Desde México, Araceli Zúñiga
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GP.
Foto de Gilia González
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El domingo 10 de octubre del año 2004 se inauguró por segunda ocasión -la primera fue el miércoles 6 del mismo mes- la 8ª Bienal Internacional de Poesía Experimental dentro del festival más importante de México ante el mundo: el Festival Internacional Cervantino .
En esta ocasión recuerdo haber mencionado, casi textualmente: « .Hoy, domingo 10 de octubre, en esta Galería representativa de la tradición cultural ancestral de Guanajuato se presenta una exposición mestizada por los nuevos lenguajes del siglo XXI; realizamos, pues, la segunda inauguración con la presencia de algunos de los artistas participantes y amigos muy queridos, entre ellos Andrés González Pagés, director de la escuela para escritores "Ricardo Garibay", ubicada en la ciudad conocida como "de la eterna primavera": Cuernavaca, perteneciente al Instituto de Cultura de Morelos y a la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), acompañado por la escritora y poeta visual Olivia de la Torre, subdirectora académica de esta escuela/proyecto/signo que nació y pervive como parte de un compromiso amoroso con la escritura. Ambos , Andres y Olivia, presentes en su dualidad de funcionarios y artistas/escritores/poetas/investigadores/promotores culturales, anfitriones -por cierto- de la 7ª Bienal efectuada en el Jardín Borda y otras instalaciones culturales de Cuernavaca, Morelos, y en la ciudad de México (entre ellas el Centro Nacional de las Artes (CENART) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). » .
Andrés González Pagés, hombre de palabra, es narrador, poeta, ensayista y profesor de Historia del Arte. Miembro de la "Generación Mester " del taller literario de Juan José Arreola y becario del Centro Mexicano de Escritores 1969-1970. Premio Nacional de Literatura en la rama de cuento, por la Secretaría de Educación Pública, en 1970. Coordinador de talleres literarios desde 1967. Como Director Editorial y de Literatura del Instituto de Cultura de Tabasco, creo en 1985 la Red de Talleres Literarios de esa entidad. En 1995 y 1996 fue Director General de ese mismo Instituto. Es autor de diecisiete títulos, de poesía en prosa, poesía visual, relato, cuento y ensayo. Uno de los más recientes es Crestería, serie de prosas de contenido joco-serio, publicado por la "Colección Gallymatías ", de Cuernavaca, Morelos, en junio del 2001, en tanto el último titulo, "Once Sonetos Memorables", reflexiones en torno al hecho poético, fue publicado por Luna Roja -ediciones- de Cuernavaca, Morelos, en el 2004.
Es autor del Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus, fechado en febrero del 2000. Es director fundador de la Escuela de Escritores del Estado de Morelos, que patrocinan el Instituto de Cultura de Morelos (ICM) y la Sociedad General de Escritores de México (Sogem).
Demos, pues, la palabra al hombre/palabra/escritura, icono de toda una generación de escritores mexicanos que hoy, a través de sus propios testimonios (de vida, de trabajo y de grafías), recuperamos para nuestra memoria escritural colectiva.
Explicación de la frase "no siempre euclidiano", por Andrés González Pagés:
No siempre unidireccional: si bien muchas veces realista, asimismo muchas veces idealista; muchas otras expresionista y muchas otras más abstraccionista. El asunto tiene que ver con el nombre que GP le puso a una antología de cuentos de jóvenes que publicó en 1973: Letras no euclidianas . En ella postuló la posibilidad del artista, y en concreto del escritor, de no apegarse a un solo estilo. Siguiendo esta dirección, no es infrecuente ejercer vatios géneros y, más allá de la literatura u otras artes, varios oficios.
En el prólogo del libro citado, el autor declara no seguir a Claude Lévy-Strauss, y que si coincide con el nombre de uno de sus conceptos es sólo eso: una mera coincidencia. Declara en ese libro que a quien sigue en términos generales es a Herbert Read, capitán de la escuela estilística inglesa. Más adelante, en C.O.D. Para lectores de ojos solventes (1980), declararía haber unido al sajón los nombres (y teorías) del alemán Carlos Gustavo Jung y del canadiense Marshall McLuhan, para conformar el "pluriestilismo", o sea su propio camino de creación a la vez que de estudio. Es decir, para aplicarlo por igual cuando narra o poetiza que cuando ensaya.
Su primer diseño:
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Su firma, a los diez años (1950). El original, desde luego, fue hecho en papel escolar cuadriculado..
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Diseños posteriores:
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Carátulas diseñadas por GP para algunos de sus libros: faltan, por razones técnicas, Letras No Euclidianas, Diario Burocrático, C.O.D., las de la antología tabasqueña, con dibujos de Gilia González, y la última, realizada por Daniel Murillo Licea. Se incluirán en el siguiente número de Escaner Cultural..
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Nacimiento y primeros pasos:
En apego a una idea fija establecida por su abuela materna, Mélida Mandujano viuda de Pagés (1880-1961), quien nació en tres lugares distintos: Macuspana y Frontera, en Tabasco, y Laguna del Carmen, en Campeche, Andrés González Pagés (1940) nació asimismo en dos ciudades tabasqueñas, Villahermosa y Teapa, y en México, D. F.
De la triple cuna de doña Mélida se enteró por boca de ella misma, mientras que de la suya, con grande pero no muy prolongada sorpresa, por la edición especial de la Enciclopedia de México (1987) y otros documentos enciclopédicos más, que lo hacen nacer en la capital del país, como son los diccionarios de Humberto Musacchio ( Diccionario Enciclopédico de México , 1960) y Tiempo vegetal (1994), de María José Rodilla, que lo imponen precisamente como defeño, mientras que la monografía estatal de Tabasco Las voces de la naturaleza (1983), de Julieta Campos y Enrique González Pedrero, lo incluye como tabasqueño igual que el Diccionario biobibliográfico de escritores de México 1920-1970 , de Josefina Lara Valdez y Russell M. Cluff, que lo reconoce incluso como nacido en Villahermosa, y aun cierta declaración de algún familiar osado que confió un día a la prensa casi haberlo visto nacer en la también tabasqueña ciudad de Teapa.
Dada esta circunstancia, GP gusta de sugerir que poco a poco va igualándose a Homero, a quien, se sabe, se lo peleaban seis ciudades griegas.
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Homero.
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Su primer acercamiento a las letras de otros ocurrió al tener ocho años de edad (él ya escribía lo suyo desde uno antes), cuando su tío Manuel González Calzada, prohombre tabasqueño, le regaló varios libritos de una colección argentina llamada "Biblioteca Billiken", mismos que resumían e ilustraban algunos textos clásicos. Los títulos eran: La Ilíada , La Odisea , La Grecia heroica , Amadís de Gaula, Hernán Cortés y Magallanes . Fue esta combinación de textos literarios e históricos el primer estímulo que GP recibió para su (por él mismo llamado) "pluriestilismo".
Posteriormente, ya en el sexto de primaria, invirtió (sin saber que lo hacía) los "Cuauhtémocs" (monedas de cinco pesos) que su mismo tío Manuel le había dado años antes como "domingos", en comprar otros títulos, en la pequeña librería de su escuela, como 20,000 leguas de viaje submarino , de Julio Verne, o Sandokan , de Emilio Salgari.
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El “Cuauhtémoc”, bella moneda de plata 0.720, circulante cuando México podía darse estos lujos (1947).
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Tres años más adelante (en el tercero de secundaria, 1955), la clase de Literatura española le dio el último empujón hacia el convencimiento de que debía ser escritor. Así lo menciona en su cuento epistolar "Carta al maestro Ramírez" (inédito, en Finales felices , 2005): "Una frase de su lectura se me quedó grabada en especial para siempre, aunque podría presumirle también de algunas otras:
-Estaba Sancho Panza colgado de sus palabras sin hablar ninguna."
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El Don Quijote de Gustavo Doré.
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Siguiendo este claro impulso, en 1959 se dirigió con dos amigos de su palomilla al rancho "Concepción Buenavista", del papá de otro amigo, Armando Badillo, situado en Ápam, Hidalgo, para ambientarse a fin de escribir una novela que llevaría por título "El Ave María". Uno de sus acompañantes era Ramón Obón León, a la postre guionista de cine y TV y abogado general de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM). GP nunca terminó la mencionada novela, pero algunos de los apuntes de aquel viaje se convirtieron en los relatos de la serie "Ranchería", que pueden leerse en COD, para lectores de ojos solventes (1980).
La datación de dicho viaje es importante porque quiere decir que GP estudiaba entonces en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México, ámbito preciso de su nacimiento defeño, aunque su familia lo había llevado a esa ciudad capital desde 1944. En el Poli integró, con un amigo yucateco apellidado Solís, un "Club de Escritores Juveniles", que obtuvo el apoyo del Departamento de Difusión Cultural, a cuyo frente estaba un profesor también yucateco apellidado Ceballos.
