Desde Costa Rica, Rodrigo
Quesada Monge 1
Presentación.
En una experiencia reciente, que tuvimos a raíz del apoyo recibido de parte de CAERENAD de Canadá sobre globalización, humanismo y Anti-globalización, en Costa Rica, algunos maestros, profesionales y académicos tuvimos la oportunidad de reflexionar un poco sobre lo que es y no es la globalización, así como sus posibles consecuencias para nuestros pueblos, los de América Latina.
En dicho foro surgió la evidencia abrumadora de que, en un país como Costa Rica, el concepto de globalización, así como sus distintas expresiones sociales, culturales, económicas, políticas e ideológicas son escasamente conocidas por la mayoría de la población. Se tiende a manejar más que nada un conjunto de clichés y de tópicos, la mayor parte del tiempo sacado de los periódicos nacionales, los cuales no podrían ser considerados, de ninguna manera, entre los mejores del mundo. Esta pobreza informativa, todos lo sabemos es conveniente, porque si estamos con la globalización, y sus implicaciones, evidentemente no diremos nada que la perjudique.
Costa Rica, en ese caso, no es la excepción en América Latina. En nuestros países la información, tanto la correcta como la incorrecta, sobre la globalización es esencialmente asunto del interés de los intelectuales, de los profesionales y de algunos círculos políticos, medianamente concientizados sobre el tema. El foro que apoyó CAERENAD, con gentileza y lucidez, nos hizo darnos cuenta que son grupos e individuos muy aislados los que tienen interés real en Costa Rica sobre estas materias.
A mí, en esta ocasión, me tocó en suerte hablar un poco sobre Anti-globalización, sus distintas expresiones, sus propuestas y sus estrategias para el futuro más inmediato. Y, de la misma forma, pudimos percatarnos, sobre las dimensiones concretas del movimiento Anti-globalización, a nivel internacional, en Costa Rica, la gente conoce muy poco o nada, con el agravante de que el mismo es visualizado como una excrescencia de los fracasos del comunismo soviético de vieja data.
Por eso agradecemos profundamente a CAERENAD, a los maestros y académicos que participaron en las conversaciones y reflexiones (vía INTERNET) sobre estos asuntos en Costa Rica, porque no tienen idea de cuánto nos ayudaron a clarificarnos una serie de ideas que hemos venido exponiendo, en distintas artículos, libros y conferencias, desde 1998 2.
La perspectiva.
Inevitablemente, al hablar de Anti-globalización primero deberíamos hablar de globalización, sin embargo, quede claro que, en simple lógica, ambos conceptos no están necesariamente relacionados entre sí. Se puede practicar la Anti-globalización en algunos aspectos y en otros ser claramente pro-globalización. Lo que estamos diciendo es que, existen distintas perspectivas para abordar este asunto, las cuales, no siempre, son todo lo integradoras que hubiésemos deseado, cuando de combatir la globalización se trata.
Como sucede con frecuencia, podríamos combatir los desmanes contra el ambiente propiciado por algunas corporaciones multinacionales, y sin embargo, estar a favor de la inversión extranjera indiscriminada. O bien, podría ser que reneguemos de las aterradoras hambrunas en diferentes partes del viejo Tercer Mundo, pero al mismo tiempo sigamos creyendo que el problema se resuelve con simple caridad cristiana, y no a través de una redefinición total de nuestro concepto de justicia3. El problema real es que, no se puede hacer Anti-globalización y estar al mismo tiempo con algunos de los aspectos más “benignos e inofensivos” de la globalización. El tratamiento integral de estos temas es un requisito ineludible, puesto que si abordamos de manera frívola y superficial a la globalización, bien podríamos sostener entonces que nada tiene que ver con el desarrollo de la cultura burguesa y del sistema capitalista. En tal caso, la globalización no es un problema, como no lo es para sus ideólogos y apologistas. De lo contrario, si creemos, como lo exige el enfoque más integrador del problema, que la globalización es una de las expresiones históricas más siniestras del desarrollo capitalista, entonces nuestro tratamiento inevitablemente derivará en el estudio de las más efectivas formas organizativas, culturales, políticas e individuales de combatirla.
El enfoque integrador de la globalización neoliberal entonces propone que la Anti-globalización sea igualmente integradora, y no deje por fuera aspectos tan importantes como el desarrollo histórico del sistema para explicarla, las luchas de los grupos sociales y de los individuos en el terreno más personal de la cotidianidad y de la ética misma de la solidaridad. Tal es el caso de los indígenas en algunas partes de América y de los poetas que creen cambiar el mundo con un poema4.
