Fue la presencia la que entro al teatro.
Después la figura, el rostro. Primero la atmósfera propia, ese carisma que lleva alguna gente que te obliga a observar en detalle sus gestos, su manera de sonreír, su mirada.
Oliver llego un poco tarde al taller que di en Arica, y sentado en un butaca, mientras los demás habíamos empezado, así lo vi.
Que haces alli?
Vengo a tomar el taller. Mi gesto lo hizo subir rápido al escenario del Teatro Municipal de esa ciudad, colocarse ropa de training para empezar esa experiencia que fue para mi inolvidable.
Es que te dan deseos de enseñar cuando encuentras alumnos como él. Serio y con humor preciso, atento y rápido Oliver te entrega la disposición necesaria para cualquier profesor interesado en compartir la capacidad de rito.
Fueron tres días de taller intensivo e intensa fue su repuesta en todas las propuestas conferidas. Como olvidar su versión escénica basada en el temporal que azota Estados Unidos en el 2005...aquel de Nueva Orleáns.
Lo dirigió a sus compañeros como tarea de composición. Sabia que quería, había comprendido mi formula, aquella de los gestos en minimalismo abstraídos.
Y era emocionante y conmovedor como traspasaba ese sentimiento de impotencia, el que requería la tragedia.
Lo escogí para participar en "Chaplin Una Leyenda" la obra que fui a mostrar. Oliver hizo varios personajes: el del hermano de Chaplin, el del mago que le da continuidad a la obra, el de de un hombre que se defiende del amor.
Le conté de que se trataba y realizó improvisaciones aportando su material, sus pasos, su tiempo.
Y el teatro Municipal de Arica estaba repleto la noche de la presentación.
Oliver se maquilló en silencio, hizo sus ejercicios sin aspaviento, no le interesaba verse buen mozo, ni siquiera atractivo.
Le importaba ser persona recibiendo al personaje que tenía tanto de él que al mezclarse uno no se daba cuenta quien era quien.
Como cuando ves a Al Pacino y lo miras y si esta representando a un ser intenso sabes que la mirada del actor es tan intensa que no le requerirá mayor esfuerzo la actuación. Lo mas problable es que no ACTUE, sino sea el mismo. Sin Esfuerzo.
Cuando se encendieron las luces y el entró a su primera escena del hermano de Chaplin, pude percibir esa transformación de si para si. Aquello que llamo la sublimación del rito. Y me sentí en el escenario al lado de un ser en el cual podía confiar. Un ser con el don. Ese que no se estudia. No hay caso, se nace así. Después solo se va desarrollando.
En la parte del exilio de Chaplin, su monologo corporal fue tan verdadero que me provoco la fuerza que no tenia en esos días y logre emocionar, lo que tuviera que zanjar.
Era su exilio, ese de si mismo, de su experiencia de su propio dolor.
El personaje persona del que hablo estaba encarnado y yo como su directora le agradezco el sentimiento, la inteligencia que difícilmente van juntos.
Lo que me extraña, es su facilidad para comprender un taller de teatro físico y danza-teatro, el que exige una corporalidad hablante.
Lo importante no era si se expresaba o no bien. Lo importante era que se movía desde su percepción, desde su propia atmósfera, desde su opinión.
Después algo compartí con él fuera del escenario. Una conversación en grupo donde su espontaneidad e irreverencia dejaron emerger su personalidad llena de entusiasmo.
En otro momento me llevó a su pequeño hermano Nicolás. Lo tomaba de la mano y lo cuidaba con una ternura que no tenía que ver con el joven impetuoso de la conversación en el Pub.
Se las trae Oliver, tiene seguridad en si mismo y mucho talento.
Ojalá pueda deslizarse a través del mundo con los mejores profesores.
Puede llegar a desarrollar su estilo.
Felicidades para ti Oliver.
Gracias por hacer mi viaje a Arica, no en vano.
Viene de una familia de abuelo y padre raza negra, madre raza blanca.
Su apellido es Balcarce.
Tiene 18 años.