Por:
Fernando Millán
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"Robert
Delauna"
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La
historia del siglo XX está marcada, de principio a fin, por
muchas desmesuras: genocidios, destrucción de la naturaleza,
creación de la energía atómica, crecimiento
excepcional de la esperanza de vida, y aumento paralelo -y amenazante-
de la población mundial... Y junto a todo ello, y a tantas
cosas mas, la desmesura del arte y los artistas: las vanguardias
y neovanguardias que, contra toda lógica, prosperan y hacen
que sus propuestas lleguen a la sociedad. Los grandes procesos de
desmaterialización-abstracción, y su contrario de
concrección-materialización, que han dado lugar a
la conceptualización de los componentes plásticos,
y a materialización de los conceptos. Con la libertad como
verdadera droga. El producto final ha sido la conquista de un campo
artístico expandido, en el que las distintas formas de arte
(desde la poesía visual a la performance, pasando por la
polipoesía y la música hablada, por la instalación
y el arte-correo, hasta el body art y los proyectos imposibles)
han desarrollado nuevas formas de ver, oír, pensar, analizar...
Esta revolución (la mas efectiva y la mas incruenta del siglo)
está lejos de haber agotado su impulso. Por el contrario,
el trabajo de los hombres y mujeres que han protagonizado las revoluciones
artísticas de los años veinte y sesenta, nos han liberado
de la radicalidad y el vanguardismo. La vanguardia ya no es una
estrategia de destrucción-recreación. La liberación
estética de los sesenta se ha completado con la liberación
ética de los ochenta. El arte, como sistema de sistemas,
no puede someterse a escalas de valores inamovibles. La potestad
de inventar nuevos códigos, ha pasado a ser un bien común.
Ciento cincuenta años después de que Lautremont pidiera
que la poesía fuera hecha por todos, esa utopía ha
pasado a ser una posibilidad al alcance de la mano para cualquier
forma de arte. Estamos en el comienzo de una nueva época,
en el umbral de un cambio de sentido de la historia. En esta situación,
y de cara al siglo XXI, a la poesía le cabe, como en los
momentos mas cruciales de este siglo que finaliza, un puesto de
máxima responsabilidad. Su defensa de la creatividad frente
a las normas, la autoridad, y demás mecanismos de los poderes
trascendentes, le convierte en la partera natural de las experiencias
estéticas que alcancen el verdadero sentido de una libertad
no mediada.
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"Tristan
Tzara"
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Desmesura
Si, en su conjunto, toda la historia
de la humanidad puede ser vista como un compendio de infamias y
excesos, el siglo XX tiene por derecho propio un lugar de honor
en la reseña de las desmesuras. Tal vez por la simple acumulación
de la historia, o por el avance tecnológico, este siglo se
destaca por los genocidios cometidos de forma sistemática
(civilizada, podríamos decir si esta palabra no fuera incompatible
con la crueldad); por la destrucción de la naturaleza como
parte de la ideología del progreso; de la creación
-y utilización- de la energía atómica, las
armas biológicas y químicas... Paralelamente, en cien
años hemos vivido el más excepcional y permanente
aumento de la esperanza y de la calidad de vida, desde que el hombre
es hombre, con el consiguiente -y amenazante- aumento de la población
mundial...Si a todo esto unimos los cambios sociales, ideológicos,
científicos, etc..., el catálogo de las desmesuras
llegará a ser, con todo derecho, algo verdaderamente desmedido.
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"Kurt
Schwitters"
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Sobre
todo si, incluimos en él un aspecto nuevo -por su amplitud,
profundidad y consecuencias- con respecto a siglos anteriores: El
de la desmesura del arte y los artistas. Continuando planteamientos
y postulados iniciados en el siglo anterior, y culminando otros
muy anteriores (en algunos casos milenarios), los movimientos de
vanguardia de las dos primeras décadas del siglo, materializan
un cambio revolucionario en el terreno de las formas artísticas,
el concepto de cultura, las ideas fundamentales de la relación
individuo sociedad...etc...Unos pocos hombres y mujeres, apenas
sin medios, sin apoyos sociales..., deciden enfrentarse a los poderes
establecidos, a las ideas dominantes durante los últimos
cuatrocientos años en nombre de utopías primitivas,
inanes, en gran medida infantiles..., aunque eso sí, llenas
de energía. Y contra toda lógica, no sólo no
desaparecen sin mas, sino que consiguen una cierta repercusión
social, y se mantienen operativos en la mayor parte de los países
desarrollados hasta los años treinta, influenciando a todos
los campos artísticos. Es más: El movimiento que se
inventa a partir de las aportaciones mas utilitarias de estos movimientos
de vanguardia (el surrealismo), consigue que su versión trascendente
influya en todos los terrenos de la cultura europea y americana
durante décadas, y se infiltre a todos los niveles sociales.
Neovanguardias
Sin embargo, hasta los años
sesenta los planteamientos mas auténticamente revolucionarios
de las primeras vanguardias no se materializan en todas sus dimensiones.
