Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 5
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 49
Abril de 2003

 


Columa a cargo de Marcela Rosen


Blequer Alarcón Silvera, Perú
Adriana Monsalve, Chile



 

MARGARITAS    TAMBIEN    HAY    ROJAS

Blequer Alarcón Silvera

"Y retornará mi muerte, ganando distancia. Entonces  seré
infinitamente dichoso, por haber amado a mí patria.
Habré descubierto  la otra parte de mi vida:la que faltaba
encontrar".

B.V.A.S.

POCO ANTES

.- Dr. T., como abogado, sabe de todas las argucias de juicios e interrogatorios.

-.  Claro Capitán, lo sé, pero lo que inquieta de sobremanera es querer comprobar como se halla el interior del reo de turno. Por eso nuestra misión  es hacer que la verdad esté libre, para apresarlo.

-. En eso de dar sentencias somos yuntas, somos bancos donde se sientan  las palabras lisonjeras o blasfemas.

-.Está equivocado, nosotros recibimos maldiciones, somos los culpables  para que una idea en nacimiento muera.

-. Si le escuchan hablar tal como se está  expresando, no tendríamos autoridad y todos los cerdos  se vendrían sobre nosotros.

-. Eso cree, pero sus subordinados son los primeros en fomentar el descontento  del pueblo y esto no es cumplir  un deber.

-. Dr. Más parece estar hablando como los perros-comunistas.

-. Allí otro error de Uds., es vuestro pensar  que en nuestro país hay dos grupos.Los que están de vuestra parte en su mayoría son los que cuentan con mucho dinero, son los patriotas, luchadores inocentes. Todos esos pensamientos divagan en una resignación, que si lo conceptuamos se acerca a la mentira. Los otros son los que gritan  en las calles para ser escuchados, para  comer un pedazo de pan tienen que gritar más, ellos son los comunistas, los antipatrias. Es otro pensamiento  nacido en la mente de aquellos  que no ven el fondo de la realidad  en que se vive, por eso las palabras mueren  antes de ser pronunciadas.

-. Dr. T., no se da cuenta  que esas huevadas que está diciendo le hunde en la mierda.

-. Lo ve Capitán, el que le diga  una verdad hace que le duela la herida. Yo viví cierto tiempo  con las personas desesperadas, sentí el sufrir de ellos.

-. Usted. sabe  qué sabe  de la vida de esos piojosos.

-. Piense que esos piojosos, que Uds. los llaman comunistas, son también peruanos.

-.!Carajo el Perú somos nosotros!. Los que con una orden  podemos hacer desaparecer a esos bestias. Recuerde ya  engrosó la lista de los sospechosos, a su edad ya no es tiempo de pensar en esas huevadas.

-. Está equivocado, durante el caminar  de los años  escuchará las mismas palabras. Estarán en un abismo en cuya sima una turba de enardecidas voces gritará. Lo dirán  las flores de los jardines donde todavía no llegaron vuestras botas. Vociferarán las piedras donde aún no cayó la sangre de los humanos que  todavía no lo mataron. Y cuando menos lo piense, todo un pueblo susurrará  unas blasfemias a los que acallan el sufrimiento.

-. ¡Fuera de mi presencia!. ¡Fuera carajo!. ¡Algún día le veré en la cárcel, lo juro!.

POCO DESPUÉS

*           La luz del sol nacía en las calles de Abancay, miró  el reloj de pared. Sobre la cabecera el rostro de su mujer  le sonreía con esa sonrisa fea que lo hacen los muertos. En el lugar  donde ellas durmieran había quedado un aroma de pareja apareada. El momento que lo sintió fue cuando ella viajó al mercado, a saber  como iba la vida y recibió canas de sesenta años.

