Desde Chile:
Mauricio Otero*
Si el polvo es lo que sueña o es el sueño que ve tras
el velo el polvo. O al fin el llanto: una tela de cirios astronòmicos,
donde la muerte, muerta, vive en la sonrisa de los linces tabernarios.
Dylan no està borracho, sino en permanente resaca, va moliendo
crucecitas de escarcha, conchillas. Y ve un niño que arroja pedernales
encendidos a un rìo que tal vez no ha existido jamàs.
¿Thomas o el niño? ¿A quiènes importarà?
La psicologìa del polvo, en la que son peritas las facultades
de la luna, saben que sueño y vida, que dolor y placer, que humo
y vino y estrellas se esfuman con el vagoroso caos del sol de otoño,
un sol sin amor y largo como las figuras que se extienden en las espaldas
de sombras de los que un dìa pensaron que el paraìso existìa
y terminaron huyendo de Dios y sus sacerdotes ensangrentados por las
balas del evangelio de oro.
Pero tù rìes,
tu carcajada se escucha en las bòvedas celestes que ruedan en
esferas de cadenas que los soplos de tu amor rompe y las làmparas
de tu felicidad burbujan estampidas de pumas trashumantes con bèlicos
clavos en las garras. Pero tù pasas como un estilete invisible
entre las hojas, entre las cartas que el navegante abre ausente en el
umbral. El paraìso al que van los muertos es la contrafaz del
infierno de los vivos. Tù lidiaste con el Hades, en la helada
estafeta de brujas y putas de uniforme. Las que te asesinaron no pudieron
desaparecerte, porque tu alma era la estrella que a Osiris obnubilò
en un cubìculo de serpientes y la fe estallò con mil onces.
El caos de la fìsica, polvo de vidrios molidos, espectros que
flotaban. Y luego la Soledad y el Silencio, hermanas del mismo puterìo
que nos apuntò. Mas no pudieron darnos, aunque estàbamos
de espaldas, de espaldas al cielo goteando sangre infinita…
Adiòs, hermano
Roberto.
*Poeta,
escritor y dramaturgo chileno.