Los poemas se hacen de sonido y de luz. De sonido y de luz desde la música, desde la danza, desde el video, desde los bordes irregulares de los fractales, modelos matemáticos de la naturaleza; desde los plasmas, el cuarto estado de la materia donde es posible la fusión nuclear; desde la sonrisa socarrona de un gato que ya no podemos ver, pero que sabemos está allí.
Hablo de arte, de ciencia, de humanidades, de tecnología, pero no bajo los conceptos asfixiantes de la cultura del hermano mayor , que nos ha negado el placer de jugar, buscando.
Hablo de un arte diferente en su concepción, hechura y herramientas, como diferente deberá ser nuestra concepción de la ciencia, la técnica y las humanidades.
Y las fronteras entre un lenguaje y otro serán abolidas, como abolidas han estado siempre para los grandes artistas y los grandes científicos de todos los tiempos y de todas las culturas.
Debemos entonces ABRIR los espacios para (tratar de) acercarnos a las nuevas formas, a los nuevos modos de vivir. De pensar. De ser. desgarrando -sin anestesia- las viejas costuras de la piel que nos cubrieron en la glaciación que hoy termina, para dar cabida, y poder ser, a las nuevas escrituras del nuevo milenio, esto es: proyectos radicales de escritura y/o lectura pertenecientes a la nueva imprenta y al nuevo libro.
La desaparición de estos muros conceptuales (muros de cal y canto) entre arte, ciencia, tecnología y humanismo pareciese ser una de las condiciones que signan a nuestro tiempo: abatir las fronteras del pensamiento excluyente, de los sensores corporales, de la poesía y la belleza, de la violencia, de la fealdad, de la escatología, de la interacción y la tolerancia; de la medición fractálica y la no linealidad; de los intersignos; de los multimedia pertenecientes a los lenguajes todos (serpientes venenosas) que en un cambio de piel forma/fondo nos invitan, nos seducen a la mutación .
Quizá sea cierto, como menciona Pacho, un articulista loco (baterista de La Maldita Vecindad, grupo de rock) que escribe sobre estas otras escrituras, que la integración de tecnologías electrónicas está creando un cambio en nuestros sistemas nerviosos, en la manera en que cognocemos , en la manera en que pensamos acerca de las cosas.
Acaso se trate de un mito propiciado por el avance de la cibernética, dice Pacho, en todo caso, nuestra Era de experiencias fragmentadas, múltiples, simultáneas y descentralizadas sugiere nuevas formas de discurrir sobre los procesos de percepción y articulación de la realidad.
Como los artistas del año dos mil, con propuestas inter y multidisciplinarias, que interactuan con todos los lenguajes transfronterizos -serpientes venenosas- de la Aldea Global, ejerciendo la sinestesia -syn/unión y aisthesis/ sensación-, la percepción simultánea de estímulos sensoriales paralelos, cuando la luz y el sonido, por ejemplo, pueden mezclarse en un punto informativo y adquirir el mismo significado.
Arthur Rimbaud escribió, en 1871... Esta lengua será el alma para el alma, resumiendo todo, perfumes, sonidos, colores, el pensamiento enganchado al pensamiento, y jalando.
¡El poeta definirá la cantidad de desconocido despertándose en su tiempo en el alma universal, dará más que la fórmula de su pensamiento, que la anotación de su marcha al progreso!
¡Enormidad convirtiéndose en norma, absorbida por todos, él será realmente un multiplicador del progreso!
Pero si Rimbaud fue el intuitivo, el vidente, con ese necesario y sistemático desarreglo de todos los sentidos , como menciona el poeta uruguayo Víctor Sosa en su ensayo Hacia una Poesía Tecnológica , Mallarmé sería el arquitecto, el indiscutible constructor de la poesía moderna abierta hacia una radical experimentación con el lenguaje.
La psicodelia exploró la percepción sinestésica a través de las drogas, hoy en día lo hace la tecnología electrónica de la comunicación y la contracultura cibernética.
