Desde Chile:
Mauricio Otero*
Introducción
Al poeta le llamó tempranamente la atención la bebida MATE, la cual
consume desde su niñez. Es un adicto. Más tarde, cuando llegó a la adultez,
quiso estudiar la droga. Observó el comportamiento de los argentinos,
uruguayos, paraguayos y brasileños, y vio cómo esta droga les ayudaba
en sus lides deportivas, demostrando euforia, rasgo más distintivo de
la ingestión.
Entre otras propiedades de le bebida, están sus bondades médicas contra
el ASMA, actuando como dilatador, LA ARTERIOESCLERÓSIS Y HASTA LOS TUMORES
CEREBRALES. Como efectos negativos, el mate puede dañar el hígado, consumido
excesivamente, siendo contraindicado en hepatitis y pancreatitis. Altera
la presión arterial y produce taquicardia.
He aquí el análisis del estudioso.
LA DROGA DEL MATE
Experiencias de un poeta chileno.
Se comienza a sentir una algarabía, un entusiasmo por el gozo por venir.
Va, coge la cantidad de yerba de una taza de té grande, sola, sin aditivos,
bombilla, y azúcar. La hierba ha de ser tipo brasileña, dulce, cálida.
Y la cebación se inicia. Los primeros síntomas son de suave calidez.
Su lengua, primero, luego el paladar y la garganta, gradualmente, hasta
llenar de calor y efusión* el estómago, con la infusión. Al tercer mate,
el poeta ya está leyendo poesía de grandes autores, al tiempo que empieza
a sentir los retortijones de la digestión, al estimular el alcaloide
los líquidos biliares y relaxar así el intestino grueso y ablandar el
delgado, terminando por presionar, primero suavemente, luego, con irretenible
desfogue el ano, lo que vuelve al bebedor a un estado puberscente, recordándole
inconscientemente las mismas sensaciones de doliente 'placidez' del
bebé en pañales, potenciado por el doble placer de sentir en la boca,
el que funge de repezón maternal, con el líquido dulce caliente chupando
sin cesar. Ya el poeta es nuevamente un 'niño', y sus ojos comienzan
a dilatarse, comienza a sonreír y a mostrar altos grados de vigilia
inteligente: su cerebro se haya estimulado, sus vasos capilares abiertos,
corriendo el río de dilatación que va despejando las arterias, ya en
la euforia, en un frenesí de plena alegría y de imaginación desatada.
Al mismo tiempo, sus pulmones se encuentran estimulados a respiraciones
anhelantes y muy profundas, las fosas nasales abiertas, siente cómo
pasa la más mínima atmósfera de aire por ahí y cómo se dirige deliciosamente
al cerebro, desarrollando el despeje de los sentidos, que, al quinto
mate, ya están en plena capacidad, sensibilizados al máximo. El libador
está con plenos poderes físicos e intelectuales; en estos momentos es
capaz de enfrentar los más difíciles problemas, incluso aquellos que
no ha conocido jamás y siempre tendrá una respuesta, que dejará atónitos
a los otros. Lee eufóricamente al tiempo que escribe sus versos, que
corrige a la vez, en una meditación reflexiva velocísima, que aunque
vea obstáculos, es capaz de concentrarse en milésimas de segundo o hasta
un mínuto hasta solucionarlo, pero en todo momento primando la sensación
de sensualidad.
El poeta ya es un vate consumado! Está en el panteón, en el helicón
y sus númenes acuden en millardos. Hay ya la orgía de las sensaciones
imaginativas: es el instante cuando se hacen 'presentes' los pensamientos
eidéticos, rescatados de la niñez, con la misma intensidad, tal, que
parecen reales todas las visiones, todos los sueños de vigilancia. El
poeta es absolutamente LIBRE. Han terminado sus angustias, sus ansiedades,
paradojalmente con la ansiedad y euforia misma que la hierba le provoca.
El frenesí está en su punto cumbre, máximo: escribe rápidamente, las
ideas vienen en tropel, vienen y se quedan, luego las desecha, porque
ya las registró en el papel, con una escritura nerviosa, alargada, suelta,
dichosa; porque viene otro mundo de ideas y no hay tiempo que perder,
va a ese mundo, lo recibe pletórico, es otra nueva pequeña megalómana
fiesta, la orgía íntima de sus propios sentidos, egocéntrica-mente.
Pero, llega un momento inevitable: debe ir al baño, a defecar rápidamente,
aquello que se hace demasiado incontenible.
