Leo un prólogo de Charles Bukowski del libro "Pregúntale al Polvo" de John Fante. En él habla de cómo, escudriñando en una biblioteca añosa, logra encontrar un libro que lo hace saltar como gato en un brasero. Había descubierto a Fante luego de tardes y tardes en que su mejor amigo (o amiga) habían sido esas repisas, esos lomos, esas páginas abiertas con las hormiguitas que luego se apoderaban del reflejo de aquel ojo alcohólico y funesto.
Este prólogo lo leo en la Biblioteca de Santiago. La nueva biblioteca de Santiago. Más grande que la cresta, un elefante de concreto. Llego sudando (obvio, escribo en verano o lo que queda de.) y bueno, la mochila al casillero.
Ahora estoy adentro. ¿Es esto una biblioteca? me pregunto. Veo niños, adultos, ancianos, rebeldes, simpáticos, gigantes, enanos, morenos, albinos, con bicicleta, a pie, mojados, secos, llegando a la biblioteca, cerca de computadores con Internet gratis para todos los usuarios (computadores pantalla plana, lindos) y secciones varias para todos los gustos.
Hay una sección, "+ 18" en donde puedes encontrar material dedicado a los fanáticos de la literatura erótica. Está casi toda la colección "La sonrisa vertical" de Tusquets, cómic, revistas, etc. Es importante asistir a esta sala evadiendo susceptibilidades. Luego no todo tendrá que ver con sexo.
Hay secciones infantiles abarrotadas de niños que se mimetizan con sus superhéroes que llevan en el brazo. Un niño con un cómic de Batman y un libro de Baudelaire ("Charly" le dice el niño cuando le pregunto por qué lo lleva y me dice: "porque me gusta la poesía"). Para no creerlo. Y bueno, mucho también de Potter, Narnia, Anillos, etc. Bien para enganchar a los próximos genios o asesinos en serie.
Es importante rescatar la sección de Literatura. Muy buenos libros, todos estos contemporáneos que aparecen siempre en la "Revista del Libro" del diario "El Mercurio" o en la revista argentina "Ñ" (Kureishi, Coetzee, Houellebecq, Don De Lillo, Mc Ewan), toda la fanaticada tras Bolaño, nuestro amigo Bukowski, y como no: El Código Da Vinci. Mucho que rescatar: Javier Cercas, Witold Gombrowicz, Paul Auster, Jodorowsky, etc. Y en cuanto a poesía..bien, pero abandonadita, con sus pocos fans (no los nerudianos), como novias sutiles que alguna vez fueron bellas y que ahora a los cuarenta años y con una adicción incontenible al tabaco y al ron no pueden llegar al baño sin rasmillarse el codo. ¡Poesía, poesía! hay que gritar, como en la feria.
De todos modos, muchas más cosas que conocer; prensa, revistas, novedades, temas específicos, todo con sillones cómodos, mesas, sillas, con el permiso de beber bebidas gaseosas, terrazas, etc. Un nuevo concepto en biblioteca.
Ahora me llevo la Obra Completa del escritor porteño Carlos León, recordando el prólogo de Bukowski a Fante, encontrando la narrativa del café placentero, escribiendo un prólogo de biblioteca.
Para visitar: www.bibliotecadesantiago.cl