Richard E. Cytowic, fisiólogo norteamericano especializado en sinestesia documenta que ya en el siglo XVII unos monjes fabricaron un clavecín ocular previo al clavecín luminoso del músico Scriabin, en el cual, al tocar una nota se abría un compartimiento donde aparecía una velita que proyectaba una luz a través de un cristal de color, todo un ejemplo de la fusión sensorial que tres siglos después explorarían los vanguardistas de las películas Odorama, como Polyester de John Waters, donde el público recibía a la entrada tarjetas rascahuele que debían oler en determinadas escenas, experimentando el filme con más realismo.
Según Pacho hay quienes consideran a la sinestesia como un don natural que la mayoría de la gente va perdiendo a lo largo de su infancia, el lenguaje mismo nos lleva a fragmentar la percepción, a vivirla y nombrarla en forma separada, en lugar de experimentarla como un fenómeno holístico, unitario, global.
En México funciona desde hace años (1990) un centro de experimentación perceptual, un Taller de los Sentidos- denominado Sensorama- donde Héctor Fernández Piña y un grupo de investigadores/artistas multidisciplinarios trabajan con y desde los sentidos.
¡Quien quiera ver el infinito que cierre los ojos! , escribió alguna vez Milan Kundera.
Los sensonautas -con los ojos cancelados- participan de una metodología lúdica que facilita, desarrolla y procura el goce en la exploración perceptual.
Al cancelar los ojos, Sensorama nos devuelve la mirada. Después de participar en esos talleres de los sentidos recuperamos las posibilidades sinestésicas de nuestra niñez.
Vivimos la vida mirando imágenes/chatarra en el cine, la televisión, las revistas, los espectaculares y ahora el Internet, somos esos espías/voyeurs de los que hablaba Jim Morrison en Los Señores: notas sobre la percepción de imágenes (1969)...
Puedes mirar las cosas, pero no probarlas...
No puedes tocar esos fantasmas.
Para nosotros, los artistas multimedia e investigadores visuales, la sinestesia es una forma de aprehensión simultánea, una experiencia en sí misma, y los sinestetas asumidos comienzan a reivindicarla, a romper el tabú contra el conocimiento interno, contra el miedo a ser diferentes, a sentir diferente.
Erich Fromm decía que los niños son espontáneos y es por eso que, aun con los ojos vendados, lo único que pueden sentir antes de cruzar el umbral de lo desconocido es emoción. Sin miedo. Sin duda.
Rimbaud, Nabokov, Kandinsky han sido revalorados como sinestetas por los estudiosos.
Las herramientas tecnológicas cambian nuestros conceptos del mundo, al grado de convertirse en una extensión de nosotros mismos: la tecnología pone la naturaleza a nuestro servicio, pero el proceso también involucra nuestra experiencia interna.
...Nuestro pensamiento nos ata todavía al pasado, al mundo tal como existía en la época de nuestra infancia y nuestra juventud. Nacidos y criados antes de la revolución electrónica, la mayoría de nosotros no entiende lo que ésta significa.
Margaret Mead
Cultura y Compromiso, 1970
Marshall McLuhan escribió... Rápidamente nos acercamos a la fase final de la extensión del hombre; la simulación tecnológica de la conciencia, cuando el proceso creativo de saber será, colectiva y corporativamente, extendido a toda la sociedad humana, de manera semejante a como ya hemos extendido nuestros sentidos y nuestros nervios por varios medios .
Es necesario entonces discutir, informarnos y divulgar reflexiones en torno a estos procesos de nuevas formas de interacción e interactividad entre los seres humanos y las máquinas inteligentes, como uno de los ejes centrales del análisis de la conflictiva sociocultural contemporánea.
Pero para acceder a tal estadio espiritual y estético de la humanidad, para poder adaptarnos a estas formas y modos diversos estamos desgarrando -sin anestesia- las viejas costuras de la piel que nos cubrieron en la glaciación que termina, para dar cabida y poder ser a las otras escrituras (diferentes) (divergentes) (transgresoras).