De esta manera, el estudio de las distintas expresiones de la Anti-globalización conduce de manera indefectible a un acercamiento, lo más crítico posible, a la historia del sistema capitalista. Eso, si creemos que la globalización es una de sus muchas manifestaciones histórico-culturales. Tal cosa intentamos hacer en el foro Anti-globalización que promovió CAERENAD, leyendo no solo textos del autor de este trabajo, sino también trabajos de Antonio Negri y Michael Hardt5, así como algunos trabajos de sociólogos y expertos latinoamericanos en estos asuntos. Nos queda la satisfacción de haber podido recoger algunas opiniones muy interesantes, provenientes de maestros y profesores universitarios costarricenses, que quisieron discutir el asunto desde diferentes y variadas ópticas. Gran parte de las conclusiones nos permitieron elaborar este trabajo.
Algunas etapas históricas de la Anti-globalización.
“El descubrimiento de que el mundo se volvió mundo, de que el globo ya no es solo una figura astronómica, de que la Tierra es el territorio en el que todos nos encontramos relacionados y remolcados, diferenciados y antagónicos, ese descubrimiento sorprende, encanta y atemoriza. Se trata de una ruptura drástica en los modos de ser, sentir, actuar, pensar y fabular. Un evento heurístico de amplias proporciones, que estremece no sólo convicciones sino también visiones del mundo”6.
Con este texto queremos darle la razón al lector que imagine la globalización como un proceso en el que todos estamos involucrados. Sin embargo, como bien anotaba el eminente historiador francés Fernand Braudel, “los eventos son polvo” y no definen el verdadero y subterráneo transcurrir de las grandes fuerzas que perfilan y caracterizan el movimiento de la historia7.
En otra parte, el mismo Braudel agrega: “El capitalismo sigue basado en la explotación de los recursos y posibilidades internacionales o, dicho de otra forma, existe dentro de los límites del mundo, o al menos tiende a abarcar al mundo entero. Su gran proyecto actual es el de reconstruir este universalismo”8. Las aspiraciones universalistas del sistema capitalista tienen una periodicidad, y en algunos momentos estuvieron muy cerca de ser exitosas, así como en otros fueron visitadas por el fracaso más rotundo. Exponer tal periodicidad es nuestra preocupación en este momento.
El período 1870-1914.
El movimiento antiglobalizador más importante de este período es el movimiento obrero organizado. Bien puede anotarse, sin temor de equivocación, que las primeras organizaciones obreras internacionales, como la Primera Internacional de 1864, tenían como objeto combatir la generalización de la explotación, que era, precisamente, una de las expresiones más conspicuas de ese universalismo del que nos habla Braudel en el texto mencionado atrás.
El extraordinario e intuitivo opúsculo de Lenin, escrito en 1916, El Imperialismo, fase superior del capitalismo, se inscribe en esa polémica que barrunta, con todas las señales de un proceso en curso, que el capitalismo en tanto que sistema económico y paradigma cultural, no cejará un momento en su pretensión inicial, llevar sus prácticas económicas y sus expresiones de civilización a todos los rincones del planeta. Es este uno de los capítulos más destacados de la globalización financiera del sistema.
Pero también es la época de la fundación de la Segunda Internacional de los Trabajadores en 1889, una de las organizaciones más ricas y de mayor sentido crítico con relación a la expansión imperialista, que hará colapso finalmente con la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Al mismo tiempo, se fundan, por esta misma época organizaciones e instituciones encargadas de los derechos humanos y de recoger las primeras preocupaciones por las destrucciones que le está propinando al ambiente el proceso de industrialización indiscriminada. En 1888 se establece el Consejo Internacional de la Mujer, y poco después la Asociación de Reforma del Congo, con el afán de proteger y promover los derechos de las mujeres y de los negros en el Congo Belga, desgraciadamente bajo el control inicuo del Emperador Leopoldo II uno de los tiranos más sangrientos de que guarde memoria la historia del imperialismo. Estos son los años en que también se establecen la Convención para la Preservación de las Especies Salvajes en África y de la Sociedad para la Preservación de la Fauna Salvaje, en 1900 y 1903 respectivamente, con la clara aspiración de proteger algo de lo que dejaban inmune los excesos del imperialismo9.
