Santiago de Chile.
Revista Virtual.

Año 7
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 69
Enero y Febrero 2005

 

POEMAS DE LA ROSA CUARENTA

EL MITO DE F EN CHILE

EL VACÍO VERBAL DE LA PASARELA BANAL

¿LITERATURA EN LA RED?

 

ESCANER EN EL SÉPTIMO AÑO SIETE


Por
Rolando Gabrielli

Dicen que una golondrina no hace verano. Debe ser, digo, porque la golondrina es el verano. Ligero cuerpo de bailarina, deja montañas y mares, sube al cielo y funda el verano con su largo sueño en el viaje  y la aventura de Ulises. Escáner , ya es esa golondrina este 2005, al entrar a su séptimo verano, en medio de miles de portales, su vuelo con alas Sur, teje en la Red su sueño en cada una de las estaciones. Séptimo siete, año de la suerte como el 2005, sale el conejo en su blanca magia y estas páginas  son el verano de todas las golondrinas que vuelan en nuestra memoria.

 


POEMAS DE LA ROSA CUARENTA

Por Rolando Gabrielli

El poema es una herida luminosa, la piedra inocente, la palabra que no se ha dicho. Un poema nunca miente, ni cuando dice toda su verdad. Debe ser humilde como una alfombra bajo el pie y volar al mismo tiempo.Un poema tiene el color que la página en blanco no ve, pero le enseña con las palabras, que le brotan.
El poeta es el único que no es dueño del poema. La casa del poema son su palabras. El poema siempre es presente, carece de futuro. Un poema tiene madre y padre, y crea nuevos hijos. Un poema deja de ser ciego cuando alguien lo lee. Un poema es un pequeño abecedario que se bifurca en cada lectura. Un poema se escribe para hacer más silencio, en el rudioso hermetismo de las palabras. Un poema se escribe por una urgencia personal, como un último recurso, su palabra es límite frontera de nuevas palabras. Un poema no tiene tiempo, porque no se pertenece: Es. (Rolando Gabrielli/28/XII/2004)
 
REINA DE CORAZÓN
 
¿Rueda mi cabeza Reina de Corazón?
¿Sino soy tu conejo, ni la rosa
que camina al patíbulo sin sombrero,
por qué la lluvia sale de mis ojos?
El bosque es negro aunque el sol
lo bañe al amancer
y los blancos conejos salgan
de sus madrigueras
bajo la nieve y el cielo azul.
La lechuza deja los ojos en la noche
y un duende rojo traduce la taquigrafía sentimental
de las luciérnagas.
Son los días plateados del puente amarillo
y la luna bajo la luz de neón .
Reina de Corazón Rojo, quien firma este poema,
es tu peón amante y vasallo.
 
EL ROJO RELOJ DE COLORADO

En el rojo reloj de  Colorado,
yo guardo mis horas
y una cita que las viejas ramas del invierno
cubren con su nieve todavía.
Sé que el tiempo aquí se detuvo por nosotros.
Mis pasos van por el único camino
donde la nieve y el tiempo no los borrarán.
¿Quién apura su sombra en estas calles,
si aún el atardecer permanece detrás de la montaña?
Es tan simple cruzar la calle
y abrazar el tibio sol que no muere.
Mañana, mañana, amor.
 
EN LOVELAND
 
En Loveland yo guardo un secreto
y la nieve lo imagina detrás de la montaña,
donde el sueño se sabe águila.
Sé que ahí mi mano volará
a la solitaria cima
y tal vez encuentre la voz del silencio,
para abrir tu puerta.
 
EL POEMA SE ESCRIBE
 
La página se autoescribe
y la memoria no olvida.
El poema es mi retórica,
un sombrero blanco,
la luna que mueve tus mareas,
la rosa que tú reemplazas cada día.
Entro y salgo del poema.
El poema presiente, no dice.
Puede ser un diamante herido,
una luz sin salida.
Un poema se escribe, sin embargo,
porque alguien desconoce esas palabras
y cree que las amará  un día.
 