Pronto Solís y GP organizaron dos talleres, uno de cuento y otro de periodismo, y eso definió la vida futura de GP, en principio esquizofrénica para evolucionar más adelante hacia la polifrenia que es el pluriestilismo. El taller de cuento fue a darlo Emilio Carballido, "Primer semáforo en verde", como el propio GP lo califica en la dedicatoria de su cuento "Cosas del Talión", del libro del mismo nombre (1973); el segundo lo dio Antonio Rodríguez, quien adoptó a GP como hijo putativo durante los siguientes diez años.
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En 1963, como alumno de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional (UNAM), a donde un año antes había ido a estudiar el tronco común de materias de esa escuela, hoy Facultad, y donde conoció de entrada a Olivia de la Torre (1944), con quien dos años después contraería matrimonio, fue invitado por
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Olivia de la Torre y GP contraen nupcias, el 27 de enero de 1965.
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René Avilés Fabila a integrarse al grupo "Cafés literarios de la juventud", que dirigía César H. Espinosa, quien se firmaba como Horacio Juván (1938). El grupo hizo entonces la "Hoja literaria radical de la juventud" llamada Búsqueda , que alcanzó 8 números.
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Número 7 de Búsqueda.
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Cuarenta años después (2002), GP; Rosario Casco, esposa de René Avilés Fabila y presidenta de la Fundación del mismo nombre; Olivia de la Torre , esposa de GP y subdirectora de la Escuela de Escritores del Estado de Morelos “Ricardo Garibay” (ICM-SOGEM), y René Avilés Fabila.Foto de Gilia González.
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Un año más adelante (1964), parte de ese mismo grupo organizó un "Seminario de Estudios Literarios" en el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana (INJUVE), organismo que patrocinó la revista Volantín . Esta revista se publicó asimismo en 8 números. GP y César H. Espinosa estuvieron al frente de ella los tres primeros. Al frente de los restantes quedó Alejandro Aura (1944). Conocieron entonces al dramaturgo Javier Rojas, quien dirigía el Departamento Cultural, y al poeta Elías Nandino, asistente del mismo, así como a diversos escritores e intelectuales que aceptaron impartir charlas en el SEL.
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El mismo año de 1964, GP y César H. Espinosa asistieron al "Primer Encuentro Latinoamericano de Poetas", llevado a efecto en México, D. F., donde conocieron a los poetas Efraín Huerta y Roberto Fernández Iglesias (1942).
Como muchos otros jóvenes escritores del momento, GP se volvió también amigo de Huerta. Esta amistad se vio reforzada por cuanto su esposa tenía varios años de conocer al poeta, pues era amiga de sus hijas Andrea y Eugenia. Por otro lado, GP y otros miembros del grupo de "los Cafés" fueron invitados por Fernández Iglesias a colaborar en la revista mimeografiada tunAstral , y allí aparecieron los primeros poemas en verso de aquél.
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Con Efraín Huerta, GP y sus dos hijos: Gilia y Aldo (†1995).
Foto de Olivia de la Torre (1981).
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Número 18-19 de tunAstral (5 de octubre de 1964), con poemas de GP.
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También en 1964, a fin de hacerle una entrevista para Búsqueda , GP conoce a Juan José Arreola, quien lo invita a que se incorpore con su grupo al taller literario que acababa de organizar en su propia casa. Como Búsqueda desapareció exactamente entonces, por haberse quedado sin trabajo tanto GP como César H. Espinosa, que la financiaban, la entrevista a Arreola fue publicada por "El Gallo Ilustrado", suplemento dominical de El Día , lo cual marcó el inicio de GP en el periodismo cultural. En el dicho taller, GP se reencontró con Avilés Fabila, quien por su parte se había integrado a él con José Agustín (1944) y con Gerardo de la Torre (1939). Con patrocinio del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Arreola organizó entonces la revista Mester , que alcanzó los 13 números. GP estuvo a cargo del tercero, y de entonces en adelante GP quedó como amigo del maestro, al igual que todos quienes eran y habían sido sus discípulos.
Incursión en la cinematografía y en la TV :
En 1969 y 1970, GP y Olivia formaron parte del Taller de Cine del IPN, que Antonio Rodríguez había creado en el DDC del IPN. La dirección del taller estuvo a cargo de Milosh Trnka, quien era a la sazón profesor del Centro Universitario de Enseñanza Cinematográfica (CUEC). El producto más importante de ese taller fue el cortometraje colectivo Manos , hecho por encargo de la Comisión Federal de Electricidad y que pasó en la cadena de cines que la Dirección de Cinematografía del gobierno controlaba en todas las capitales de la República. El guión fue hecho por GP, y la producción por Olivia de la Torre. Otro escritor que trabajó en aquel filme fue Humberto Guzmán.
Un año después, de 1971 a 1972, GP hizo los guiones de tres series de programas para el Canal 13 de televisión: Malvinas, palabra ensangrentada ; Namibia, país encadenado , y Ciudad, Siglo XXI .
El profesorado, respiración paralela a la escritura:
Asimismo, y como secuela de la coordinación de los talleres literarios del IPN, e incluso conduciendo uno de ellos, GP imparte por aquel entonces clases de Historia del Arte en la Escuela de Arte Dramático del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE). Y ya no dejará nunca de conducir talleres literarios o de dar clases..
Los segundos pasos:
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La histórica entrevista a Juan José Arreola
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El número 5 de Mester , de septiembre-octubre de 1964, coordinado por GP.
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En el plan de entrevistas a publicar en Búsqueda , GP había incluido a Juan Rulfo. Como el periódico había dejado de existir, se la propuso a Armando Romero, director de "El Gallo Ilustrado". A Romero le dio mucho gusto la idea, pero le dijo a GP que veía la cosa punto menos que imposible, porque la gloria nacional nunca le había concedido una entrevista periodística a nadie. Rulfo agregó su generosidad a aquéllas de las que GP venía siendo objeto por parte suya, y estuvo de acuerdo en platicar con él. La entrevista se publicó en la plana cultural diaria de El Día , sin esperar la próxima edición del suplemento, pues Enrique Ramírez y Ramírez, director general del diario, consideró que las palabras rulfianas no debían permanecer tanto tiempo desconocidas por los lectores. A partir de entonces, Rulfo salió de su mutismo (periodístico) y concedió algunas entrevistas más, a diversos medios.
La entrevista de GP a Rulfo no fue nada importante como aportación a la literatura. Lo importante fue que se trató de la primera entrevista hecha al genial maestro. La que GP le había hecho a Arreola poco antes, en cambio, como llegó a decirlo Miguel Ángel Flores en el Proceso en ocasión del homenaje a aquél en la F 'il 88, devendría histórica, pues en ella se habló por primera vez de la enseñanza del oficio de escribir a los aspirantes al mismo. Y, como en el caso de Arreola, la entrevista a Rulfo le sirvió además a GP para entablar una buena amistad con el maestro.
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Juan Rulfo en la casa de Olivia de la Torre y GP. Aquella vez estuvo también presente Juan de la Cabada , pero su foto no apareció al momento de ser construido este portal.
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Otras entrevistas que GP hizo a maestros, y que sí alcanzaron a publicarse en Búsqueda , fueron a Antonio Rodríguez ("Cervantes no escribió siempre Quijotes, nos dice Antonio Rodríguez", en el núm. 3) y a Emilio Carballido ("A propósito del teatro habla Emilio Carballido", en el núm. 5). Estos números y cuatro más (1, 2, 4 y 6), parecen haberse extinguido del planeta. El 8, que aquí se reproduce, le fue obsequiado a GP recientemente por Elsa Cross, y poco antes Jorge Arturo Ojeda había hecho lo mismo con el 7. Desde luego, estos dos autores formaron parte de los "Cafés", en la década de los años sesenta.
El camino:
En 1965, y como edición de autor, con carátula de su entonces amigo Alfredo Meneses, GP publica en forma de libro la mayor parte de los materiales suyos aparecidos en Búsqueda , Volantín y Mester . El libro llevó por título Los pájaros del viento . Inmerso aún en el espíritu estudiantil universitario, GP lo llamó su "tesis literaria". Carballido habría de regañarlo meses después por "el mal negocio" de haber hecho una publicación de autor, sobre todo porque él era entonces editor de la Universidad Veracruzana (UV) y se lo hubiera publicado allí. GP no se atrevió a explicarle entonces dos cosas a su antiguo maestro:
1) Que nunca se le ocurrió que su libro alcanzara calidad suficiente para ser publicado en la UV , donde desfilaban algunos de los mejores autores de la época, y 2) que sólo como edición privada su libro podía ostentar la leyenda "Se autoriza la reproducción parcial o total de este libro". Al respecto, GP quedó frustrado, pues los únicos que reprodujeron el texto que da nombre al libro fueron sus amigos Ramiro Aguirre G., y Ezequiel Toledo Ocampo, en sus respectivos periódicos estudiantiles. El primero dirigía el periódico del Círculo de Periodismo Estudiantil del Poli: CPE Voz Técnica (octubre de 1965), y el segundo el de la Facultad de Medicina: La medicina y el hombre (número 5, marzo-abril de 1966). Estos amigos suyos, para acabarla de amolar (como entonces se decía), le habían pedido permiso para hacerlo.