Los activistas del ecologismo, de los derechos humanos y de las organizaciones obreras internacionales lograron forjar una red transnacional realmente importante a principios del siglo XX. Sin embargo, estas organizaciones tenían una serie de limitaciones que el especialista contemporáneo debe notar, puesto que casi todas ellas fueron establecidas en los países capitalistas centrales, y, aunque buscaban llamar la atención de los pueblos de África, Asia y América Latina, fueron conducidas en su mayor parte por activistas norteamericanos y europeos.
En consecuencia, las tendencias paternalistas y racistas de la mayor parte de las mencionadas organizaciones, limitaron su influencia en los países de la periferia capitalista, y las volvieron sumamente vulnerables a las fluctuaciones económicas y sociales de los países capitalistas centrales.
Ahora bien, aunque algunas de estas organizaciones finalmente desaparecieron debido a las guerras mundiales y a la gran depresión, sentaron las bases para una cultura de la oposición al capitalismo que perdura hasta nuestros días. Además, alcanzaron a diseñar un conjunto de tácticas y medidas de confrontación a la cultura de la rapiña, típica del capitalismo, que tenía como aspecto medular el hecho de que la mayor parte de las organizaciones de este tipo debería surgir en aquellas zonas del mundo donde el sistema capitalista hubiera probado ser más dañino.
El periodo 1914-1990.
La segunda fase de la globalización neoliberal se desarrolló acompañada por un movimiento internacional de liberación de los pueblos, posterior a la segunda guerra mundial, que traía como una de sus mayores preocupaciones la articulación de una lucha anticolonialista de fuerte propensión nacional y regional, que luego alcanzó un nivel de configuración antiimperialista y anticapitalista, con el claro objetivo de redefinir todo el entramado de relaciones entre el centro y la periferia capitalista.
La reacción neoliberal no se dejó esperar y todas las luchas de liberación antiimperialista, después de 1975, enfrentaron una fuerte oposición, cuando el sonado fracaso de la guerra de Vietnam, para los Estados Unidos, demostró claramente que era posible encontrar salidas alternativas al sistema capitalista. Las administraciones de Reagan, Bush y Tatcher, pasaron de una mera posición crítica y a veces contemplativa, a las devastadoras intervenciones militares en Nicaragua, Panamá o Las Malvinas, solo para mencionar unos cuantos ejemplos. Junto a ello, las instituciones financieras más interesadas en promover la nueva oleada neoliberal, tales como el FMI, el BM, o el GATT, decidieron concertar una apretón de las clavijas económicas a través de los tristemente célebres paquetes de ajuste estructural, que en un principio lograron hacer retroceder el nacionalismo de los años setenta y ochenta, pero que luego se encontraron con protestas feroces en diversas partes de América, Asia, Europa del Este y África.
El escenario de preponderancia neoliberal que estaba construyendo la cultura burguesa, empezó a recoger éxitos realmente notables, sobre todo después de 1991, cuando el sistema soviético colapsó de manera irremediable. Esta fue una derrota de grades proporciones para el movimiento antiglobalizaciòn en ciernes, puesto que gran parte de la cultura anticapitalista que se había construido desde el triunfo de la Revolución Bolchevique en 1917, a pesar de todas las críticas y objeciones que podamos tener contra ésta y su herencia, giraba en torno a la posibilidad de crear alternativas al sistema que fueran más humanas, solidarias y progresistas. Este legado, quedó finalmente en manos dos países que tienen serios problemas para soportar el peso de la tarea, como son Cuba y China. En el primer caso, el socialismo de estilo soviético ha probado ser totalmente incapaz de sobrevivir al hundimiento general del “socialismo histórico”, y en el segundo caso este último se parece cada vez más al “capitalismo realmente existente”. Con estas perspectivas, la antiglobalizaciòn tuvo que cristalizar en movimientos, prácticas y organizaciones de nuevo cuño que tuvieron que imaginar y crear una agenda totalmente inédita, para hacerle frente a la globalización neoliberal, ahora más agresiva que nunca.
El período 1994-hoy.
A mediados de los noventas, la dinámica del enfrentamiento entre los proponentes y los opositores de la globalización neoliberal estuvo centrada mayormente en las actividades que se realizaban en la periferia capitalista. Sin embargo, para 1994, una serie de nuevas negociaciones que buscaban la liberalización absoluta del comercio internacional en beneficio, como es obvio, de los países capitalistas centrales, se encontraron con un escrutinio minucioso de parte de las industrias y prácticas comerciales nacionales en África, Asia y América Latina. Esto condujo a la creación y estrechamiento de contactos entre los activistas antiglobalizaciòn del capitalismo central y del capitalismo periférico, a través de organizaciones más maduras y estables.
