Por: Héctor González de Cunco
Desde Paris, Francia
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"Claude Alexandre" |
-" Hasta que tuve 30 años no me interesaba la Fotografía como arte ni como nada de nada, porque ni siquiera me imaginaba que existiese " -recuerda hoy Claude Alexandre (Paris, 1940)-. "En la Navidad de 1970 me regalaron una cámara fotográfica y la mirada concentrada del visor me apasionó. Descubrí imágenes imposibles de concebir sin los límites del encuadre. Muy pronto me encontré investigando a fondo la capacidad de expresión del cuerpo humano y comencé a fotografiar hombres desnudos. Era mi manera de arreglar con ellos mis cuentas pendientes."
Armada con su nuevo ojo de cristal, no dudó en cruzar las barreras de lo convencional porque sus modelos favoritos no eran precisamente señoritos elegantes. A esta joven burguesa convencional le atraían mucho más los alcohólicos, los drogadictos, los travestidos y cualquier espécimen marginal de la nutrida y variopinta fauna parisina.
Acrecentada por la sonrisa de sus ojazos azules, hoy, cuando echa una mirada sobre los últimos 34 años de su vida, esta mujer menuda y vivaracha subraya con orgullo:
-" Jamás he tenido que pagar un modelo porque la gente venía a buscarme o nos encontrábamos por azar.
Como si el destino la protegiese, en aquellos tiempos tenía amigos comunes con los Newton: Helmut, el famoso fotógrafo alemán que puso patas arriba el mundo de las revistas de moda de los años 50 y 60 (y que acaba de morir hace pocas semanas, incrustándose con su coche en un muro de Sunset Boulevard, en Los Angeles) y su esposa, la australiana Alice Spring, también reconocida fotógrafa. Ellos la animaron para seguir adelante y convertirse en profesional. En esa época hizo sus primeras publicaciones en las revistas Vogue y Play Boy, además de comenzar a hacer fotografía para publicidad.
El terremoto vivencial ya le había puesto la miel en los labios y ningún obstáculo fue capaz de alejarla de sus investigaciones sobre el desnudo, la pareja y el erotismo.
Así, Claude Alexandre fue descubriendo la tremenda capacidad expresiva del cuerpo humano sometido a situaciones extremas o ambiguas. Pronto salió a la calle su primer libro: "Peaux des Hommes" ("Piel de hombres"), editado por Paul Vermont y después de esa publicación llegó la exposición individual en la galería de Agathe Gaillard, en el muy chic distrito IV de Paris, donde (en aquellos años) si no se hacía una exposición allí no existías para el mundillo de la fotografía.
Un viaje al lado oscuro de la vida...
Una curiosidad insaciable sumada a las ganas de beberse la vida a grandes sorbos la llevaron a zambullirse en las profundidades del alma humana y entró en los territorios de fetichismo pero, deseando ir aun más lejos, terminó sumergida en el complejo universo del sadomasoquismo.
Sin buscarlo, le cayó encima la etiqueta de fotógrafa de la marginalidad sexual y sus colecciones de fotos comenzaron a publicarse, como libros, en Francia, Alemania y Japón. Entre ellos, hay dos que son ediciones de culto para los iniciados en el cuero y los látigos, "Orden de Tinieblas" (ed. Denöel, Paris, 1988), con textos de Pierre Bougarde y "Cuerpos Oscuros" (ed. Claudia Gehnke, Tubingen, Alemania, l993). Desde entonces, la Enciclopedia del Erotismo (ed. Mousardine, Paris) describe a Claude Alexandre como "una figura dominatriz a través del uso de su cámara."
Durante muchos años vivió cerquita de la plaza de la Bastilla, en un amplio y luminoso apartamento con ventanales y balcones sobre el boulevard de Beaumarchais (donde están las dieciséis grandes tiendas de material fotográfico nuevo y de segunda mano). En ese piso, con luz ambiente y sin flash, ni otra parafernalia de luz artificial, se hicieron la mayoría de la fotos de ese periodo arriesgado. Ella no necesitaba forzar a sus modelos a posar. Simplemente iba dejando que las imágenes fluyesen hasta el cristal de su objetivo. Por eso Pierre Bougarde describe su trabajo como "documentos llenos de verdad", que presentan el sadomasoquismo "no solamente como una práctica sexual, sino que también como un ritual conectado al espíritu"
Otro tema importante en su fotografía es la danza y ha publicado dos libros sobre la bailarina clásica Pietra Galla (ed. Actes du Sud, Arles): "Hay muchos elementos sadomasoquistas en una bailarina, que sufre hasta la extenuación, buscando la belleza en su baile. Pietra Galla era otra maestra dominatriz y trabajé con ella durante tres años porque me interesan todas las expresiones del cuerpo, incluyendo aquellas al borde de la dislocación, llenas de dualidad: belleza o fealdad; dolor y placer; grandeza y miseria..."
La nueva época torera
Hace cinco años se compró un piso al lado de la Real Maestranza de Caballería, la plaza de toros de Sevilla y comparte su tiempo entre Paris y Andalucía: “ Me interesa la Tauromaquia como continuación natural de mi trabajo sobre el sadomasoquismo. Es otro ritual donde interviene el juego de la seducción, es un duelo por la dominación y tiene la fluidez de la danza acompasada entre toro y torero. Yo creo que toda la historia de la Humanidad es la lucha entre el dominante y el dominado, donde es posible el intercambio de papeles. Y dentro de la corrida de toros percibo la evolución de esa situación y además está su belleza suprema: la verdadera muerte.”
Entre tanto, se tomo el tiempo para criar tres hijos y ahora disfruta con locura los breves periodos de tiempo que pasa con su nieta Alba, de diez gloriosos añitos. Su último libro publicado es “Le Sang du toro” (“La sangre del toro”) de nuevo con poemas de Pierre Bougarde (ed Atlántica, Paris, 2004) y que tiene difusión preferente en el sur de Francia (donde hay corridas de toro, principalmente en Arles y Nimes)
Breve apunte sobre su técnica
Claude Alexandre siempre ha usado una cámara mecánica, sin automatismos y muy simple, quizá "demasiado sencillo para los jovencitos que ambicionan la última chupá del mate tecnológica y olvidan que lo importante no es el equipo sino el ojo que hay detrás del visor" . Ella sólo utiliza un objetivo "normal" de 50 milímetros o un pequeño tele de 100 milímetros, su favorito, y desde el principio decidió que trabajar en el cuarto oscuro la aburre. Para eso tiene a su viejo amigo Bernard Binesti, su cómplice que desde hace 30 años y "capo" de Laboratorios Publimod, en el barrio Le Marais. Él amplía sus fotografías igual que las de muchísimos conocidos fotógrafos que han decidido no lidiar con reveladores ni el fijador. Bernard Binesti es un técnico especializado en hacer ampliaciones de gran calidad (su oficio se llama "tireur"), pero respetando el estilo y los gustos de cada fotógrafo. De su ampliadora seguramente han salido muchas de las buenas fotos de los últimos cuarenta años en la fotografía mundial....