Contra lo que sostiene la historiografía oficial, las denominadas
neovanguardias de los sesenta, no son movimientos epigonales o simple
desarrollos de algo ya existente. La labor del expresionismo, futurismo,
cubismo, dadaísmo, etc..., fue revolucionaria, es decir fundamentalmente
destructiva. De forma general subvertió el deminio y la preponderancia
de los códigos dominantes hasta ese momento. Sólo
algunas figuras aisladas fueron mas allá de la destrucción,
e iniciaron la elaboración de nuevos códigos con valor
universal. Este es el caso de Russolo, de Tzara, de Mondrian, Van
Doesburg, etc...Otros artistas, de importancia muy relativa en esos
ismos, fueron aún mas lejos haciendo que vida y arte se acercaran.
Este es el caso de Duchamp y de Schwitters.
Tras la Segunda Guerra Mundial, nuevos
movimientos y grupos y artistas en solitario, continuaron las líneas
mas productivas de estas primeras vanguardias: el letrismo, la música
y la poesía concretas, la action painting, etc... En los
sesenta, se produjo un movimiento general de ocupación de
los terrenos entrevistos por los pioneros. Mediante planteamientos
experimentales, y un rigor ético cercano al fundamentalismo,
varias generaciones de artistas desarrollaron nuevas formas estéticas,
que implicaban de forma determinante un nuevo concepto del hecho
estético, de su lugar en la sociedad, de sus componentes,
de su significado...
Puede decirse que si las primeras vanguardias
artísticas descubrieron un nuevo mundo, y los movimientos
de la postguerra iniciaron su exploración, las neovanguardias
de los sesenta, completaron los mapas, ocuparon los terrenos y fundaron
una nueva forma de civilización. Por lo tanto, es hora de
revisar el punto de vista tradicional que, primero dió por
muertas y fracasadas a las vanguardias históricas, y después
ante la pujanza de las neovanguardias en los años sesenta-setenta,
pasó a considerar que tan solo se había producido
una imitación o aprovechamiento de lo que ellas había
aportado.
La materialización
Desde un planteamiento mas formal,
la historia de las formas de arte en el siglo XX, pueden analizarse
dentro del proceso de desmaterialización-abstracción-conceptualización,
y de su contrario de personalización-concrección-materialización.
Estas líneas de investigación, cobraron en los años
sesenta una radicalidad extrema, hasta alcanzar la conceptualización
de los componentes plásticos, y la materialización
de los conceptos: El objeto estético como idea, y las ideas
como objetos estéticos...
Todo ello, en medio -y alrededor- de
una auténtica orgía de libertad (el verdadera droga
del arte del siglo XX). Y de una hoguera de creatividad: la forma
pura del pensamiento artístico o estético, como una
de las productividades propia de los seres humanos, no diferente
en su morfogénesis y en su comportamiento al pensamiento
científico, al pensamiento mágico o al filosófico.
Liberación
El producto final de los años
sesenta, ha sido la conquista de un campo expandido, para las nuevas
formas de arte. Desde las distintas modalidades de la poesía
visual a la performance, pasando por la polipoesía y la música
hablada, por la instalación, el land art, el body art, los
proyectos imposibles, hasta el arte-correo, las mitologías
personales..., el panorama ha sufrido una auténtica mutación,
dando lugar a nuevas formas de ver, oír, pensar analizar...
La evolución del arte y la sociedad
en los años 80 y 90, aunque en un primer momento pareció
buscar la eliminación de estas aportaciones, las ha ido asimilando
e incluso consumiendo en los aspectos menos innovadores. Por lo
cual, una vez mas, los agoreros del "fin de la vanguardia".
llegaron a cantar victoria. Sin embargo, esta revolución
de la estética, (la mas efectiva y la mas incruenta del siglo)
está lejos de haber agotado su impulso. Igual que en los
años treinta, a finales de los setenta, se produjo un cierto
enmascaramiento por la llegada de una nueva generación, y
por el cumplimiento de los objetivos mas a corto plazo. De alguna
forma, la experimentación, e incluso los excesos vanguardistas
de los años sesenta, nos liberaron a todos del radicalismo
y de las enfermedades infantiles que produce toda revolución.
Desde los años ochenta, la vanguardia ha dejado de estar
prisionera de la estrategia destrucción-recreación.
El disfrute de un espacio propio, ha dirigido los intereses de los
autores hacia el desarrollo de producciones que ya no tienen como
referente ineludible ideologías mas o menos vanguardistas.
Lo determinante, lo consustancial con
la actividad estética ya no es la innovación por la
innovación. Ni la consecución de impactos, la producción
de espectáculos, o la fabricación de objetos pretendidamente
trascendentes. Los contenidos espiritualistas, misticistas y mitificantes
que durante años acompañaron a la vanguardia, ha ido
quedando por el camino en las dos últimas décadas.
Ahí está el ejemplo esplendoroso del mail art.
De hecho, puede afirmarse que la liberación
estética de los años sesenta, se ha completado con
la liberación ética de los ochenta. No se trata, desde
luego, del "todo vale" de una sedicente postmodernidad,
sino el "todo es relativo e interdependiente" de la mejor
tradición moderna.