**         A los que defienden a los harapientos el destino  los castigan, se hacen piedras al recibir promesas como ese: te-duele-mucho, cerrando la alegría en un me-quedaré-aquí, contestamos: me dolerá  el día  que deje de sentir  ese dolor. Es hora de que oigamos el repique de las campanas, osea la paradoja de la vida y la muerte. ¿Acaso no son las  que siguen nuestras huellas?,jamás lo entendemos, son parte de un cuento. Por eso los que logramos nacer, aprendemos a llorar. Los que morimos  lloramos por ojos ajenos: de aquellos que nos lloran.

*         Desganadamente  salió de la cama, para  adentrarse a la cocina. Al pasar por la sala, le esperaba antónimas fotografías, el rostro de una muchacha  contrastaba  con la de una mujer madura. Al ver a la más joven, pensó, cuándo te diste cuenta  que ya eras una mujer, tomaste una determinación, ojala no te arrepientas  de haberla decidido. Pero no olvides de llevar en tu aventura tus ideas de ladero.

          Levantose el bullicio de las calles, es un maullido  a gatos. Los techos donde  todavía duerme el frío  de la noche pasada, bosteza el aire seco de Abancay. Al momento  de freír  un huevo, escucha  el repiqueteo del timbre. Salió a recibir al visitante mañanero.

-. Dr. T., nos acompaña, queda detenido.-  oyó  una voz lejana, parecía venir de los calcinados arenales del Pachachaca.

**         Los caídos en el camino de la vida, conforme los recibimos concluimos cuál  de ellas es la que duele más. Duelen desde nosotros mismos, pero nos deleita sentirlos. Nos regocijamos al recibir calladamente como los perros.

*          Ese día Abancay encontró en el diccionario de la vida  la palabra injusticia. El ruido salvaje de los montes vino otra vez a los oídos de los pobladores. Voces hablan, voces callan: está bien que lo hayan detenido, dicen que su hija se fue  con los terroristas. Se sabe que la Margarita  es  la que se fue, no su madre.

***    Diré a todos los que pregunten: fuiste de las pocas que hay en la vida. Tus ideas  estuvieron anoche conmigo. Que no pudieron apresarte, porque tus pasos  están colgados  en las cumbreras  del cielo.

-.¿Me ves hija?.

-.  No, no te veo padre, pero si escucho tus sollozos, me están acompañando

MUCHO DESPUÉS

 *      Dr. T., ante este tribunal está acusado de pertenecer ideológicamente a los alzados en armas.

           Las miradas de los magistrados sin rostro, componentes del tribunal no se apartan de su cuerpo. El acusado sostiene  lucha con los acusadores. El tiempo es su mejor aliado, para de una vez  dejar de lado  el sueño que está viviendo.

-. Acusado al momento de su detención encontramos en su domicilio cartuchos de dinamita y folletos alusivos a la subversión. ¿Qué  alega por esta acusación?.

***    Mentira carajo, no tenía  todo eso, el capitán  lo puso debajo del colchón, quise decir a los que me detenían esa acción deshonesta, me golpearon. Recosté la cabeza  sobre las lágrimas de impotencia. La sangre fluía  de mi rota nariz, sin parar de hacerlo.  Levanté la cabeza y dije: algún día lo pagaran, lo que me contestó  fue un culatazo. Más no recuerdo, parece que perdí la razón.

*        -. Acusado el estar callado no le favorece en nada. Diga, ¿cómo es posible  que a su edad esté vinculado  en esas absurdas  situaciones? , debería pensar en los días de vida que le quedan.

**       Ustedes creen  que soy viejo, no lo soy señores, mi mente todavía es joven. Los golpeados  por la vida  somos  caños de aguardiente que borbotan, hacemos espumas  cansados de recibir las mofas del destino. Los años que pesan  en la espalda, hacen recordar  el no olvidar lo que no se hizo  estando vivo. En todo caso no debí  dar el consabido berrido de nacer y me diga  soy viejo, están ustedes  equivocados. Mañana estos mis pensamientos saldrán  acompañando al sol y así serán todos los días  hasta que el grito de la juventud lo apague.