EL AMOR NO ES UN TROFEO
 
El amor no es un trofeo,
ni un minúsculo epigrama.
La mitad de una vocal,
no hace una consonante,
pero tu nombre es un sabio abecedario,
un pentagrama.
El sol anima la montaña,
el río no cruza en vano, la solitaria orilla.
Tú eres mi pentagrama,
amor, un camino,
el destino que derrama la jarra de agua,
que vuelve y llena
 
ROLANDO GABRIELLI
DICIEMBRE /2004




EL MITO DE F EN CHILE

Por Rolando Gabrielli

Claudio Giaconi puso la vara alta hace 5O años a la raquítica, patuleca, provinciana y manca narrativa chilena. Hace treinta dinosaurios años que leí ese conjunto de cuentos y escuché sólo loas de algunos escritores chilenos, especialmente poetas, que no tenían velas en ese entierro. Lo leí en uno de esos raros ejemplares que aún quedaban en casa de los escritores leídos y avisados. Prosa articulada en una visión alejada de microcosmos doméstico del criollismo. Giaconi se alejó también de la copia de la realidad social.

Prosa que no pertenecía a ningún cuartel literario. La narrativa estaba matriculada al criollismo y realismo socialista, dos caballos de Troya que la arrastraron por la plaza pública del provincianismo y olvido.

Yo entré en contacto con las narraciones de Giaconi a finales de los sesenta, ya el personaje se había esfumado de Chile. El mito estaba en todas partes. Nosotros tan provincianos, que nuestros límites llegaban hasta la Iglesia San Francisco, Il Bosco, Ñuñoa, Estación Central, unas cuantas calles, arrancadas hacia las faldas cordilleranas detrás de un pollo al cognac o de una polola lectora de poesía.

Eran los años dorados sin tiempo, ni lugar, ni espacio, más que el que pisábamos diariamente, con el viento en los pies.

Giaconi vivía en Estados Unidos, se rumoraba, una especie de gran murciélago de los bares neoyorkinos, con una vida de doble fondo, ya para nosotros esa ciudad volaba por los aires con sus inalcanzables rascacielos. Todos sí coincidían en que no había vuelto a escribir, aunque se decía que tenía entre manos una novela que le haría perder el sentido común a la aplatanada sociedad chilena.

En 1954 publica Giaconi La Difícil Juventud y es Premio Municipal de Cuento. Al año siguiente, Nicanor Parra, edita Poemas y antipoemas . Ambos escritores, desde sus propias órbitas, renovarían el lenguaje, la literatura chilena. Todo esto hace medio siglo coincidentemente.

Giaconi como Parra le quitaron la camisa de fuerza la literatura chilena y eso debiera bastarnos para ambos autores. Parra le agregó un nuevo piso a la poesía chilena, buque insigne de la literatura nacional. Giaconi entró a la historia de la prosa chilena, con una obra perdurable. Gogol, Faulkner, Freud, Chejov, lo que sea detrás del autor, pero Giaconi rompió el muro del criollismo y de la fotografía en mal papel de la literatura chilena de los cincuenta y más atrás, con honrosas excepciones.

La poesía seguía su curso en y José Donoso dominaba la prosa sin contrapeso. Esos eran los días literarios de Chile, aunque Donoso, Obsceno Pájaro de la Noche, vivía en la España franquista. Cuentos de Antonio Skármeta, no se perfilaban grandes cosas en la prosa, el fantasma de Giaconi, con su Difícil Juventud .

 Paso revista a la memoria y nada notable, con la excepción de Carlos Droguett, abandonado de toda crítica, en el solemne pago de Chile. Pesos livianos, pluma, mosca, nuestros narradores en el Caupolicán, sparrings de los prosistas argentinos, peruanos, uruguayos, colombianos y mexicanos, en ese entonces.

Donoso siempre en la cima, un peso más pesado. Un mundo venido amenos, un retrato de la sociedad chilena, literatura con compromiso de lenguaje, de mundo decantado, sugerido, juego de máscaras reales, Donoso abandona la pintura social, el trazo grueso unidimensional, a esa mirada "casi totalitaria", de un solo ojo, él, no pone límites a su literatura.

Giaconi se había aventurado y era el mundo trasgresor que proponía un grupo de jóvenes emergentes, entre ellos el poeta Enrique Lihn. Abandonaban lo social en la literatura, pero no en la política. De esa generación discutida, con apellido igualmente cuestionado, Generación del 50 , surgen Armando Cassigoli, Enrique Lafourcade, Jorge Teillier, quien no se identificaba ni reconocía en ella, Claudio Giaconi, Miguel Arteche, etc. etc.