Entonces, el movimiento antiglobalizaciòn en realidad, surgió tras las grandes movilizaciones que en noviembre de 1999 tuvieron lugar en Seattle, Washington, contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio, movilizaciones que culminaron el 30 de noviembre en las calles con la llamada “batalla de Seattle”. El Memorial Stadium fue escenario del gigantesco acto Labor Rally donde participaron 30.000 militantes sindicales, convocados por la dirección de los sindicatos norteamericanos (AFL-CIO). Al finalizar el acto, unas 50.000 personas marcharon por las calles de la ciudad, con lo cual lograron que fracasara en parte la apertura de la reunión de la OMC. A este núcleo de militantes sindicales se sumaron miles de estudiantes, de activistas ecologistas, feministas, campesinos y agricultores. La policía reprimió fuertemente a los manifestantes y durante la noche la batalla campal continuó. La protesta callejera y la represión se prolongaron hasta el tercer día, momento en que brotaron las diferencias en el seno de la OMC. El fracaso de la reunión exacerbó las controversias comerciales entre los Estados Unidos y la Unión Europea. El jueves 4 de noviembre era evidente que la ronda de conversaciones había fracasado10.
El enfrentamiento en Seattle, tanto de puertas adentro como de puertas afuera, había demostrado que el “desenganche” de las economías intervenidas estaba llegando a su punto final. Con la intención de reformular toda la herencia recibida de Bretón Woods, en la agenda de Seattle estaba plasmado un plan de acción que buscaba reforzar en todos los órdenes las políticas neoliberales, y una nueva forma de cultural burguesa en la que no había espacio para ninguna otra alternativa diferente que pretendiera ver más allá de la economía de mercado.
De esta manera, el movimiento antiglobalizaciòn tuvo que articular una serie de estructuras organizativas y comunicativas que partían de un espontaneìsmo rudimentario al inicio, hacia formas de lucha que tenían que contemplar las distintas expresiones culturales, étnicas, políticas, lingüísticas e ideológicas de sus participantes. El enemigo había encontrado una claridad total en lo que quería y estaba dispuesto a todo para lograrlo, incluso desmantelar las estructuras financieras que el mismo capitalismo diseñara en el pasado para su propia y efectiva auto reproducción.
Coyuntura y pronóstico.
Uno de los grandes problemas que enfrenta el movimiento antiglobalizaciòn para los próximos años es encontrar los medios y los instrumentos para concertar actividades, luchas y respuestas en lugares y organizaciones ciertamente muy dispares, compuestas asimismo por grupos de personas de diferentes nacionalidades, lenguas y creencias. Al mismo tiempo, el movimiento también debe enfrentar como ya lo hemos señalado de manera rasante, a instituciones financieras y empresariales de un poder económico colosal, dispuestas a todo por llevar las bondades del neoliberalismo a toda la geografía del planeta. Será por esto posiblemente, que alguna gente dice que la globalización y la antiglobalizaciòn son fenómenos que ya se encuentran en los inicios de la Era Moderna, es decir con el Renacimiento.
Sin embargo, a pesar de todas esas tareas al frente, en el movimiento antiglobalizaciòn hay gente que tiene claro que la lucha contra el neoliberalismo y sus expresiones más conspicuas no solo tiene sus especificidades nacionales sino también debe adquirir un perfil regional cada vez claro y contundente, como lo probó la lucha en Canadá y México contra el Tratado de Libre Comercio. Las acciones colectivas contra el NAFTA en estos últimos países difieren sustancialmente, sin embargo, unas de otras, puesto que en el primer caso los ajustes estructurales que se aplicaron en el segundo por parte del IMF, a raíz de la crisis de la deuda en los años ochenta, no estuvieron presentes, pero sí una serie de presiones que tenían que ver con el desarrollo productivo y empresarial de Canadá, sumamente articulado al de los Estados Unidos. Incluso se acudió al chantaje con las políticas migratorias, tal y como se hace actualmente con México11. En este último país, una de las motivaciones principales del movimiento zapatista a favor de los indígenas de Chiapas, fue precisamente su lucha contra la aprobación e instrumentación del NAFTA y su conjunto de prescripciones neoliberales.
