Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 7

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 79
Diciembre 2005


EX LIBRIS DEL QUIJOTE: LAS PUERTAS DE LA LOCURA
Desde España, Anabé Manzano

 

J. Pla Dalmau(E), X2, 1947 Ipse Fecit

El Quijote resulta inagotable hasta tal punto que aún hoy podemos seguir hurgando en sus detalles con la esperanza, aunque sólo sea una esperanza, de poder aportar algo aceptablemente poco dicho sobre el tema. Esa intención me llevó a preguntarme por las puertas y las ventanas y su función en esa novela. Lo que me condujo posteriormente a este otro artículo, en que me fijo en las puertas y las ventanas en los ex libris del Quijote, y en su relación con la locura, o visión particular del mundo, de don Quijote.

“… y por la puerta falsa salió al campo, con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo”. (Vol. I, Cap. 2). El que sale es don Quijote, y esta puerta falsa de un corral es la primera referencia a una puerta que se da en toda la novela. Aparece en el Capítulo 2 de la primera parte y la atraviesa un aspirante a caballero de aspecto grotesco, en cuya primera salida se conjuga el intento de materializar un ideal, y la presencia innegable de la realidad más tocante a lo terreno. Desde este momento, se dará todo el tiempo una contraposición entre lo que tendría que ser, si realmente don Quijote fuera un caballero como los de los libros de caballerías y su entorno respondiera a ese modelo, y lo que resulta ser. De entrada, ya no sale de un castillo, sino que lo hace de un espacio dedicado a los animales: el corral.

Enric Adsera (NL) L, 1998,
para AAT Ver Voorn

Como es bien sabido, en el fondo de la cuestión están los libros de caballerías. Éstos marcan las actuaciones de don Quijote durante toda la obra pero también son protagonistas físicos de una de las escenas más conocidas del libro, la de su propia destrucción. Recordemos que ama y sobrina, pero sobre todo barbero y cura, por iniciativa de éste, se proponen terminar con lo que consideran es el origen de la locura del hidalgo: los “desalmados” y “descomulgados libros”, -así definidos por la sobrina. (Vol. I, Cap 5). El cura selecciona junto con el barbero mientras que el ama va tirando los títulos condenados a través de la ventana hacia el patio, donde pretenden quemarlos.
Dos lecturas bastante fidedignas de esta escena nos las ofrecen en sus ex libris los artistas Enric Adserà y Ramon Borrell. Sin embargo, cada uno toma para su plasmación un punto de vista distinto. Adserà presenta una visión exterior de los hechos, desde el patio. Observamos en su ex libris, una litografía, al ama echando libros por la ventana a una pila de volúmenes ya en llamas. La hoguera y la destrucción cobran protagonismo. En cambio, en el trabajo de Borrell el ojo del artista se fija en el proceso de selección llevado a cabo en el interior de la casa. Ambas representaciones son bastante realistas y fieles al texto y se refieren a una misma secuencia, en la que aparece una misma ventana, desde dos ángulos distintos. En los dos casos la escena del Quijote es plenamente reconocible, sin embargo, se trata de un pasaje en que Alonso Quijano no interviene, ya que permanece dormido. En este sentido, Borrell es más explícito que Adserá puesto que en la parte inferior de su ex libris incluye una representación de don Quijote, con sus líneas internacionalmente reconocibles. Así ya no hay duda de que pretende retratar un fragmento de dicha novela.

Imma Mestieri (E) P1, 2004, para Anabe Manzano

Estas dos interpretaciones de la escena tienen un aire considerablemente clásico, y en ellas, la ventana no parece más que un elemento arquitectónico. Sin embargo, también podría decirse de ésta que cumple una función de canalizar los deshechos. Yendo todavía más allá, y teniendo en cuenta que los libros arrojados van a ser quemados, y que descienden desde el nivel elevado de una ventana (que trae la luz del cielo) hacia el fuego (inminente) podría asimilarse su caída a un descenso al infierno. Y lo que cae con ellos viene a ser la base de la existencia de don Quijote, en un intento de quemar la locura que se sale del camino correcto. Esta visión más simbólica del escrutinio de los libros la capta J. Pla Dalmau, quien recalca en su ex libris la fiereza del fuego. La ventana canalizadora queda fuera de su visión, pero no el concepto de infierno destructor al que van a parar los volúmenes, y lo que en él pretende quemarse: una parte de don Quijote. A la esencia de éste la vemos agonizar en las llamas.