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Los pájaros del Viento (1965).
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En 1967, Antonio Rodríguez quedó como jefe del Departamento de Difusión Cultural del IPN e invitó a GP a formar parte de su equipo de trabajo. Se desarrolló entonces en el Poli una importante actividad de esa índole.
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GP y Olivia (a la derecha) con Antonio Rodríguez (segundo de la izquierda). Al principio Arturo Núñez, entonces joven colaborador del Departamento de Difusión Cultural del IPN, y en seguida de AR Fernando Gamboa, director de la Escuela de Pintura de San Luis Potosí, y el escultor Francisco Marín (1967).
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De tal modo, siendo GP coordinador de los talleres literarios del Poli, e impartiendo allí mismo uno de carácter "pluriestilista", pero que era sobre todo "plurigenérico", coordina la revista Juego de palabras , que alcanzó 3 números. La viñeta de la carátula del tercero, y el juego que de ella se hace en parte de los interiores, fueron suyos. Para el número 2, Efraín Huerta dio el manuscrito de su poema "Del miedo y la compasión".
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Carátula del núm. 2 de Juego de palabras (octubre de 1971), revista de los talleres literarios del IPN, coordinada por GP. La viñeta de este número es del propio coordinador. En página interior, a la derecha, se juega con esa viñeta para ilustrar la obra “La botana”, de Miguel Ángel Tenorio Barrientos.
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Manuscrito del poema “Del miedo y la compasión“, de Efraín Huerta, en el número 2 de Juego de palabras , Octubre de 1971.
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Transcripción a máquina:
DEL MIEDO Y LA COMPASIÓN
A mis amigos y compañeros del IPN.
A las 5.30 del día diez
fulguré como un elemental agonizante.
No veo el año ni el mes
ni los secretos podridos
ni los silencios rotos pero prolongados
como los gusanos y las babosas.
Hoy debo repartir mi miedo
la firma de mi pánico
la verde costra de mis dos mudos pies
sobre las calles ultrajadas.
Dulcemente a solas me miento la madre,
porque yo sí procuré, procuro algo,
canceroso procurador
--hígado roto, riñones de cemento--,
procurador de la miseria y de los muertos,
muerto vivo, poeta funeral,
nacido en junio, un junio muerto,
testigo, testimonio,
dolorido hasta los ascos,
ardido por mis hijos y mis hermanos apaleados,
asesinados.
Dios nos bendiga,
diez, dieces de junio, dioses de siempre,
y compadezcamos a Dios
que tampoco vio nada.
Efraín Huerta.
24-IX-71
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Aquel mismo año, GP fue becario del Centro Mexicano de Escritores, donde terminó de escribir el libro de cuentos Cosas del Talión .
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Los becarios de la promoción 1969-1970 del Centro Mexicano de Escritores: Andrés González Pagés, Carlos Navarrete, Esther Seligson, Vilma Fuentes y José Emilio Pacheco. Foto de Paulina Lavista.
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Los premiados en el Primer Concurso Literario de la Juventud que la SEP organizó en 1970: Alejandro Aura (Poesía), GP (Cuento), Óscar Villegas (Teatro) y Juan Tovar (Novela), con el Secretario de Educación Pública, Agustín Yánez, y Emilio Carballido, jurado de Teatro. Foto: Excélsior.
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En 1970, su cuento "Una caverna húmeda y verde" obtiene el Premio respectivo del Primer Concurso Literario de la Juventud , convocado por la Dirección General del Derecho de Autor, de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
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El año de 1973 GP estuvo muy prolífico (o los editores muy generosos) y publicó tres libros: el guión cinematográfico Tres historias frente al mar (IPN); el cuentario Cosas del Talión (Novaro), y el librito de ensayos Nimodismos (Abrapalabra).
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El primero de estos títulos le había sido solicitado por el Departamento de Difusión Cultural del IPN para que sirviera de libro de texto en el Taller de Cine del Poli, del que el propio GP había formado parte en 1970 y 1971; pero él no lo terminó hasta dos años después. El tercero le fue solicitado por el tunastralopiteco Fernández Iglesias, quien desde 1964 dirigía el grupo TunAstral en Toluca, Edomex, y editaba dicha colección. GP estaba preparando COD, para lectores de ojos solventes , y le dio tres trabajos de ese futuro libro. De los dos, él mismo hizo la carátula. Para la de Cosas del Talión le solicitó un dibujo a su amigo Octavio Vázquez, que por entonces iniciaba su importante serie de los "Sombrerudos".
En 1984 GP fue invitado por el Gobierno de Tabasco a colaborar en la Dirección Editorial de su Instituto de Cultura (ICT). GP la convirtió en Dirección Editorial y de Literatura, y creó allí la revista Manglar , tanto para dar salida a los materiales de los participantes en la Red de Talleres Literarios, que él mismo acababa de crear en todo el estado, como para difundir textos inéditos de antiguos escritores tabasqueños, cuya aparición fue intensamente propiciada por la promoción cultural del estado.
Manglar fue diseñada por Natalia Rojas, que había recibido de GP la solicitud de hacer la más bella revista literaria del país con el exacto concepto de un "guacamayazo" que representara a esa parte del trópico húmedo. La revista, así lograda, y cuyo nombre había sido propuesto por el tallerista Ramón de la Mora en el seno del taller de la Casa Museo Pellicer , alcanzó 5 números entonces. Aún hubo otro después, en el siguiente periodo gubernamental, hecho ya sin mucho apoyo oficial por los jóvenes de los talleres literarios, que lograron sin embargo el patrocinio del ICT para ese número ni más ni menos que postrero.
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Número 3 de Manglar, de julio-septiembre de 1987.
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Durante el mismo periodo, le tocó a Tabasco coordinar y patrocinar la segunda época de otra revista literaria, ésta del Programa Cultural de las Fronteras: Integración . Los tres primeros números se habían hecho en Mérida. Al tomarla, GP se la encargó, a través de su jefe de ediciones, César Meraz, a la empresa Duograma , S. A. de C. V., pero no ya con el concepto de "guacamayazo", pues era una publicación compartida por los estados fronterizos del Sureste, entre los que está precisamente Yucatán, no muy húmedo que digamos.
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Número 12 de Integracón , de mayo-junio de 1987.
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Por aquellos entonces, en los que se hacía una gran promoción cultural en Tabasco gracias al interés del gobernador Enrique González Pedrero, que había sido profesor de GP y de Olivia en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM , se llevó a efecto en Villahermosa la Novena Muestra Nacional de Teatro (o algo por el estilo; el nombre oficial es lo de menos). Entre otros invitados destacados llegó a aquella reunión el maestro Rafael Solana.
Dos o tres años antes, por cuanto Felipe Garrido era el editor del Fondo de Cultura Económica, GP le había sugerido para la carátula de su Retrato caído (1982) una foto que Efraín Huerta le regalara un día, en la que don Rafael aparecía rodeado por Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y el propio Huerta. Se trataba de un fragmento de una foto más grande, bastante conocida. Pero el chiste era que la tarde en que fue tomada don Rafael iba a torear (GP no recuerda dónde) y los "contemporáneos" y el "Cocodrilo" dizque estaban dándole clases teóricas de cómo hacerlo. Al platicar GP con Solana durante la muestra de Villahermosa, la carátula de marras salió a la plática y el maestro, que había leído el libro, y en especial el relato al que la foto alude, donde se narra la caída del tal retrato como aviso de la muerte de Pellicer, le dijo a GP que ojalá tardara mucho en volver a caerse, pues la siguiente sería porque él iría a morirse. GP se atrevió a decirle que tenía el retrato en su casa y que lo invitaba a cenar para que se lo dedicara con esas palabras. Solana aceptó, y el resultado fue el siguiente:
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La foto de la carátula de Retrato caído , dedicada por Rafael Solana, y la mencionada carátula.
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El texto de la dedicatoria es el siguiente:
Para don Andrés González Pagés, con la esperanza de que tarde mucho en volverse a caer (ya por última vez) este retrato, y mi agradecimiento por (sus) mil atenciones. Su amigo: (Firma)
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Otro aspecto de la promoción literaria que GP pudo llevar a efecto durante la época gonzalezpedrerista en Tabasco, gracias al apoyo dado por el gobierno a las actividades culturales del estado, consistió en la organización y dirección de cuatro encuentros de escritores tabasqueños, de 1985 a 1988, y uno regional del Sureste, en 1986.
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GP (tercero de izquierda a derecha) preside el 2º Encuentro Regional de Escritores del Sureste, celebrado en Villahermosa, Tab., del 9 al 11 de octubre de 1986. Al extremo derecho los jóvenes escritores tabasqueños Ramón de la Mora y Manuel Barbosa.