No obstante, a pesar de todos los intentos que se hubieran hecho en diferentes partes del mundo para combatir la globalización neoliberal, que contaba con instrumentos tan bien diseñados y efectivos como la OMC (fundada en 1995), el NAFTA, o el Tratado de Maastricht en Europa, en los países de la periferia capitalista, a este tipo de arsenal institucional para promover la liberalización total de la economía capitalista, deberían sumarse aquellos otros que probaron ser tan eficientes en la destrucción y desnacionalización de sus economías, después de la segunda guerra mundial, como lo fueron el FMI y el BM, responsables en gran medida de la crisis de la deuda en los años ochenta y del descalabro de la economía Argentina, solo para citar el caso más notable.
Dichosamente, después de Seattle, un número mayor de personas empezó a estar presente en las manifestaciones públicas contra la globalización neoliberal. La secuencia es sumamente interesante:
-Abril del 2000, contra las reuniones del FMI/BM en Washington.
-Setiembre del 2000, contra el Foro Económico Mundial, en Melbourne, Australia.
-Setiembre del 2000, contra las reuniones del FMI/BM en Praga, República Checa.
-Mayo del 2000, contra las reuniones del Banco de Desarrollo Asiático en Chiang Mai, Tailandia.
-Abril del 2001, contra la Tercera Cumbre de las Amèricas en Québec, Canadá.
-Julio del 2001, contra la cumbre del Grupo de los Ocho en Génova, Italia.
Ahora, debe llamarse la atención sobre el hecho de que ninguno de estos encuentros tuvo lugar en un vacío, pues se hallaron enfrentando no solo las protestas de los nacionales, sino también las de otras personas que hacían un largo viaje con la única aspiración de manifestar su desacuerdo. Algunas de estas grandes reuniones fueron acompañadas por otras con el objetivo contrario, como sucedió con el FORO SOCIAL MUNDIAL que tuvo lugar en Brasil en el invierno del 2001, al mismo tiempo que se realizaban conferencias y reuniones promovidas por las instituciones neoliberales más ortodoxas.
Cuando se produjo el atentado del 11 de setiembre del 2001 en los Estados Unidos, el movimiento antiglobalizaciòn estaba pasando por uno de sus mejores momentos, y alcanzaba con solvencia moral una estatura internacional importante, tanto así como para ser notado por los círculos de prensa más neoliberales en diferentes partes del mundo. Pero el acto terrorista ha reducido considerablemente la militancia y el activismo beligerante del pasado, obligando al movimiento ha replantearse una serie de tareas urgentes, como lo es por ejemplo, el devolverle la seguridad a los trabajadores, quienes mayormente pusieron los muertos en el atentado, y que constituían también uno de los sectores más combativos del movimiento12.
Por otro lado, el movimiento antiglobalizaciòn logró generar desde la experiencia de Seattle un mecanismo internacional que ha dado frutos realmente importantes y que se recoge en las distintas evidencias ofrecidas por las protestas y su cada vez más complejo nivel de articulación. En estos casos, el movimiento antiglobalizaciòn ha logrado rebasar las fronteras étnicas, nacionales, clasistas y sexuales, para que un solo objetivo emerja, desde una plataforma de lucha común que no busca necesariamente la abolición del sistema capitalista, pero sí su humanización más inmediata.
Reflexión final.
Bien podríamos anotar con Joaquín Estefanía que la globalización es un proceso que se encuentra en los meros orígenes del sistema capitalista13. O bien podríamos decir con O¨Rourke y Williamson que es solamente un fenómeno clásico de la segunda parte del siglo XIX14.
Indistintamente de cuál opción nos parezca más conveniente, un asunto es cierto, y es que la globalización es una de las formas más acabadas, hasta ahora, de las prácticas imperialistas. No entendemos como se puede hablar de globalización sin hacer teoría del imperialismo. En los autores arriba citados esa pareciera no ser la preocupación, pero comparten la virtud de haber escrito trabajos sumamente críticos y estrechamente relacionados con los aspectos más conflictivos de la cultura de la globalización.
Por otro lado, para un historiador como Thomas Schoonover los orígenes de la globalización se encuentran en la guerra hispano-antillano-norteamericana de 189815, porque ahí están precisamente las raíces del imperialismo norteamericano. En estos casos, el estudio de la globalización está estrechamente relacionado con nuestra comprensión de la historia y no tanto con las explicaciones taxonómicas que uno pueda aportar en el análisis de la coyuntura. Está bien visto que la antiglobalizaciòn tiene que devenir inevitablemente, más temprano que tarde, en un movimiento anti-capitalista, de lo contrario la supuesta humanización del sistema, a que aspiran algunos “antiglobalizadores”, se quedará en simples denuncias retóricas de una realidad que no tiene en mente la superación y la humanización de las personas.