Hemos mutado, entonces, nos hemos transformando, reconstruido, reensamblado, reinventado neurológicamente desde hace muchos años.
Lo interesante de este fenómeno es que pareciese no nos hemos dado cuenta de esas metamorfosis colectivas y personales, productos de nuestra entrañable cercanía con las nuevas tecnologías que representan, de manera entrañable, formas nuevas de vida .
La desaparición de estos muros conceptuales conformarán -lo hacen ya- los lenguajes signos de los cuales hablan los nuevos filósofos de las ciencias y la estética de los tiempos de lo por venir, curiosamente amalgamados en disciplinas muy diversas. Desde semióticos no ortodoxos como Umberto Eco y Omar Calabrese, hasta matemáticos radicalmente no lineales como Marvin Minsky, o divulgadores científicos, poetas y escritores de ciencia ficción como Isaac Asimov.
Referirse a Marvin Minsky significa hablar de una lente que recorre la estética de las matemáticas, del arte virtual, de las inteligencias...
Cito aquí a un discipulo de Minsky que traduce muy bien tan heréticas propuestas, Daniel Rivera, artista multimedia que trabaja en el Laboratorio de Visualización Matemática del Departamento de Matemáticas de la facultad de Ciencias, de la UNAM, director de la revista sobre filosofía ética científica y ciberculturas Plasmas , y quien trabaja en propuestas artísticas basadas en modelos matemáticos de la naturaleza, como los fractales...
Si acoplamos los modelos de la biología molecular y algoritmos genéticos obtenemos obras de carácter artístico cuyos "soportes" sean exclusivamente ceros y unos; es decir, se pudo llegar al objetivo principal del siglo: destruir la idea del objeto artístico tangible, real.
De esta tenaz carrera nació el Museo del Futuro, inaugurado en septiembre de 1996 en Linz, Austria, ciudad donde se realiza anualmente el evento Arte Electrónico. Por ese motivo el tema de la muestra de artes interactivas estuvo dedicado a "Memesis", el híbrido concepto de Richard Dawkins que relaciona la genética con los procesos de la evolución tecno-cultural.
Si el gen es la unidad básica para la copia, "meme" es la unidad básica de una cultura replicante...
Existen estrechas relaciones entre el comportamiento de un virus biológico y un virus computacional; la tecnocultura es susceptible de explicarse de acuerdo a los modelos de la biomatemática...
Sin embargo, el sueño de la cibernética está aún por realizarse: no se ha podido desarrollar la biología de las maquinas.
Minsky, este científico cínico, descarado y audaz (como se le llama por allí), sostiene que la inteligencia artificial podría ser igual a la inteligencia biológica, por lo que él trabaja desde los complejos modelos de las neurociencias...
Matemático y filósofo del arte virtual representa el fin del humanismo , tal como lo conceptualizamos hasta ahora; su filosofía es, entonces, la que recorre las inciertas y deshabitadas zonas del cerebro humano, señalando que este cerebro puede prescindir del cuerpo: el cuerpo es nuestra interfase entre el cerebro y el resto del mundo , plantea.
Minsky se adhiere al esquema evolucionista de Dawkins: el hombre llegó a la fase de la auto-modificación. El cerebro y los procesos mentales corresponden a esta etapa: ... si fuimos el producto de intensas luchas con otras especies y contra sí misma, ahora se trata de esclarecer y mejorar la especie humana en función no ya de procesos éticos, sino de la desnuda condición biológica. ..
En el sistema Minsky existe también la posibilidad de elaborar un arte creado totalmente por la Inteligencia Artificial, que sea capaz de interactuar con el arte producido por la inteligencia humana actual, pero asistida por audaces prótesis insertadas directamente en el cerebro...
Finalmente, apuesta por un mundo en el que los hombres y las maquinas no sólo puedan ser iguales, sino que apuesta por uno donde las maquinas sean superiores a los hombres...
La conjunción arte/ciencia que propone Minsky está llena de protuberancias, de intersticios, de posibilidades, y es que con Minsky -enfatiza Daniel Rivera- uno se encuentra con la piel de la sospecha, con el universo geométrico en infinitas transformaciones.