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Josefina Vicens fue una escritora tabasqueña invitada a los encuentros de escritores de la entidad, y a quien se le publicó una nueva edición de El libro vacío . Tiempo después, en colaboración con la UNAM , se le reeditó esta misma novela junto con la otra de la que es autora: Los años falsos . Se forjó entonces una bella amistad entre ella y la familia de GP.
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Josefina Vicens, ya privada de la vista, dicta a GP una vieja décima suya para que fuera reproducida en la revista Manglar , próxima a aparecer. Foto de Enrique Elizalde.
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En enero de 1995, GP fue nombrado director general del ICT por el Gobernador Constitucional de Tabasco, Roberto Madrazo Pintado. De esa fecha es la siguiente foto, en la que aparece con Olivia y sus hijos, Gilia y Aldo.
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Maestros del SOGEM
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Ya de regreso en Cuernavaca, en el año 2000, GP y Olivia fueron designados por Adalberto Ríos Szalay, director general del Instituto de Cultura de Morelos (ICM), y Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), como director y subdirectora de la Escuela de Escritores del Estado de Morelos "Ricardo Garibay", plantel que se sumó entonces al sistema de escuelas que esa sociedad opera en distintas ciudades del país, y que desde entonces funciona en la capital morelense. El patrocinio corrió y corre a cargo del (ICM), y el aval académico fue y sigue siendo dado por la SOGEM. Respecto de GP, así lo consignó esta Sociedad en su memoria de aquel año:
El mismo año, Olivia y GP cofundaron, con seis autores más radicados en la capital morelense, los cuales se mencionan en el pie de la siguiente foto, la Sociedad de Escritores de Morelos (SEM). Ésta trabaja con actividades de publicación de libros, conferencias y lecturas de obra.
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La Sociedad de Escritores de Morelos (SEM): De pie: Oritia Ruiz, Daniel Murillo Licea, Axel Maiglín (hijo de la primera), Raúl Moncada Galán, Gloria Chejca, Rubén Pizano, Susana Mendoza, Irma de Moncada, Olivia y GP. En el suelo: Fernando Diez de Urdanivia y una persona no identificada. Foto de Gilia González.
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Además, Olivia y GP se lanzaron entonces a editar un periodiquito familiar que llamaron Colibrí 2001 , que ha resultado de aparición irregular (11 números hasta 2004), en el que junto a parte de la obra que van creando de continuo incluyen la de algunos amigos invitados. Si la amistad con éstos es reciente, ocupan la sección "Una larga cinta de sorpresas" (es obvio que en homenaje a José Gorostiza); si es de antaño, la que se subtitula "Nosotros, los de entonces, seguimos siendo los mismos" (también, obviamente, en homenaje; en este caso a Pablo Neruda).
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Números 0 a 4 del Colibrí 2001 , de diciembre del 2000 a junio del 2001.
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El número 11 del periodiquito contiene la reproducción de los juegos visuales que GP había hecho como viñetas para el número 2 de Juego de palabras, de 1983, dado que con ellos participó en la VIII Bienal Internacional de Poesía visual en Guanajuato, Gto. (2004), en el marco del 32 Festival Cervantino. El poema visual de la carátula es de Olivia, y el de la página 4 de Araceli Zúñiga:
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Colibrí 2001.
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Para GP y Olivia el Colibrí 2001 vino a ser como la reafirmación de un convencimiento de mutua y retroalimentada creatividad, asumido un día frente al fresco pompeyano de "Los esposos". Como se sabe, el autor del mencionado fresco es anónimo. La foto de Olivia y GP les fue tomada por su hija, durante su participación en un evento del "Día del libro", en el Zócalo de la ciudad de México, organizado por Araceli Zúñiga y César H. Espinosa.
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Fresco pompeyano de los esposos.
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GP asistiendo a Olivia en la lectura de su poemario Nautilus . Foto Gilia González .
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GP junto a su poema visual, en la exposición de la VIII Bienal de Poesía Visual, misma que se celebró en el marco del 32º Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato, Gto. Foto de Gilia González.
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Y, como se dijo hace dos o tres párrafos, en la mencionada VIII Bienal de Poesía Visual, a la que también fueron invitadas Olivia y Gilia (esposa e hija de del autor expuesto en este portal, se entiende bien ya a estas alturas), GP expuso un cuadro con el poema que fungió como viñeta de un ejemplar de la antigua revista Juego de palabras .
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Araceli Zúñiga hizo la presentación de la exposición de esa Bienal. Con ella, el maestro Ramiro Osorio, Director General del Cervantino, GP y César H. Espinosa. Foto de Gilia González.
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En 1967, GP y Olivia habían visitado a David Alfaro Siqueiros en su casa de Cuernavaca. El pintor tenía también allí su taller, mismo del que habían salido los lienzos metálicos del "Poliforum" de la ciudad de México. GP y Olivia fueron a verlo para invitarlo a participar en un homenaje que aquel año le organizaron a Antonio Rodríguez. Hoy está allí el Centro Cultural " La Tallera ", y en él GP recibió por su parte, el 11 del junio de 2004, el homenaje que su esposa y varios amigos le organizaron con motivo de sus 45 años de escritor.
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La invitación al evento.
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Transcripción del texto de René Avilés Fabila que aparece en esta invitación, y que pertenece a la cuarta de forros de la Antología Personal de GP, publicada por el propio Avilés Fabila a través de la
UAM-Xochimilco en 2002:
En las letras nacionales, por regla general, un escritor no rompe la ortodoxia. Lo diré de manera más simple: escribe cuento, hace novela o redacta versos. Para ello, sigue reglas establecidas y pocas veces su literatura nos enfrenta a un universo distinto, complejo y de una sorprendente perfección. La experimentación no es frecuente. Andrés González Pagés, discípulo aventajado de Juan José Arreola, desde que arrancó su carrera literaria tomó una idea audaz del maestro: la varia invención y la ha convertido en un riguroso género que va de un experimento a otro, de una estructura a otra y de un tema a otro. Es el reino de la imaginación, de la inteligencia pura, de la fantasía. Sus lectores y admira- dores, en consecuencia, son personas de mayor complejidad intelectual.
Este libro Antología personal. Poemas en prosa, guión cinematográfico, cuentos, relatos, conferencias y textos de los que Arreola decía (1965-2001) hecho por el propio González Pagés y que ahora presenta la UAM-X , es el resultado de años de rigor literario, de una economía verbal que asombra y de una enorme capacidad para sorprender. Se trata de una suerte de selección personal, para la que su autor escogió fragmentos y textos de varia invención; desde que comenzó a escribir, poco antes de formar parte de la legendaria generación Mester de Arreola. A él lo recuerdo bien. Era un escritor severo consigo mismo y lo sigue siendo. Sacrificó la cantidad en aras de la calidad. González Pagés es sin duda un literato singular y un maestro de la brevedad.
René Avilés Fabila.
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Después del cuentario de 1973, GP publicaría los títulos que a continuación se enlistan, sin excluir los ya antes mencionados:
Libros:
Los pájaros del viento . Prosas poéticas. Ed. del autor, México, 1965.
Cosas del Talión . Cuentos. Organización Editorial Novaro, Col. "Los nuevos valores", México, 1973.
Cosas del Talión . Cuentos. Consejo Editorial del Gobierno del Estado de Tabasco, Col. "Cuadernos del Consejo Editorial", núm. 13, Segunda ed., México, 1981.
Tres historias frente al mar . Guión cinematográfico. IPN, México, 1973.
Nimodismos . Ensayos incluidos posteriormente en C.O.D. Casa de la Cultura del Estado de México, Col. "Abra palabra", Toluca, 1973.
Diario burocrático . Varia invención incluida posteriormente en C.O.D. Ediciones "El Mendrugo", México, 1976.
Knollo y Chippendella. Historia casi shakesperiana . Cuento. Edición de autor. Libro objeto. Ejemplar único hecho por el autor para la exposición respectiva en el Museo de Ate Moderno de la ciudad de México, México, 1978.
Letras no euclidianas . Estudio preliminar y antología de jóvenes cuentistas de México. Ediciones "El Caballito", México, 1979.
C.O.D. Varia invención. Consejo Editorial del Gobierno del Estado de Tabasco, Serie Literatura, núm. 8, México, 1980.
Retrato caído . Relatos. Fondo de Cultura Económica, Col. "Letras mexicanas", México, 1981. Nominado para el Premio "Magda Donato" 1983.
Diccionario menor-A. Diccionario joco-serio. Edición del autor, Cuernavaca, 1991.
El castigo antes de la muerte . Cuentos. Impresiones Ixtus, México, 1994.
