NOVELA: YO BIPOLAR. Capítulo XXIV
NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XXIV
Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.
Nicolás Boileau
Por Jesús I. Callejas
CONSUELO DEL ARTE
Una instalación. Mi inicial contacto con esa clase de demostración “artística” ocurrió cuando en una rectilínea galería situada en el centro de la ciudad, a la que asistí acompañado por Ramiro, gran amigo pintor de acusado perfil renacentista, al que veo de tanto en tanto, tropecé -casi me caigo-, con la esquina de una gigantesca alfombra y le propiné par de patadas intentando sacarla del camino. Cáustico, me alertó Ramiro: ¡Que no te crean un saboteador! ¿Por qué? Hombre, estás pisando la "obra de arte", y conteniendo la carcajada destacó una etiqueta rectangular con los datos de la pieza bajo mi zapato. El comentaba y comentaba, mientras yo vagaba y vagaba alrededor: Nada nuevo; un concepto canonizado apología por los dadaístas, el arte conceptual y el pop art. Se impone una hermenéutica visual fulminante, para que yo pueda gustar del arte contemporáneo.
Lo paradójico del asunto es que la mayoría de los "artistas" del momento son más descuidados que los espectadores. Superior escrupulosidad y respeto muestro apreciando una pieza de arte que muchos de ellos para elaborar las propias. Consideran inútil el oficio, pero lo cierto es que incluso un maestro que termine enviando la preparación a paseo sabe reciclar la técnica en su beneficio. Para mí un pintor que no sepa dibujar es una soberana mierda. Es requisito mínimo. Me detuve en el surrealismo, pero estos imbéciles intentan comenzar en el aire. ¿Qué opinas? La pereza me enmudeció hasta alcanzar un recodo del segundo cubículo: Bueno, mi visión del arte tiende a emparejarse con la tuya: me placen mucho más los tradicionales; sin embargo, tengo dudas acerca de la vehemencia con que opinamos y es precisamente ahí donde irrumpen en manada los cuestionamientos.
Estoy salpicado de prejuicios; me mantengo básicamente europeizado apenas rebasando los linderos del Barroco, pero el siglo XX oficializó lo que ya se anunciaba a voces desde el romanticismo: la apreciación del arte ya se encuentra drásticamente deslindada de los parámetros a que nos aferramos algunos. Se ha hecho atrevidamente subjetiva. Por ende, la relación entre proponente y receptor es más flexible o, como dirían ahora: lúdica. Uno interpreta lo que le venga en gana, o, en todo caso, lo que pueda. Ramiro, es como una espada de filo doble: si uno, queriendo pasar por brillante, “percibe” en el arte cosas que otros no ven puede hacer el ridículo. Recuerda el traje del emperador. Es mejor no quererse pasar de listo; si, por el contrario, nada uno identifica es considerado imbécil, o en todo caso un inculto. No has quitado los cencerros usuales; tenemos ahora la sublimación del producto que, de cierto modo, es manipulable cual otra forma de censura.
La verdad es que yo, excepto dos que tres términos, nada sé de técnica como tú que eres un profesional; me gusta o no me gusta. Por ejemplo, me encanta Jackson Pollock. ¿De veras? Sí, sí… Y aunque el arte actual me provoca inicial perplejidad, la inevitable, necesaria, dicen, tendencia a lo sincrético es el irrefutable reflejo de los tiempos. Le opones mayor resistencia porque te aferras a lo figurativo, supongo. Concluyendo: me interesa más el artista que el concepto estético.
Menos impaciente que asombrado me orientó hacia otra sala: Sí, pero los conceptos surgen de los individuos… Se confirma lo que dicho: El arte conceptual nos ha jodido. Todo esto es una gran mierda… Pero, dime: ¿Te agrada algo de lo que hemos visto hasta este momento? Se me incrementaba la sofocación: Eres admirablemente persistente; me gustaría saber de dónde extraes tanta energía para contender. El responderte lo anterior me ha dejado sin aliento para las próximas tres horas.
Hasta el momento no he visto algo que me haya gustado, pero no quiero quedar ni dejar de quedar bien. Ya sabes que soy un ecléctico. No sé, el asunto es confuso; quizás se reduce a estirar el temeroso vacío, la carencia de valores, a que nos enfrenta el farallón sin salida de la cacareada post-modernidad. Lo revolucionario parte desde lo saciado… No entiendo a qué ese afán, esa premura de todo el mundo por las definiciones en serie. Si ni yo mismo me conozco cómo rayos me puedo meter en la cabeza de otra gente. Mejor paremos esta conversación que ya me siento aturdido. ¡Estoy próximo a un ataque de pánico! ¿Tomaste tus píldoras? Sí, espera un momento que me recupere lejos del tumulto y este incesante parloteo. Escúchalos; no paran. Los monos me divierten bastante, lo que no significa que entienda la teoría evolutiva.
A un simpático chimpancé le han colocado brochas y paleta en las peludas manitas. El cuadro fue colgado en una opulenta galería capitalina. ¡Extraordinario, genial! Interesante, pese a no ser figurativo me recuerda el periodo azul de Picasso... A mí el rosa... No, señores; si acaso su época africana. Yo diría que es más Chagall... Para nada, queridos; influencia de Kandinski... No, Rothko... Olvidé decirte acerca de la action painting… Querrás decir expresionismo abstracto… Este es periodo rojo kotex... Y el performance art… Por cierto, hay un happening la próxima semana… Los actores se enfrascan en duelo mímico. Suena la miniatura de Saint-Saëns. El carruaje se ladea contra el vino, ambos caen al Sena, cuñado del Hudson, y París se traslada a New York y regresa a casa, donde un artista anónimo sale forrado en suero de licor: El arte es nube de marihuana y se disipa compulsiva.
