Texto:
Carlos Yusti
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"Carmen
Elina Cedeño"
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Antes
de comenzar un corto preámbulo personal. Luego que mi madre murió
registré entre sus objetos personales y hallé una foto, tipo carné,
algo deteriorada. En la foto Carmen Elina, que era su nombre, aparece
con una belleza fuerte y sofisticada (peluca y maquillaje) No sé
cuál fue el motivo que me indujo a conservar la fotografía y a tenerla
en mi cartera. No obstante cuando veo la foto también puedo verme
de unos siete años admirando como mamá se viste y se pinta frente
al espejo de la peinadora, como luego viene y me da un beso dejándome
sus labios dibujados en la mejilla.
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El
arte en la actualidad parece sucumbir al boato efímero de lo banal
y para conectar con el espectador, con preocupaciones cosméticas
más que éticas, recurre a las nuevas tecnologías y convierte la
sala del museo en un centro de operaciones más digno de la NASA
que del arte propiamente dicho. No obstante, a pesar de estos cachondeos
con lo tecnológico el arte sigue quedándose sin interlocutores,
sin en esa caja de resonancia que en definitiva es el espectador,
lego o especializado, que busca en el arte respuestas estéticas
en un mundo abocado a desterrar la sensibilidad. En este trance
regresa Chrisntian Boltanski. Sus exposiciones retrospectivas( realizadas
en 1999) en distintas galerías y museos en el mundo (incluso en
Caracas) colocan otra vez en el tapete lo estético en función de
las preocupaciones morales metafísicas del ser humano. "No
contienen nada nuevo", según sus propias palabras, sin embargo
es un trabajo que aporta elementos nuevos y logra una comunicación
muy peculiar con el público que asistió a este recuento artístico.
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Christian
Boltanski nació en París en 1944. Su madre cristiana y su padre
judío marcará un poco el derrotero espiritual de su obra. Por esa
razón la muerte está presente en su obra, la huella del holocausto
está fija en su memoria íntima. No es casual entonces que su obra
sea una puesta escena de esa observación rigurosa de la vida cargada
de recuerdos profundos, de heridas hondas que logran salir a través
de una expresión plástica ceñida a esas luces y sombras de la memoria.
El trabajo artístico de Boltanski, y que uno no puede desligar del
trabajo estético de Beuys, ha ganado sentido trascendente con el
devenir de los años consolidándose como un discurso por encima del
mercado tradicional del arte y de ese marasmo de vacietud que parece
corroer el mundo del arte.
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Las
instalaciones y objetos de Boltanski no se dan la mano con las tecnologías
informáticas de nuevo cuño, ni recurren a la estridencia de la violencia
para captar la atención; más bien él recurre a materiales frágiles
al tiempo (fotografías, fotos encontradas, ropa abandonada, velas,
bombillos eléctricos, viejas latas de galletas, recortes de periódicos,
anuncios de revistas, dentaduras postizas, etc.), pero que forman
parte de las pertenencias de personas que ya han muerto, son intrascendentes
testimonios de nuestra breve estada en la vida. No busca el ruido
agrupando objetos y fotografías, sino que intenta encontrar una
penumbra limpia y tratar ese tema de la muerte que le obsesiona
profundamente.
La
estética en Boltanski tiene un ritmo inusual y emplea todos los
recursos (Fotografía, postales, cartas y los libros del artista)
que de alguna manera indagan sobre la vida, la memoria, el recuerdo
y la muerte. Un buen ejemplo de esto es su libro de artista de 1969,
"Reconstrucción de un accidente que todavía no me ha sucedido
y en el que encontré la muerte". Con esta obra presagia su
muerte de manera directa. En obras posteriores esta obsesión con
respecto a la muerte se amplifica y adquiere más carnadura metafórica.
Esta
meditación estética sobre la muerte ha conducido a Boltanski por
derroteros inesperados. Sus instalaciones y su relectura de objetos
cotidianos poseen una rigurosidad en el manejo de la luz y de la
sombra. Cuando el espectador pasea por entre sus trabajos se inserta
en la obra convirtiéndose a su vez en una silueta, en una figura
borrosa que parece buscar su esencia entre desgarrones de luz y
sombra.
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Boltanski
trata de acercarse a la muerte desde su costado menos trillado.
