Son
dos conocidas escultoras chilenas que exponen en la Posada del Corregidor
(Santiago), tuvimos el placer de entrevistarlas...
Ana
María Wynecken nació en 1961, estudió Arquitectura
en la Universidad de Chile de Valparaíso, fotografía
profesional también en Valparaíso y luego escultura
en el Bellas Artes de Viña. Finalmente hace su Licenciatura
en Artes Plásticas en la Universidad de Chile, con mención
en escultura.
¿Ha
influido la arquitectura en tu trabajo?
Sí, de todas maneras, siempre
me ha gustado influenciar con mi trabajo los espacios, crear ambientes,
atmósferas, colores, ojalá se pudieran atravesar, participar
de ellos. Siempre me ha interesado el espacio, no el objeto en sí.
No es una escultura que se pone en un lugar, es intervenir directamente
el espacio.
Cuéntame
un poco cómo empezó todo esto, tu escultura en general,
tu camino...
Siempre supe que quería
estudiar escultura, pero entré a estudiar arquitectura por
presiones escolares y familiares, estuve cuatros años ahí,
pero no soporté tanto y cuando hice escultura hice lo que siempre
pensé hacer, la cosa de intervenir los espacios, de construir.
Las que hice en la universidad de Chile eran verdaderas construcciones.
Descríbeme
un poco cómo eran...
Eran bloques, adobones grandes,
todos iguales, se iban sumando, por adición, como un constructivismo,
iba poniendo uno sobre otro y se iban formando estructuras grandes,
altas de dos metros y tanto, se podían sentar sobre ellas.
En 1988 dejé en la escuela mi escultura más grande,
que fue la más top, marcó el inicio de mi carrera.
¿Llamó bastante
la atención?
Sí, Marcela Trujillo, por
ejemplo pintó sobre ellos, los intervino, tenían formas
de animales, uno se podía sentar sobre ellos, y luego llegó
otra generación, la de Leo Moya y ellos también hicieron
cosas con lo que iba quedando de éstos. En invierno les crecía
pasto, porque estaban en el jardín y crecieron enredaderas,
con la lluvia se fueron derruyendo, derruyendo y al final desaparecieron.
¿Hiciste un trabajo
fotográfico de eso?
Sí.
¿Y
luego?
Bueno, al principio sufría
mucho porque estos eran adobones pesadísimos, necesitaba al
menos diez amigos para que me ayudaran a moverlos, era poco independiente
en el momento de instalar o de armar, con el tiempo fui encontrando
nuevas técnicas, ahora is esculturas son mucho más livianas,
porque ahora uso estructuras interiores, estructuras metálicas,
mallas, gasa, ahora yo las puedo tomar, son livianas, están
mucho más tecnológicas, he incorporado la luz, la electricidad,
el agua, las espigas y el pasto. Me he liberado, en el sentido de
que si tengo que usar un motor, lo hago (una bomba de agua para que
esta fuente funcione por ejemplo).
¿Al principio te
costaba integrar estos elementos?
Claro, encontraba que no encajaban,
ahora me doy cuenta que son necesarios, por lo tanto amo la tecnología,
la computación, los adelantos, la modernidad. Ahora estoy reflexionando
lo que vi en el siglo XX, a punto del 2.000, confrontándolo
con las huellas de nuestro origen, lo arcaico, lo primigenio, en el
fondo lo que quiero es rescatar lo más elemental, lo más
primitivo, lo esencial, como la tierra y actualizarla, que las personas
la valoren, es increíble todo lo que se puede hacer con ella.
¿Tú siempre
trabajas con tierra?
Con semillas, con tierra, con piedrecillas,
o sea, elementos naturales.
¿Tiene una relación
con la ecología?
Nunca fue a conciencia, la gente
cuando veía mis cosas o escribía sobre mí, le
ponían eso, yo ahí dije: ¡bah! ¿Seré ecológica?
En el fondo sí, soy ecológica, pero no lo hago para
decir: ¡sean ecológicos! Si no que yo soy así, amo la
vida, me carga la destrucción y no podría hacer algo
que atentara contra eso.
¿Tú crees
que ser artista mujer es más complicado o es lo mismo que ser
hombre?
Yo creo que es lo mismo, tal vez
es más complicado por los hijos, pero creo que ahora los hombres
atinan más con esa parte, los dos tienen que trabajar, creo
que es igual, igual de sacrificado, el arte es sacrificado en este
país, sea hombre o mujer. Igual yo trabajo en otra cosa.
¿Eso de tener un
trabajo paralelo te ayuda en tu trabajo artístico?
Claro, porque no estoy obligada
a vender mi obra, o sea yo soy libre, puedo hacer lo que quiera y
puedo darme el lujo de hacer esculturas de barro, no estoy presionada
por lo comercial y eso ha sido genial, porque tal vez si no hubiera
sido libre no podría hacer lo que estoy haciendo. Ni siquiera
estaría aquí.
¿Estarías
haciendo otra cosa?