Oriol M. Divi (E), X2,
1996 para Jose Luis Sanchez de Vivar

Pero por si fuera poco, la acción destructiva no queda ahí, ya que posteriormente los protagonistas de la quema deciden tapiar la puerta de la habitación-biblioteca. “La puerta simboliza el lugar de paso entre dos estados, entre dos mundos, entre lo conocido y lo desconocido […]. La puerta se abre a un misterio. Pero tiene un valor dinámico, psicológico; pues no solamente indica un pasaje, sino que invita a atravesarlo. Es la invitación al viaje hacia un más allá”. (Chevalier, 1988, p. 855). Este fragmento de texto está tomado de un diccionario de símbolos y podría definir a la perfección la puerta tapiada y el por qué ésta se cierra definitivamente. Porque da paso al otro mundo, al de los caballeros andantes, e invita a atravesar la línea divisoria. Precisamente don Quijote, cuando despierta después de dormir dos días, en los que destruyen sus libros, lo primero que hace es ir a buscar esta puerta y lo que guarda detrás.

R. Borrell (E), C3, 1922 para A. Dalmau

“Llegaba adonde solía tener la puerta, y tentábala con las manos, y volvía y revolvía los ojos por todo, sin decir palabra, pero al cabo de una buena pieza preguntó a su ama que hacia qué parte estaba el aposento de sus libros”. (Vol I, Cap. 7). Es fácil intuir el desconcierto de don Quijote al buscar la puerta, y la desesperación. Sus libros ya no existen. Aún así, todos los esfuerzos para devolver a don Quijote al camino que sus contemporáneos consideran el adecuado son en vano. Y es que la locura del personaje permanece, porque las historias que asumió ya han pasado a conformar su idea particular sobre lo que debe ser el mundo y sobre el papel que él ha de jugar en éste. Se podría decir que ya ha aceptado esa “invitación al viaje hacia un más allá”.

Ha atravesado la puerta figurada que es la que la ilustradora Imma Mestieri representa en su ex libris. Este pasaje del libro pasa más desapercibido que el del escrutinio, y seguramente por ello está menos explotado en la representación gráfica. Mestieri ha intentado plasmarlo y para ello se ha valido de tres conceptos: la puerta (semiabierta al misterio, a lo que sea que se esconda detrás), los libros y la sombra de don Quijote: los primeros dibujados como columna que sustenta la figura ¿quizás el subconsciente? del segundo.
En el trabajo de esta artista, la forma de don Quijote sigue las líneas estéticas marcadas en su momento por Gustave Doré. Pero el personaje de por sí estilizado lo es aún más en este caso por la forma rectangular y alargada del ex libris. Esta generosidad de formas, sin embargo, no se aplica al tamaño de la puerta. Es diminuta, como si fuera de otro mundo. En la segunda parte del Quijote, el ama le cuenta a Sansón Carrasco que su señor quiere embarcarse en la tercera salida, y lo hace del siguiente modo: “No se sale […] sino por la puerta de su locura. Quiero decir, señor bachiller de mi ánima, que quiere salir otra vez, que con ésta será la tercera […] (Vol. II, Cap. 7). La puerta trazada por Mestieri parece ser, claramente, la de esta locura. Aunque, por qué no, también podría tratarse del paso hacia una también lícita visión utópica del universo.
La invitación a atravesarla está ahí, como lo está la de seguir explorando a través de los ex libris, recodos del Quijote como el de sus puertas y sus ventanas.

 

BIBLIOGRAFÍA CITADA EN EL TEXTO

Cervantes, Miguel de. Don Quijote de la Mancha
Chevalier, Jean y Cheerbrant, Alain. Diccionario de los símbolos. Herder, Barcelona, 1988, p. 1107

 


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