NOVELA: YO BIPOLAR. Capítulo XXI
NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XXI
Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.
Nicolás Boileau
Por Jesús I. Callejas
LA ENCUESTA
Sigo revisando, en maniática, compulsiva agenda, la larga documentación de mi caso hasta atracar en el cuestionario que precedió a esa entrevista con la citada psicóloga, material complementado pesadamente por varias planillas de un historial laboral que se definió escaso pues sólo pude reportar diez de los casi cuarenta empleos (los de tiempo completo y los de medio tiempo) remolcados en mi periplo por ambos dominios de cautiverio: estatales y privados.
Después supe por mi psicólogo que la “funcionalidad” de nuestros casos se evalúa básicamente por la conducta mostrada en la estabilidad laboral. La terapista golfista, presta sobre la guía telefónica, me planificó una cita con un abogado que briosamente apeló la decisión y gané el caso en menos de dos meses. Al efectuar la apelación el buen abogado gigantesco -se embolsó un jugoso cheque por la gestión-, recibí copia del cuestionario original, el cual, intentando refinamiento de estrategia, respondí con mínimas pero precisas variantes, y en dos meses fui considerado incapacitado, ingresando así oficialmente en las filas de la nueva casta.
Bravo, es como tener una nueva familia, una familia adoptiva; como los niñitos que Alberto patrocina. Por suerte, no tuve que presentarme en corte como el jurisconsulto suponía; de ser así me hubieran traicionado mis emociones ante el juez. Sigo revisando el cuestionario de ocho páginas dividido en cuatro ordenadas secciones (lo desagradable es siempre digerible cuando lo inmaculado impone credenciales):
A - Información general (datos personales),
B- Información acerca de las actividades diarias (la de mayor extensión),
C- Información sobre las habilidades del solicitante (en mi caso, mínimas),
D- Observaciones (anexo para información adicional).
Dejé muy en claro parte de lo que usted ha leído a través de este mamotreto en lo referente a síntomas y a hábitos de comportamiento cotidiano, sin excluir mi confusión al manipular dinero en efectivo, limitación que requirió el nombramiento de un "representante" y tal "honor" recayó en Rosario -la más capaz de mis hermanas y, por suerte, con la que mejor me llevo, aunque siento debilidad por Julia-, quien, además, se encarga de hacer alguna que otra llamada telefónica inherente a las aristas burocráticas del caso. Estuve indeciso entre ella y Julia para desempeñar tal vacante nominal, pero la primera es más paciente, además de poseer superior habilidad en las relaciones públicas. Julia es una intuitiva equivocada; empeora mi ansiedad.
Robusta presencia barbuda a lo Hemingway, el abogado comentó, mirada por encima de ambos vidrios, la primera vez que nos vimos: Nuestro problema angular radica en que usted es muy joven para solicitar retiro… En la segunda ocasión me soltó sin venir a cuenta: Coincido con lo expresado en el reporte: Las mujeres son manipuladoras, nosotros imbéciles. Dije mayormente, licenciado; insistí. Me ignoró y acto seguido -o no tan seguido- procedió entusiasmado a una atropellada historia sobre cómo una guerra (llevamos tantas que no recuerdo a cuál se refería) lo había afectado, y su perplejidad al verse en la selva rodeado por "docenas de guerrilleros que parecían simios brincando por todas partes; nos tenían en jaque", y de su intento para sacudirse una psicosis bélica que combatió en París, ya licenciado del ejército, fumando toneladas de "yerba" y opio en patios de exóticos restaurantes, leer y releer a los existencialistas y, al fin, conocer a su ídolo supremo, Jean-Paul Sartre. Qué raro, se me ocurrió decirle; no sé por qué lo asocio más a usted, que no es un comunista, supongo, con el existencialismo católico de Gabriel Marcel… Lacónico, visiblemente incómodo, retomó enseguida la historia sobre un establecimiento en un barrio parisino.
Decía resollando ante lo que anunciaba la pérdida del paraíso: Fascinante, le cuento. De pronto, al finalizar el almuerzo el camarero me condujo mediante señas a un patio interior decorado con vegetación y palmas, me instó a ocupar una hamaca y me puso en las manos una enorme pipa diciéndome: Cortesía de la casa. También hizo alusión a las flores de un arbusto de Yemen, originalmente de Africa, llamado qat o khat, fuerte en contenido de alcaloides psicotrópicos relacionados con las anfetaminas, que fervorosamente masticado provoca gratos estímulos, o sea, una tremenda "nota". Quisiera retirarme en el Reino Unido, donde esa maravilla está autorizada. Emitió seráfica sonrisa. Recibidos los primeros cheques, solicité una vivienda de "bajos recursos" cuya entrega demoró par de años y aquí me ven algunos de ustedes parapetado en ella. Al atardecer siempre veo desde la enroscada ventana la lejana silueta del hombre que aparenta avanzar sin moverse de su sitio. Temo lo consiga.