Giaconi le puso, en verdad, el cascabel al gato de la narrativa chilena que deambulaba con sus piernas cortas Mapocho abajo, desolada provinciana criollista, un hilo menor del caudaloso río de la poesía.

 

EL VACÍO VERBAL DE LA PASARELA BANAL

Por Rolando Gabrielli

Una escritora bilingüe, descubro, se va de lengua más fácilmente. Tropieza con el idioma que no privilegia, y ello puede ser normal. Pero si el verbo cae en la tergiversación, todo carece de verdad y principio. La palabra se debilita, fatiga, languidece, y pareciera irrecuperable en su esencia y corporalidad. La mentira, en verdad, no tiene idioma, ni es más o menos académica. El engaño forma parte de la condición humana. Cruda realidad que supera el bilingüismo y dentro de las celdillas del cerebro se esconde, tal vez, un duende tramposo, que opera con toda impunidad. Ese enano mueve el tornillo, lo ajusta en aceite, y gira sobre el circuito de las mentiras en infernal paseo de chispas y centellas.

Elfriede Jenilek, la inclaudicable, fóbica e implacable pianista del lenguaje - recién laureada con el Nobel de literatura - tiene más que razón al no ceder con su lenguaje que previene de la banalidad y de las oscuras sodomizaciones del mundo que se construye con fervor alrededor del poder fáctico o del andamiaje torcido de la realidad y sus alrededores. No todo puede ser en literatura y realidad en el cliché pirotécnico del Caballo de Troya de plástico inaugurando un mall o el grito de un Tarzán asustado, porque ya la selva es un montón de chatarra sin otro blindaje que la muerte. Nada peor que reciclar una imagen ya reflejada en el espejo.

El discurso de la banalidad se tomó el mundo hace mucho tiempo, el escenario del diario vivir, al menos el que registran los medios, gobiernos, poderes fácticos, quienes distribuyen la pelota del poder y hacen juego en la cancha social. En las televisoras se aplauden de cuerpo entero, gritan rabiosamente el rating y sonríe con sus encías moradas, relucientes carnes, el peso devorado por el artificio, un polvo sublime hecho de absurdo y de la autocompasión del engaño. Una sutil madeja de pacotilla y chabacanería, elaboran los libretistas exitosos, escogidos por este gran cuento de la pantalla y de lo mediático.
Los escritores brillan por su ausencia en estos escenarios de la imagen violeta.

En Chile es doblemente sintomático, porque la libertad de expresión es una jaula dormida en el cuarto oscuro del off. Allí un verdugo juega con la cabeza de Camilo Henríquez a la gallinita ciega y la arrastra por el palacio de las ortigas. En el mundo, sólo unos pocos escritores se pronuncian sobre lo que verdaderamente le ocurre a la especie en  vías de extinción, toman el pulso de esta banca rota moral, se pronuncian sobre el dramático curso de los acontecimientos, reflexionan la verdad en medio del laberinto civilizatorio, donde los cambios irregulares, arbitrarios, los choques y las confrontaciones, las guerras, están dejando sin aliento a la propia civilización.

Es más fácil el sainete, lo cosmético, banal, la chismografía idolatrada en su altar único, abanicar lo grotesco, que hablar de la realidad, y el poder lo sabe y se defiende con sus dientes de viejo cocodrilo y la maña de un zorro viejo, que se pasea sin pudor con su gallina en el hocico. Aparentemente los dientes no se le gastan porque renueva su chapa postiza y sus dentelladas buscan el lado flaco de la vida.
Es admirable su ejercicio, la eficacia, su singular destreza, su inequívoca vocación y olfato por el poder. En actos casi perfectos, sólo se huele el olor a la sangre, en las más de las ocasiones, corre fluida y a nadie pareciera preocuparle. Gajes del oficio en la ley de la selva.