*       -. No desea contestar, bien, interrogado usted sabía muy bien,  que el tomar esas ideas es salirse de la ley

***     Tal vez en las huellas que dejaste está lloviendo una ley, tal vez estas escribiendo un poema en el cielo, el techo de tu morada. Tal vez ya tienes otro nombre, la de  una muchacha  refugiada en un nombre muerto. Haz de cuenta que tus palabras  son margaritas, de improviso notas  que tus gajos hacen brotar capullos  cambiando de color, siguiendo tus pasos. Cuando sucumban  en la lucha, no inclinarán la cerviz, más bien renacerán  para seguir en la brega. Al final vivirán en el camino que se los abriste.

*           -. Interrogado, diga si la delincuente que fue vista  con los terroristas , ¿es su hija o no lo es?.

-.No podría decirle, por qué  no sé a quién se refiere.

-. Margarita T., es o no es su hija.

-.Si esa muchacha  lleva ese nombre es mi hija. Pero si usted se refiere  o me pregunta por la delincuente Margarita T.., esa no es mi hija. Delincuentes son  aquellos que roban alegrías a los del pueblo.

- Conteste solamente a lo que se le pregunta. Diga  si conoce a un tal Víctor  V..

***   Tú más que nadie conoces a Víctor. Cuando dijiste tengo novio, te contesté: en el camino de tu vida encontrarás a un muchacho que te acompañe por siempre. Aquel fue la última vez que hablamos como padre e hija. Después me pareció que él había desaparecido de tu sonrisa. Perdiste el andar acompasado de tu corazón, no pronunciamos más su nombre. Seguí los pasos de Víctor, me dijeron ya no vive  en Abancay. El taller de zapatería, heredado de su padre, fue tragado por las telarañas, la puerta está cerrada por una pinta subversiva. Entonces entendí  que  él se fue  por las marañas de una ilusión. Un  día fui a la P.I.P., vi  su rostro en el panel de los fichados, sonreía pese a que ya era buscado, es cuando conocí a Víctor. Al preguntarte por él  me contestaste: él tomó  el camino que debería haber tomado cuando nació.

*     Interrogado ,muchas veces se le vio a su hija con ese Víctor , incluso se dijo que era su enamorado,¿Ud. sabía  si realizaban reuniones clandestinas?.

**     No te condeno ni te perdono, sólo una vez los hombres deciden  ser hombres, es al momento de mirar al mundo. Cerrar los ojos, osea cuando se fenece, es esconder  una parte de lo vivido. Por eso seguir los taciturnos pasos  de la vida, es dormir en las sábanas del destino, lo demás es un invento.

*      Interrogado en una oportunidad Ud. y su hija viajaron , se sospecha que lo hicieron  llevando medicinas y alimentos a los alzados en armas, ¿es verdad eso?.

***     Mi deseo fue  verte  con la alegría  a flor de labios, por eso planeamos  un viaje a Lima. Un día que quedará en el recuerdo, tomamos la ruta Abancay-Chalhuanca. Todavía  no salía el sol, nuestro coche corría  por la quebrada del Pachachaca. Nos faltó camino para llegar a Ccasinchihua, al sufrir el reventón de una llanta. Como no teníamos  herramientas  adecuadas  esperamos a que aparecieran vehículos. Pasamos la mañana acompañados por las picazones de los mosquitos y el chirrido de las cigarras. , sin escuchar ruidos de motores. Hasta que por fin por la tarde  pudimos alejarnos de ese lugar. La noche nos tomó  cuando el carro corría  por debajo de las ramas  de los pacaes y paltos  de Ccasinchihua. Al doblar  una curva  nos topamos  con el tronco de plátano, cruzaba  de parte a parte  la carretera. Nos  detuvimos, de las sombras de los árboles salieron otras  sombras. Entre ellos vi a él, vino hacia nosotros, vestía ese uniforme  que en la noche se ve como las hojas de los huarangos, te tomó de la mano, la seguiste sumisa.