No estaría haciendo, porque
esto es lo que tenía que hacer. Por ejemplo esa escultura que
ves ahí, que se llama naciente, surgió de la necesidad
de iluminación, en realidad son dos partes que forman una escultura,
como una pequeña instalación, porque son dos seres que
están interactuando, uno ilumina al otro porque la luz sale
de uno hacia el otro, éste tiene las espigas que tienen trigo,
una parte de espigas con trigo y otra parte sin, y eso es porque quiero
representar la semilla que va a nacer gracias a la luz que le da el
otro ser. Para mi la luz es trascendental, uno en la vida debe tratar
de iluminarse en el ámbito mental, esto demuestra la posibilidad
de nacer, estar siempre creciendo, gracias a la luz, gracias al apoyo,
a la solidaridad, a relacionarse, vivir y ser parte del mundo.
¿Has escuchado
la Alegoría de la Caverna, de Platón?
Sí, eso es, eso es. Basta
un rayito para que uno se haga rebelde. Yo creo que el arte es importante
por eso, son luces, la persona viene y ve y algo le pasa y ojalá
que lo que e pase con mi obra sea algo consigo mismo, profundo, que
saque su luz, porque todos los humanos tienen luz y oscuridad adentro.
Paula
Rubio comienza en 1983 sus estudios en Licenciatura en Artes Plásticas,
realiza un taller con Patricia del Canto y otro con Juan Egenau. En
1990 se titula con mención en escultura en la Universidad de
Chile. Tiene una gran cantidad de exposiciones a su haber.
¿Cómo empezó
esto del arte?
Empecé estudiando en la
Universidad Católica, luego me cambié a la Universidad
de Chile, porque en la Católica cerraron escultura, y además
encontraba mejor la Universidad de Chile en cuanto a talleres, además
estaba Juan Egenau, que trabajaba bien el metal. Me interesaba la
fundición, más que la fragua o el fierro en frío.
Aunque en esta exposición hay pocas cosas fundidas, así
es como comencé.
¿Había un
ambiente propicio para la escultura en la "Escuela" en ese
momento?
Yo encuentro que sí, que
había mucho movimiento escultórico en ese momento en
la "Escuela", soy de la misma generación de la Norma
Ramírez, por ejemplo, era la época de los milicos, se
producía una cosa bastante interesante, una cosa más
contestataria y nosotros estuvimos ahí; por otro lado, a veces
no pasaba nada, porque habían paros, vacaciones forzadas, fue
una época difícil, pero por lo mismo se formaban movimientos
dentro del alumnado más potentes.
¿Se puede resumir
un poco tu historia escultórica?
Desde un principio fue metal, comencé
con fundición, luego los materiales se fueron ampliando, fierro
frío, soldadura, lo que es la pieza encontrada, piezas industriales.
¿Desde
un principio fue una obra de corte conceptual?
Sí, el periodo figurativo
fue muy corto, el de alumno básicamente, ya en cuarto año
era más reflexión, formas geométricas muy puras,
abordo la escultura de una manera bastante intuitiva y muy íntima.
Voy siguiendo mi trayectoria lo más libre que puedo, lo más
concentrada en algo interno que me lleva a las formas, ese es el acercamiento
que tengo al volumen, el espacio donde voy a exponer también
me motiva bastante.
¿El aspecto más
conceptual de tu obra lo tienes digerido?
No totalmente. Primero trabajo
instintivamente y a medida que el trabajo avanza voy conceptualizando,
al final se me amarra todo bastante perfectamente, pero lo abordo
al revés. No siento que lo mío sea tan conceptual, porque
hay una cosa de la forma, de la factura que me interesa mucho y creo
que eso se aleja del arte conceptual, por ejemplo este mismo trabajo,
el de las tramas, es como un juego vibratorio, la trama está
proyectada sobre el cuadro, hay tramas reales y tramas virtuales,
la trama virtual son los puntos de luz proyectados por un foco especial.
Es un juego de formas abiertas, hay algunas cajas que están
abiertas y otras cerradas en la parte de sus perforaciones, es bastante
sutil, algunos cajas van perforadas por el costado y otras no. La
idea es que esto fuera un trozo de algo mayor, como una trama infinita.
Un juego de composición donde se van como moviendo las cosas.
¿Y
esas partes que se ven como oxidadas?
Sí, hay tres gamas de colores,
muy sutiles, los colores están dados por patinas naturales
del fierro, el patinado es un oxidado tratado con ácido. Esto
tiene que ver con las matemáticas, con coordenadas... una especie
de orden natural del universo. Lo
que quería hacer eran tres trabajos enormes.
¿Cómo es
eso los materiales encontrados?
Se trata de buscar material de
deshecho, pero industrial, grande, tengo lugares donde los puedo buscar.
Los trato de dejar casi tal cual, el mayor trabajo es de limpieza,
la intervención que hago es muy sutil.
¿Y está
integración de texto sobre el metal?
Este trabajo es de planchas de
aluminio, también está tratada la textura con ácidos,
tratando de asemejar mapas, hay un trabajo de gráfica fuerte,
y las letras grandes son de piedra, los otros textos son grabados
en metal.