Tabasco: el meridiano de la poesía , 2 volúmenes, Antología crítica de la literatura tabasqueña. Gobierno del Estado de Tabasco, Secretaría de Educación, Cultura y Recreación, Dirección de Educación Superior y Educación Científica, dos volúmenes, Villahermosa, 1994. Dibujos para las carátulas: Gilia González.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", cAmbiAvíA , Toluca, núm 21, febrero del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", Nolyx Anitnegra , boletín informativo (digital) de Xylon Argentina, Sociedad de Grabadores, año 9, núm. 33, julio-agosto del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", Letralia, tierra de letras , revista literaria digital, 18 de septiembre del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", Crítica@virtual , revista literaria digital, Santiago de Chile, 14 de marzo del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", Bar las virtudes. híper revista literaria , San Juan de Puerto Rico, 7 de abril del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", Revista Electrónica de Literatura Mexicana , México, D. F., núm. siete, abril-junio del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", Revista electrónica Fundación Aucal , Campus virtual, Madrid, 6 de junio del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", La alquimia del discurso y lo sensible (en línea) , Documentos para la historia y bases teóricas de la poesía experimental contemporánea, México, julio del 2000.
"Manifiesto pluriestilista pro Homo artisticus", "Umbrales literario y cultural, nueva época", núm. 8, suplemento del periódico Nuevo Milenio , Querétaro, México, s/f.
Crestería . Prosas. Col. Gallymatías, Cuernavaca, 2001.
Anáforas 1 . Conferencias 1986-1998. tunAstral /CONACULTA/ Fonca, Col. Criterio, núm 1, Toluca, 2001.
Antología personal. Poemas en prosa, guión cinematográfico, cuentos, relatos, conferencias y textos de los que Arreola decía (1965-2001) . Antología. Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Col. Gato encerrado, Varia invención, México, 2002.
Once sonetos memorables. Comentarios. Col. "La pipa del Tlacuache", Luna Roja, Cuernavaca, 2004.
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.El castigo antesde la muerte (1994). |
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Anáforas 1 (2001). |
Antología personal (2002) . |
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Muestras de la obra de Andrés González Pagés.
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Poemas en prosa:
Los pájaros de viento
A Alfredo Meneses.
Todos esos pájaros que ahora revolotean por encima de los árboles y de las casas, pronto habrán de negarse a nuestros ojos. Sacudiremos las ramas para que asustados tiendan nuevamente su vuelo, pero no estarán allí. Y en todos los lugares alguien hará lo mismo para tampoco lograr nada, porque en su fin ellos no se esconden ni entre las ramas de los árboles ni en las techumbres de las casas. Nadie los verá caídos en el suelo, inertes.
Y es que los pájaros se mueren volando y se hacen aire: el viento es una bandada de pájaros muertos que vuelan.
De Los pájaros del viento (1965).
La tercera proporción de la distancia
Aquí y allá. Hoy y ayer. Dos evidencias verticalmente separadas por tu cuerpo, la Imagen de ti que solo yo renazco. No es necesario tu llanto para saberte ida, no tu fragancia. Si algo fundamenta este minuto que no se atreve a mirarte, es la pequeñez del alma, la soberbia incapacidad de mis manos para endulzar tu piel y la marítima prolongación de tu cabellera, sin oleaje hoy, ya sin el agitado cardumen de mis besos. Buscarás en ti la verdad, pero no es aquélla la que hoy existes., como no soy yo el que navegó tu espalda toda de estrellas polares constelada. También a la mitad de tu olvido estaría yo si también tuyo fuera el generoso indulto de lo arbitrario. Inverosímiles los verdaderos tu y yo. Los de hoy y los de ayer. Ni el amable y profundo espejo de lo antiguo, ni la volumetría ciertamente tangible de nuestra carne. Sólo la membrana intermedia del invento, la película sutil donde nuestras perdidas complacencias se cruzan para edificar la tercera proporción de la distancia.
De Crestería (2001).
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Cuento:
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La noche del genocidio de 1968. Revista Proceso , México (2002).
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Mientras hay vida, hay esperanza
Asfixia. Sus manos resbalaban en el intento de romper aquella película húmeda que lo envolvía y que sus ojos no alcanzaban a definir bien en la penumbra. Estiró las piernas, hizo presión con la cabeza, empujó hacia los lados con sus codos adoloridos; la película cedía un poco a veces, pero de inmediato recuperaba su forma estrecha, opresora. Se tomó un momento para aspirar lo más hondo que le fuera posible. El aire estaba caliente, su mismo aire de antes, y la película se le pegaba a las narices impidiéndole el respirar bien siquiera para llenarse los pulmones con su propio desperdicio. Se asfixiaba. Tenía que librarse de aquello.
Concentró toda su voluntad en un esfuerzo enorme. Lo primero que sacó de la bolsa al romperla, porque al parecer estaba metido en una bolsa de plástico, fue un pie. Luego el otro. Se lastimó un tobillo con el tacón del zapato. Respiró de nuevo, un poco mejor, y comenzó a escurrirse valiéndose de sus manos, que al fin pudieron agarrar la película húmeda y jalarla hacia arriba. Sus dos pies, fuera de la bolsa, chocaban continuamente contra algo blando, algún bulto que pesaba demasiado para ser movido con facilidad.
El golpe del aire exterior fue decisivo; lo rescató de su somnolencia desesperada, aunque pronto se dejó contaminar por las fuertes emanaciones del estiércol. Él se sentó y se puso a sobarse los codos, que le dolían. En el ambiente apareció una tenue claridad que él no había notado desde dentro de la bolsa, ahora rota y arrugada. Poco a poco fueron cobrando forma y volumen, a su alrededor, miles de bultos brillantes.
Entonces, como en una borrachera extraña, volvió a oír aquel griterío, la granizada de disparos que pegaban en torno suyo, y volvió a ver a los soldados que disparaban contra la gente, contra sus compañeros que no alcanzaban a huir y caían al suelo para rebotar un poco y luego quedarse inmóviles, aquella mujer gorda que, con un niño en los brazos, se había hincado para rezar y ahora otra vez caía de bruces, pesadamente, aplastando a su hijo con el cuerpo.
Todos esos que lo rodeaban, por lo tanto, eran muertos: sus compañeros muertos, las mujeres y los hombres muertos, los niños muertos, los estudiantes muertos. Y él mismo había sido uno de ellos; había estado muerto quién sabe cuánto tiempo. Los habían metido a todos en bolsas de plástico para después amontonarlos ahí, en ese galerón que por el olor a estiércol no podía ser más que una caballeriza. Se volvió sobre sus espaldas y pudo comprobarlo al mirar los pesebres colmados de pastura. También a sus espaldas había bultos por todas partes, paquetes horrendos amontonados unos sobre otros.
Cobró conciencia de que estaba sentado sobre alguno de ellos, y se decidió a ponerse en pie, a buscar la manera de salir de aquel lugar espantoso. Volvió a mirar en derredor. Pensó que podría haber alguien más en sus mismas condiciones, privado solamente. Porque él no estaba muerto: respiraba, se llenaba con el olor fétido del estiércol, sentía el corazón latiéndole en cada uno de sus codos heridos. Recordó, como entre sueños, una voz que se quejaba, y pasó la vista por aquí y por allá sin descubrir ningún movimiento. Aguzó el oído, pero tampoco oyó ningún indicio de respiración. Quizás él mismo había estado quejándose. Dio unos pasos, y cayó sobre un montón de bultos blandos. Sus manos palparon una cabeza a través del plástico de una bolsa, un cuerpo de anchas proporciones. Se arrastró hacia una puerta grande, sobre otros muchos cuerpos que se hundían bajo su peso. No supo si el grito prolongado que acababa de escaparse de su garganta había sido demasiado fuerte.
Junto a la puerta había bastante espacio donde poner los pies, y ahí se quedó él, tembloroso, imaginando a los guardias que debían de estar vigilando al otro lado. Cerca del techo de vigas había ventanas pequeñas atravesadas por barrotes en cruz. La puerta hizo un ruido fuerte, como si la hubieran golpeado con una varilla de acero, y se abrió rápidamente. El se sintió un tanto deslumbrado, envuelto en un silencio que le hinchaba los oídos. Luego, sus ojos se encontraron con la mirada negra de un soldado de casco, quien lo apuntaba con una metralleta.
-¿Y tú?-pareció decirle el soldado, moviendo los labios.
Aquello era un cuartel. Al fondo, contra el cielo oscuro, se veían edificios amarillos con las ventanas encendidas. Los patios, llenos de camiones militares, estaban muy iluminados. Hacía esfuerzos por ordenar su cabeza, sus sensaciones, cuando el soldado lo tomó por un brazo y lo hizo trastabillar hacia una sombra cercana, dar vuelta en una esquina. Ahí, él supo reconocerle el grado contando las franjas de sus charreteras. Era sargento segundo; un verde y bien armado sargento segundo que no dejaba de apuntarle y que lo miraba a los ojos como con cierto temor, como queriendo descifrar algo que trajera escrito en ellos.
-¡Pélate, cabrón! -ahora sí estuvo seguro de haberlo oído hablar, pero no entendió bien el sentido de sus palabras. El soldado señalaba hacia un punto situado a espaldas de él.
-¿Eh?
-¡Que te largues, pero ya! Antes de que me arrepienta -la mirada negra lanzó un destello que hablaba de una furia terrible-. ¡Muchachito pendejo!
