Desde Chile, Karina
Azul
El
susurro del pequeño nos paraliza. Es el tipo de niño
que llama a su madre por su nombre y tiene una mirada oscura,
penetrante, que causa escalofríos. Hay algo realmente
terrorífico en el nexo entre niños y lo paranormal.
Poltergeist (Steven Spielberg, 1982) lo explota y también
El Sexto Sentido (M. Night Shyamalan, 1999). Ambas tienen una
fuerte presencia en El Aro, visible en las almas en pena, los
adultos incrédulos y los niños afectados por
o causantes de los acontecimientos paranormales.
Cuando su
sobrina muere en extrañas circunstancias, la reportera
Rachel Keller (Naomi Watts) promete, a su hermana, investigar
lo sucedido. Es ahí cuando escucha el rumor de una cinta
de video, sin nombre, ni origen definido. "¿Has
escuchado sobre un video que mata cuando lo ves? Muy poca gente
conoce su contenido, aunque se cree que sus imágenes
corresponden a la pesadilla de alguien. Cuando se acaba, el
teléfono suena y alguien dice que morirás en
siete días” Rachel encuentra el video, lo ve,
recibe la llamada telefónica y comienza su cuenta final,
arrastrando, sin quererlo, a su ex marido y su pequeño
hijo.
No hay presencia gratuita de escenas chocantes, sólo una fila
de eventos extraños que nos mantiene expectantes en todo momento.
Jóvenes hablan de la muerte de otros como si hablaran del programa
en TV que vieron la noche anterior, un niño se comunica con
muertos, algunos personajes saben cosas que no podrían haber
sabido, o que no debieran saber, lo que es desconcertante, tanto para
la audiencia como para Rachel, cuyas emociones fluctúan entre
lo inquisitivo y el pánico asociado a su investigación.
El Aro está basada
en Ringu, la película de horror japonesa, del director
Hideo Nakata, la cual fue americanizada por el director Gore
Verbinski (La Mexicana, Mouse Hunt) prácticamente sin
alteraciones. Verbinski dirige con mano segura, manteniendo
un alto nivel de tensión y otorgando unos buenos sustos
al expectador. Los paisajes de Seattle, escenas campestres,
la extraordinaria cinematografía y la presencia constante
de neblina son un fuerte aliado, entregando la atmósfera
perfecta para completar la historia.
El
problema está en la resolución, más o
menos en la mitad de la película hacia delante, comienzan
las explicaciones innecesarias. No existe ningún acontecimiento
nuevo que no tenga una explicación. Hay un par de momentos
en que creemos que El Aro va a terminar y no lo hace, al contrario,
vuelve atrás y se da vuelta en detalles, restando valor
a la trama.
En mi opinión
hay dos formas de enfrentar una historia como ésta,
una es dejar casi todo sin explicación, las cosas son
porque así son, y la otra, es tratar de explicarlo todo,
amarrando cada una de las hebras en forma perfecta. El Aro
intenta hacer las dos cosas, nos da algunas respuestas y deja
muchísimas dudas en el aire. Lo peor es que las explicaciones
no son realmente interesantes, transformando lo que podría
haber sido una historia original y espeluznante, en una más
del género. Esto no quiere decir que no valga la pena
verla… ojalá acompañado… en una pieza
iluminada… y deseando que no suene el teléfono
justo después de que la cinta haya terminado.