Texto: Carlos Yusti
Sus cuadros son un territorio de objetos, formas, colores, dibujos y fotografías. Azar complejo y orden sencillo reordenan el mundo espiritual y onírico de la pintora María Eugenia Catoni. Como es lógico perderse en sus cuadros es tratar de encontrar un nexo con todo aquello que se agita en ese espacio improbable del sueño.
Pintura que no sigue un patrón especifico, sino que se desarrolla a partir de un tema determinado. Encontramos un conjunto de pinturas que conforman una serie. Así tenemos la serie dedicada al Quijote, la dedicada al falo o la serie sobre la tragedia de vargas titulada "Vargame Dios". En todas ellas la visión crítica, entre el humor y la profundidad reflexiva, de María Eugenia se expande y emplea sin rubor un buen número de recursos plásticos (el collage, lo barroco religioso, el Kitsch) para darle voz estética a sus puntos de vistas, a sus sueños o a los distintos matices de su intimidad.
Pintura que hace hincapié en lo espiritual más allá del cliché religioso, que desarrolla un lenguaje estético que intenta trasmutar la superficie plana del cuadro en una paisaje de texturas y objetos. Existe una minuciosa construcción de parte, de trozos conformadas por fotografías, pequeños objetos, dibujos que se ordenan hasta formar un todo caótico, pero con una equilibrada carga emocional.
Hay pasión y trabajo sistemático en la propuesta plástica de Catoni. Se percibe en muchos de sus cuadros una actividad creadora constante y esto permite al espectador imbuirse en una obra hecha a plazos de inspiración. Por ese motivo a veces algunos cuadros parecen desbordar los parámetros en cuanto a colores y objetos. No obstante esta saturación barroca no es cansona ni rebuscada y permite al espectador una exploración sobre la superficie del cuadro como buscando las claves humanas de una propuesta artística llevada a sus límites: propuesta artística con un alto sentido de lo femenino. El color como una manera de resaltar estados de ánimos. Lo religioso como propuesta más espiritual que dogmática o beata. El mal gusto en proporciones bien administradas. Todo esto y más puede el espectador encontrar en el trabajo artístico de María Eugenia Catoni. Hoy día se preocupa por aprender, por llegar al hueso del conocimiento y comprender las reglas para pintar mejor. No obstante aquel pensamiento del poeta zen Basho es aplicable a todo gran arte: Aprende bien las reglas. Y luego olvídalas.