El olor a estiércol había disminuido. Al volverse, miró una barda enorme tras la que asomaban de trecho en trecho varios postes de luz eléctrica. Un enjambre de moscas revoloteaba en torno a uno de los focos encendidos. Sintió que el soldado lo conducía hacia el muro, sujetándolo de nuevo por un brazo. "Me va a fusilar", pensó, "como no me escapé cuando él me dijo..."
-¿Crees que alcances?
-Sí, creo que sí -le contestó sin creerlo, porque no hubiera podido contestarle otra cosa; pero el muro aquel era demasiado alto, un muro frío, silencioso, que parecía metálico más que de piedra o de ladrillos cubiertos con pintura.
El hombre alzó la metralleta para pasar su cabeza con todo y casco por debajo de la correa con que se la sujetaba a la espalda. De pronto, su pensamiento se aclaró por completo: todos habían muerto, menos él, y ahora ese maldito gusano mierda lo ayudaba a fugarse como premio al hecho de haber sobrevivido por mera suerte a la masacre. Y él no debía decirle nada. Nada. Sólo debía guardar silencio para salir de ahí, de aquello que le daba la impresión de ser el campo militar donde una vez lo habían llevado a lavar excusados, tres años antes, el año de su servicio.
El tipo era más fuerte de lo que él hubiera podido suponer. Lo alzó fácilmente y pronto, para su mayor sorpresa, comprobó que sus propias manos alcanzaban el borde superior de la barda. El tipo lo alzó un poco más, y sin mucho problema pudo treparse y quedar montado en la altura. En la calle no había nadie. Era una calle muy larga; la vista se perdía, siguiéndola, en una negrura lejana, sin postes ni alumbrado. Enfrente, otras bardas sombrías confirmaban que la única posibilidad era la de echarse a correr hacia aquel punto negro. Tras esas bardas, pesadas construcciones triangulares, tanques enormes de aluminio y chimeneas de muchos tamaños evidenciaban la naturaleza fabril de esa parte del barrio.
-¡Rápido, carajo! ¡Suéltate ya! -le gritó el soldado. Lo miró por última vez. Sus ojos habían vuelto a cubrirse con la anterior expresión de susto. Había vuelto a coger la metralleta, le apuntaba nuevamente. Sintió miedo. Dudó en darle las gracias; se contuvo. Pasó la otra pierna del lado de la calle, midió la distancia que lo separaba del suelo, unos tres metros, y se dejó caer sin pensar en nada.
Un dolor terrible le golpeó la cabeza. Se la apretó con las dos manos y se puso a caminar bamboleándose, apoyándose en la pared amarilla. Notó que sobre una oreja tenía el cabello duro, como pegado en una gran costra. Se miró la mano un poco ensangrentada. Pensó que tendría una bala metida en el cráneo; pero más bien su dolor era un dolor de golpe, de hinchazón. Recordó que al mismo tiempo en que comenzaran los disparos, algunos hombres con guante blanco en la mano derecha se habían puesto a golpear, con cachiporras de policía, a quienes encontraban cerca de ellos. Por eso él había estado sin sentido durante un tiempo, pensó, el suficiente para que lo tomaran por muerto y lo empaquetaran como a todos, para que lo trajeran al campo militar y lo echaran a una caballeriza hedionda.
La acera de enfrente estaba un poco menos iluminada. Fue hacia ella, mirando a uno y a otro lado. Sólo él cruzaba la soledad con sus pasos rápidos y sonoros. Le vinieron unas violentas ganas de llorar, pero se dominó hasta que pudo respirar de nuevo normalmente. Trató de caminar en silencio, sin disminuir el ritmo con que avanzaba. Volvió a tocarse la cabeza, la costra de encima de la oreja. No podía haber allí ninguna bala, aunque le doliera tanto. Se miró los codos: también tenían sangre seca, raspones rojizos. Su camisa, en el cuello y en el hombro, estaba manchada. Miró hacia la negrura. Al pasar frente al último poste de alumbrado del campo militar, apresuró el paso y se volvió a mirar lo que dejaba atrás, sus compañeros muertos, metidos en bolsas de plástico al otro lado de la barda amarilla, metálica, amenazante. Pensó en los amigos con quienes había estado en el mitin. Quizás alguno había sido empaquetado como él y estuviera muerto. Luego pensó en sus padres, que estarían buscándolo más que enloquecidos. Al llegar a una esquina vio la ciudad llena de luces, en su extensión infinita, brillando con suma tranquilidad como si nada pavoroso le hubiera pasado durante aquellas últimas horas. Oyó el rumor de una avenida cercana. Estaba temblando, y quiso creer que era más por el frío y por el viento que por otra cosa.
De Cosas del Talión (1973),
publicado antes en la revista Creación,
de México, D. F., números 7-8,
(septiembre-diciembre de 1970).
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Colofón:
Transcripción a máquina:
Este librito se terminó de caligrafiar, dibujar y colorear, con muchos trabajos, faltando sólo unos minutos para que expirara el plazo para su entrega a la exposición "Libros y más libros", del taller Tres Sirenas, a montarse en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, D. F., el martes 13 (!) de septiembre de 1983. Para el efecto (de la caligrafía, etc.) se utilizaron hojas de papel Ingres-Fabriano que Carmen Boullosa, quien fue la de todo el lío, le regaló al autor. Además, un frasco viejo de tinta Skrip "Sepia lavable 12" , cuyo color (el de la tinta) no resultó ya igual en el frasco que se compró luego con el propósito de completar el plan del librito, que era de 24 páginas, por lo que éste hubo de quedarse en las 15 que finalmente lo integran. Las letras y los dibujos fueron hechos con la pluma fuente "Mont Blanc" que su suegra, la señora Magdalena de los Santos, le regaló al autor hace algunos años. Durante el desarrollo del trabajo, las páginas fueron guardadas en un fascículo semanal, como ha visto el autor que lo hacen los artistas profesionales, en este caso el número 14 de la "Historia del arte mexicano", de SEP-INBA-Salvat, que fue el último que el propio autor pudo comprar antes de que se le viniera encima la cabrona crisis por la que atraviesa el país. La edición consta de este ejemplar único, porque ya parece que el autor, que no es dibujante, iba a ponerse a hacerle copias como dicen que otros lo hacen. El autor mismo hace patente que es ésta la primera vez que se somete a las circunstancias y sacrifica páginas del texto original, 9 en el caso del cuento "Knollo y Chippendela", el cual, de haber salido a la luz en toda su integridad, hubiera alcanzado una mayor riqueza que la que ya de por sí el amable y desocupadísimo lector (todo queda en la influencia de los clásicos) puede encontrar en él.
De Knollo y Chippendela (Historia casi shakespeariana) , 1983.
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Textos (como los llamó y llamaría Arreola):
Meditación
Todas las tardes viene a la casa mi madrina Atala, y mi papá dice que viene siempre con un carajo. Yo nunca le he podido ver el carajo ese que dice mi papá que trae. Yo creo que ha de ser una de esas cosas que dice mi mamá que los niños no podemos ver porque nos quedamos chaparros, como los burros cuando los montan antes de que cumplan el año. Yo creo que mi madrina Atala se lo ha de esconder en el cuello de su vestido desde la casa de don Paco, junto a sus bolas, mucho antes de que llega al portón. Porque siempre que me apuro para verla antes de que se lo guarde, ya no lo trae. Sólo puedo verle el chal, sus bolas, y la bolsa de mecate llena de cosas para comer.
También el carajo puede ser algo así como un cuero con el que se les pega a los niños que hacen maldades. Porque el otro día que seguí a mi madrina Atala cuando se fue, ya casi hasta la casa de don Paco, para ver si se lo sacaba de donde tiene sus bolas, supe que mi papá y mi mamá tienen varios escondidos en alguna parte de la casa. Porque mi papá le gritó a mi mamá desde el balcón:
¡Mete a ese niño con un carajo, que ya es tarde!
Pero yo creo que mi mamá no me quiso pegar con el carajo, porque nada más me llamó viendo a mi papá y meneando la cabeza, corno diciéndole que no era para tanto.
Me voy a poner a buscar entre las cosas que están en el cuarto del fondo, a ver si encuentro los carajos que tienen guardados mi papá y mi mamá. Les voy a decir a Tavito y a Chente que me ayuden a buscarlos. Y que si los encontramos, les doy uno. Porque han de ser muchos, porque mi papá siempre los está mentando.
Pero, ¿por qué tendrá mi madrina Atala un carajo, si ella no tiene hijos para pegarles con él?
De Los pájaros del viento (1965),
publicado antes en el
número 1 de Mester (mayo de 1964).
El canto del coral
En una de las antiguas haciendas pulqueras de la región de los Llanos de Apan los campesinos adultos suelen oír, por las noches, el canto de un cuadrúpedo llamado El Coral, inaccesible para el sentido de la vista. Ese canto suyo se asemeja al de las tórtolas, aun cuando difiere de él en que parece cantado a dos voces (a coro, se dice, y de ahí el curioso nombre) y en que no es tan melancólico ni tan sonoro como el de esos pájaros del día.