*   -. Acusado conteste a la  pregunta  que se le hace.

-. No puedo señor, la respuesta  que debería  darle viene desde niño, como está cansada, en el camino le cogió la lluvia  y lo tiene encogida.

**       La vida nos lleva a diario a transitar las oquedades de los senderos que nos lleva a la muerte. La buscas, la conoces, bebes el licor que da sus huéspedes, recién te das cuenta que todavía falta mucho caminar.

-. Padre, ¿ y yo quién soy?.

-. Tú eres la que vino al mundo para que seas mi hija,¿no lo sabías?.

-. No padre necesité ser tu hija  para saberlo.

*         -. Acusado  diga si su hija es una guerrillera o una terrorista.

-. No lo sé señor. Sólo recuerdo, cuando el grupo se perdía entre las ramas de los paltos y pacaes de Ccasinchihua por un claro llegó la luz de la luna, vi a mi hija y a Víctor tomados de la mano.

         Adentrándose  en la noche de los tiempos, en la espalda de Margarita cruzaba una metralleta. 

                                        Abancay, agosto de 1987

- Abancay.- Capital del Depto. de Apurímac.
- Ccasinchihua- Voz quechua. Ave nocturna. Distrito de la Prov. de Aimaraes.
-Pachachaca- Voz quechua. Puente de tierra.  Río que separa las Provincias de Andahuaylas y Abancay.

 