Así como no le hicieron caso a Van Gogh, ignoran esos talentos que se arriman buscando patrocinio. No preocuparse, un justiciero pintor los meterá certeramente en el cuadro del mono y los lanzará en el inodoro sin retorno. Llega un elefante azul con brocha de escobillón y ejecuta genuflexión; se precipita, derrumba, aplasta materiales de desecho, ropa en jirones, copas conteniendo semen humano, videos proyectados en muros. Un loro casi quiebra la brocha al ejecutar su autorretrato: azul y verde se insultan acatarrados sin la mística convocación de El Greco.
¿Te sientes mejor? Sí, sigamos. Lamentablemente, prosigue él, según tales premisas se hace difícil diferenciar entre un artista genuino y un timador. El arte refleja su tiempo; el arte actual es una mierda porque la vida actual es una mierda. Me digo: Quizás está parafraseando a Theodor Adorno; y agrego con voz de pífano que asegura venir de otro lugar: Esta no es la era que prefiero, ahí coincidimos, pero sería imprudente no admitir que hay artistas geniales en todas. Evitando ser injusto tiendo a justificarme demasiado, casi a torturarme. La presente época se ha propuesto, creo, transformar la vida misma en una monumental obra de arte cuyas piezas o resortes van adquiriendo credenciales mediante la implementación de eventos... Pudiera ser un renacer… ¿No es cíclico? En todo caso, clínico por lo jodido que está, afirma Ramiro. El artificio cede paso a la vivencia, me escucho. Sigue el recorrido: un almacén caótico repleto de plásticos -y maniquíes andantes, ¿parte de la muestra?, vagando por la serpentina noche tropical con sus copas de vino- y diversidad textil. Mira a las "plásticas", y el aburrimiento se me asienta en el gaznate.
Ramiro se mantenía belicoso contra la muestra: Realmente increíble a qué niveles de decadencia ha llegado la cultura actual; pura excreta, un descarado fraude. Acompáñame a rapiñar más vino y sigamos viendo desperdicios, que es mejor tomarlo deportivamente. Por eso, espeté mareado de dar tantas vueltas; la búsqueda requiere de la decadencia para comenzar el laborioso capítulo de la renovación. Al finalizar el tour, divisé un enorme letrero lumínico CABALLEROS sobre la oblonga -estilo doctor Caligari- puerta del baño.
Pregunté a una sonriente empleada si ella y el recinto eran parte de la instalación. No lo eran…y pude cagar tranquilo.
El cuadro se vendió por casi cincuenta mil. Además, el mono tiene sucursales. ¿Qué dices? Pero no sabes, querida. ¿Qué? Hay miles de simios pintando en todas partes. ¡Fabuloso, fabuloso! ¿Prefieres champaña? Mejor una mimosa: champaña con jugo de naranja. Suena encantador. Qué te parece, Ramiro. Mira, a ese fulano junto a la gorda de tetas melonudas. Ah, sí, me exhibió un par de cuadros hace años. ¿Lo conoces bien? No somos íntimos… puro negocio. Dicen que fue hippie, un adalid de la contracultura, y ahora promueve su galería de arte atornillado a un escritorio. ¿Es cierto? Lo es, asegura él sin poder romper el hipnotismo que le causan las tetas de la gorda. Sigo hablando solo: Escritorio disfrazado de corbata.
Rigurosamente hablando, burgueses somos todos los provenientes de burgos o ciudades, ¿no? Mi bronca se dirige a los comerciantes insaciables. Si apremiado debo escoger entre burgueses y menesterosos, como buen cobarde me voy con los primeros, pero estos tipejos no son burgueses de tesitura clásica, sino una pléyade de oportunistas bodegueros jugando al arte mientras se revuelcan con sus amiguetes politiqueros. La exégesis del kitsch barnizada por las barbas teñidas de caoba como con betún de zapatos y las uñas de plástico de sus hembritas fogosas, las de graznido redundante o gemido papiesco. ¿Hay mujeres más putas que las de Bajagracia? Ay, si conociera usted el mundo, amigo mío. No se está a salvo en sitio alguno. Láminas del Hermitage… Y no me engañan los embaucadores: El etnocentrismo nunca desaparecerá.
Continúa en el próximo número de la revista.
Capítulos anteriores:
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Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7174
Capítulo III en: http://revista.escaner.cl/node/7231
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Capítulo V en: http://revista.escaner.cl/node/7314
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Capítulo VIII en: http://revista.escaner.cl/node/7432
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Capítulo XXII en: http://revista.escaner.cl/node/7813
Capítulo XXII en: http://www.revista.escaner.cl/node/7842
Fuente de la imagen: Flikr, imagen de dominio público.
Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/
Fecha de Publicación: 01-21-2013
@copyright Prohibida su copia sin la autorización del autor.
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Email sibaritamito@gmail.com
Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas locales como Lea y La casa del hada, así como para otras publicaciones. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (novela) y Desapuntes de un cinéfilo (2012), que consta de reseñas y elementos de la historia del cine. Callejas es descendiente de Manuel Curros Enríquez, junto a Rosalía de Castro, el mejor poeta de lengua gallega.