La TV da sus propias dentelladas y los escritores no asoman sus narices. Menos que los dedos de una manos, son los "intelectuales", que se refieren a los problemas de la actualidad mundial, que involucran además el papel de la literatura, del escritor, de la docencia, educación, y del libreto que permita un mundo mejor. Los escritores no se pronuncian sobre las cosas importantes. No denuncian. No advierten. No hacen opinión. No están presentes.
Sin embargo, algunos, están prestos para la pasarela. Se prestan para un recorrido por la imagen. Les gusta ser objeto de culto en un mundo poco culto, ocultos en la superficialidad de sus mensajes intrascendentes, no porque carezcan de compromiso, sino son vanguardistas en la banalidad, un oficio que entrega sus dividendos. No están solos en esta jugarreta y cuentan con una infraestructura mediática que les abanica, aviva la cueca, como se dice en Chile. Bajo el sol, lo nuevo es irrelevante, al menos para el astro rey, que tiene ojos de lince. En literatura la originalidad es un campo minado de buenas intenciones. La palabra sufraga sus gastos con la tradición, el hilo de un viejo tejido, lectura sobre lectura, el imán que imanta un nuevo imán.

Leo, no sin cierto asombro, los comentarios de Isabel Allende sobre la última novela de Gabriel García Márquez, Memorias de mis Putas Tristes . Se queja, la narradora chilena, que le molestó la trama. No me gustó la idea de un viejo de 90 años, que para su cumpleaños quiere regalarse la virginidad de una muchachita de 14, eso me molestó terriblemente, puntualizó. No es la primera mujer que se refiere en esos términos a la novela del colombiano. Los cierto es que ese es un tema social de Colombia y hay otros más terribles, que seguramente Isabel Allende desconoce, porque su mundo no es América latina. En Colombia la realidad ha superado con creces la ficción hace mucho tiempo. A las madres les roban a sus hijos en el vientre. A veces los personajes y las tramas buscan al autor.

García Márquez reveló que hace años le rondaba la historia por la cabeza. En la realización temática, influyó su lectura de La Casa de las Bellas Durmientes, obra del japonés Yasunari Kawabata. Pero en el peor de los casos un autor es dueño de sus temas y personajes. Lo que importa es la historia. Ninguna historia bien escrita y contada puede quedar fuera del juego y fuego literario, me parece. América latina es un vicio social, un círculo recurrente de la pobreza y del olvido. Las cifras de la infancia son de terror y dolor. Las historias de espanto, superan a Harry Potter y cualquier otra fantasía juvenil. La realidad toca la puerta miserablemente sin magia.

Los escritores exitosos como Gabriel García Márquez e Isabel Allende tienen que hacer más por el futuro de la niñez latinoamericana. Quizás ese sea un buen comienzo, porque algo más que ficción necesitan los niños y jóvenes de América latina para enfrentar la realidad. Que estas opiniones, muchas veces gratuitas, nos conduzcan a algún derrotero más allá de lo personal.

¿LITERATURA EN LA RED?

Por Rolando Gabrielli

Internet es más bien un espacio global, una herramienta para comunicar, un sitio para transmitir ideas, experiencias, conocerse, dialogar, buscar información, un lugar público innovador en cuanto a tecnologías de comunicación expedita y disparador masificado.

En todo caso un sitio irremplazable en el mundo del siglo XXI. El servicio de mensajería, quizás sea lo más revolucionario creado en la Red. Es una pantalla gigante, la más grande vitrina mundial de la comunicación instantánea.

Es un servicio compartido por más de mil millones de personas al mismo tiempo, lo que transforma a la Red en el lugar de mayor repercusión en el campo de la difusión de la sociedad humana en todos los tiempos.

Su inseguridad, el anonimato, plagio, ripio, exceso de basura, pueden ser el talón de Aquiles de la Red, pero aún así vale la pena el riesgo tomando algunas providencias.

Cada año surgen, se inventan nuevas herramientas, posibilidades de comunicación, técnicas, y en ello la Red obtiene la nota más alta. La Red se supera en el formato y posibilidades que favorezcan al usuario. Se sabe herramienta, sitio, espacio, lugar de reunión, difusión, enlace privilegiado, cruce. Es un camino que se bifurca. Es ubicua Internet. Pero todo lo demás le corresponde al usuario: creatividad, contenidos nuevos, arte, el lenguaje, la literatura y poesía.