Cuando El Coral canta, produce indistintamente una sensación de paz o de terror según que el individuo se encuentre bien o mal con su propia conciencia. A grandes rasgos, puede afirmarse que se trata de un eficaz medio de conocerse a sí mismos que esos campesinos tienen (aunque nunca se preocupan por buscarlo), puesto que muy seguido los llama a la meditación después de provocarles la angustia o la placidez que por sus actos se merecen.
Nadie de ellos ha visto nunca al Coral, pero todos, hombres y mujeres, apenas entrados en la pubertad, no dejan de oírlo con frecuencia hasta la hora de la muerte y lo mismo estando solos que en reunión familiar, al borde del sueño o durante el desarrollo de cualquier labor retrasada. Pero, invariablemente, cuando ya el sol se fue, después del Ave María.
Es curioso comprobar cómo los niños de esa hacienda, mientras sus sentimientos permanecen unidos de veras a las castidades infantiles y aunque sus padres o hermanos mayores los interroguen una y otra vez en el momento preciso, no oyen nunca ese canto que el visitante atribuye por igual a algún coyote hambriento o a alguna ave nocturna, pues ante todo debe definirse como un canto quimérico, difícil de ser atribuido a cualquiera de las aves, bestias o animales feroces que nosotros conocemos.
En "Ranchería", de
COD, Para lectores de ojos solventes
(1980).
Crestería
No es posible tomar en serio la opinión de que los V y penachos arquitectónicos de los templos de Palenque hayan sido antenas para la comunicación extraterrestre. Tampoco es posible hacerla respecto de la su- puesta condición de cosmonauta del hombre de la lápida ni de su pretendido atavío cósmico. Por lo que toca a estos dos últimos asuntos, ya dije en otro lugar, coincidiendo con todo quien no haya perdido mucho la chaveta, que la cosa es al revés: los cosmonautas se sientan en sus naves del modo como se sientan, porque así nos sentamos los humanos ante cualquier mueble en el que algo debemos manipular, y sus supuestos relojes de pulsera son de seguro simples pulseras, porque éstas existen desde la Antigüedad en todos los pueblos. Lo más que concedería yo, si alguien lo propusiera, es que el escultor de la lápida palencana esbozó magistralmente la moderna "ficción científica" o "ciencia ficción".
Respecto de la crestería, es necesario intuir ya su objeto real: el de haber sido una serie de instrumentos musicales o, más precisamente, la parte estética (las curvas de la lira o la guitarra, la largura de las gargantas del órgano) de ciertos instrumentos musicales. En concreto, la crestería era el conjunto de nichos superiores en las cajas de resonancia que a veces eran los templos de Palenque.
Imaginemos un día de ceremonia en esa ciudad maya: aún está oscuro; pero el alba se acerca. Los sacerdotes suben a las crestas con recipientes colmados de maíz, y en cada nicho dejan una buena porción de granos. Todavía no sale el sol cuando han terminado ya su tarea, y descienden de nuevo a los templos. Con la primera claridad, un pájaro tempranero rubrica la bóveda celeste. Luego otros pájaros despiertan y vuelan en busca del diario sustento. Uno de ellos descubre el reflejo de la luz en un punto de una cresta. Es el mismo brillo dorado que lo hipnotiza siempre desde los sembradíos. Se dirige hacia él, y comprueba que se trata de su mejor alimento. Se posa en el nicho, come y da la voz de júbilo a sus compañeros, a todos los pájaros de la región. Entonces da inicio la ceremonia de los hombres, solemnizada por el concierto natural, que dura exactamente lo que el orto.
No ha habido aquí más sonido que el canto de las aves. Ellas han sido los músicos, tal lo quería Shakespeare en el pasaje aquel, lewiscarrollesco por cierto, de El rey Ricardo II.
La arqueología y la antropología han trabajado mucho para averiguar, lo más aproximadamente posible, el mundo antiguo. Yo, con todo cinismo, gratuitamente, he transcrito aquí lo que ensoñé alguna vez, sentado a las puertas del Templo del Sol, uno de los que aún conservan su bella e intrincada cresta, que la ciencia identifica como simple soporte para un estuco policromo. Otra cresta, la del Templo de la Cruz , tiene una escalera interna, a la que por su parte la ciencia otorga la sola función de haber permitido el mantenimiento de la gran estructura que se eleva seis metros hacia el cielo sobre la caja de resonancias del templo. Yo aseguro, en legítimo uso de mi imaginación, que por esa escalera subían también los sacerdotes, el día o los días de algún ritual, a convocar el concierto polifónico de la selva.
De Crestería (2001).
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Relatos:
Don de lenguas
De esa misma hacienda hay otros asombros que referir. Por ejemplo, el de un caporal cuyo don era el de lenguas y cuya fama alcanzaba nada menos que el servio-croata de unos ingenieros metalúrgicos del país de Tito que un día pasaron por allí en sus vacaciones.
Este hombre extraordinario, de cotidianidad retraída no obstante, aseguraba siempre haberse entendido con tal o cual extranjero en el castellano más común, a pesar de que todo un gentío habría estado dispuesto muchas veces a jurar que no, que las guturalizaciones y raros monosílabos de su plática habían sido exactamente los empleados por los visitantes de habla ininteligible.
A mayores acuciamientos, el caporal se lamentaba porque el privilegio que sus patrones le habían otorgado al encomendarle de por vida el trato con los hombres de otras partes, el cual a ellos les prohibía su algo así como elevada investidura, no era entendido como tal por sus hermanos.
De C.O.D. Para lectores de ojos solventes (1980).
Paula pertenece ya al "Club"
Conocí a Paula de Allende en casa del poeta Efraín Huerta, una noche en que celebrábamos no sé qué cosa. "Mira -me dijo el gran 'Cocodrilo'-; quiero presentarte a Paulita de Allende; he hablado con ella, y va a hacerle una nota a tu libro para el periódico donde trabaja." El diminutivo "Paulita", dicho por Efraín, me provocó una rara sensación, pues la muchacha que estaba yo conociendo era todo menos chiquita o endeble. Por el contrario, era alta y robusta, y tenía una voz poderosa, si bien agradable. Quizás el cariño con que Efraín la trataba ante mí me infundió también un cierto cariño hacia ella, el cual se incrementó en poco tiempo. Luego llegamos a queremos como hermanos. Dicho sea de paso, Paula de Allende supo hacerse de muchísimos hermanos durante su vida.
Desde luego, Paula no publicó la nota prometida sobre mi libro, que era el primero, porque por aquellos días se disgustó con sus superiores en el periódico. Muchas veces, después, habría de perder trabajos por la misma razón. Y digo "por la misma razón": Paula no soportaba la estupidez cerca de ella, y menos en quienes la mandaban, y eso era del todo razonable.
Pero Paula le llevó mi "tesis literaria" a Jorge Saldaña, quien la comentó en su programa de televisión. El librito, con la ayuda de aquel comentario de alcances masivos, se vendió por com-pleto en el término de dos o tres meses.
Después me encontré a Paula en la Editorial Novaro , trabajando, cuando yo llegué a trabajar en esa organización. Se inició entonces un periodo de intenso intercambio que ya no iba a aca- barse nunca (hasta la muerte), si bien se suspendería durante largas temporadas dado que ella se fue a vivir a Querétaro. Por cierto que allí alentó mucho el movimiento cultural, hasta el grado de infundirle vida verdadera a la Casa de la Cultura de Bellas Artes. Donde estaba Paula, que era incansable, había cultura.
Pero ahora, por esas cuestiones biológicas que aún no superamos, Paula, poetisa y catalizadora de bonhomías, se ha muerto. Murió el 25 de diciembre de 1979, y, al margen del homenaje que quienes tanto la quisimos le hemos rendido ya y deberemos rendirle luego de otras maneras, quiero aprovechar estas líneas para referirme a lo que yo llamo su ingreso en el "Club", hecho que es lógico esperar de todo ser positivo, y que ahora, por lo que voy a decir, se hace aún más lógico en el caso de Paula. El "Club" es una serie de fluidos de energía, o lo que se quiera (espíritus, les llama el idealismo religioso, pero también pueden llamarse así en una connotación meramente poética), que andan flotando en el ambiente y que nos ayudan mucho en muchos momentos, hasta en los de importancia decisiva. No provienen estos fluidos energéticos, necesariamente, de personas que hemos conocido, sino que pueden ser gente que vivió en otros lugares y en otros tiempos. Al "Club" pertenece, por ejemplo, Albert Camus, a quien debo el apoyo que ahora relato. Necesitaba yo presentar un trabajo sobre el escritor francés en un círculo equis. Terminé de hacerlo como a las siete de la noche, y había quedado casi perfecto. Sólo le faltaba alguna cita que sirviera de antecedente a un concepto mío vertido en ese tra- bajo, pero que no existía. Al menos, yo no la conocía. Sentía que Camus había pensado en vida como yo estaba diciéndolo, pero nada más. Y ejemplificaba con alguna frase, creo que de El malentendido . Pero, desde luego, mi interpretación no dejaría de ser bastante libre para quienes me escucharan al día siguiente. Me fui al cine. Al salir, pasé por una librería cercana, sencilla- mente a hojear libros. Había uno de ensayos literarios. Lo abrí y a unas dos o tres páginas más me encontré con que el autor citaba a Camus exactamente respecto de lo que yo necesitaba. Copié el concepto, y me fui a mi casa, ahora sí, a perfeccionar mi escrito. Al leerlo después en público, todo el mundo se quedó con la idea de que, independientemente de mi buen o mal juicio sobre el francés, poseía yo acerca de él una notable erudición. Cosas de éstas me han sucedido muchas veces, gracias a los del "Club". Esto podría relacionarse, desde luego, con la creencia platónica en la anámnesis , que dice que el conocimiento, en general, es recuerdo, lo que le quita a los individuos todo mérito propio y los convierte en simples terminales de esa computadora terrible que sería Dios.
