestuales, musicales y cotidianos.
c) La tercera: el corazón y el ritmo al unísono, vida y dimensión estética reunidas y entrelazadas de forma indisociable; sin posibilidad alguna de introducir distancias teóricas, filosóficas, políticas o metafísicas al interior de este fenómeno orgánico cultural.
Lo relevante de estos tres aspectos, que rescato del ejemplo dado por Sazo, es que a través de ellos podemos comprender de una manera simple y clara que el arte mas que ser la representación o simbolización de la vida es la vivencia de su puesta en orden y ser, quiero decir, que lo estético es la forma en que la vida se auto-organiza a si misma en función de sus particulares necesidades de metaforización y coherencia relacional. Lo artístico entonces, no es algo separable de la eventualidad humana -una institución con leyes internas que se recrean de vez en vez para reactualizar su pacto social e histórico con el mundo- sino su condición de base, el soporte o asidero bío-estético, desde donde toda posibilidad de sentido y significación cultural pueden erigirse y proyectarse ontológicamente sobre lo real.
En síntesis, vida y arte no constituyen figuras o conceptos separados, aunque la modernidad haya hecho de tal ficción discursiva su fundamento crítico y su inevitable frustración política, sino que son partes enlazadas y enlazantes de un proceso orgánico-social complejo, que mas allá de los ideologías y teorías modernas, posmodernas o globales insiste en reaparecer y afianzarse cotidianamente como potencia y diferencia irreductible a todo sistematización instrumental.
Esta concepción de lo estético, integrado y perteneciente a cada instante de nuestra existencia, se encuentra en el pensamiento de Humberto Maturana y Francisco Varela, y en particular en su libro titulado De Maquinas y Seres Vivos. En dicho texto los biólogos chilenos desarrollan la singular idea de que los seres vivos son maquinas cuyo funcionamiento autopoiético garantiza la sobrevivencia de la identidad plástico-fisiológico de lo vivo. Siguiendo a los autores, no seria errado pensar que para ellos la vida solo es posible al interior de un proyecto estético o bío-estético, sobre todo si comprendemos que el destino ontogenético de lo vivo supone el desenvolvimiento creativo-procesual de su propia identidad.
Varela/Maturana.
Este factor hace que las reflexiones de Maturana/Varela, coincidan con la expuesta por Friedrich Nietzsche en su libro fundacional titulado “El Origen de la Tragedia”, texto en el cual el filosofo alemán declara, radicalmente, “que el mundo no puede justificarse sino como fenómeno estético”, y además, que la intención del escrito es “considerar la ciencia con la óptica del artista y el arte con la óptica de la vida”. Efectivamente para Nietzsche lo dionisiaco, el corazón y lo apolíneo su sincopado latir, no son modos performáticos editados por relaciones de poder, opuestamente, estas potencias orgánico-cognitivas trabajan al unísono logrando que la economía afectiva de lo humano se constituya en el garante de un espacio societal inclusivo y ecosistemicamente equilibrado. Lo que esta en juego en el texto nietzscheano al igual que en Varela y Maturana es la posibilidad de pensar los procesos sociales y políticos a partir de una apelación mas protagónica de los devenires creativos que fundan el sentido singular de lo vivo y de la vida. Pensar esto o pensar este cambio radical en las lógicas culturales contemporáneas seria equivalente a des-ocultar ese conjunto de articulaciones estético-biológicas que la modernidad, movida por un espíritu técnico-reduccionista, condeno a una existencia precaria, subalterna e inesencial.
Friedrich Nietzsche
Desgraciadamente estos marcos conceptuales que han pensado lo humano en términos bío-poéticos no han sido evaluados de forma radical ni integrados por los agentes teóricos e instituciones que autorizan que es y que no es el arte, por ende, seguimos insistiendo en una mirada restringida políticamente que solo estratifica lo artístico y lo sumerge en una superficie dividida por potencias de sentido y de significación desiguales, el arte así, no forma parte de nada que no este políticamente reglamentado, convirtiéndose en un suplemento secundario que solo utópicamente puede asistirnos en el “solitario camino de la mortalidad”. Dentro de este modo de ver y experimentar lo estético la vida siempre quedara excluida de su creatividad, asfixiada por las fuerzas reactivas que emplazan estratégicamente la confusión en un espacio donde no existen mas que certezas fisiológicas.
Afortunadamente en el presente existen pensamientos, aquí me refiero en particular a la triada compuesta por Foucault, Deleuze y Guattarí, que retoman estas orientaciones teóricas, abriendo nuevamente el debate sobre las eficiencias políticas contenidas en los dispositivos artísticos diseñados en la modernidad. Dichas miradas ya no ven las manifestaciones artísticas como eventos parciales y aislados, sustentables solamente a través de una mega industria cultural, ni las obras como objetos a interpretar, estos enfoques, opuestamente, encuentran en los desarrollos del arte y de sus objetualidades mecanismos o herramientas concretas con las cuales reprogramar las representaciones y agenciamientos maquínicos que constriñen y rigidizan lo vivo disociándolo de la vida. Por esta razón su acercarse al arte ya no se sostiene en términos instituyentes, mas bien, lo buscado es des-instituir lo estético -des agregarlo del sistema arte donde la creatividad procesual de lo vivo ha sido capturada- para desde su praxis nómada y democrática fomentar en los individuos acciones de des-marcamiento sensible-ontológico que los liberen de los sistemas dominantes que sumen su experiencia cotidiana en programas de omisión y sin sentido.
Para estos teóricos la pintura, el collage, los ensamblajes, los readymade y la casi totalidad de bricolages descubiertos por los artistas están mas relacionados con las formas en que la vida resguarda y protege su poder desterritorializador que con su categorización en ismos o en periodizaciones históricas, ellos así, ven el arte como un medio de resistencia, una practica bíoestética: única vía con la cual el hombre enfrenta la brutalidad sistémica de su ensamblaje biopolítico.
Gilles Deleuze / Félix Guattari Michel Foucault
Para terminar, quisiera poner énfasis en lo dicho hasta ahora, si el arte es la forma en que la vida se organiza y representa a si misma en tanto potencia y poder de autorrealización-desterritorialización, no negando ni excluyendo su multiplicidad y divergencias, se hace necesario des inscribir lo vivo de la historia y proponer un paradigma epistemológico mas idónea a su mutabilidad continua, si pensamos esto, tal vez el abismo que separa nuestra vida de su raigambre estético nos parezca menos abismal, y a lo mejor podamos comprender lo que expresaba Sazo con simples palabras y sencillas historias: que la brecha entre el arte y la vida es solo una distancia política o una ilusión ideológica, que tarde o temprano y por el bien de todos será zanjada reinventando al sujeto desde la rehabilitación de su polivocidad estética.
Mauricio Bravo Carreño. Artista Visual y teorizo independiente