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"GUIDO
VERMEULLEN"
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Sistemas
Los avances de la psicología,
las ciencias humanas, la informática, etc..., han venido
a ponerle nombre y justificación a los procesos utilizados
por la vanguardia, sometidos a experimentación por artistas
de todas las latitudes...Podemos demostrar ahora que todo sistema
inventado por el hombre es axiológico, y que la interrelación
entre sistemas es constante. por lo cual, el arte, como sistema
de sistemas no puede someterse a escalas de valores inamovibles,
ni a fórmulas magistrales, autoridades de comisarios o poderes
-de cualquier clase- establecidos o por establecer. Los artistas,
poetas y músicos de todas las épocas, han sabido de
forma intuitiva que no se podían poner límites a sus
experiencias. Lo excepcional del siglo XX es, además de la
aceleración a que se han visto sometidos todos los productos
humanos, la radicalidad que los creadores han asumido ante las radicales
amenazas a que se ha visto sometida la humanidad.
De ahí nace el primado desde
la autenticidad de la conciencia individual en el origen de lo estético,
lo mismo que en el resto de las actividades humanas. Y a partir
de ella y el conocimiento de los nuevos repertorios (desde los mas
simples y objetivos a los mas complejos y tecnificados), pueden
consumirse las nuevas producciones, y mediante el análisis
estéticoº, someterlas a juicio. (Y no sólo a
partir del "gusto" individual, como un nuevo ente que
da forma a lo irracional, y a la supuesta excepcionalidad de lo
subjetivo).
Utopía
La creatividad ya no puede ir asociada
tan sólo a lo simbólico y lo trascendente como en
el arte tradicional. Ni mucho menos al oficio, la dificultad, o
el artificio. Sus códigos están irremediablemte agotados
(salvo para los que lo utilizan para justificar la detentación
del poder, la falsificación comercial, o los ejercicios académicos
de bajo nivel). Ahora la potestad de inventar nuevos códigos
y repertorios, la de cambiar los ya existentes, invirtiéndolos
o desnaturalizándolos, ha pasado a ser un bien común.
Sólo hace falta decisión, ganas y -sobre todo- autenticidad.
La creatividad a finales del siglo XX sólo cuenta su canción
a quien se le entrega. Su origen está en una capacidad que
todo humano posee. Y su ejercicio en su aceptación individual
y social, lo cual es ahora más accesible, una vez liberado
todo lo estético de la marca simbólico y de los mensajes
trascendentes: Ahora nadie tiene que justificar nada, ni someterse
a los dictámenes de los mandarines de turno, ni siquiera
a los de los curas (curators) postmodernos.
Ciento cincuenta años después
de que el Conde de Lautremont concretara una utopía mas que
milenaria ("la poesía debe ser hecha por todos"),
ha pasado a ser una posibilidad al alcance de la mano, y no sólo
para la poesía, sino para cualquier forma de arte. La disponibilidad
de las técnicas, los materiales y los métodos a la
autenticidad individual, pone a cada individuo en igualdad de condiciones
(o tal vez con una cierta ventaja) con los artistas profesionales.
Las posibilidades abiertas por las nuevas tecnologías, sumadas
al desarrollo de una conciencia cada vez mas generalizada sobre
la importancia del consumidor-interpretante, y el conocimiento de
las nuevas ideas estéticas, nos señalan que la realización
de esa utopía, no ha hecho nada mas que comenzar en este
siglo, y que su desarrollo natural se producirá en el próximo.
Estamos en el comienzo de una nueva época, en el umbral de
un cambio de sentido de la historia de la cultura, es decir de las
propias sociedades occidentales.
De cara a este futuro, a la poesía
le cabe, como en los momentos mas cruciales del siglo XX, un puesto
de máxima responsabilidad. Los poetas han aceptado en todos
los procesos revolucionarios de la cultura, un protagonismo excepcional,
poniendo en cuestión las normas avaladas por la tradición,
y ayudando a dar a luz las nuevas formas adaptadas al cambio.
La especial posición de los
poetas (casi siempre al margen de las obligaciones de la profesionalidad),
puede contribuir también a defender, en función de
los excepcionales componentes de la sociedad actual, una relación
fluida entre las nuevas formas artísticas y los sistemas
tradicionales, según se vayan liberando de sus componentes
trascendentes, y vuelvan a ser tan sólo producciones estéticas.
La
defensa que los poetas, en nombre de la idea misma de poesía,
han hecho siempre de la creatividad frente a las normas, los dogmas,
la autoridad..., y demás mecanismos habituales de los poderes
trascendentes, les convierten en parteros naturales de la nueva
situación. En ella, cada individuo podrá enfrentarse
a sí mismo, sin depender de las formas de la trascendencia,
(es decir de las amenazas de la alienación), para alcanzar
a través de la experiencia estética (en sus distintos
niveles) el verdadero sentido de la libertad no mediada
La primera versión de este
texto, bajo el título “Una utopía al alcance
de la mano” se presentó como ponencia en el I Congreso
Internacional de Polipoesía (Barcelona agosto 1999)