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Lila Pagola
lila@liminar.com.ar
Asistimos actualmente a la circulación de proyectos artísticos y de comunicación cuyo espíritu se sintetiza en slogans como "compartir es bueno" "acercate a copiar " o "cultura libre " que proponen modos de distribución de los bienes culturales bajo formas nuevas, experimentales, víricas; que ensayan sobre las posibilidades circulatorias que ha introducido, básicamente, la cultura digital.
La digitalización creciente de nuestras actividades cotidianas ha modificado fuertemente nuestra forma de comunicarnos en poco más de 2 décadas, generando unas prácticas sociales derivadas de la naturaleza técnica de las herramientas en uso. La cultura de la copia es una de las que se ha visto potenciada a formas inimaginables aún en el más optimista de los escenarios materiales: con costo cercano a cero, llegar a cualquier persona, en mínimo tiempo, independiente de las coordenadas geográficas de emisor-receptor.
La forma técnica ha sido la protagonista principal de las "preguntas digitales" que los productores culturales hemos ensayado responder desde acciones y discursos desde los años 90. Sin embargo, eso no debería leerse como un determinismo técnico: lejos de ello, la profunda repercusión y la convergencia de con las propuestas de crítica a la propiedad intelectual hechas desde el software libre y las licencias copyleft en el mundo del arte, se deben, en mi opinión, a su enlace subterráneo con viejos anhelos de algunos artistas por encontrar modos de circulación y distribución de los bienes culturales más horizontales, capilares y dialógicos: en resumen, menos jerárquicos y creadores de "distancias" y más democráticos.
Las posibilidades habilitadas por la forma técnica digital respecto de la circulación de la información, encuentran su único límite en las formas consideradas "legales" bajo los conceptos vigentes de propiedad intelectual y copyright, que fueron formalizados para otros modos de producción y circulación, en otro tiempo (no tan lejano, pero que responde al orden de circulación de los objetos materiales). En Latinoamérica reportamos, ciertamente, una larga tradición de modos de "omitir" los reparos morales hacia la copia, cuando se trata de la única forma de acceder a los bienes culturales. En ese sentido, hace tiempo que practicamos la "actitud copyleft". Lo interesante de esta revisión impulsada desde la informática y el derecho, reside sobre todo en la "legitimación" de unas prácticas sociales muy extendidas (al punto que casi nadie las percibe como delitos), e introducir un nuevo repertorio de conceptos y representaciones que convierten al "pirata" en alguien que ayuda a su compañero, o al "original auténtico" en un valor claramente artificial.
Claro que no todo es color de rosa (o rojo más bien) en este escenario: no todos los que copian quieren ayudar a su vecino y no todos los artistas se entusiasman cuando efectivamente sus obras empiezan a circular con libertad, y el sentido se transforma.
Para quienes vienen de la informática, cultura libre es, sobre todo, un libro, que inspirado en la experiencia del software libre y el modelo del copyleft, extendió el concepto a otras producciones culturales que circulan en entornos digitales.1 Para quienes venimos de la producción cultural y comunicativa, cultura libre es una forma de entender la función social de la cultura y una posición política acerca de modos de distribución de los bienes culturales.
Este espacio busca la convergencia de esas tradiciones de prácticas y saberes, en el intento (¿ambicioso, utópico, esperanzado, imposible?) de acercar "políticas y poéticas" bajo la idea de que "la circulación también es sentido".
No sabemos si esta entusiasta -aunque compleja- convergencia del movimiento de software libre hacia otros espacios de producción cultural es siquiera sostenible sin adaptaciones específicas a cada "obra": podría ser que el modelo del copyleft funcione adecuadamente para la creación y circulación de software, pero no así para fotografías o videos. Quizá por eso resulte estimulante para muchos artistas, actualmente, poner en práctica las ideas de la "cultura libre" y analizar su repercusión en el presente, dentro y fuera de las instituciones, sin olvidar las experiencias ya transitadas.
Gracias a Escáner por invitarnos a plantear estas preguntas y esperamos que las ideas que circulen entre ustedes y nosotros aporten al experimento de una producción y circulación de la cultura, distribuida y diversa.
1Referencia obligada para comprender las posiciones críticas a la propiedad intelectual, Free Culture es un libro publicado en 2004 por el abogado Lawrence Lessig, creador del sistema de licencias Creative Commons.
El libro puede descargarse en pdf (español) desde http://www.derechosdigitales.org/culturalibre/cultura_libre.pdf