Defeca, pues, las heces caen rápidamente, con blandura, con cuasi liquidez,
es un excremento 'ideal'. Mientras disfruta del desfogue anal, aliviándose,
escribe, escribe. Y ya ha dejado de defecar, no hay más guano. Pero
el matero está perplejo, como si se hundiera en el water, le parece
que va cayendo, succionado por el vacío del mundo. Ahora, piensa, medita
lo escrito, en tanto la sensación anal va declinando, con sosiego. Ha
ESCRITO NUEVOS POEMAS! ¿Qué he hecho parece preguntarse?, como si hubiera
cometido un placentero delito. Es un criminal, se siente encantado y
reflexiona por el mal causado. Está arrepentido. Debe 'castigarse',
aniquilarse. Es culpable de haber profanado la naturaleza cósmica: ha
estado en el paraíso de los nervios laxados: No puede ser tanta libertad.
Debe pagar.
Sale de la sala del baño. Se dirige ansioso a su mesa de escribir. Está
el computador ¿ocupado?, el 'mataría' por tener la libertad contenida
ahora, de vengarse contra sí mismo, escribiéndose, inscribiéndose en
la gran cruz de los condenados del éter virtual. Ahí está, pues, sentado
frente a la pantalla, dando forma a su condena. Es duro, duro consigo
mismo. Trata vicariantemente a la Internet que tiene enfrente. Grita,
aúlla, da 'golpes' imaginarios a todos los demás, a un tiempo que sado
masoquista, sabe que lo hace por placer. Que quiere castigar y ser castigado.
Está a la vez en la cruz crucificado como abajo burlándose, zahiriéndose.
'Ríe-Llora'. ¿Tendrá salvación? No lo sabe. Lanzá con furia sus pedos
al mundo. Insulta a su enemigo natural: Dios, y recibe felicitaciones
y reprobaciones. Como aquel niño que volvió a ser: castigo y premio.
Sus órganos están ahora semi adormecidos, permaneciendo la dilatación
de los pulmones, respirando más largo y hondo, suspirando, anheladamente.
Ahora, idealiza al mundo. El mundo y sus amigos no son tan malos, todavía,
Gracias a su Poesía, a sus regalos, a sus dádivas, el mundo no es tan
pecador. De algún modo, la historia se repite: ha sido su propio auto
cordero del guano, ha echado fuera, por cerebro, pulmones, boca y ano,
toda la contaminación que tenía, ha desechado finalmente, una vez más
todo lo que lo constreñía. Ha sido libre, ha roto las cadenas formales.
Ha dejado de ser esclavo, por tres o cuatro horas, pero ahora debe
pagar su culpa prometeica. Lo sabe y lo asume. Se torna lábil, inconstante.
Su mente vaga, ya no delira, de las ilusiones ha pasado al dolor, a
la depresión lenta e inexorable...
Siente cansancio. Está agotado por la empresa titánica. No siente hambre,
aunque por costumbre sabe que debe comer algo. Finalmente come un poco,
pero sin degustarlo, porque sus papilas gustativas se hayan adormecidas,
ácidas, amargas. Ha llegado a los más hondo, a lo más hundido en sí
mismo. Se contempla en el vacío, donde sus máscaras yacen por todos
lados, a la deriva. Es la nada. Es nada. Medita, lentamente. Está pasmado.
Es el pasmo del mate, de la infusión,que del calor, ha pasado al contacto
con el ambiente. Ya ha caído la noche. Está solo, se siente en larga
soledad, sabiendo además que por los efectos ya conocidos de la droga,
no podrá dormir temprano, sino al amanecer. Cierra por primera vez los
párpados, y siente cómo le bailan veloces los ojos. No es tiempo de
pensar en dormir. Debe aterrizar lentamente. Relajarse tensionadamente.
Sabe que son dos fuerzas, como siempre. Dual. Del intenso día de purgaciones,
debe llegar pleno de culpa desde esa su larga noche adormecida, pero
vigilante, al día que lo llevará a volver a entrar a sueños inquieto
mediante, en el mundo cotidiano de esos 'inmortales', tan mortales y
finitos como él, que soñó con ser una estrella y que llegó incluso a
tocarla, pero que tal como ella, terminó cayendo derrotado por el destino
de lo fatal.
Otra vez. Crimen y castigo.
El poeta se ha marchado a los espacios, perdiéndose en ellos. El hombre
común está de vuelta.
Mañana, es otro día.
Últimos pedos y a esperar la luz del amanecer.
*Poeta,
escritor y dramaturgo chileno.