Personajes - Escáner Cultural, Revista Virtual.

La fallecida escritora británica Eleonor Burford Hibbert desarrolló la novela romántica e histórica en pleno siglo XX.

Sobre el anaquel veo un libro amarillento y carcomido; es otra novela romántica de Victoria Holt que relata las vicisitudes de una familia del siglo XIX, un "folletín-cursi" como lo llamarían ciertos críticos, desde mi punto de vista personal, el mejor pasaje para trasladarse a una época más silenciosa que la actual, donde los pensamientos y presentimientos humanos dominan el mundo, mientras los personajes sobreviven por años, sumidos en el recuerdo e inquietud por otras vidas.

Holt nos relata en cada una de sus obras diálogos y estilos de convivencia que caracterizan la sencillez de un tiempo marginado de la vorágine actual y donde cualquier enfermedad, un simple resfrío en nuestros días, eliminaba para siempre a los seres queridos desatando un drama incapaz de ser aceptado por los sobrevivientes. Sus páginas proyectan de una forma delicada, cualquier situación que podría suceder en el presente, con la diferencia que nos deleita con la capacidad que tenía una muchacha, de esos largos años, para intuir situaciones, en un lapso de tiempo carente de estímulos como los que hoy recibimos a través de los medios de comunicación ó internet.

La manera en que imaginamos un Londres de hace dos siglos, con las gracias y penurias propias de la época, nos aleja del presente justo en el momento en que cerramos el libro. Nos sentimos como seres marginados de este milenio y cuesta volver a digerir que debemos responder a lo cotidiano, que nuevamente tendremos que tolerar el asedio de la publicidad que busca generar más necesidades y el insoportable zumbido, casi de abejas, que los miles de televisores emiten al unísono, todos los días del calendario. Qué complicado es oler el año 2005 tras dejar de lado una creación de Holt, pasmados vemos como se disuelve el amnios que nos perfuma de otros períodos históricos.

Cualquier momento puede ser caracterizado como una hermosa obra de arte, sólo basta que la autora tome distancia de una imagen y la relate con claridad, estética y reflexión. Sus letras coordinan una atmósfera tibia, son una pálida muñeca, rodeada por un collar de perlas, que yace sobre una breve carta escrita en un eterno crepúsculo.

Un puro y elocuente relato, eso es Victoria Holt, sus historias encantan y, vuelvo a repetir, nos llevan a una dimensión extraviada que, pese a todo los inconvenientes que posee, nos muestra humanos intuitivos, creativos y por supuesto con más tiempo para soñar.

La escritora, aunque nació en 1906, en Londres, supo expresar los detalles de los siglos pasados primero a través de novelas históricas y, más tarde, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, por medio de relatos románticos que la llevaron a ser una de las literatas más representativas del género. Su primera creación fue "Mistress of Mellyn"

En el año 1946, Eleanor se traslada a Francia a buscar inspiración y nuevas fuentes de conocimiento. Es así como se instala en una azotea, ubicada en las inmediaciones de la Soborna, donde prepara la novela "The Foam of the Days".

En este período comienza a vivir todo el movimiento cultural francés y conoce además a Vernon Sullivan quien se transforma en su amante y compañero de trabajo escribiendo juntos varias novelas al año, especialmente policiales. Tras ser abandonada por su novio Holt decide regresar a Inglaterra para trabajar en relatos históricos y rosa.

Dentro de las doscientas obras que publicó destacan las de corte histórico como "Castille for Isabelle" y "Madame du Barry". Materializó sus textos utilizando seudónimos tales como Jean Plaidy y Philippa Carr.

Más tarde, en 1960, sus libros comenzaron a publicarse en Estados Unidos con la lógica masificación y fertilidad de nuevas producciones tales como "Arenas Movedizas", "El Amante Diabólico" y "La Leyenda de la Séptima Virgen", entre otros. En las últimas décadas de la centuria pasada concluyó los textos "El Jinete del Diablo"(1977) y "La Isla del Paraíso"(1985)

Fue así como Victoria Holt obtuvo un éxito creciente y llegó a ser considerada, en los ochenta, como una leyenda del romanticismo. Finalmente, su vertiente de relatos evasivos del presente se agotó, el 18 de enero 1993, cuando pereció mientras iba en un crucero con destino a Egipto.

En estos momentos todavía podemos disfrutar de sus recreaciones de otros días, pero su presencia es cada vez más necesaria en los actuales años, muchos lectores escarbamos ávidos por nuevas invenciones que nos lleven a una época pausada donde una inalterable dama (al menos en apariencia) permanece bordando frente a una ventana que refleja dantescos árboles con hojas secas y paredes de piedra teñidas con hollín.