¿Hay un carácter, una contraseña general con la cual tratar de definir nuestra época?, nos inquieren Eco y Calabrese.
¿Dónde reside un carácter semejante?, ¿en la psicología de la gente, en los comportamientos públicos y privados, en la historia política o económica, en la estructura de la sociedad, en las formas del pensamiento, en las artes, en las ciencias?
Estamos mutando , responden. Cada día somos otros. Diferentes. No sabemos si mejores o peores, pero otros. Diferentes.
Para acceder a este nuevo estadio espiritual y estético de la humanidad, para poder adaptarnos a estas costuras nuevas (y diferentes) (y divergentes) (y transgresoras) hemos mutado, nos hemos ido transformando, reconstruyendo, reinventando, desde hace muchos años...
Con los estallidos de la nueva sensibilidad estamos procesando, en una digestión muy compleja, con nuestros propios jugos y ácidos culturales, las propuestas tecnológicas/artísticas de lo por venir, regresándolas en una regurgitación propia, logrando(se) el objetivo principal y caracterizador de la interacción.
Pero, para ser posible esta percepción conceptual del artista/científico en su nueva torre de control, de la que habla McLuhan, el espectador o participante o acompañante es sujeto de una mutación, producto de profundas mutaciones culturales (y fisiológicas) que se han venido desarrollando desde hace años en la aldea global.
Pero esas artes, esas ciencias, esos mensajes, esos flujos no se insertan en los mercados tradicionales del arte y la ciencia (o por lo menos era así antes de que se volviese tan comercial la contracultura y el caos) y necesitan de otros espacios para desarrollarse y crecer.
Este aire del tiempo , del cual nos hablan, es la búsqueda de los nuevos signos, de formas -y valoraciones- desde las cuales asistimos a la pérdida de la integridad, de la sistematización ordenada, a la inestabilidad, a la polidimensionalidad de la mutabilidad ...
El mismo McLuhan llegó a la conclusión de que, con el triunfo de los medios -de los nuevos medios- moría la Era Gutenbergiana y daba nacimiento a seres diferentes , habituados a sentir el mundo de otra manera, porque las lecturas y las escrituras ya no eran las mismas.
Pero allí donde los apocalípticos veían el fin de la historia, McLuhan observa el comienzo de una nueva fase histórica... el cuerpo se volverá inutil -decía-, bastarán los ojos...
Pero el bastarán los ojos se ha extendido a los cuerpos/ojos actuales. Hasta los ochentas las grandes tesis sobre comunicación insistían en la visualidad que entra por los ojos, pero con las nuevas tecnologías la nueva visualidad es la que entra por todos los ojos receptivos, tanto del cuerpo físico como del cuerpo virtual. Se está abriendo paso un tipo de interacción entre los sentidos y la inteligencia abstracta.
Nuestro cuerpo físico y mental ha mutado , entonces, para ser deglutido por las pantallas interactivas en un todo, como circuitos integrados...
La nueva glaciación se ha iniciado. La hibridación hombre/maquina, mujer/maquina está en marcha. Y todos nuestros circuitos fisiológicos y mentales se preparaban, desde hace años, para ello.
Será tal vez por esto que me fascinan las historias sobre robots de Isaac Asimov, feliz autor de Yo, Robot .
Y será también porque creo que en ellas -como en toda obra de arte- siempre subyace algo más de lo que se dice abiertamente y que estas metáforas maravillosas tienen que ver no con el mundo del futuro, no con el mundo de la utopía, sino con el mundo de ahora, el de estos días...
La poesía experimental, signo corrosivo de la plástica contemporánea, traduce y representa, al inicio del milenio, para los amerindios -los americolatinos- la mestiza posibilidad de búsqueda y exploración para:
nuestra propia forma de ser.
nuestra propia forma de ver
nuestra propia
y plural
multidireccional
multidimensional
multiétnica
subterránea
transgresora y mestizada
forma de ser.