Aquí la Red cojea. Es fácil abrir un sitio, lo difícil no sólo es mantenerlo, sino con creatividad. Son más de 50 mil los sitios en los cinco continentes y es imposible visitarlos todos, aunque sea en una ronda estilo Papá Noel, Viejo Pascuero, Santa Claus.

Requiere de tiempo, conocimiento, creatividad, trabajo sistemático, mucha pasión, originalidad y esfuerzo mantener un sitio de calidad.

Es un espacio nuevo, sin límites, como dice el Clarín de Argentina, pero eso no es suficiente para hacer, crear literatura, y en Internet no se ve nada promisorio al respecto, porque la velocidad es la madre de las improvisaciones como el

exhibicionismo, el yoismo, la excentricidad verbal, el deseo de notoriedad y entonces fluye la banalidad verbal que se mira el propio ombligo.

La red es democrática, resiste todo, se suben arriba de ella con camiones llenos de ripio, en vez de palabras nuevas. Es red, no cedazo, por ahí se filtra todo sin filtro y sale en bruto cuanta brutalidad se le ocurre al internauta, habido muchas veces de hacer historia.

Se escriben todos los géneros, con reglas distintas, sin copyright, mercado ni dinero, advierte Clarín , no sin razón , poniendo el dedo en la yaga, sobre la incertidumbre de los textos en la Red, el riesgo al plagio, la aventura frente a lo desconocido. Es un laboratorio de múltiples posibilidades improvisaciones. En la Red, sin embargo no se ven a los grandes escritores, a no

ser que escriban para un periódico de vasta circulación.

La mejor propuesta de la Red son los diarios on line del mundo, una manera rápida, efectiva de comunicarse, y también aquellos sitios de literatura clásica. A los miles de Portales improvisados, les queda muy difícil competir con esta propuesta de lectura diaria.

Dice Clarín en su segunda edición del 2005, bajo la firma de Socorro Estrada: " Párrafos cortos, acción frecuente, hipertextos, agilidad narrativa, sustitución de descripciones por fotos, resúmenes, fichas de personajes. La creación literaria en Internet tiene, es verdad, ciertas reglas. Pero no son más que nuevos desafíos para que una creciente cantidad de autores de los más diversos géneros -poesía, ciencia ficción, novela negra, entre muchos otros-, haya comenzado a producir en este soporte".

Tal vez sea cierto todo esto para un público juvenil, de poca lectura, pero no hay nada nuevo bajo el sol de la literatura en Internet. Muchos no exigen copyright porque no es literatura, ni Arte, son palabras más bien ocasionales, relatos íntimos que carecen de trascendencia para el Arte. No es censurable, por la libertad que existe en la Red, pero tampoco debemos entusiasmarnos mucho, porque no es un avance para la literatura.

Se lee más Clarín y El País de España, en Internet, que lo que se vende en papel, por el lector global. Estos periódicos influyen más, como The New York Time , Le Monde, Wall Street Journal , La Nación de Argentina , El Tiempo de Colombia, y otros, que cualquier sitio de Internet. Tienen tradición, conocimiento, circulan, e investigan, algo que los portales no pueden hacer.

La creatividad, credibilidad y sus contenidos, son los líderes en la comunicación e información. Tarde o temprano terminan imponiéndose. Dado las limitaciones y posibilidades al mismo tiempo de un Portal, éste requiere de olfato, capacidad de movilizar información sensible con un punto de vista original, novedoso, y un gran sentido de oportunidad. La improvisación del lego se da contra los dientes de la monotonía y no sólo no suma lectores, sino que no influye en la Opinión Pública.

La red tiene grandes desafíos de seguridad y contenidos. Mucho dependerá de quienes dirigen Portales, como hacen su trabajo, que metas tienen. Si aprovechan realmente este espacio público universal para crear o chapucear. La Red debe ser más solidaria. Sumar el talento. Dejar el complejo de estrella de quienes en verdad no alumbran ni un centímetro cuadrado. La viveza del oportunista y del mediocre, deben ser desenmascaradas. Sin embargo, hay que seguir buscando la aguja en el pajar de la Red.

 

 


Rolando Gabrielli
 
Rolando Gabrielli
es Periodista y Escritor chileno




Si desea escribirle puede hacerlo a:
panaglobal@hotmail.com

Actualmente vive en
El Dorado, Panamá

 

 


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