Santiago de Chile.
Revista Virtual.

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 58
Enero - Febrero 2004

Literatura y comunicaciones

LA MONTAÑA MÁGICA,
NOVELA INICIÁTICA DEL HUMANISMO FILOSÓFICO

Desde Chile: Mauricio Otero*

El nombre que Thomas Mann dio a su obra no fue caprichoso, sino, como es digno de esperar de un escritor de genio, plenamente justificado. La montaña, se constituye en el sitio de Iniciación 'epifánica', en la que Hans Castorp, su protagonista, ve suspendido el tiempo, donde se pierden las coordenadas terrestres y ritualiza el saber 'philosophorum', es decir, el auto conocimiento y el comprender el mundo físico y espiritual en su totalidad, -o, a lo menos, su tentativa.

El tierno e inocente Castorp llega un día a pasar tres semanas de descanso venido del país llano, a hacerle compañía a su primo Joachim, y por una suerte de contagio histérico, permanece en ese limbo mágico, sin preocupaciones que no se refieran únicamente a su individualidad de 'niño mimado de la vida', como un 'perfecto burgués'. Allí en ese lugar de las alturas, cercano al cielo prometido, el héroe comprende que, huérfano y sin deberes, recibe la educación que merece de su mentor, el pedagogo Settembrini, quien es el maestro liberador (y republicano) de este joven, que permanece indeterminados siete años fuera del mundo cotidiano, descubriendo en su 'aventura quieta' las verdades sobre la existencia, de lo dulce y venenoso. La circunstancia de haber situado en un sanatorio de lujo para tuberculosos, por entonces una enfermedad que no tenía cura, hace que esta novela sea de 'aventura' espiritual, siendo el ritual iniciático la pérdida del protagonista en una tempestad de nieve mientras esquiaba, y donde sueña y donde se ilumina, revelación de su estado de alma, de la cual sale 'purificado', como diría Naphta, el jesuita contendor de su mentor Settembrini.

En aquel viaje dentro de sí mismo, mediante la observación y el estudio, apartado, retirado del 'mundanal ruido', se plantean, a modo de ensayos -donde Thomas Mann es precursor dentro del género novelístico- todas las interrogantes, del género humano, la enfermedad y la salud, la muerte y la vida, el amor y el odio, la bondad y la maldad, el progreso y la decadencia, revolución versus tradición, el tiempo y la eternidad, la guerra y la paz, etc., en un contraste que siempre muestra las dos argumentaciones dialécticas que el conocimiento requiere. No podemos enumerar cada fundamentación, pues sería demasiado lato y queda de aguijón para los lectores, mas la impresión de esta obra maestra de la literatura universal, por lo menos de la historia contemporánea, es de las más altas que se han brindado a la humanidad. Están todos los tipos de seres, pintados magistralmente, actuando con su personalidad muy bien definida, hasta Clawdia Chauchat, la mujer tártara que no respeta marido y que cuenta con la indulgencia de su enfermedad para llevar una vida libertina y acomodada, no está exenta de planteamientos menos serios, de un estilo que el pedagogo Ludovico instilaba en Castorp, de 'bellas letras o bello estilo', de una buena oratoria, incluso en el sufriente de amor Wehsal, ora rastrero, ora despechado, pasando por el rotundo Peeperkorn, el viejo noble pícaro, que condenado por la enfermedad llega al 'Berghof', en Davos, a suicidarse de una manera tan original como su 'personalidad' estimaba, después de una vida echada a la buena comida y el buen beber orgiástico, y cuyo hablar atolondrado e incoherente, nos recuerda hoy el 'cantinfleo', (desde donde debió tomarlo prestado Mario Moreno, el genial bufo mexicano).

El mismo autor, nos señala que se trata de una historia hermética, y queda completamente acertado. Uno no es el mismo una vez leída la monumental obra de este antifascista alemán, pieza clave en la liberación del oprobio nazista que casi subyuga al mundo y que como registra la historia, transmitía desde Estados Unidos, en época de la guerra, hacia Alemania, con el afán de despertar a sus compatriotas del delirio paranoico de Hitler. La inteligencia y la audacia de Mann han sido de las más portentosas que nos ha regalado la era contemporánea, que el Nobel laurearía con una de las más altas justeza.

Obra no exenta de buen humor, de ironía, de diálogos con el lector, de complicidad, donde Thomas Mann sigue a Dostoievsky, siendo padre en estilo de Saramago, por citar sólo algunos, porque ni Sartre pudo eludir su influencia. Romántico, Mann, desarrolla una obra llena de sueños, de contemplación, pero extrañamente, orlada por la razón, en manos del profesor, quien le reprende constantemente de su afición a divagar al joven Hans Castorp. También las discusiones entre Settembrini y Leo Naphta, son muy ilustrativas de los mundos librepensador y eclesiástico, cada uno en sus tradiciones y progresos, como dos estados de vida ideológica que no terminan jamás de ponerse de acuerdo, y que están uno en el otro, y que advierte el aprendiz.

Novela enciclopédica, tratado de varias materias -biología, psicología, amor, psicoanálisis- nada escapa del mundo de la materia y del espíritu, donde los pacientes se entregan a matar el tiempo de la mejor forma posible, es decir, "acostumbrándose a no acostumbrarse", los horizontales, en sus chaise longues ven pasar los días y las estaciones sin notar diferencia, donde Mann logra crear una pequeña eternidad, siendo uno de los méritos más altos de la novela. Sin embargo, como ocurre en A puerta cerrada, los personajes de tanto encierro terminan alienados, y el paraíso se rompe.

Es la guerra, la atroz guerra que azota a Europa y las consciencias. Sólo un terremoto tal, logra hacer salir a los 'pecadores' de su estado suspendido, que huyen y que van, lo más seguro, a morir, como otros tantos que murieron en el sanatorio y que veían en la lucha diaria y marcial, como en el caso de Joachim Ziemssen, el honor que la vida les negaba, y lo cual Mann se encarga junto a Erich María Remarque de ser cronistas del desaliento y de la razón y la paz.

 




*Poeta, escritor y dramaturgo chileno.


Si quiere comunicarse con Mauricio Otero puede hacerlo al mail m.otero@ctcinternet.cl
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