Para Aristóteles, por su parte, la mente del filósofo se absorbía, después de su muerte, en otra mente (Dios, asimismo) que era eterna y universal, con lo que coincidía con algunas creencias orientales también muy conocidas hoy. Sin embargo, para el griego no podía haber vida de la personalidad individual después de la muerte física, sino su anulación, y lo que yo pienso respecto de esto del "Club" es exactamente lo contrario, si bien como energía gobernada por nadie sabe aún qué leyes de lo más natural, que un día acabarán por descubrirse y aprovecharse de mejor manera que hoy.
Quizá Sócrates me dijera, como si hablara de nuevo con Gorgias, que aparento ser un hombre de bien y que no lo soy, por esto de que los del "Club" me soplan tantas cosas. La verdad, no siento que esto de que hablo se trate de retórica, sino de lo que ya dije.
A todo este respecto dice Borges que el azar, inexistente como tal, lo hizo encontrar un día los tomos del Infierno, del Purgatorio y del Paraíso y que de allí partió su amor hacia Dante. Y, más específicamente todavía, cita el argentino a Emerson recordando sus palabras en el sentido de que "una biblioteca es un gabinete mágico en el que hay muchos espíritus hechizados", que "despiertan cuando los llamamos". "Cuando el libro da con su lector -insiste Borges-, ocurre el hecho estético."
Bueno, dirá el lector, ¿y Paula de Allende ya le echó su ayudadita póstuma a González Pagés? Porque, si no, ¿cómo es que, según él, pertenece ya al "Club"?
No, aún no se ha dado la oportunidad. Estas cosas no se buscan, sino que surgen espontáneamente cuando menos se las busca. Pero la energía liberada por Paula en el momento de su muerte, pues de seguro se trata de eso, sí se ha manifestado ya, si bien de una manera un poco más tradicional.
Nos refirió la mamá de Paula, mientras algunos amigos cenábamos con ella en Querétaro la noche del 25 de enero de 1980, después de un homenaje rendido en el Museo de la ciudad a la poetisa muerta, que muchas veces había discutido la propia Paula con un tío suyo acerca del "más allá". Paula, desde luego, era atea como muchos de sus amigos; es decir, como muchos de sus hermanos. Como yo. Pero acabó por aceptar la proposición común y corriente de que quien primero muriera, ella o el tío, le "avisaría" al otro si había otra vida después de la terrena.
Estaban celebrándose los oficios religiosos post mortem para Paula, con la asistencia de sus familiares cercanos y, lógicamente, con la del mencionado tío, cuando uno de los floreros de flores blancas de junto al altar comenzó a bambolearse enérgicamente, extremosamente. Nadie sabe si hubiera terminado hecho pedazos en el suelo si una hermana, o quizás la misma mamá de Paula, no hubiera corrido a detenerlo. Al querer explicarse todos la causa de aquella danza floral, que se perfilaba como macabra, no encontraron ninguna; no había corrientes de aire (que hubieran tenido que ser poderosísimas para bambolear el florero, además de que hubieran afectado no sólo a ese sino a otros más, a las cortinas, etc.); nadie había golpeado el florero, ni lo había rozado siquiera; nada por el estilo.
Todo el mundo concluyó, pues, que Paula, de alguna manera, se encontraba presente; que estaba "avisándole" a todos, y en especial a su tío, que sí hay algo más que la vida que conocemos. El problema, claro está, viene cuando se vierten opiniones al respecto. Para mí, insisto, se trata de fluidos de energía que en el futuro podrán codificarse y aprovecharse sistemáticamente.
Y por eso afirmo que Paula pertenece ya al "Club". Su ayuda a quienes aún estamos aquí, será cosa de tiempo, eso es todo.
Que si cada vez que uno trata un asunto específico es el fluido energético específico el que se mete en su cerebro o en su circunstancia (o, dicho de otro modo, que si cuando uno trabaja sobre un asunto que atañó a un muerto en particular es este muerto, o su flujo, o su espíritu el que se acerca a uno para facilitarle las cosas), o si son muchos los espíritus o los fluidos energéticos los que intervienen (todos los del "Club"), es cosa que ya volverían estas especulaciones excesivas en exceso. De otra parte, algo que no puede afirmarse es que en esas manifestaciones de ultra- tumba exista una voluntad propia del fluido o espíritu, tal como ahora conceptualizamos esa voluntad . Ello nos haría entroncar con un idealismo religioso en el que de ninguna manera creemos y con el que de ninguna manera deseamos comulgar. Se trata de otra cosa, seguramente. Quizás, de algún modo, se trate de un embonamiento entre ciertas características de la energía liberada y nuestras necesidades de comunicación. Materia para los sabios del futuro, insisto, aunque por el momento estos pensamientos míos se inscriban, ni modo, en lo que Alfonso Reyes llamó "vaga cosquilla supersticiosa".
María Eugenia Lecona, hermana de Paula y hermana nuestra, nos cuenta a Olivia y a mí que era frecuente ver a Paula misma apapachar a su vieja camioneta Rambler para que arrancara cuando tenía mucha prisa y no había habido ya poder alguno que la hiciera "entrar en razón". ¡Y sólo con sus apapachos la tal camioneta arrancaba! Esto, desde luego, no es nada del otro mundo. (¿Hay, pues, otro mundo? ¡Qué cosas!) A mí me ha sucedido muchas veces que, estando deprimido o alterado, descompongo mi automóvil. Sencillamente, se ahoga o hasta se descarbura. Es decir, sin sentirlo yo, lo ahogo o lo descarburo. Y a muchos nos pasa lo mismo. Es sabido que los camarógrafos de cine o los fotógrafos suelen echar a perder sus tomas cuando están alterados, así lo prevean y lo midan todo con la minuciosidad y el profesionalismo de siempre antes de hacer su trabajo entonces. Y esto es lo que ha de haberle sucedido a Paula con su camioneta, si bien a la inversa. Quiero decir, en todo caso, que ella poseía una cierta sensibilidad o proyección especiales, sutiles, que la llevaban sin duda a imprimirle al acelerador la intensidad exacta que necesitaba, inconscientemente, y que esas características personales no dejan de sugerir la clase de facultades que luego permiten a quien las posee pasar a formar parte del "Club".
Claro que, bien a bien, uno no deja de sentirse mal cuando, andando en estas cosas, recuerda las propias burlas que hizo de estudiante a don Francisco l. Madero, porque, según se ha dicho siempre, era espiritista y para sus decisiones revolucionarias y aun para las ya gubernamentales dependía terriblemente de las fuerzas del "más allá". Desde luego que en él se trataba, conscientemente, de fuerzas del "más allá". Yo creo, en cambio, que la cuestión es de enfoques. Reitero mi ateísmo, mi materialismo. Pero no puedo negar esas evidencias extrañas que me han afectado a mí, y a otros muchos tan materialistas como yo, de las que no pueden excluirse, claro está, las posibles coincidencias envueltas en neurosis. Pero la otra posición es más afín con el avance actual del conocimiento del hombre, y también más literaria, que quizá sea lo que más me importe ahora.
Sí; Paula pertenece ya al "Club", lo mismo que algún día otros perteneceremos a él. Me da mucho gusto por ella; pero, también por ella, y por nosotros, sus hermanos, me da mucho dolor. Así son estas cosas.
(CONTINUARÁ)
Si desea ponerse en contacto con Andrés González Pagés: mail: andresgp_1999@yahoo.com
Araceli Zúñiga Vázquez es investigadora/guionista de radio y televisión educativa (TV-UNAM, Radio UNAM, Radio Educación). Ensayista sobre ciberculturas y vanguardias artísticas. Asesora de proyectos transdisciplinarios sobre arte y multimedia. Miembro del consejo editorial de la revista virtual Clon , de la UAM Xochimilco. Miembro del Consejo del Instituto de Semiótica y Cultura de Masas, centro de investigación y análisis crítico, A.C., Member of IASS/International Association for Semiotics Studies.
Curadora y promotora de videoarte, video independiente y video experimental. Coordinadora de las ocho Bienales Internacionales de Poesía Experimental, A.C.