Santiago de Chile. Revista Virtual. 
Año 4
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 43
Septiembre de 2002

CHRISTIAN BOLTANSKI 
O EL INVENTARIO DE LA MUERTE
Y LA MEMORIA

Texto: Carlos Yusti

"Carmen Elina Cedeño"

Antes de comenzar un corto preámbulo personal. Luego que mi madre murió registré entre sus objetos personales y hallé una foto, tipo carné, algo deteriorada. En la foto Carmen Elina, que era su nombre, aparece con una belleza fuerte y sofisticada (peluca y maquillaje) No sé cuál fue el motivo que me indujo a conservar la fotografía y a tenerla en mi cartera. No obstante cuando veo la foto también puedo verme de unos siete años admirando como mamá se viste y se pinta frente al espejo de la peinadora, como luego viene y me da un beso dejándome sus labios dibujados en la mejilla.

El arte en la actualidad parece sucumbir al boato efímero de lo banal y para conectar con el espectador, con preocupaciones cosméticas más que éticas, recurre a las nuevas tecnologías y convierte la sala del museo en un centro de operaciones más digno de la NASA que del arte propiamente dicho. No obstante, a pesar de estos cachondeos con lo tecnológico el arte  sigue quedándose sin interlocutores, sin en esa caja de resonancia que en definitiva es el espectador, lego o especializado, que busca en el arte respuestas estéticas en un mundo abocado a desterrar la sensibilidad. En este trance regresa Chrisntian Boltanski. Sus exposiciones retrospectivas( realizadas en 1999) en distintas galerías y museos en el mundo (incluso en Caracas) colocan otra vez en el tapete lo estético en función de las preocupaciones morales metafísicas del ser humano. "No contienen nada nuevo", según sus propias palabras, sin embargo es un trabajo que aporta elementos nuevos y logra una comunicación muy peculiar con el público que asistió a este recuento artístico.

Christian Boltanski  nació en París en 1944. Su madre cristiana y su padre judío marcará un poco el derrotero espiritual de su obra. Por esa razón la muerte está presente en su obra, la huella del holocausto está fija en su memoria íntima. No es casual entonces que su obra sea una puesta escena de esa observación rigurosa de la vida cargada de recuerdos profundos, de heridas hondas que logran salir a través de una expresión plástica ceñida a esas luces y sombras de la memoria. El trabajo artístico de Boltanski, y que uno no puede desligar del trabajo estético de Beuys, ha ganado sentido trascendente con el devenir de los años consolidándose como un discurso por encima del mercado tradicional del arte y de ese marasmo de vacietud que parece corroer el mundo del arte.

Las instalaciones y objetos de Boltanski no se dan la mano con las tecnologías informáticas de nuevo cuño, ni recurren a la estridencia de la violencia para captar la atención; más bien él recurre a materiales frágiles al tiempo (fotografías, fotos encontradas, ropa abandonada, velas, bombillos eléctricos, viejas latas de galletas, recortes de periódicos, anuncios de revistas, dentaduras postizas, etc.), pero que forman parte de las pertenencias de personas que ya han muerto, son intrascendentes testimonios de nuestra breve estada en la vida. No busca el ruido agrupando objetos y fotografías, sino que intenta encontrar una penumbra limpia y tratar ese tema de la muerte que le obsesiona profundamente.

La estética en Boltanski tiene un ritmo inusual y emplea todos los recursos (Fotografía, postales, cartas y los libros del artista) que de alguna manera indagan sobre la vida, la memoria, el recuerdo y la muerte. Un buen ejemplo de esto es su libro de artista de 1969, "Reconstrucción de un accidente que todavía no me ha sucedido y en el que encontré la muerte". Con esta obra presagia su muerte de manera directa. En obras posteriores esta obsesión con respecto a la muerte se amplifica y adquiere más carnadura metafórica.

Esta meditación estética sobre la muerte ha conducido a Boltanski por derroteros inesperados. Sus instalaciones y su relectura de objetos cotidianos poseen una rigurosidad en el manejo de la luz y de la sombra. Cuando el espectador pasea por entre sus trabajos se inserta en la obra convirtiéndose a su vez en una silueta, en una figura borrosa que parece buscar su esencia entre desgarrones de luz y sombra.