Tinieblas Mis pasos

Adriana Monsalve

Tinieblas Mis pasos, que dejaron de ser pasos, me dirigen, erráticos, sin saber yo su destino. Yo, sólo quiero estar lejos de las tinieblas insoportables. Como en un sueño pavoroso, muevo los pies sin avanzar. Siento el hielo detrás mío. Un hielo insano, malvado. Quizás fuera una sombra alargando una mano yerta para impedirme continuar... ¿Continuar hacia dónde? Me siento un muerto que no acaba de morir. Sólo un alma vagabunda, encerrada en el horror de la noche tenebrosa. Siomara ¿ por qué no estás conmigo? Tu suave aliento detendría el sonido castañeteante de mis dientes. Te alejaste, te alejaste y cuando lo hacías, reías; de mí reías. Con risa muda, es cierto, más reías. - ¡ Este es el lugar preciso! Bajemos del auto. ¡Tendremos una experiencia inolvidable! - me dijiste, y tu voz sonó insinuante. Era esta la primera tarde que aceptabas salir conmigo. - Es el cementerio - te advertí - de noche está cerrado. Sabías que lo era, y era allí donde querías llevarme. Subyugado por la magnífica promesa, te seguí, sumiso. Nunca te vi tan hermosa como en esos momentos de preámbulo. Vestida con esa túnica roja, suelto el cabello, parecías la encarnación de Helena de Troya en el acto de seducir a París. El perfume emanado de tu cuerpo, sólo puedo imaginarlo en Venus al salir de la espuma marina. Caminamos por la obscuridad. Tu mano, ardiendo salvaje entre una de las mías; tu cabeza apoyada en mi hombro. Sin vacilaciones me guiaste por un sendero antiguo hasta una puerta disimulada por ramas, y por ahí, abrazados, íntimamente abrazados, me hiciste pasar. ¡ Por estar contigo hubiera ido a cualquier parte! " - Cuídate de esa mujer - me había advertido Ambrosio, dicen que es extraña.- Dicen, dicen - respondí fastidiado. Todos dicen algo y sin saber quien lo inventó." La luna, apareciendo al fin, iluminó el camino del Parque de los muertos y sus losas. Sin titubeos fuiste hacia aquella que al parecer buscabas, y enlazando ahora mis dos manos con tus dedos de hechicera, doblaste las rodillas, obligándome, con dulce firmeza, a seguir tu movimiento. Luego, así hincada, depositaste un beso sobre la helada superficie. - ¡ Bésala! - me ordenaste en un susurro. - ¡ No...! Entonces, abriendo la túnica roja, suave envoltura de tu cuerpo, me mostraste los desnudos pechos tentadores. - ¡ Primero la losa, luego podrás besar aquí! - señalabas el embrujo de uno de ellos. El precio era alto, me vi indeciso, entonces, elevándote un tanto, y en el suspiro de un gemido, rozaste mi rostro con esa piel de seda palpitante. ¡Cómo negarse, sí me tenías enloquecido!... ¡Y besé la losa! Luego, cuando dejaste deslizar la túnica hasta el suelo, mostrando las radiantes formas de una diosa, recorrí tu cuerpo entero con la boca. Tus labios se pegaron a los míos, en tanto, con habilidad ritual me quitabas la ropa. Nos vi desnudos en un lugar jamás imaginado. - Estamos profanando un sepulcro - logré musitar huyendo de tu embrujo por un pequeño instante. - No es así. Sólo hacemos revivir a un hermano. De pronto, un ligero destello brotó de uno de tus dedos. Miré con todo el asombro de que fui capaz en esos segundos. Llevabas un anillo. Nunca antes había visto ese anillo de diamante en tu mano. Jamás antes te imaginé envuelta en la túnica roja y vaporosa de esa noche. - ¿ Te gusta? - preguntaste al advertir que lo miraba. No supe responder a esa pregunta. ¿ Gustarme? En ese momento de irrealidad exaltada ¡ qué importancia podría haberle dado yo a una joya! Aunque ahora, más sereno, no, Siomara, no me agradó. Y tendidos sobre el sepulcro de quien dijiste era tu hermano, toda cordura fue difusa. Tú, sobre mí aumentando sabiamente mi ansiedad. La tibieza del aire, lo negro de la noche, aplacado apenas por el rayo de la luna, el perfume místico huyendo de tu pelo... De pronto, no advertí por qué, aumentaba el éxtasis hasta hacerse insoportable. Habías hecho un movimiento con tus brazos y acariciabas mi cuello. Sentí el ardor del corte que tu anillo hizo en él, luego, gocé el placer de tu boca succionando. ¡Bebías de mi sangre! - ¡ Qué hemos hecho! - exclamé pasado ya el momento. Misteriosa, te envolvías en el rojo de la túnica. Antes había limpiado en ella la sangre del anillo. - Adiós, Renato - sentí tu fría voz muy lejos, aunque permanecías a mi lado. La ternura anterior se había disipado. Te llamé inútilmente... - ¡Espérame, Siomara! - Sal por donde entramos - alcancé a escuchar, en tanto te alejabas. Luego de unos minutos de perplejidad absoluta, escuché el sonido del