Hoy más visible desde la ventana derecha. En ocasiones lo he visto doble: en las dos a la vez, o uno delante de otro bajo el mismo marco. Hasta ahora no han pasado de ser dos. Es incansable. La boa enrosca paciente el edificio… He sabido de un poeta muerto en la inopia en una gran capital, y de otro, apenas a tres cuadras escasas de mi edificio, acechado por una legión de ratas surfeadoras después de atravesarse de un balazo el diestro corazón. El mar, tardío emisario. Compartimos algunas tertulias y afinidades silenciosas en las que exhibió un trágico, por prematuro, conocimiento de la vida. Hombre sensible que prometía acabar rendir pronto su jornada y que cumplió. Ron y aguardiente nos hermanan por una temporada… Las islas, ya caimanes de probeta.
Me es imposible transformar el entorno; ah, tal vez pudiera transformar mi visión del entorno. Complacientes estupideces que aceptamos. Lo corroboro tardíamente: pierdo los puntos ganados y, a merced de un aluvión de dardos, soy desojado de ilusa lozanía. Recomienzo el patético jueguito. ¿Pesadillas o visiones? El grupo se congrega junto a la hoguera punto Alberto se tambalea con la Cruz Ansata en la torre de su cráneo silogista coma aborda coma maletín en mano coma el Mercedes Benz que lo llevará rumbo a su oficina punto Hilda busca y rebusca mancillada de betún punto Hilda extrae la tetera veinticinco veces haciéndonos creer que son idénticas punto Hilda grita entre el humo expelido por el invisible auto de Alberto punto Hilda asciende desde lejana cúpula para desenterrar libro salvado del desastre punto Prometeo retira su mano satisfecho cuando la lumbre duerme en raíz de caverna punto Otro hombre ocupa la alta roca puntos suspensivos su matutino coma oval predecesor yace en sótano fangoso. Transcurridos tropezones coma vago por una ciudad cubierta de letras sin periódicos y llego coma remiso pero a tiempo coma al buen banquete familiar punto El día de recurrente nombre coma se declaró domingo punto. Sugiero que prescindas de los experimentos joyceanos que me achacas tan inmerecidamente. Soy pretencioso, sí, pero inofensivamente: ego pasivo manifestado en la nostalgia.
Recuerdo cuando mucho recordaba mi futuro entre tubérculos electrificados y cruceros de cubeta… Agitados cortinajes roja brisa. Ausencia de brazos y piernas en bello torso girando sobre trozo de columna jónica; girando ésta en vía contraria; yo, indeciso ante pisadas que se plasman desde y hacia todos los senderos: Epifanía de Amelia. Estoy releyendo algunos “clásicos” literarios y filosóficos… Infaliblemente lo aseveró el sublime Voltaire: “No ha existido jamás un filósofo que, habiendo propuesto un nuevo sistema, no haya confesado al fin de su vida que ha perdido el tiempo.”
Continúa en el próximo número de la revista.
Capítulos anteriores:
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7153
Capítulo I en: http://revista.escaner.cl/node/7174
Capítulo III en: http://revista.escaner.cl/node/7231
Capítulo IV en: http://revista.escaner.cl/node/7294
Capítulo V en: http://revista.escaner.cl/node/7314
Capítulo VI en: http://revista.escaner.cl/node/7356
Capítulo VII en: http://revista.escaner.cl/node/7393
Capítulo VIII en: http://revista.escaner.cl/node/7432
Capítulo XIX en: http://revista.escaner.cl/node/7472
Capítulo X en: http://revista.escaner.cl/node/7490
Capítulo XI en: http://revista.escaner.cl/node/7526
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Capítulo XIII en: http://revista.escaner.cl/node/7581
Capítulo XIV en: http://revista.escaner.cl/node/7615
Capítulo XV en: http://revista.escaner.cl/node/7632
Capítulo XVI en: http://revista.escaner.cl/node/7667
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Capítulo XVIII en: http://revista.escaner.cl/node/7712
Capítulo XIX en: http://revista.escaner.cl/node/7739
Capítulo XX en: http://revista.escaner.cl/node/7760
Fuente de la imagen: banco de imágenes de la revista
Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/
Fecha de Publicación: 01-21-2013
@copyright Prohibida su copia sin la autorización del autor.
http://www.bookrix.com/-jesusicallejas
Email sibaritamito@gmail.com
Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) ha publicado los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). También ha reseñado cine para varias revistas locales como Lea y La casa del hada, así como para otras publicaciones. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (novela) y Desapuntes de un cinéfilo (2012), que consta de reseñas y elementos de la historia del cine. Callejas es descendiente de Manuel Curros Enríquez, junto a Rosalía de Castro, el mejor poeta de lengua gallega.
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