Boltanski trata de acercarse a la muerte desde su costado menos trillado. Sucede que muchos de nosotros con nuestros seres queridos que han muerto ejecutamos una serie de rituales muy personales en cada caso, pero con puntos de referencias fáciles de identificar: visitar la tumba y dejar allí flores frescas, conservar sus ropas, sus objetos personales, alguna fotografía y muchos otros maneras que pasan como desapercibidas por esa forma casi mecánica como se ejecutan. Todo esto no ha escapado al ojo acucioso del artista y a este respecto Estrella de Diego ha escrito: "pues lo terrible de la muerte no es la manera en que nos priva de la presencia de las personas amadas, de su voz. No es tampoco la soledad ni la pérdida de cuerpo en la cual nos sumerge. No. Lo aterrador de la muerte son los objetos tangibles que deja desperdigados tras su paso devastador, ropas familiares, cartas recibidas, fotografías en desorden, libros subrayados, frascos de perfumes a medio consumir... lo que perturba de la muerte es el modo incierto en que impone el recuerdo, primero como una obsesión, para diluirlo luego, de forma imperceptible, hasta que un día nos desposee por completo de la efigie de los que se han ido".

Algunas de sus obras consistentes en una serie de postales fijan el recuerdo desde lo trivial. Así  tenemos el conjunto de postales "Fotografía de la hermana del artista cavando en la playa", 1969, "Christian Boltanski a cinco años y tres meses de distancia" y "Christian Boltanski y sus hermanos", ambas de 1979. El recuerdo personal e íntimo como puente se lleva a cabo a través de algo muy común ya que el espectador sin duda guardará en su casa fotos muy similares.

Estas obras iniciales llevaron al artista a tener en la fotografía un apoyo importante para sus trabajos posteriores. En su obra "monumento" (1985) emplea fotos en solitario. Luego las agrupa de manera desproporcionada hasta encerrar al espectador en muros. Su obra "Los Suizos muertos"(1993) es un buen ejemplo de ello. Con obras como "Cortinas blancas"(1996), fotografías impresas en tela y cruzadas por un haz de luz hace palpable como la imagen se diluye, se evapora en la memoria. Con las ropas usadas colgadas primero en ganchos y luego colocadas en estantes enfrenta al espectador con ese olor de ropa guardada. Su obra "Muertos"(1993) consistente en la exhibición de ropa usada en estantes a manera de almacén o deposito.

El trabajo con objetos personales se modificó en obras posteriores. Los objetos recolectados en otros lugares ya no necesitaban exhibirse en un museo para destacar su características estética y su noción poética sobre sus dueños que ya no estaban. Su obra titulada Lost property (propiedad perdida), consistente en objetos

Perdidos por espacio de seis meses, fueron expuestos en la estación de Tren Tramway. De igual manera su obra "Cloaca máxima"(1994) mostraba en una gran vitrina de vidrio objetos rescatados de una alcantarilla.

Paula Martínez ha escrito: "Su obra esta muy lejos de los cánones del arte narrativo. La imagen y el objeto que recibe el espectador parecen extraídos del olvido por lo que es una obra abierta que invita al público a reconstruir y crear su historia personal. Este espacio ambivalente es característico de las producciones artísticas contemporáneas. Una vez fracasadas las grandes utopías de la modernidad el artista rechaza los discursos inamovibles y se resguarda tras la ironía de lo uno o lo otro. Bajo esta suerte de juego intenta encontrar una respuesta sobre la transición del ser de la vida a la muerte".

Boltanski realiza una escenografía de inventario, una escenografía para mostrar los frágiles parámetros de la memoria, los filosos contornos de la muerte y sus huellas tenues, pero imborrables en nuestras vidas. Recuerdos subrayados por fotos, ropas usadas y objetos cotidianos que conforman los minutos detenidos de nuestra existencia y donde hechos (y personas) intrascendentes brindan una indiscutible belleza y que muchas veces no percibimos. Boltanski ha escrito un texto que encierra, a mi modo ver, toda la esencia de su obra, todo la sensibilidad de su inventario visual y estético: "Investigación y presentación de todo lo que sigue siendo mi niñez (1944-1950) La mujer vieja terminó de barrer. Ella coloca el trapo en el armario, toma el cepillo de nuevo y rema el polvo que permanece en un pequeño montón a sus pies. Entonces ella recoge el polvo con una pequeña pala y la arroja al cubo de la basura. Con esto ha logrado parte de su tarea, luego ella toma un cepillo, diluye un poco de ajax con agua tibia en una toalla azul oscuro y empieza a limpiar el polvo de la cocina. Ella empuja una silla que le perturba, la vuelve a colocar. Una vez terminado el trabajo guarda todo los objetos de limpieza en el armario y va a derrumbarse en un sofá del comedor para mirar la televisión. El programa que trasmiten no es interesante, ella toma una revista que hojea mientras la televisión sigue encendida. Ligeramente, ella se duerme".

Si desea escribir a Carlos Yusti puede hacerlo a: carlosyusti@cantv.net

Esperamos Su Opinión.
¿No está suscrito? Suscribase aquí. 

 

[Volver a la Portada]



Las opiniones vertidas en Escáner Cultural son responsabilidad de quien las emite, no representando necesariamente el pensar de la revista.