Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 61
Mayo 2004


LA CASA DE MUÑECAS
DE LA CONDESA BATHORY

Por: Alvaro Oliva
"Elizabeth Bathory"

La vanidad e ilusión de una dama de la nobleza europea desencadenó una serie de crímenes que conmovieron a la sociedad de la época.

A muy temprana edad y oculta tras la ventana de su alcoba Elizabeth Bathory acostumbraba a contemplar las arduas y agotadoras labores de sus lozanas doncellas en aras de las extremas comodidades que demandaba su noble familia. La condesa, respetada y admirada en los pequeños círculos aristocráticos de Hungría, comenzaba a dar muestras o, por lo menos indicios, de lo que serían sus futuros asesinatos.

Describir la perfección estética y perversidad de esta mujer resulta, muchas veces, difícil al enfrentarse a tan divergentes historias que la acusan de sádica, vampira y demente. Bathory tampoco fue una dama que se destacó en alguna área del quehacer cultural humano, sin embargo, su intensa y desequilibrada forma de vivir nos lleva a cuestionarnos muchos aspectos como el abuso del poder, la vulnerabilidad a la que está expuesto cualquier individuo y la constante conducta lapidaria hacia nuestros pares.

Elizabeth Bathory (o Erzebeth Bathory), nació en 1560 en la cuna de una de las familias húngaras más poderosas y acomodadas de la época que, como muchas otras, cuidaba con sigilo sus intereses materiales, razón por la cual con frecuencia sus miembros contraían matrimonio entre ellos. Producto de esta ambición y del obsesivo interés de mantener el prestigio de una condición social respetable, muchos desafortunados retoños nacían con degeneraciones genéticas.

"La torre de la muerte"

Es así como las nobles familias fueron amasando su fortuna en torno a matrimonios selectos y prefabricados. Se dice que la fortuna de los Bathory incluso superó a la del rey húngaro Matías II, condición de vida que fortaleció toda clase de conductas abusivas solapadas bajo el ilusorio refinamiento y prudencia de los grupos acaudalados.

En este marco de espejismos y contradicciones Elizabeth, sobrina del rey Esteban I de Polonia, se casó cuando apenas era una adolescente, período, como se sabe, donde la identidad esta en pleno proceso de configuración. En esta delicada etapa de la vida la hermosa y enfermiza señorita, tal vez presionada por las irrebatibles costumbres de la época, se casó con un cruel guerrero llamado Ferenc Nádasdy; famoso por torturar a prisioneros turcos.

En este ambiente enfermizo y cargado de intereses con forma de monedas acuñadas, la débil Elizabeth, que sufría de continuos ataques de epilepsia, no podría haber tenido otro destino como el que le esperaba, motivo por el cual su existencia fue paulatinamente ignorando la brújula de la razón hasta terminar en un estado perturbador que bordearía la demencia, peligro siempre al acecho sobre cualquier persona que se jacte de ser equilibrada.

"Elizabeth Bathory"

La indiferencia frente a sus hijos, los continuos viajes de su esposo y la asegurada satisfacción de sus necesidades básicas, que la eximían de cualquier carencia, hicieron que pronto la hermosa fémina se sumergiera en un estado de ocio donde su propia contemplación, en un emergente estado de vanidad, terminara en atrocidades inimaginables para el modelo de una mujer de aterciopelados atuendos y exquisitos modales. Así, el castillo se fue transformando en una verdadera sala de toda clase de torturas donde Elizabeth, especialmente tras la muerte de su marido, en 1604,encontró el espacio para expresar todo su sadismo sexual sobre las desafortunadas jóvenes que trabajaban por unos miserables mendrugos.

Rodeada por un séquito de malvados sirvientes la viuda condesa llegó a los 40 años y comenzó a percatarse que sus armoniosas formas que en otras épocas tanta satisfacción personal le habían provocado, decaían irremediablemente. Es así como en este estado de desesperación comenzó a matar, durante desconocidos rituales, a varias adolescentes con la idea de tomar baños de sangre y así recuperar su cada vez más lejana juventud.

Albergada por los dantescos muros de su castillo fue progresivamente asesinando a más mujeres, que eran eslovacas o raptadas en los pueblos de los alrededores. Se dice que sometía a sus víctimas a terribles castigos como colocar monedas candentes bajo las uñas de las indefensas muchachas o ponerles llaves ardientes en sus manos. Posteriormente, tras cometer sus fechorías, la elegante condesa ordenaba arrojar los cadáveres de sus víctimas en los campos cercanos sin ningún tipo de pudor.

"El castillo de Cachtice"

Su desesperación y ansia incontrolable la llevaron a desear y exigir la presencia de jóvenes nobles para sus sádicos juegos, motivo por el cual sus oscuras prácticas salieron a la luz y cayeron en las manos de lo que podemos llamar "justicia de la época". Por esta razón, en el año 1611, fue procesada junto a sus sirvientes cómplices quienes fueron quemados vivos en la hoguera. Sin embargo, la orgullosa Elizabeth, debido a su noble estirpe, no fue condenada a muerte pero sí encerrada en una alcoba del castillo.

En medio del odio generalizado de su entorno y despojada de sus joyas y vestidos, la espigada viuda pasó los últimos años de su extrema vida en una oscura habitación, hasta morir en el año 1614, a los 54 años. Tras su tortuoso deceso se expandió con la mayor fluidez una ola de rumores y mitos que terminaron por mitificar la imagen de la condesa asociándola incluso con prácticas antropófagas.

Aunque nunca se ha comprobado, se llegó a decir que Elizabeth se bañaba con la sangre de sus víctimas, hábito que ha sido resaltado en películas y publicaciones de temáticas góticas tan de moda en estos días. No obstante, la repulsión de sus actos nos obliga a pensar, más allá, de la excentricidad y fantasía de esta historia, en la idea de como cualquier individuo equilibrado puede transformarse en un sujeto carente de sensibilidad, en un continuo de actos horrendos que en vez de calmar la infinita ansiedad y locura la potencian aún más.

"Ventanuco por donde se introducía la comida a la condesa"

El principal cómplice de esta impúdica mujer fue el poder que así como la amparó también la destruyó, tras largos años de silencio en los cuales pudo manipular los cuerpos de sus empleadas como muñecas mutiladas sin que nadie pudiera hacer nada, a pesar de encontrarse, muchos años antes de su arresto, a ensangrentadas jóvenes botadas en los alrededores de su fortaleza, como un montón de flores arrancadas desde la raíz.

La nobleza europea siempre estuvo, y tal vez aún lo está, escondida tras el antifaz de la altivez y el prestigio, sin embargo, los impulsos destructivos a los que pueden acceder hoy en día ya no son patrimonio exclusivo de ella, puesto que están al alcance de la mano de cualquier individuo que logre sentarse en el trono del dinero y su lado cruel, en un nuevo mundo donde los castillos y sus habitantes han tomado otras formas y donde tristemente persisten los abusos de todo tipo. Lo más probable es que en la actualidad el espíritu de la despiadada Elizabeth todavía esté pululando, tras el ordenado traje de dos piezas de cualquier profesional exitosa que asciende por la escalera del avión que la llevará a cerrar un rentable "negocio".

 



Si quiere comunicarse con
Alvaro Oliva puede hacerlo a: alvaro_oliva@hotmail.com
Esperamos Su Opinión.
  
¿No está suscrito? Suscribase aquí. 

[Volver a la Portada] - [Visita la Comunidad Escáner Cultural]




Las opiniones vertidas en Escáner Cultural son responsabilidad de quien las emite, no representando necesariamente el pensar de la revista.