Por eso hemos sostenido en otra parte que la globalización es una forma de deshumanización16, pues en ningún momento sus ideólogos y promotores han pretendido salvar a los seres humanos de la opresión, y más bien viven angustiados con la salvaguarda de los bienes materiales que genera el sistema productivo del capitalismo. Este último es su gran preocupación.
A pesar de los éxitos apuntados con frecuencia, en lo que respecta al bloqueo de algunas de las actividades de las instituciones neoliberales más notorias, la lucha contra la globalización es un asunto también de las personas unilateralmente. En la vida privada, en la cotidianidad, se deciden muchos de los combates que plantea la lucha contra la globalización, ya que, ésta, en una forma u otra, es al mismo tiempo la expresión más acabada de la cultura burguesa. Hacer antiglobalizaciòn entonces, es hacer anti-capitalismo, es estar en contra de una forma de cultura para la cual lo único que importa es el rendimiento económico de las personas. Y si éstas no cuentan como tales, si no son un fin en sí mismas, hemos vuelto entonces a los orígenes de la civilización, como tristemente lo prueba cada día el capitalismo.
San José, Costa Rica, 6 de abril de 2004.
1 Historiador costarricense (1952), con varios libros sobre el tema y publicaciones en diversas revistas de América Latina y Europa.
2 Léase nuestro libro GLOBALIZACIÒN Y DESHUMANIZACIÒN. DOS CARAS DEL CAPITALISMO AVANZADO (Heredia, Costa Rica: EUNA. 1998) 214 páginas.
3 En una película reciente (2004), Hollywood pone en evidencia de manera grotesca este tipo de enfoque ideológico que le es tan suyo. Nos referimos a BEYOND BORDERS (MÀS ALLÀ DE LAS FRONTERAS), con Angelina Jollie y Clive Owen.
4 Thomas D. Hall y James V. Fenelon. “The Futures of Indigenous Peoples: 9-11 and the Trajectory of Indigenous Survival and Resistance”. En JOURNAL OF WORLD SYSTEM RESEARCH. Vol. X. No.1. Winter 2004. Pp. 153-199.
5 Lease EMPIRE (Harvard University Press. 2000) 478 patinas.
6 Octavio Ianni. TEORÌAS DE LA GLOBALIZACIÒN (México: Siglo XXI. 1997) P.3.
7 Fernad Braudel. LA DYNAMIQUE DU CAPITALISME (Paris, Les Editions Arthaud. 1985) P. 25.
8 Ídem. P. 126.
9 Para ver algunos de los detalles de este asunto, léase el maravilloso libro de Alfred W. Crosby. ECOLOGICAL IMPERIALISM. THE BIOLOGICAL EXPANSION OF EUROPE. 900-1900 (Cambridge University Press. 1994) 360 pàginas. Tambièn de Bruce Podornik y Thomas Ehrlich Reifer. “The Globalization Protest Movement in Comparative Perspective”. En JOURNAL OF WORLD SYSTEMS RESEARCH. Vol. X. No. 1. Winter 2004. Pp.3-10.
10 Combate Socialista. Órgano del Comité Central del POSI (Partido Obrero Socialista Internacionalista. Sección en España de la IV Internacional) ¿QUÈ ES EL MOVIMIENTO ANTIGLOBALIZACIÒN? P.2
11 Jeffrey M. Ayres. “Framing Collective Action Against Neoliberalism: The Case of The Anti-Globalization Movement”. En JOURNAL OF WORLD SYSTEM RESEARCH. Vol. X. No. 1. Winter 2004. P.14.
12 Cavanagh, John. “The History of the Movement”. FOREIGN POLICY IN FOCUS. 2002. http://www.fpif.org/discussion/0201globalization/messages/4.html.
13 HIJA, ¿QUÈ ES LA GLOBALIZACIÒN? (Madrid: Santillana. 2002).
14 Kevin H. O´Rourke and Jeffrey G. Williamson. GLOBALIZATION AND HISTORY. THE EVOLUTION OF A NINETEENTH CENTURY ATLANTIC ECONOMY (The MIT Press. 1999).
15 UNCLE´S SAM WAR OF 1898 AND THE ORIGINS OF GLOBALIZATION (The University Press of Kentucky. 2003). Vèase también nuestro libro titulado EL LEGADO DE LA GUERRA HISPANO-ANTILLANO-NORTEAMERICANA (San José, Costa Rica: EUNED. 1998).
16 Ver la nota 2.