Sucede que muchos de nosotros con nuestros seres queridos que han
muerto ejecutamos una serie de rituales muy personales en cada caso,
pero con puntos de referencias fáciles de identificar: visitar la
tumba y dejar allí flores frescas, conservar sus ropas, sus objetos
personales, alguna fotografía y muchos otros maneras que pasan como
desapercibidas por esa forma casi mecánica como se ejecutan. Todo
esto no ha escapado al ojo acucioso del artista y a este respecto
Estrella de Diego ha escrito: "pues lo terrible de la muerte
no es la manera en que nos priva de la presencia de las personas
amadas, de su voz. No es tampoco la soledad ni la pérdida de cuerpo
en la cual nos sumerge. No. Lo aterrador de la muerte son los objetos
tangibles que deja desperdigados tras su paso devastador, ropas
familiares, cartas recibidas, fotografías en desorden, libros subrayados,
frascos de perfumes a medio consumir... lo que perturba de la muerte
es el modo incierto en que impone el recuerdo, primero como una
obsesión, para diluirlo luego, de forma imperceptible, hasta que
un día nos desposee por completo de la efigie de los que se han
ido".
Algunas
de sus obras consistentes en una serie de postales fijan el recuerdo
desde lo trivial. Así tenemos el conjunto de postales "Fotografía
de la hermana del artista cavando en la playa", 1969, "Christian
Boltanski a cinco años y tres meses de distancia" y "Christian
Boltanski y sus hermanos", ambas de 1979. El recuerdo personal
e íntimo como puente se lleva a cabo a través de algo muy común
ya que el espectador sin duda guardará en su casa fotos muy similares.
Estas
obras iniciales llevaron al artista a tener en la fotografía un
apoyo importante para sus trabajos posteriores. En su obra "monumento"
(1985) emplea fotos en solitario. Luego las agrupa de manera desproporcionada
hasta encerrar al espectador en muros. Su obra "Los Suizos
muertos"(1993) es un buen ejemplo de ello. Con obras como "Cortinas
blancas"(1996), fotografías impresas en tela y cruzadas por
un haz de luz hace palpable como la imagen se diluye, se evapora
en la memoria. Con las ropas usadas colgadas primero en ganchos
y luego colocadas en estantes enfrenta al espectador con ese olor
de ropa guardada. Su obra "Muertos"(1993) consistente
en la exhibición de ropa usada en estantes a manera de almacén o
deposito.
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El
trabajo con objetos personales se modificó en obras posteriores.
Los objetos recolectados en otros lugares ya no necesitaban exhibirse
en un museo para destacar su características estética y su noción
poética sobre sus dueños que ya no estaban. Su obra titulada Lost
property (propiedad perdida), consistente en objetos
Perdidos
por espacio de seis meses, fueron expuestos en la estación de Tren
Tramway. De igual manera su obra "Cloaca máxima"(1994)
mostraba en una gran vitrina de vidrio objetos rescatados de una
alcantarilla.
Paula
Martínez ha escrito: "Su obra esta muy lejos de los cánones
del arte narrativo. La imagen y el objeto que recibe el espectador
parecen extraídos del olvido por lo que es una obra abierta que
invita al público a reconstruir y crear su historia personal. Este
espacio ambivalente es característico de las producciones artísticas
contemporáneas. Una vez fracasadas las grandes utopías de la modernidad
el artista rechaza los discursos inamovibles y se resguarda tras
la ironía de lo uno o lo otro. Bajo esta suerte de juego intenta
encontrar una respuesta sobre la transición del ser de la vida a
la muerte".
Boltanski
realiza una escenografía de inventario, una escenografía para mostrar
los frágiles parámetros de la memoria, los filosos contornos de
la muerte y sus huellas tenues, pero imborrables en nuestras vidas.
Recuerdos subrayados por fotos, ropas usadas y objetos cotidianos
que conforman los minutos detenidos de nuestra existencia y donde
hechos (y personas) intrascendentes brindan una indiscutible belleza
y que muchas veces no percibimos. Boltanski ha escrito un texto
que encierra, a mi modo ver, toda la esencia de su obra, todo la
sensibilidad de su inventario visual y estético: "Investigación
y presentación de todo lo que sigue siendo mi niñez (1944-1950)
La mujer vieja terminó de barrer. Ella coloca el trapo en el armario,
toma el cepillo de nuevo y rema el polvo que permanece en un pequeño
montón a sus pies. Entonces ella recoge el polvo con una pequeña
pala y la arroja al cubo de la basura. Con esto ha logrado parte
de su tarea, luego ella toma un cepillo, diluye un poco de ajax
con agua tibia en una toalla azul oscuro y empieza a limpiar el
polvo de la cocina. Ella empuja una silla que le perturba, la vuelve
a colocar. Una vez terminado el trabajo guarda todo los objetos
de limpieza en el armario y va a derrumbarse en un sofá del comedor
para mirar la televisión. El programa que trasmiten no es interesante,
ella toma una revista que hojea mientras la televisión sigue encendida.
Ligeramente, ella se duerme".