auto rodando por el camino.. Me habías dejado desnudo y sólo en compañía de los muertos. Empecé a temblar sintiendo la tortura informe del mareo, y giré sumergido en ese torbellino odioso. Debía vestirme. Superar el hecho de estar a medianoche en un camposanto. ¡ Ponerme la ropa y salir de allí... salir de allí...salir! Debajo de mis pies pareció temblar un silencio como escapado de la tierra o de la cavidad por nuestros cuerpos profanada. Muy en contra de mis deseos, miré a mi alrededor. Indignada la niebla me rodeaba, me tocaba, anhelaba tragarme. La niebla y la obscuridad se habían hecho cómplices, opacando la claridad de la luna; permitiendo tan sólo ver la hilera de cruces, testigos implacables del lugar donde me hallaba. Risas, aullidos, amenazas quisieron entrar en mis oídos. ¡ Al fin me vi con ropas! ¿ Cuánto tardé en vestirme? ¿ Segundos? ¿Eternidades? ¿Lo había hecho quizás lento? ¿ Lento, muy torpemente, venciendo la inercia de los brazos temblorosos, sintiendo además el sudor helado en la piel erizada? - Siomara, la más hermosa ¿ puede alguien como tú ser una bruja? Debía encontrar la ruta de salida. Enceguecido, torpe como estaba, debía encontrarla. Los cipreses, y sus mil pequeños brazos, ensombrecían aún más los desolados senderos, y estos eran como esos terrenos movedizos y cambiantes de un juego electrónico siniestro. Tu imagen, sacerdotisa macabra, pues recién comprendía, de sacerdotisa era tu atuendo, lo llenó todo por completo. ¿ Cuál será esa exótica divinidad a quien rindes tu culto? ¿ Diivinidad de las tinieblas? ¿Divinidad malvada? - Soy amiga de los muertos - fue esa vez, cuando llevaste una tabla de espiritismo a la oficina.- ¿ Llamamos a alguien? Y todos nos quedamos hasta tarde para comunicarnos con Peñita, nuestro junior fallecido. Todos compartimos la experiencia, incluso aquellos, la mayoría, que riendo se decían incrédulos. Muy seria hiciste la invocación. - Juan Peña- tu voz reconcentrada - si estás aquí demuéstranos tu presencia. Nuestros dedos, entre escépticos y ansiosos, siguieron la tablilla cuando empezó a deslizarse. Mi compañero me dio un codazo. - ¿Quién la estará moviendo, porque yo no soy? - me dijo por lo bajo. - Pe-pe-pe- ñita - llamó otro imitando la tartamudez de quien fuera el objeto de tantas bromas por parte nuestra - Pe-pe-pe-ñita, tra- tra- eme un c-a-ca-fé. Y sucedió lo increíble. ¡ Un golpe rabioso e invisible, vació un escritorio de cuanto papel tenía encima! ¡ Enmudecimos! Tus ojos eran la eternidad profunda.. -¡Qué maldad! - dijiste - se había quedado con ustedes y lo han ofendido. Y ahora, yo, a media noche en el cementerio, abandonado por mi amante, a merced de cuanto ser quisiera vengar los agravios hechos a Peñita. ¡Cuantas veces escondí sus llaves, esas que mostraba con orgullo, como hombre de confianza de la empresa. - ¡Peñita, no me persigas! - me encontré gritando, o creyendo gritar. Mi garganta estrangulaba las palabras. Todo era Peñita. Las sombras de los árboles lo eran. La brisa, su estertor de agonizante. Sus manos alcanzándome ¿ para qué? ¡ Sí! ¿ Para qué? La transpiración se detuvo un tanto para después volver copiosa. En ese instante y lugar los razonamientos no sirvieron. De pronto la luna, furiosa, se desprendió del firmamento. Potente cayó sobre mí, paralizándome. Algo o alguien fantástico se inclinó sobre este pobre ser despavorido, cuya boca se negaba a emitir el más pequeño grito. - ¿ Qué hace aquí? - una apagada voz de hombre se escuchó tras su resplandor espeluznante. Caí al suelo. - ¿Quien es usted? - volvió a preguntar recorriéndome con su potente farol. - ¡Ayúdeme a salir! - pedí en un murmullo de ahogado alivio, al comprender que era un guardia. Cuando mañana vuelva a la oficina, Siomara lucirá una sonrisa radiante. La saludaré con un beso en la mejilla, su belleza angélical impide el más mínimo reproche.

 
Para las personas que desean publicar: deben enviar sus escritos en formato de documento de Word, en letra Arial Nº12 ,diseño de página Normal y breves datos biográficos.
Ni se les ocurra enviar libros, pueden hacerme llegar dos o tres poemas o cuentos no más por favor.    Gracias.
Marcela Rosen
,
encargada de la evaluación y publicación de las obras literarias en Escáner Cultural.
marcelarosenrevista@yahoo.com

Esperamos Su Opinión.  
¿No está suscrito? Suscribase aquí. 

[Volver a la Portada] - [Visita la Comunidad Escáner Cultural]


Las opiniones vertidas en Escáner Cultural son responsabilidad de quien las emite, no representando necesariamente el pensar de la revista.