Por Víctor Hugo Ortega
Después del éxito de la película "Ran" (1985), el condecorado "emperador" del cine japonés, Akira Kurosawa, con 75 años cumplidos, era tema de conversación de todos aquellos que suponían que su legado había llegado a su fin. Su intento de suicidio en 1971 y las complicaciones que tuvo en algún momento, para lograr la producción de sus películas, eran factores determinantes para que muchos pensaran que el director oriental estaba acabado.
Cinco años de silencio fueron los que separaron a Kurosawa de la escena cinematográfica. En 1990 se comentaba el estreno de la película "Los Sueños de Akira Kurosawa", una pieza que según decía la prensa de la época, narraba los mismísimos relatos oníricos, que el realizador nipón había tenido a lo largo de su vida.
Hoy, a catorce años desde su estreno y cuando Akira Kurosawa ya es toda una leyenda de la historia del cine, vale la pena rescatar esta obra maestra, que refleja las inquietudes que tenía Kurosawa en sus últimos años. La nostalgia, la humanidad, su visión ecológica y su aversión a la guerra son algunos de los temas que cobraban importancia en esta cinta, los que se verían totalmente conectados con los dos filmes que siguieron a "Los Sueños", "Rapsodia en Agosto" (1991) y Madadayo (1993). Pero por sobre todo lo que implica esta visión crítica de Kurosawa, debe ser una de las cintas más hermosas visualmente del cine contemporáneo. La imaginación y perfección del director, junto a la ayuda de los efectos especiales de la " ILM", compañía perteneciente a George Lucas (quien produjo la película junto a Steven Spielberg), hicieron de este filme una notable obra de arte.
"Llueve y brilla el sol" es el nombre del primer sueño (de un total de 8) y desde la primera imagen, destaca de inmediato la fotografía de Takao Saito y Masaharu Ueda, los cuales harían la misma función tanto en "Rapsodia en Agosto", como en "Madadayo". La historia de un niño que viola las reglas y presencia escondido, el ritual de los hombres zorros, es el marco para que Kurosawa componga un bello relato de carácter ecologista, en donde al igual que en toda la película, destaca magistralmente el contraste de colores claros y oscuros. También se enfatiza el gusto por la simetría que tiene el director, en especial en las escenas en que hay un baile o una ceremonia. La secuencia final de este sueño, con el niño rodeado de flores y bajo el arco iris, es un emblema en la obra fílmica de Kurosawa.
El segundo relato onírico, titulado "El huerto de los duraznos", también se desenvuelve en torno al eje del hombre y la naturaleza, y principalmente al mal que hace éste al destruir el medio en que vive. Aquí son los espíritus de duraznos los que buscan explicación, del por qué han sido talados. Una luminosidad espectacular es la característica de este fantasía, llena de color y belleza visual.
El tercer sueño es "La tormenta de hielo", que nos recuerda de inmediato una de las escenas de otra película emblemática de Kurosawa, "Derzu Usala" (1975). El director propone una vez más, el poderío de la naturaleza sobre el hombre. Unos alpinistas que suben una montaña son acechados por una fuerte tormenta, que los deja al borde de la muerte. Una muerte bastante poética, que es personificada a través de una mujer.
El siguiente relato, titulado "El Túnel" es uno de los más dramáticos y sombríos. Todo esto en el contexto de la guerra. Un comandante se ve enfrentado a su pelotón de soldados muertos, los cuales no se pueden convencer de su fatal estado. Destaca por sobre las otras alucinaciones, por el manejo teatral de los diálogos. "Hubiese querido morir con ustedes", "Que vuelvan así al mundo no prueba nada" , "Regresen y descansen en paz" son algunos de los parlamentos del comandante hacia el pelotón. Esta historia demuestra la preocupación del director por el vestuario y el maquillaje.
El quinto sueño debe ser el que representa de mejor forma el sentido pictórico de "Los Sueños", como una obra de arte. Esto se ve reflejado principalmente por el homenaje que se realiza en éste, al pintor holandés Vincent Van Gogh, y desde luego, por el inmenso valor estético en el que se desenvuelve este relato. Cabe mencionar también que la personificación del pintor postimpresionista, está llevada a cabo nada más y nada menos que por Martin Scorsese. Titulado como "Los Cuervos", en relación al cuadro del holandés, el relato nos inicia con un primer plano del famoso "Autorretrato" de Van Gogh. El protagonista de la historia se encuentra en una exposición de cuadros y de repente se introduce en uno de ellos. El hombre anda buscando al pintor por los magníficos paisajes floridos. Cada encuadre parece una pintura, en donde se contrastan como nunca los tonos claros y oscuros. Hay diversas analogías de música e imagen, como por ejemplo la locomotora al ritmo del piano. Queda de manifiesto en este sueño, la ayuda de los efectos especiales de George Lucas, los cuales, en conjunto con la genialidad de Kurosawa, logran que la escena final de los cuervos volando sobre el trigal, quede realmente perfecta.
"Los Cuervos" es el sueño en donde mejor se maneja el montaje y todo lo que implica la post - producción. Esto queda de manifiesto en las secuencias en que el protagonista deambula por las pinturas de Van Gogh.
"El Fujiyama en Rojo" es el título que Kurosawa le da al sexto sueño. Éste representa una crítica a las acciones autodestructivas del hombre.
Un colorido plano general abre el relato, con la gente tratando de escapar alborotadamente. El contexto es el desastre provocado por la explosión nuclear. A los protagonistas sólo les queda esperar las consecuencias de la radioactividad.
El séptimo sueño, titulado "El Demonio Lastimero", actúa como una segunda parte del anterior. Un hombre se traslada por la montaña desierta y se encuentra con el demonio lastimero. El lugar es sombrío, producto de las bombas nucleares. Antes era una zona florida y hermosa. La lluvia radioactiva ha hecho que crezcan flores deformes. Al igual que en el sueño anterior, "El Demonio Lastimero" se caracteriza por la importancia de los diálogos y el contenido. "La estupidez humana ha deformado a las flores y a nosotros mismos", dice el demonio, que producto de su rencor intenta atacar al hombre que transita por el lugar, en la acción final.
El último sueño de la película es uno de los más esperanzadores. Titulado "La aldea de los molinos de agua", destaca como el relato más consolador y armónico. Desarrollado por completo en un pueblo rural de Japón, Kurosawa exprime al máximo todo el atractivo visual que el exterior le puede dar. Es una historia con mucho dinamismo y colorido, en donde el eje principal es el rescatar la vida de antes. Aquella en donde todo era armonía con la naturaleza. "La aldea de los molinos de agua" está marcado al igual que algunos de los otros sueños, por un carácter ecologista. Finaliza con una espectacular procesión de los habitantes del pueblo, quienes celebran un funeral.